martes, octubre 22, 2019

Here comes the sun



En mi boda se cantó una canción de Love of Lesbian y dos de los Beatles. Una -"All you need is love"- tuvo como único objeto plagiar la escena de "Love, actually" que tantas veces había repasado en mis clases de la Fundación Updea. La otra -"Here comes the sun"- tiene que ver con el vídeo que encabeza esta entrada, un vídeo precioso, un lugar ideal para perderse. La elegimos justo para la entrada de la novia, el sol que por fin llegaba y derretía el hielo.

De esa canción me gusta incluso la historia que hay detrás: George Harrison dirigiéndose a la enésima reunión en Apple para discutir si Allen Klein o Lee Eastman o Neil Aspinall y en el último momento decidiéndose por Eric Clapton, por la finca de Eric Clapton y su jardín donde coger una guitarra frente al sol y tararear unos acordes que acabarían convirtiéndose en una de las canciones más populares de la historia. George Harrison como fugitivo y el placer verdadero de la huída. Lo decía ayer en la Escuela: no hay momento más feliz en la infancia que cuando te saltas una clase, cuando rompes con las expectativas y las exigencias y enfrentas el sol a los fluorescentes.

Así, también, en cierto modo, en la madurez. Los personajes de mis libros, mi propio personaje cultivado en este blog con tanto esmero, no son fugitivos autodestructivos, no son en ningún caso suicidas ni suicidófilos. Son George Harrison huyendo de las responsabilidades, George Harrison buscando dónde perderse. Hubo un momento en el que creímos encontrarlo, un momento en el que todos prometimos de alguna manera que seríamos el Eric Clapton del otro, pero no lo cumplimos. Ninguno. Y así, aunque la felicidad sería la misma que en la adolescencia si cualquiera de estos días decidiera bajarme del autobús a Alcalá para buscar un jardín donde sentarme a tararear, lo cierto es que cada vez está más difícil encontrarlo ahora que la escarcha vuelve a formarse en cada esquina.

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Buscando viejas entrevistas de John Lennon por Youtube me encuentro con tres auténticas joyas que no había leído en ningún libro. La primera es una entrevista de 1970 o 1971, no lo tengo claro, en la que afirma directamente que los Beatles dejaron de existir como grupo en 1963, cuando empezaron a grabar discos. Que el grupo de verdad, el que merecía la pena, era el que tocaba en directo hasta arriba de anfetaminas y derivados durante horas y horas en los clubes de Hamburgo y Liverpool. El suyo, vaya. Que todo lo demás ya fue decadencia, es decir, Paul McCartney y George Martin, aunque no los mencione.

La otra es una entrevista no fechada en la que pone de vuelta y media a Pete Best, no sé por qué. Al no haber contexto tengo que entender que el ex-batería habría salido a los medios a quejarse por algo. "Era un vago y un incompetente", afirma Lennon, que de paso le echa un capote a Paul... "y desde luego no le echamos porque Paul estuviera celoso de lo guapo que era, para empezar nunca lo quise en la banda".

La tercera es una conversación en directo con George Harrison en algún programa de radio. Debe de ser de los años del "lost weekend" porque Harrison se burla de las pintas de las nuevas estrellas glam-rock rollo Bowie y Elton John pero Lennon les defiende. Es una gozada oírlos hablar a los dos de música, George con esa dicción lenta, casi silábica, mántrica, y John a fogonazos, como siempre. Cómo demonios consiguieron no coincidir los cuatro en una sola habitación durante diez años sigue siendo un misterio.

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"Baker Street" suena en un hilo musical y se queda ya en la cabeza hasta el punto de que me paso medio viaje en autobús escuchándola una y otra vez en los cascos. Es una canción que me encantaba en la infancia, incluso en la preadolescencia, una canción triste, de botas mojadas y conciencia de que no habrá segundos actos. Una canción de esperanzas condenadas a la frustración -"One more year and then you´d be happy... just one more year and then you´d be happy". Una canción que estremece y a la que quizá, es verdad, le sobra algo de estruendo en ese saxofón que precisamente la aupó a la cultura popular a finales de los setenta y durante casi toda la década de los ochenta.

Lo que no sé es por qué desapareció de la rueda actual de canciones nostálgicas de las radiofórmulas para cuarentones. O desapareció o la escondieron muy bien, vaya. Es una canción espectacular, propia de un autor espectacular. Posiblemente la otra gran canción de Gerry Rafferty sea el "Stuck in the middle with you" que bailaba Michael Madsen en "Reservoir Dogs" mientras le rebanaba la oreja a un policía. Alegría desbordada. El alfa y el omega. De "Baker Street" me gusta hasta el nombre aunque, ya puestos, yo le pondría "Marylebone Road" y la ambientaría en enero de 2003 por razones que no vienen al caso.

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Puede que lo peor haya pasado para Sánchez. Sin ser ni mucho menos santo de mi devoción, es cierto que le he acabado cogiendo la simpatía del muñeco de feria. A algunos les pasaba con Rajoy o incluso con Isa Díaz-Ayuso. A Sánchez le llevan insultando todos desde hace años, pero la pasada semana consiguió que le criticaran por una cosa y su contraria sin piedad alguna: mientras determinada izquierda y los independentistas le acusaban de parapetarse tras una policía exageradamente violenta y negarse al diálogo, la derecha más rancia insistía en que la respuesta de las fuerzas de seguridad había sido insultantemente tibia debido a los "acuerdos" que Sánchez mantenía con los independentistas para mantenerse en el poder.

Todos estos ataques le ayudaron en abril por el ya explicado "Efecto Gran Hermano" pero no sé si le va a servir en noviembre porque la gente también se cansa de los perritos tristes. Parece haber cierto consenso en que el presidente ha estado demasiado ausente estos días. No sé si es verdad o si es una percepción injusta pero ahí está y ha calado. A menudo, desde luego, no se le notó paciente y equilibrado sino directamente desbordado por los acontecimientos.

Tal vez haya llegado el momento de dar un puñetazo en la mesa. Tal vez haya llegado el momento de decirle a la derecha que tanto orden promete y exige que fue a ellos a quienes les convocaron dos referéndums ilegales mientras hacinaban guardias civiles en un barco decorado con dibujos de Piolín, fue a ellos a quienes les declararon la independencia en la cara, fue a ellos a quienes se les fugaron la mitad de los acusados por la Audiencia Nacional y que solo aplicaron el famoso 155 cuando tuvieron claro que el PSOE de Sánchez les iba a apoyar.

Hacer un "puto amo" en rueda de prensa y quedarse a gusto. Sus votantes lo agradecerían tanto como agradecieron  los seguidores del Barcelona la explosión de Guardiola.