sábado, diciembre 28, 2019

Here comes the Sun King


Las diferencias entre el Rey Sol y el Niño Bonito son tan obvias que me da incluso un poco de apuro ponerlas por escrito:

1- De entrada, el Rey Sol duerme. No es que duerma a tramos, es que es capaz de caer fulminado en la cama después de mamar a las dos de la mañana y seguir así hasta las nueve, cuando no nos queda más remedio que despertarle porque, vaya, en algún momento tiene que comer.

2- Por mitificado que tengamos lo del sueño y por mucho que sea lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en la anterior crianza, yo diría que lo más desesperante del Niño Bonito era el lloro constante. No ya el lloro, el grito. A las cuatro de la mañana, a las cuatro de la tarde. Acostarte con el grito y despertarte con el grito, con los ojos cerrados, la boca desencajada y la espalda torcida hacia atrás en algo que podría ser reflujo pero que nadie nos supo decir nunca en qué consistía exactamente. El grito y el sueño, juntos, hacían de ser padre una experiencia espantosa, terrible, ante la que solo cabia resignarse, luchar y apretar los dientes. En ningún caso disfrutar.

3- Puede que tenga que ver con lo anterior pero puede que sea distinto: el principal cambio de esta crianza con respecto a la primera no tiene que ver con los niños sino conmigo y diría que es algo parecido a la rendición. Hace cinco años, casi seis, yo aún soñaba con ser un escritor y periodista de éxito, aún consideraba que ese era mi verdadero camino en la vida y que tenía que hacer cualquier cosa por avanzar en el mismo. En ese sentido, pese a todo el amor, pese a toda la entrega, el Niño Bonito tenía una parte de molestia y solo ahora he sido capaz de darme cuenta de ello. El Niño Bonito como obstáculo para ser yo, como excusa para todos mis fracasos profesionales.

Y el caso, ya digo, es que eso ha cambiado. No es que haya cambiado el sábado a las 01.50 de la madrugada sino que llevaba  tiempo cambiando y puede que por fin dicho cambio se haya completado. Puede que, por fin, después de tanto dolor, de tanto sufrimiento, de tanta angustia, de tanto rechazo, de tanta inseguridad... puede que después de todo eso, la escritura ya me dé igual por completo. Puede que haya entendido que cuidar a mis hijos es lo más importante del mundo y que da igual que desde fuera se entienda regular o se vea precisamente como lo que es, ya digo, una rendición en toda regla. Puede que de ahora en adelante siga habiendo libros y siga habiendo artículos pero ya no como fin sino como medio, como el divertimento que nunca debió haber dejado de ser.

Y creo que es importante decir que ese cambio, esa rendición que en el fondo llevaba anhelando diez, quince años, casi desde antes de empezar en esto, por supuesto es mérito de la Chica Diploma pero también es mérito, sobre todo y por irónico que parezca, del Niño Bonito. Porque es él, con su propia entrega, con su propio amor, con su ayuda constante, con su sonrisa, con sus enfados, con su paciencia y su forma de entendernos desde una edad a la que no debería entender nada, la que me ha hecho entender que existe eso que llaman amor incondicional, amor por encima de todas las cosas, y que no solo no es un estorbo ni lo ha sido nunca sino que él ha sido el camino que de verdad me ha hecho conectar con algo mucho más grande que un montón de directores ególatras y editoras psicópatas.

En otras palabras, y esto jamás lo habría imaginado en su momento, sin Niño Bonito no habría Rey Sol. No este Rey Sol, al menos, no estos sentimientos míos hacia los dos y hacia mi familia y este convencimiento de que por fin puedo rendirme porque hay algo que realmente justifica el abandono y no es ya una pataleta sino un apartarse, sin más, un coger distancia, una especie de I am leaving, I am leaving, but the fighter still remains... he still remains.

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Lo de "Rey Sol" me parece una horterada y muy probablemente lo vaya puliendo, pero la hipérbole está justificada: cuando nació el Niño Bonito y aún estaba calmado en el paritorio antes de darse cuenta de que todo mal, me dio por tararearle "Michelle", que siempre me pareció una excelente canción de cuna. Durante estas últimas semanas, he estado pensando qué canción le cantaría a su hermano y después de darle muchas vueltas, me incliné por "Here comes the sun". Lo que pasa es que por alguna razón el parto fue distinto. De entrada, más rápido, que se agradece. De madrugada, además, con el cansancio que eso conlleva. Esta vez, el bebé pasó mucho más tiempo con su madre y para cuando por fin me lo dejaron en brazos, el entusiasmo ya era mucho menor y, sí, las palabras salieron de mi boca, pero sin sentir del todo lo que estaba diciendo.

Aparte, me pareció que recurrir a esa canción era demasiado fácil. Demasiado obvio. Así, cuando mandé el típico WhatsApp a amigos y familiares con la foto del recién nacido y empecé a escribir ese "Here comes the sun..." me di cuenta que era más potente llevarlo de Harrison a Lennon sin cambiar siquiera de disco y añadir lo de "King" al final, que siempre me ha parecido una genialidad. De hecho, en el mensaje original omití la "s" del final de "comes" porque en el disco no la pronuncian... Una semana después, no sé si como reconocimiento de que aquello estuvo bien hecho, el niño abre los ojos e interrumpe el llanto cuando suena el "medley" de Abbey Road y acaba quedándose dormido en "Golden Slumbers", que por otro lado es lo suyo.

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En la cena de Nochebuena mencionamos de pasada esta versión de "While my guitar gently weeps" del homenaje a George Harrison. A las cuatro guitarras rítmicas están Jeff Lynne, Tom Petty, Stevie Winwood y Dhani Harrison. A la eléctrica, la que "llora", está Prince dando un espectáculo. Es una versión preciosa, no tanto por el solo de Prince, que a veces me resulta exagerado y me parece que pierde el punto de verdadero llanto, verdadero dolor incluso, que tenía el original de Clapton en el "White Album", sino por las voces maravillosas de Petty y Lynne y el propio arreglo que permite al de Minneapolis lucirse. Ese continuo "while my guitar gently weeps" de fondo que hace que uno desee que la canción no acabe nunca.

Dicen que Prince actuó no tanto por que le gustaran los Beatles sino por pura admiración hacia George Harrison, punto. Es curiosa la cantidad de músicos americanos que empezaron su carrera en los setenta o llegaron al esplendor en esa década que sentían verdadera devoción por George. A la altura de John, diría. Muy por encima de Paul, al que, en rigor, en la mesa solo defendió mi hermano, con algo de ayuda de mi madre.

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Jueves de documentales deportivos: el de Informe Robinson sobre la Quinta del Buitre es fantástico. Habrá a quien le falten cosas porque resumir doce años de fenómeno en una hora no es sencillo, pero no creo que sobre nada. Como mucho, la inclusión de una canción de Golpes Bajos en la parte de la Movida madrileña. Hugo Sánchez tenía que estar ahí porque Hugo Sánchez era uno más de la Quinta del Buitre por mucho que naciera en México D.F. Quizá podría haber estado Gordillo pero, insisto, no se puede todo. La selección de la temporada 1987/88 como culmen de su trayectoria y la eliminación contra el PSV como gran decepción y punto de inflexión de ese grupo es muy adecuada. Yo, desde luego, como niño, lo viví así. Y aparte, permítanme, qué guapos. Qué guapo Butragueño -a su manera aniñada, de acuerdo-, qué guapo Martín Vázquez con su aire maldito, también un poco George Harrison y qué guapo sobre todo Míchel, aunque eso todo el mundo lo ha sabido siempre.

En cuanto a Pardeza, mi recuerdo de niño de diez años es de madrugada, noches en el Elígeme, no tanto por la bebida sino por la música. De ahí podría salir un spin-off sin ningún problema.

Por la tarde y la noche, me veo los especiales de la ESPN sobre el paso de Michael Jordan por los Birmingham Barons de las Minor Leagues y el que repasa la vida de Dennis Rodman. Del primero, me quedo con lo que debió de suponer para toda esa gente del sur convivir durante casi un año con una estrella de ese calibre e incluyo ahí a sus propios compañeros. Jugaban CON Michael Jordan. Al béisbol, vale, pero jugaban todos los días a algo, lo que sea, con Michael Jordan. La ausencia casi completa de testimonios invita a pensar que igual las relaciones no eran del todo buenas.

Del de Rodman me quedo con todo. Es el gran personaje de la NBA de los últimos treinta años. Un chico sin padre que acaba viviendo en la calle, luego va a la Universidad cuando ya tiene 21-22 años, se convierte poco a poco en una estrella del baloncesto, es medio adoptado por una familia blanca ¡de Oklahoma! y a los 25 años debuta en la liga, gana dos anillos con los Pistons, intenta suicidarse, saca de quicio a David Robinson, se lía con Madonna, se va a jugar con el equipo pop por antonomasia -los Bulls de Jordan y Phil Jackson-, se emborracha todas las noches, se casa, se divorcia, tiene hijos, gana otros tres anillos cumpliendo un rol vital en la cancha y acaba retirándose a los casi 40 en una espiral de autodestrucción que no solo no acaba con él sino que le lleva a hacerse amigo de Kim Jong-Un y Donald Trump quince años después.

Para verlo, ya digo. Y en cuanto a lo que dicen de que cambió la manera de entender el baloncesto, es cierto. La cambió. Yo, en el patio, con doce años, ya no jugaba a ser Magic ni Larry porque obviamente no podía, jugaba a ser Rodman y luchaba cada rebote como si me fuera la vida y basaba mi defensa en forzar faltas al atacante. El problema es que nunca las pitaban.

miércoles, diciembre 18, 2019

A marriage story



Hay cierto consenso (OJO: SPOILER) en que la mejor escena de "Historia de un matrimonio" es cuando Adam Driver y Scarlett Johansson se echan toda la mierda a gritos y acaban llorando en el suelo de un apartamento alquilado en Los Ángeles. Yo no estoy del todo de acuerdo. A mí, lo que más me gusta de Johansson, de Driver y de la relación entre ellos es precisamente la inevitabilidad tranquila con la que todo sucede, la resignación con la que van asumiendo el ocaso de su matrimonio, las faltas del otro, el desencantamiento y todos los problemas prácticos que todo eso conlleva.

Lo que diferencia la película de cualquier otra más facilona es que no es romántica y en la definición de "romanticismo", desgraciadamente, incluyo cualquier exceso como desconchar la pared de un puñetazo. Estremece la naturalidad de esa bajada a los infiernos, la prudencia con la que cada uno intenta no pisar al otro o cederle el paso en el pasillo mientras a sus espaldas un montón de multimillonarios se lucran jodiéndoles la vida para siempre. Creo, incluso, que las licencias que se toma el guion -los dos tienen dinero para meterse en esa espiral de abogados, los dos triunfan a su manera, los dos son guapos y listos- ayudan a evitar el tremendismo.

Reconozco que hubo un momento, al poco de empezar la película, en la que pensé que no iba a poder seguir viéndola. No recuerdo qué escena era pero recuerdo la fragilidad del niño. No podía soportar la fragilidad del niño porque yo tengo uno de esa edad y sospecho que yo, que no soy rico, ni soy un triunfador ni mucho menos guapo ni listo, me derrumbaría constantemente ante la posibilidad de perderle de vista, de dejar de alguna manera de ser su padre. Creo que sé de lo que hablo. Los dos personajes pueden llegar a ser unos auténticos hijos de puta pero siempre tienes la sensación de que no quieren ser unos hijos de puta, de que toda la película es un intento por no perder los papeles y mantener la cordura. No culpar a nadie por la falta de amor.

Afortunadamente, al niño se le mantiene bastante al margen. Habría sido facilísimo incluir dos o tres momentos tensos para que el drama se convirtiera en dramón. Alguien decidió no hacerlo y con eso salvó la película. Es una película dura porque es real. Porque la gente se deja de querer y tampoco hay que dar muchas más explicaciones. No se centra en el proceso de desenamoramiento sino que lo da por hecho. Pasó. Éramos jóvenes. Nada es para siempre. Desde la primera escena, lo que están intentando es limitar los daños, eso es todo. Quizá vivir sea eso, después de todo: limitar los daños. No creo que sea fácil, por otro lado. No sé en qué película uno de los personajes le decía a su abogado que quería un "divorcio cordial" y el abogado le miraba de arriba abajo y le contestaba: "No existe tal cosa".

Por lo demás, aunque a veces haya un abuso de simbología en los planos, es indudable que en su mayoría están muy logrados... y en cuanto a las actuaciones, aunque los dos protagonistas me sigan dejando algunas dudas, producto probablemente de mis prejuicios más que de su talento, el despliegue de Alan Alda, Laura Dern y sobre todo Ray Liotta es impresionante, sin olvidar a Julie Hagerty, la entrañable azafata de "Aterriza como puedas" a la que creo que perdí la pista en "Vaya ruina de función".

En resumen, la película es dura pero sabe aflojar cuando hace falta. Presenta una situación dramática, pero no terrible, y de alguna manera, como decía, los daños se acaban limitando y quedan las lágrimas, claro, pero otro tipo de lágrimas: no tanto de desesperación como de dolor y recuerdo. Lo que pudo haber sido o, peor aún, lo que fue.

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Hay que tener cuidado con los sentimientos primarios. El Estado como organización es, de hecho, una construcción frente a los sentimientos primarios, al menos, desde luego, entendido según la ilustración inglesa, que es la que más valió la pena. Por ejemplo, si una niña de quince años dicen que han abusado de ella entre tres chicos de veinte años, deportistas y con una superioridad física tan grande, lo normal, lo humano, lo primario es ponerse del lado del débil y exigir condenas ejemplares, cadenas perpetuas y todo tipo de humillaciones públicas.

Sin embargo, entiendo y aprecio que el sistema no funcione así. Que el sistema se preocupe de comprobar que lo que esa chica dice es verdad, que su apreciación de los hechos se adecúa a los hechos en sí. El sistema no lincha, el sistema juzga, y dentro de lo posible deja ese juicio en manos de las personas más preparadas, otorga todo tipo de derechos y oportunidades a las partes y deja que los sentimientos den paso a una intensa maquinaria legal y racional de pruebas, indicios y razonamientos lógicos.

Lo que me cuesta más es entender qué demonios pasa por la cabeza de alguien que cuando ve la noticia y oye a la chica no solo no se pone de su lado sino que salta instintivamente en su contra y que incluso cuando el sistema le da la razón sigue vejándola y culpabilizándola. Hay demasiadas cosas chungas ahí. Pongamos incluso que los acusados tienen razón y no hubo abuso de ningún tipo, solo una agradable conversación -sobre esto no hay consenso: casi todos los críticos con la sentencia vienen a dar por hecho que sí que hubo sexo pero que en ningún caso se puede considerar no consentido y que la chica probablemente les mintió con respecto a su edad-, en ese caso los condenados aún tienen la posibilidad de recurrir a un organismo superior.

Cada día que pasa, yo me entrego más al sistema y su garantía y obvio más sus errores. No pretendo convertirme en experto de nada ni enmendarle la plana a nadie que sepa cuatrocientas veces más que yo al respecto. No tengo ningún interés en que los jugadores del Arandina se pasen media vida en la cárcel pero menos lo tengo en que esos crímenes queden impunes. En mi vida había visto algo parecido a lo que hemos visto estos días, con tantísima gente -una minoría, lo sé, pero es que solo faltaba- llamando guarra a una chica legalmente violada, con una sentencia judicial a su favor, mientras se trataba a sus tres violadores poco menos que como héroes o pardillos engañados por la enésima bruja que inopinadamente ha decidido arruinarles la vida mientras la "dictadura progre" se une a la fiesta.

Diría que todo esto es un asunto de VOX pero sería mirar el dedo y no la luna. Si VOX existe, si VOX tiene 50 escaños en el Congreso es porque hay millones de personas que creen que esa argumentación no solo es sensata sino que es plausible. ¿Saben lo peor de todo? Intuyo que muchos de ellos incluso son amigos míos y desde luego no votan a Abascal.

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Algún día habrá que reconocer que la música de Kurt Cobain no se entiende sin el bajo de Krist Novoselic. Parece fácil decir que el paso del punk-rock a los Beatles necesitaba a su Paul McCartney pero, en realidad, escuchando el "Nevermind", uno no puede dejar de pensar en los Pixies y la talentosa Kim Deal dándole sentido a cada canción. Así, por ejemplo, "In Bloom"; así, desde luego, "Lithium" o "Come as you are".

jueves, diciembre 12, 2019

Tardes de persianas bajadas



Lo primero que hay que decir del nuevo libro de Brett Anderson es que está fantásticamente bien traducido y que el traductor es Federico Corriente. No le conozco de nada, por si las suspicacias. Lo digo así, de entrada, porque no me parece un libro fácil de traducir, no recordaba que el estilo de Anderson en su primer y más sentimental libro fuera tan florido, tan adjetivado y tan lleno de descripciones físicas que pretenden entroncar con lo anímico. La memoria juega malas pasadas, pero lo que me conmovió de aquella primera entrega era precisamente un cierto perfil bajo, junto a ese continuo "Oh, Justine" y el sincero pedir disculpas al universo, como si se hubiera dado cuenta por fin de todos sus errores, treinta años después de cometerlos, algo muy mío.

"Tardes de persianas bajadas" es mucho más oscuro, como su nombre indica. Es más oscuro en la forma, ya digo, y también en el mensaje, porque ya no es un libro sobre un post-adolescente un poco insoportable que no hace más que herirse y herir a los demás sino que es un libro sobre una exitosa megaestrella del pop que no hace más que herirse y herir a los demás y, claro, las consecuencias no son las mismas. Podría haber sido el clásico libro de música y drogas pero Anderson no quiso que así fuera y el lector se lo agradece. Cuando aparece la heroína, aparece como lo que es: una mierda, y aparece en escenarios rodeados de basura, de podredumbre y de gente extraña. Nada de glamour, nada de cocoteros.

Sigue habiendo un aire algo pretencioso en la percepción que Anderson tiene de su grupo, pero tampoco voy a culparle yo, que consumí su música apasionadamente y que años después la sigo escuchando y admirando sin que el paso del tiempo la haya pisoteado como en algunos otros casos. El desprecio por todo el movimiento "Cool Britannia" es obvio y creo que no hay nada malo en decir que Anderson se presenta a sí mismo demasiadas veces como un "snob" que evita mezclarse con la chusma. Probablemente, ahí resida su encanto.

Los dos grandes personajes secundarios del libro son Bernard Butler y Justine Frischmann. Lo primero era inevitable aunque también peligroso: en lo que ha sido siempre una relación muy complicada, creo que las disculpas del primer libro eran sinceras y probablemente suficientes. Reabrir el melón y volver a hurgar con el dedo tal vez sea excesivo y no sé qué habrá pensado Butler al respecto, pero no es difícil imaginárselo. En cuanto a Justine, como siempre, el trato es exquisito. Reaparece en su vida en 1997-1998, después del éxito de "Coming up" y en pleno "helter skelter" de adicciones. En ningún momento se dice que ella también estaba pasando por su propia montaña rusa, que Elastica se venía abajo por segundos, que gran parte de sus amistades la habían abandonado ni que su relación con Damon Albarn se estaba derrumbando.

Falso. Sí que se habla de su relación pero no se menciona para nada a Albarn, como si no existiera. Aunque existió. Y de qué manera.

Creo que al libro le ha venido mal coincidir en el tiempo con el formidable documental de Mike Christie. Un exceso de información en apenas dos años después de casi diez de silencio casi absoluto. Por lo demás, ya digo, está bien escrito, está bien traducido y la historia es la que es, apasionante para los amantes del pop británico de los años noventa por mucho que se niegue a llamarse a sí mismo "brit pop" . El narrador, que no parecía tener miedo a mostrarse en "Mañanas negras como el carbón", aquí sí que se aleja, respondiendo quizá a la imagen que se tiene de él. No es una biografía para cotillas sino para amantes de la música. Eso se agradece en estos tiempos.

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Vemos "El Irlandés" en dos entregas pero no nos convence. Es este un juicio completamente subjetivo que no pretende sentar ninguna cátedra. Entiendo que la película no es solo el homenaje a un género sino a una generación de actores pero a la vez me cuesta mucho ver a Robert de Niro con 76 años interpretando a un matón de 40 o a Al Pacino con casi ochenta haciendo de Jimmy Hoffa en su esplendor de los años cincuenta o sesenta, es decir, cuando también acababa de entrar en la cuarentena. Joe Pesci parece un señor muy mayor desde el primer plano, con lo que hay que obviar que pasan unos treinta y cinco años desde ese primer plano hasta el último, en el que, más o menos, sigue igual.

Que eso es buscado no se me escapa. Otra cosa es que, como espectador, pueda abstraerme de ello. No quiero hacer spoilers, pero una de las últimas escenas es en un banco y se supone que estamos a finales de los años 90. Toda la escenografía, la decoración, las luces... remiten sin embargo a las películas de postguerra. Solo falta Sinatra sonando por un altavoz. Eso es bonito, supongo. Tan bonito como ver anochecer lentamente y soñar con que por un momento puedes parar el tiempo y quedarte en ese momento que definió tu vida. Tú y tus amigos. Pesci, Pacino y De Niro. No necesariamente en ese orden.

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Si Brett Anderson puede parecer un snob, ¿por qué no voy a poder parecerlo yo? Ahí va mi comentario: ¿en qué momento dejó de ser "Merlí" una serie inteligente sobre personas inteligentes para convertirse en "Elite"?

miércoles, diciembre 04, 2019

Tiro, defensa y otras supuestas carencias de Luka Doncic


De Luka Doncic se habla tanto y de una manera tan entregada que a veces parece que la única manera de hacer un análisis medianamente original sobre su juego es rebuscar en los puntos débiles y cebarse con ellos. No va a ser ese el caso en este artículo. De entrada, todo lo que se diga sobre Doncic es poco, y las virtudes son tantas que es imposible dejarlas a un lado: su dominio del juego, su visión de la cancha, su facilidad para la penetración y en general la abrumadora producción ofensiva que absolutamente nadie esperaba, incluso en tiempos de récords en la NBA.

Sus números son espectaculares y aún podrían ser mejores con un par de cambios en el equipo. Solo imaginar qué sería de los pases a las esquinas de Doncic -su mejor faceta como pasador- si el triple final no estuviera en manos de Finney-Smith o de Tim Hardaway Jr. da miedo. Tampoco la conexión con Porzingis acaba de funcionar y en eso tiene mucho que ver el precario estado de forma del letón, algo muy lógico teniendo en cuenta la lesión de la que sale. Incapaz de desarrollar su juego habitual cara al aro, Porzingis tiene que buscarse las habichuelas como un Powell más, posteando y posteando para acabar soltando una pedrada de tres metros a la media vuelta. Ese no es su juego y es de suponer que cuando se encuentre más seguro y mejor de piernas veremos una versión más completa y parecida a la que vimos en los Knicks.

Por otro lado, no nos engañemos, si Doncic tuviera mejores compañeros se vería obligado a compartir más las responsabilidades. Ahora mismo, todos los ataques de Dallas pasan por sus manos excepto cuando sale J.J. Barea o en ocasiones Delon Wright, los únicos jugadores exteriores de los Mavs capaces de generar juego por sí mismos. Con todo, 31 puntos, 10 rebotes y 9 asistencias de media en 34 minutos es una barbaridad... y lograrlo mientras tu equipo no deja de ganar partidos ya es la leche.

Esto no quita, ya decía al principio, para que los "peros" lluevan sobre Doncic... y yo creo que los "peros" están muy bien y aún mejor cuando el jugador es joven y tiene margen de sobra para corregirse. Entre las principales pegas que se ponen al esloveno están sus frecuentes pérdidas de balón, su defensa y sus tiros algo precipitados. Vamos a estudiar caso por caso:

- Pérdidas de balón

Probablemente, el aspecto más diferencial de Doncic es el uso de su cuerpo. Es un base de 2,05 con una capacidad para generar espacios tremenda. Ahora bien, el hecho de que asuma la dirección de todas y cada una de las jugadas de su equipo en ataque a veces frente a dos o incluso tres defensores, multiplica el riesgo de perder la pelota, especialmente ante defensores más pequeños que hacen que tenga que preocuparse más del bote que de la situación de sus compañeros, como se vio el otro día con Pat Beverley.

El juego de Doncic es un juego arriesgado y todavía está en el proceso de saber cuándo tiene sentido arriesgar y cuándo es una locura sin sentido. Abusa quizá del pase en salto y del cruce por la zona, algo que quizá -no es broma- ha aprendido de Sergio Llull. Como en el caso del mallorquín, cuando la jugada sale bien, la ventaja es enorme... pero cuando sale mal, el contraataque suele ser de los de mate seguro.

Como muchas otras facetas de su juego, da la sensación de que las pérdidas de balón disminuyen conforme se acerca el final de los partidos. Ahí, selecciona mucho mejor sus opciones y procura no complicar tanto las jugadas. Mientras tenga la confianza de Carlisle -y se nota que a Carlisle le cuesta porque no deja de ser Carlisle- podrá permitirse algunos lujos, pero, vaya, con 20 años, tampoco vamos a pedirle que sea Jason Kidd a los 35.

- Tiros precipitados

Pese a que Doncic roza el 50% en tiros de campo -una barbaridad para un base que anota tal cantidad de puntos-, su porcentaje en tiros de tres sigue siendo bastante bajo: apenas por encima del 33%. No extraña teniendo en cuenta que muchos de sus lanzamientos son francamente mejorables y sin duda mejorarán con el tiempo. En mi opinión, ese empeño en el tiro exterior tiene varias razones y mencionaré algunas de ellas: 

En la NBA actual, un jugador exterior que no amenace con el tiro es un jugador llamado casi siempre a la irrelevancia, especialmente en los playoffs, donde la mayoría de las penetraciones acaban con el atacante en el suelo y el árbitro mirando a otro lado. Si no, que se lo pregunten a Antetokounpo. Para aprovechar su mayor virtud, que es esa penetración a cámara lenta generando espacios con el cuerpo y protegiendo el balón hasta el último momento, Doncic necesita ser una amenaza desde fuera. Necesita lanzar y lanzar y mandar el mensaje de que no va a dejar de intentarlo. Conforme vayan mejorando sus porcentajes, las defensas se pegarán más y será más fácil penetrar y sacar faltas.

Aparte, como decía, el lanzamiento exterior te da una cantidad de "puntos gratis" tremenda y Doncic va a necesitar esos puntos cuando quiera jugarse títulos. Necesita ir creando un "tiro propio", que puede ser ese step back hacia su izquierda con tiro enteramente de muñeca. Es un tiro complicadísimo pero imparable. Probablemente le compense soportar esos malos porcentajes si le sirve como práctica para ir perfeccionando el movimiento y su eficacia. Si de verdad empieza a meter esos tiros con cierta regularidad, a lo Kevin Durant, estaríamos ante un jugador imparable en ataque.

- Defensa

En un mundo de prejuicios, ser europeo y blanquito como la leche lleva inmediatamente a que todo el mundo piense que eres "blando" y mal defensor. No hay nada en el juego de Doncic que justifique esa opinión. Por supuesto, teniendo en cuenta la enorme carga ofensiva que asume y las limitaciones de todo cuerpo post-adolescente, hay multitud de jugadas en las que Doncic "descansa" en defensa. De hecho, Carlisle ha diseñado un sistema que no penaliza apenas esas desconexiones: Dallas defiende con tal cantidad de ayudas y cambios que al final parece que estén haciendo una zona de ajustes en la que Doncic juega como hombre liberado, atento a las ayudas y soltando rápido a su defendido en los uno contra uno.

En ese sistema, Doncic se siente cómodo y no es en ningún modo un problema para su equipo. De hecho, los equipos rivales apenas le atacan porque saben que superarle es muy complicado: tiene una gran envergadura, es rápido, se desplaza bien lateralmente y tiene un gran sentido de anticipación de la jugada. No sería de extrañar que con los años acabara entre los que más balones roban por partido con esos brazos enormes. Para defender, hay que tener cuerpo, inteligencia y ganas. Doncic tiene las tres cosas y solo le falta algo de experiencia, pero eso se resolverá.

¿Es Kawhi Leonard? Hombre, pues no, obviamente. Pero tampoco es Carmelo Anthony. Dallas es un equipo que defiende muy bien aunque todavía a rachas. Cuando consiguen cerrarse bien y llegar a las ayudas sin perder poder en el rebote, los parciales son de escándalo. Algo bueno estará haciendo Doncic en ese sentido. Aparte, insistamos en ello: tiene 20 años, ¿qué jugador de 20 años era un excelente defensor en su segunda temporada en la liga? Lo normal es que estés de tercer año en alguna universidad. Todo esto se verá más claro cuando lleguen los play-offs y se acaben las zonitas y las historias, pero por lo que he visto hasta ahora, Doncic no me parece ningún "chollo" atrás. Aguanta, sufre y pelea. De eso se trata.





 

domingo, diciembre 01, 2019

Popscene


Siempre tuve la sensación de que las grandes discotecas "indie" de Madrid pretendían imitar al "Popscene" de Londres... aunque también es verdad que cuando iba a Londres yo solo visitaba el "Popscene", así que tampoco tengo mucho con qué comparar. En 1996, por ejemplo, con Dani y Jone y todas aquellas chicas catalanas con las que cantaba Albert Pla en taxis ilegales. El "Popscene" era algo así como el paraíso porque yo ya había estado antes en discotecas así de grandes pero en ninguna de ellas me ponían a Radiohead ni a The Verve ni mucho menos a The Bluetones ni a The Auteurs, por mucho que los Auteurs siempre pensaran que tenían poco que ver con el "Brit Pop" ni desde luego con el "Cool Britannia".

Y es que el Cool Britannia era cosa seria y además coincidió con la Eurocopa de fútbol, la del "it´s coming home, it´s coming home... football´s coming home". Por mucho que se quiera asociar a Tony Blair con el movimiento, lo cierto es que su esplendor y el inicio de su decadencia fue cosa de John Major y el partido conservador. En el apoliticismo de aquellos hedonistas macarras había bastante de conservadurismo patriotero, como recuerda Brett Anderson en sus memorias. Mucho más en la prensa afín, empeñada en colocar banderas británicas por todos lados, aunque fueran sobreimposiciones.

Así, ya digo, el "Popscene" y esa tradición tan julio de 1996 -Inglaterra ya había perdido con Alemania en penaltis, Tim Henman había caído en cuartos de final de Wimbledon- de estrellar la copa de cristal en la cara del otro. La violencia del "Popscene" era la misma violencia que había visto en "Pachá" o "Ku" o "Archie´s" o cualquier lugar donde los skinheads y similares campaban a sus anchas a mediados de década. La diferencia era la música y por entonces la música era todo. Richard Ashcroft apartando el mundo a empujones y el mundo conenado a tener que apartarse.

Noches de tortilla española, chicas pelirrojas y un poco de "Je t´aime" junto al inevitable "Moi, non plus".

*

Todos mis problemas adolescentes con J. -y creo recordar que no fueron pocos- quedan perdonados con la cinta maravillosa que nos grabó y que de alguna manera educó nuestro gusto musical. Era una cinta sesentera, de clásicos. Solo había una canción de los Beatles y era el "reprise" del Sgt. Pepper´s, que yo no sabía que existía y que es doscientas veces mejor que el tema original. Ahí estaba el "If you wanna be a rock and roll star" de los Byrds y todo ese optimismo 1967-1968 que contrastaba con los Incesticides y los Black Hole Suns.

Una cinta muy Malasaña, si se quiere, muy último metro de la 01,30 dirección Esperanza. La única canción que no encajaba por fecha -"There she goes", de The LA´s- encajaba perfectamente por estética. Era una cinta feliz, con los Rolling Stones cantando "Let´s spend the night together" y los Kinks descargando adrenalina con el "You really got me". Aunque había grupos americanos, la cinta era muy "Swinging London" y así todo el pasado se nos vino encima de repente: sábados de The Animals y domingos de Jimi Hendrix.

De lo que fue mi adolescencia tengo recuerdos confusos, como de casi todo. Recuerdo haber sido muy feliz y recuerdo no haber tenido nunca la conciencia de estar siendo feliz. Sí recuerdo la música como un tesoro, como mi tesoro, como una especie de lenguaje propio que servía para salir de la egolatría de los diecisiete años. Mañanas buscando las "demos" del "Achtung Baby" por el Rastro y de acabar berreando "Salome" esperando a que pasara el 19. Una cierta sensación de equilibrio y belleza y dolor, todo junto, como un estupefaciente de acción inmediata. Algo de secuencialidad pero simultaneidad casi siempre, con todas sus consecuencias.

*

"My sweet lord" es Fuerteventura y así será siempre. El chiringuito camino de Corralejo, con su piscina y sus hamacas y sus camareros italianos y su música maravillosa. El whisky con Coca-cola y la Isla de Lobos. Esa burbuja en la que en cada minuto me sentía un escritor, un artista, un bohemio y de alguna manera -una manera-burbuja, un sueño que es imposible diferenciar de la vigilia- eso mismo me convertía en un bohemio, un artista, un escritor.

Por otro lado, "My sweet lord" también, junto a muchos otros mantras musicados, de camino al HiperDino para comprar espagueti sin gluten y algo de chocolate con leche. El día que Federer perdió un partido que ganaba 8-7, 40-15 y que yo seguía por una aplicación de móvil mirando las estadísticas hasta que me di cuenta de que no podía más, quizá al 9-9 o al 10-10 y me fui a pasear, a comprar, a lo que fuera. "Wah-wah" en los oídos y en la garganta y Federer estrellando pelotas contra la red y una enorme sensación de tristeza que no se compensaba ni con los gritos de la casa de al lado, donde una familia serbia celebraba.

Fuerteventura era eso y entiendo que no sea fácil encontrarle el atractivo: camareros italianos, familias serbias y George Harrison y Eric Clapton por todos lados, como si la isla la hubiera comprado Pattie Boyd. La simultaneidad, de nuevo. Las hormigas correteando por la encimera. Las palmeras golpeadas por el viento de madrugada y exactamente la misma temperatura, la misma, desde la mañana hasta la noche.

jueves, noviembre 28, 2019

La desaparición del Estudiantes



La agonía del Estudiantes viene haciéndose larga y dolorosa, no solo para el moribundo sino para toda la familia que lo mira impotente. El presidente del club -creo que es del club, puede que sea de la Fundación o de la SAD, hace tiempo que decidí desvincularme de esa catarata de cargos- está en plena ronda de entrevistas para hacer saber que el Estudiantes, ahora sí, se nos muere, que no le quedan más de seis meses de vida y que solo la improbable suscripción de cinco millones en acciones por parte de sus simpatizantes o la aparición de un mecenas que decida tirar su dinero por darse el capricho de tener un club de baloncesto puede salvarlo in extremis.

Creo que Galindo está siendo todo lo sincero que se debe ser en algunas cuestiones y no tanto en otras. Desde luego, hace bien en pedir auxilio a gritos porque la situación es desesperada, hace bien además en descartar determinadas compañías, aunque tirarse de los pelos ante la posible entrada de una casa de apuestas como accionista y mantener a Wanabet como co-patrocinador es un poco hipócrita. Hace bien, incluso, señalando el principal problema: el baloncesto español es tremendamente deficitario. Probablemente lo sea casi todo el baloncesto europeo con algunas excepciones. El baloncesto español ha vivido durante tres décadas en una enorme burbuja de cajas de ahorro, familias ostentosas y, sobre todo, ilusión competitiva con dos clubes de fútbol contra los que no tiene ningún sentido competir porque pueden permitirse perder 30 millones de euros por temporada y no pasa nada.

Decir esto no es, desde luego, la mejor manera de atraer inversores. Lo que Galindo les viene a decir es: "Meted dinero aquí porque lo necesitamos... pero no confiéis ni por un segundo en recuperarlo". Una mentalidad, por cierto, muy de casa de apuestas. Ahora bien, insisto, me gusta su honestidad. Lo que no me gusta es que eso pueda interpretarse como un "me lavo las manos", un "la culpa de todo esto no es del Estudiantes ni mucho menos mía". Ahí se equivoca Galindo: que haya un problema  sistémico no anula la responsabilidad individual. Aparte, calla un detalle que a mí siempre me ha parecido el más grave: los impagos a jugadores, ex-jugadores, técnicos, agentes, proveedores...

Dice Galindo que no tiene sentido "arrastrarse" más y lo dice refiriéndose a la situación deportiva del club. Hombre, a nadie le gusta estar luchando por no descender todos los años pero no hay nada indigno en sí al respecto. Dice también que la deuda con Hacienda es la que capa las posibilidades del equipo aunque saca pecho porque de catorce millones se ha bajado a siete en pocos años. Lo que no dice es lo verdaderamente indigno: que haya unas partidas presupuestarias para fichar a jugadores como Toney Douglas mientras no hay dinero para pagar a ex-jugadores como Gentile o Clavell que restriegan el nombre del club por el barro en sus redes sociales.

Hace ya seis años me confesaba un director deportivo que era imposible hacer un proyecto digno de ese nombre en el Estudiantes porque nadie confiaba en poder cobrar en tiempo y forma y que, al final, quien venía era un poco para promocionarse, como quien escribe en la revista digital de unos amigos.

Con todo, lo que más me choca de toda esta situación es el poco eco que esta debacle está recibiendo en el mundo del baloncesto, como si no se lo acabaran de creer. No hace falta ser aficionado del Estudiantes para entender que la desaparición del Estudiantes sería una tragedia. Este mismo verano, la selección española se ha proclamado campeona del mundo con dos jugadores en sus filas que debutaron como profesionales en el equipo madrileño: Javier Beirán y Juancho Hernangómez. En el equipo campeón de 2006, ese papel lo ocupaban Sergio Rodríguez, Felipe Reyes y Carlos Jiménez. En pocas palabras, incluso en el peor momento deportivo y económico de su historia -junto, quizá, a la gran crisis de los años 70-, el Estudiantes puede presumir de haber formado o al menos dado su primera oportunidad a cinco campeones del mundo. Aparte, otros talentos como Darío Brizuela, Edgar Vicedo o Jaime Fernández fueron clave en las llamadas "ventanas" de clasificación para China.

Aunque hace tiempo que las canteras de Joventut y Estudiantes dejaron de ser las más importantes del país -en ese sentido, la del Real Madrid arrasa en cualquier comparativa-, lo cierto es que siguen siendo necesarias para dotar a la liga y a la selección de al menos una clase media razonable. Eso en términos competitivos, porque la cantera del Estudiantes no es simplemente una cadena de montaje para crear jugadores profesionales. La cantera del Estudiantes son decenas de equipos de niñas y niños de todas las edades y condiciones físicas. Son los chavales que salen en silla de ruedas en los tiempos muertos de los partidos o los niños de ocho años que ni siquiera llegan a la canasta cuando les toca jugar en el descanso.

Que el Estudiantes ha hecho todo lo posible por acabar en esta situación está claro. Descargar culpas es absurdo. Que el baloncesto como negocio es una ruina, también es un hecho. Lo que está en juego aquí es otra cosa: es la viabilidad del deporte formativo. Si nadie está dispuesto a salvar a un equipo de Liga Endesa, por lo menos que se garanticen las categorías inferiores. Eso es todo lo que me parece razonable pedir en este momento. Si yo supiera al cien por cien que mi dinero va a ir ahí, sin duda haría el esfuerzo. Si sospecho que va a acabar alimentando la ilusión de que realmente es posible fichar a Aradoris, Gentiles y Douglas, es razonable que me lo piense.

miércoles, noviembre 27, 2019

Free as a bird



La juventud. La desbordante juventud de Alcalá de Henares. Las manos acercándose y alejándose en los autobuses, las charlas intrascendentes, el parloteo casi contagioso. Algo parecido al entusiasmo, solo que un entusiasmo natural, no impostado, de serie, inútil buscarle explicaciones, inútil incluso pedirle conciencia de sí mismo. La juventud universitaria llenando rutas y la confusión de idiomas en los asientos de atrás: un inglés más o menos torpe, un italiano más o menos forzado.

A la Chica Diploma le da "una pena horrible" que me fije en esos detalles. Yo creo que tampoco es para tanto pero sin duda lo que de verdad le da pena es la acumulación de nostalgias. Qué le vamos a hacer. El otro día, sin venir a cuento, me acordé de aquellas tarjetas que compraba en los quioscos para conseguir llamadas internacionales más baratas y aliviar a mi abuela de preocupaciones. Lo que no conseguí recordar es por qué las compraba; si las compraba para hablar con la Chica Langosta en Toulouse -es posible, una vez la llamé a la residencia de Le Mirail, pero me enredé en una conversación en un francés imposible y no conseguí que me la pasaran- o si las compraba para hablar con la Chica Berklee en Boston, una opción más probable.

Sí recordé los aeropuertos, por una de esas asociaciones extrañas. El día que acompañé a L y el día que acompañé a I. El miedo. Un miedo horrible a todo lo que estaba por venir. Los abrazos exagerados, imposibles en otro contexto. El avión a Toulouse salía de Madrid cuando aún no había ni amanecido, el avión a Boston lo hizo entre ataques de ansiedad, la espalda apoyada en una pared y la mirada perdida. Luego se fue más gente pero ya lo hicieron como adultos, es decir, solos. Siempre he pensado que en ese sentido no he tenido demasiada suerte, pero quizá tener suerte, como decía Radio Futura, sea pedir demasiado.

*

Al Niño Bonito le ha dado por escribir. Coge mi libreta, la misma libreta en la que estoy volcando las entrevistas con Manolo, y se dedica a garabatear palabras y frases cada vez con mayor sentido. Esta mañana, por ejemplo, ha decidido apuntarse lo que va a hacer hoy en el patio:

1- Footbol

2- Footbol

3- Jugar con A. e I.

4- Jugar con I.

5- Jugar con M.

Creo que es el único niño de cinco años que tiene una agenda sin trabajar en Inditex. En eso se parece a su padre, creo.

*

No sé qué pensar de "Free as a bird". Ni siquiera sé por qué me dedico a ponerme "Free as a bird" en los cascos después de veinticinco años sin escucharla. Es tan triste y fría como la recordaba. Una canción de ultratumba. Por otro lado, puede que eso pretendiera, sin más, y entonces, ¿quién soy yo para criticar nada? Luego, cuando llego al aula, me pongo el vídeo y me divierte pero a la vez me resulta excesivo: una sobrecarga de referencias a menudo demasiado obvias, es decir, demasiado McCartney.

De vez en cuando, sigo buscando en YouTube joyitas en forma de entrevistas de radio o programas de la televisión sueca, la australiana... lo que sea que nos cuente algo nuevo después de treinta, cuarenta, cincuenta años. Cada vez es más complicado. Helencilla me pasó el PDF de las "Recording Sessions" de Mark Lewisohn y lo compagino con el segundo tomo de la autobiografía de Brett Anderson. El otro día soñé que mi cuñada se metía con el "medley" final de "Abbey Road" -"la segunda vez que lo escuchas, te cansa" o algo así decía- y yo me echaba a llorar escuchando "The end", pensando en lo insoportable que era que el mundo se hubiera visto desprovisto de tanta belleza, como el adolescente aquel que grababa una bolsa de plástico azotada por el viento y sentía que su corazón iba a reventar.

jueves, noviembre 21, 2019

Loving John


Hay algo especialmente irónico en la traducción al español del libro de May Pang como "Adorable John". No solo el hecho de que tenga poco que ver con el original "Loving John" ("Amando a John") sino que el tal John (Lennon) aparece en las páginas como una persona de todo menos adorable. Al igual que en las memorias de Cynthia Lennon, el ex miembro de los Beatles se muestra como un hombre irascible, caprichoso, obsesivamente celoso y tremendamente agresivo en cuanto se toma dos copas de más. Nada que no supiéramos sobre el autor de "Woman is the niggar of the world".

En realidad, el libro no deja en buen lugar a nadie y ahí está buena parte de su atractivo: de entrada, la propia May Pang resulta muy poco creíble. Como narradora y como personaje. No hay en ella nada de iniciativa, de proyecto, de voluntad. Todo parece pasarle como si fuera inevitable, un juguete del destino. Pareciera que, al menos desde 1973 a 1977, todas las decisiones sobre su vida las estuvieran tomando otras personas sin que a ella acabara de parecerle mal: ahora vete con John, ahora vuélvete, ahora deja este apartamento, ahora ve a vivir a este otro...

Yoko queda como la gran manipuladora, un papel en el que encaja como un guante. Las diez-quince llamadas diarias, la organización desde la lejanía de cada detalle de la vida de su marido, su obsesión por las apariencias, el derroche constante y el empeño casi siempre frustrante de establecerse como artista en solitario. En favor de Pang hay que decir que todas estas críticas se hacen como de pasada, sin cebarse demasiado, mostrando sin explicar mucho, lo que probablemente le dé una mayor impresión de verosimilitud.

Aparte, por supuesto, el "name-dropping": Mick Jagger, David Bowie, Elton John, Keith Moon, Harry Nilsson... y los inevitables George, Paul, Ringo y Julian Lennon, a quien se reservan las mayores muestras de cariño sano. En una época bastante difícil de documentar, Pang relata dos momentos clave para entender la relación entre John y dos de sus ex-compañeros, aunque no sé si hay más fuentes que corroboren su versión: a George se le pinta como un tipo rabioso, continuamente enfadado, reprochando a John que no le hubiera apoyado nunca, gritándole como loco "quiero mirarte a los ojos" justo antes de uno de sus conciertos en el Madison Square Garden durante la desastrosa gira estadounidense de 1974.

Ahí, John ejerce inevitablemente de hermano mayor y contenido. Parece tomarse en serio la necesidad de ayudar a George y en cierto modo se siente cómodo en ese papel. Otra cosa es con Paul McCartney. Es cierto que sorprende la cantidad de veces que Paul y Linda aparecen en el libro compartiendo tiempo con Lennon, pero incluso en los enfoques más optimistas se palpa la tensión constante. En el relato de Pang, da la sensación de que Paul nunca entendió a John, de que seguía en su mundo de felicidad y no acababa de encontrar la manera de conectar con su antiguo compañero.

Un antiguo compañero que, por otro lado, no estuvo nunca dispuesto a ponérselo fácil. Nunca. Las reacciones de Lennon a todo lo que hace McCartney son de cierto fastidio y una infinita prudencia. Solo cuando parece dejarse llevar y acepta viajar a Nueva Orleans en enero de 1975 para grabar juntos de nuevo después de seis años, aparece Yoko en escena para llevárselo al Dakota y dejarlo ahí encerrado una buena temporada.

Si esa es la verdad o si hay que creer la versión oficial ("nos reencontramos en el camerino de Elton John después del concierto de Acción de Gracias de 1974 y fue como si no hubiera pasado un segundo") es algo que me supera por completo. No tengo ni idea. Seguro que ya está Lewisohn por ahí investigando.

*

Me choca, como a tantos, el empeño de determinados líderes socialistas en explicarnos que el pacto exprés con Unidas Podemos era la única opción posible. Me choca, por un lado, porque no solo estuvieron intentando convencerme de lo contrario durante meses sino que además lo consiguieron. Yo fui de esos millones de votantes socialistas que no fuimos a Ferraz a gritar "Con Iglesias, no" pero que veíamos con cierto recelo tener a gente de Podemos dentro del gobierno del país y premiamos a Sánchez con nuestro voto para que reforzara su posición y pudiera gobernar en solitario como tanto se empeñó en repetir.

Gobernar en solitario, además, tenía la ventaja de que facilitaba la investidura. Es cierto que la posición del PP con VOX soplándole en la nuca es complicada, pero sigo sospechando que, pese a todo, en una segunda investidura, "in extremis", Casado se habría abstenido y habría dejado gobernar al PSOE como el PSOE hizo con Rajoy en 2016 cuando Podemos les ponía a ellos en apuros. La cosa cambia mucho ahora: no se trata ya de investir a Sánchez sino de investir a Sánchez Y a Iglesias. Es tanto pedir que parece descartable, así que hay que pensar que Redondo y compañía manejaban otra opción cuando se lanzaron literalmente a los brazos de UP pese a sumar diez escaños menos que en abril.

Por otro lado, no acabo de ver es cuál es esa posibilidad. Vivimos tiempos en los que más que política lo que se hace es echar las cartas y repartir cuantas veces sea necesario. La pregunta que ERC ha planteado a sus bases es una clara invitación a mantenerse en el "No" que ya votaron en la anterior investidura. Y si ERC vota "no", la única alternativa para Sánchez es que Ciudadanos al menos se abstenga... y aun así podría no valer. Ha pasado de estar en manos de Iglesias a estar en manos de Inés Arrimadas, con la diferencia de que, en el mejor de los casos, a Iglesias se lo va a comer una legislatura entera y sobre su sentido de lealtad a algo que no sea su propio proyecto tengo serias dudas.

En fin, era eso o permanecer fiel a su petición electoral y a los que entonces le apoyamos. Ya vemos cómo les ha salido a otros eso de saltarse sus principios en busca de votos e ir dando bandazos. Ellos sabrán lo que hacen: ynas terceras elecciones solo servirían para que la derecha arrasara hasta llegar a la mayoría absoluta. Y entonces, nos íbamos a reír mucho con las mesas y los cálculos.

*

Lo bueno de buscar colegio es que tienes excusa para no quedarte toda la mañana en la cama: ausente, caliente, protegido. Lo malo es que es difícil decidirse. La idea de que el Niño Bonito salga de una burbuja para meterle en otra burbuja es apetecible, sobre todo porque nada te garantiza que fuera de las burbujas se aprenda demasiado en un mundo tan individualista y tan solitario como el que vivimos. Si yo me puedo aislar del mundo leyendo sobre los Beatles día y noche, ¿por qué no va a poder mi hijo perderse en su rincón de los abrazos y quedarse tan tranquilo?

Al final lo que queda es el miedo a equivocarse, que es algo que tiene mucho que ver con la política, por cierto. El miedo a las consecuencias de tal decisión o la contraria. Aquí no nos jugamos votos sino vidas. O al menos esa parte de la vida ajena que depende de uno mismo. En ese sentido, de equivocarnos, lo suyo sería equivocarnos con algo que realmente nos convenza, porque ya entregados a la ludopatía al menos juguemos con nuestras cartas y no cambiemos en el último momento porque Mayra nos haya convencido.

Eso no garantiza nada, pero al menos de ería hacernos sentir más tranquilos.   

domingo, noviembre 10, 2019

Sondeos, israelitas y resultados elecciones generales noviembre 2019



23.20 El niño bien, aunque con tos, que le vamos a hacer... En fin, ya está todo el pescado vendido menos un escaño por Melilla que ahora es del PP pero lo lucha con Coalición por Melilla y otro escaño en Huelva que es del PSOE y a lo mejor se lo quita Unidas Podemos. De momento, al 99% ya la cosa queda exactamente como estaba y los caminos para gobernar son realmente delicados salvo que Rivera haga una de sus piruetas y apoye un pacto entre PSOE y UP. Claro que antes tiene que haber un pacto entre PSOE y UP. Ah, y Mas País. Y Compromís. Y el PNV. La otra opción es que el PP se abstenga y haga oposición, que tampoco pasa nada. Y que cuando algo no le guste, lo tumbe.

El Senado también va a ser para el PSOE, que pierde su mayoría absoluta y necesitará pactar con el PNV. Hasta quince partidos distintos van a estar en el Congreso en la siguiente legislatura, un buen follón que refleja hasta qué punto España está invertebrada: 6 de 66 escaños para Ciudadanos, PP y VOX entre Cataluña y País Vasco... pero 146 de los 284 restantes, es decir, mayoría absoluta en el resto del país. Ahora les pediremos que pacten y que lo arreglen todo pero se ve que ni nosotros mismos lo tenemos muy claro. Se vienen tiempos complicados. De momento, me voy a dormir. Ha sido, como siempre, un placer.
  
22.31 Al 95% sigue habiendo novedades, pero yo tengo un niño que acostar, luego comento los resultados finales:

PSOE 120

PP 88

VOX 52

UP 35

ERC 13

Cs 10

El resto sigue exactamente igual.

Izquierdas: 158 / Derechas: 152 (contando Navarra Suma)
 
22.10 En cuanto al Senado, podría ganar el PP, pero con una mayoría muy insuficiente. Los nacionalistas e independentistas controlarían de facto la cámara junto al PSOE, en caso de que haya legislatura.

22.01 Casi un 80% escrutado y pequeñas variaciones...


PSOE 122

PP 86

VOX 53

UP 35

ERC 13

Cs 10

JxC 8

PNV 7

EH 5

MP 3

Izda: 160 / Dcha: 149

21.58 Parece que se le va escapar al PP el escaño de Vizcaya. El problema de la derecha estatal vuelve a ser el de abril: entre Cataluña y País Vasco (66 escaños), solo obtiene 6. Impresionante.
 
21.51 Sigue el recuento. Hay escaños en juego en Huelva, Málaga, Cuenca, Ceuta, Alicante, Valencia y Vizcaya, no mucho más. Quizá Madrid, especialmente si Errejón no llega al 5%...Al 67% escrutado, los resultados son

PSOE 123

PP 84

VOX 52

UP 35

ERC 13

Cs 10

JxC 8

PNV 7

EH 5

CC 3

MP 3

CUP 2

Navarra Suma 2

PRC 1

BNG 1

Teruel Existe 1

Por bloques: izquierda estatal 161 / derecha estatal 146

21.28 Aguanta el PSOE con el 35% escrutado. Sigo creyendo que va a caer, pero le caerá algún escaño de Canarias que le vendrá muy bien

PSOE 124

PP 84

Vox 47

UP 33

Cs 10

ERC 8

JxC 7

PNV 7

EH 5

CUP 3

MP 3 

Navarra Suma 2

PRC 1

BNG 1

Teruel Existe 1

21.20 Al 17% empieza a bajar el PSOE aunque subirá cuando entre Canarias. Creo que se puede mantener en los 115-120 escaños y evitar el desastre

PSOE 121

PP 82

Vox 46

UP 32

Cs 10

MP 3

21.15 En Madrid, Errejón está justo encima del 5% y queda muchísimo por escrutar, entre ello, lo tocho de Madrid capital y los barrios más de derechas. No sé si va a llegar al mínimo, tiene pinta de que no.
 
21.07 Empieza el baile. Con el 13% escrutado:

PSOE 122
PP 80
Vox 46
UP 32
Cs 10
 
20.25 Sigo pensando que los sondeos son solo sondeos, pero tampoco espero ningún vuelco dramático al respecto. Si atendemos por bloques, Gad3 le da a la izquierda estatal entre 146 y 157 escaños y a la derecha entre 157 y166 (incluyo Navarra Suma). Según Sociométrica, la izquierda obtendría entre 148 y 163 escaños y la derecha entre 152 y 168. Hace siete meses, ambas empresas pronosticaban lo siguiente: Izquierda 158-166 / Derecha 153-160 (Gad3); Izquierda 158-170 / Derecha 152-167 (Sociométrica). Prácticamente acertaron.

20.15 Los sondeos de Gad3 y Sociométrica vienen a confirmar lo que ya apuntaban los trackings más recientes, pero con ventaja para la derecha, que sacaría más escaños que la izquierda, aunque en ningún caso se acercaría a la mayoría absoluta.

GAD3 (RTVE)

PSOE 114-119
PP 85-90
VOX 56-59
UP 30-34
Ciudadanos 14-15
ERC 13-14
JxC 6-7
PNV 6-7
Más País 2-4

Sociométrica (El Español)

PSOE 112-118
PP 87-92
VOX 52-58
UP 36-40
Ciudadanos 11-16
Más País 0-5

19.20 En poco más de media hora salen los sondeos de Gad3 y de Sociométrica. No esperen grandes novedades, hemos tenido dos sondeos por día durante dos semanas y estoy convencido de que la participación les cuadra perfectamente con sus cálculos. Los comentaremos pero como lo que son: trackings más o menos elaborados.

Antes quería hablar de una cosa de la que nadie ha hablado: el Senado. ¿Y saben por qué nadie ha hablado del Senado? Porque no tenemos ni puñetera idea de qué va a pasar. La decisión de Vox de presentar a solo un candidato debería colocar al PP muy cerca de la mayoría... siempre que demos por hecho que el votante de Vox va a marcar a su único candidato y va a gastar sus otras dos opciones en candidatos del PP. De ese modo, al menos esos dos candidatos, van a tener los apoyos de sus propios votantes y de los votantes de VOX... y los dos partidos juntos serían los más votados en tres cuartos de las circunscripciones del país. ¿Es todo así de fácil? No, claro. Puede que el votante de VOX marque el suyo e ignore a todos los demás. Puede que la suma no dé pese a todo. Puede que sumados los senadores designados por las Comunidades Autónomas, la cifra no dé para una mayoría absoluta. El caso es que la oportunidad para la derecha está ahí mucho más que en el Congreso. Y desde el Senado no se pueden hacer muchísimas cosas pero sí se puede dar bastante la brasa al gobierno de turno. 

18.50 Sigo escudriñando Madrid porque es lo que mejor conozco, también de otros procesos electorales, y aunque me niego a establecer un patrón claro, lo cierto es que en Madrid capital sí se empiezan a ver algunas diferencias. La ciudad en total baja un 3,48% su participación. Prácticamente todos los distritos están en esa cifra... salvo Chamartín, Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca y el barrio de Salamanca, que no llegan ni al 3%, mientras que Puente de Vallecas, por ejemplo, se queda en el 4,27%. Me da que la derecha va a tener muy buenos resultados en Madrid, pero, de nuevo, eso ya estaba previsto en las encuestas. Y puede que VOX directamente lo parta.
 
18.20 Participación a las 18h: 56,86%. Sigue dentro de las previsiones. Creo que las comparativas no pueden ser con las convocatorias ordinarias sino con la única que fue de hecho una repetición de anteriores comicios, es decir, la de 2016. En esas elecciones, a las seis había votado solo el 51% aunque la cifra final quedó rozando el 70% por el arreón final. No sé si aquí habrá arreón, en cualquier caso ni habrá desplome (65%) ni habrá movilización (75%) y probablemente los resultados de las encuestas (en porcentaje, no tanto en escaños) sean bastante aproximados a los reales.

Ya hay dos circunscripciones en las que la participación sube: Álava... y Jaén.

Donde menos baja la participación es en:

Comunidad Valenciana (-1,67%), Andalucía (-2,37%), País Vasco (-2,53%), Madrid (-3,58%) y Murcia (-3,87%)

Y donde más lo hace es en:

Islas Baleares (-7,05%), Melilla (-6,46%), Canarias (-6,45%), Extremadura (-5,90%) y Galicia (-5,65%)

Las circunscripciones donde más voto total hay son...

Madrid 61,51%
Valencia 61,34%
Castellón 60,51%
Barcelona 60,47%
Segovia 60,26%

Curiosamente, Comunidad Valenciana y Andalucía eran, junto a Galicia, las tres comunidades clave en mi análisis preelectoral. Se ve que así se lo han tomado allí también.


16.55 Gobernabilidad: lo que se juega hoy en las urnas es importante, pero poco se podrá saber hoy que no dependa de las decisiones de mañana. En principio hay tres escenarios posibles:

- Gobierno de las tres derechas. Para ello, necesitan sumar 174 escaños entre ellos y convencer a Coalición Canaria para que complete la investidura de Pablo Casado. Es complicado contemplar este escenario como posible porque ninguna encuesta les ha dado más de 160 escaños y en la media apenas están en torno a los 155. Una desviación de veinte escaños solo se conseguiría con una desmovilización brutal del electorado de izquierdas, una participación en torno al 65%. En principio, no parece que se vaya a dar.

- Gobierno de coalición PSOE + Unidas Podemos con apoyos externos de Más País, PNV, PRC, BNG... De entrada, no sé ni si aritméticamente daría y no creo que los independentistas catalanes vayan a votar algo que no sea "no" a cualquier clase de gobierno. Para continuar, creo que lo que se demostró en el período de negociaciones entre mayo y septiembre es que UP y PSOE no se fían el uno del otro. En absoluto. Normal si tenemos en cuenta que Podemos surgió como una especie de Syriza con la voluntad no ya de adelantar sino de sustituir al PASOK de turno.  Podemos sigue preteneiendo "asaltar los cielos" con 42 escaños de 350 y el PSOE sigue muerto de miedo.

- Gobierno en minoría del PSOE con una abstención del PP y Ciudadanos para garantizar la investidura. Creo que esa era la idea cuando se convocaron estas elecciones y sospecho que estaba incluso hablado entre los tres partidos cuando las encuestas le daban al PSOE entre 135 y 140 escaños, al PP casi 100 y a Ciudadanos por delante de Vox. El problema es que nada apunta a que el PSOE vaya a estar en esas cifras y si el PP ve que cae hasta los 85-90 en beneficio de VOX, lo más probable es que le entre un ataque de pánico. ¿Cómo va a permitir la investidura de Sánchez sin que Abascal se les lance a la yugular y les quite los pocos votantes radicales que aún no les ha quitado?

En ese sentido, y dentro de unos límites "normales", digamos que de estas elecciones saldremos con pocas certezas. ¿Qué podría cambiar la situación? Una victoria holgada del PSOE, con 6-7 puntos y al menos 20 escaños sobre el PP... pero que a la vez deje al PP claramente como primer partido de la oposición con mucha diferencia sobre VOX. Cualquier resultado que deje al PSOE entre 115 y 125 diputados y a VOX entre 40 y 50 (y parece que todo apunta a un escenario así) me parece imposible de gestionar mientras estemos con el cordón sanitario por delante.

15.03 Datos de Madrid, que es donde vivo: en términos de Comunidad, la bajada es bastante estable en todos lados, en torno al 2-3%. En la capital, baja un 2,34%, ligeramente por debajo de la media. Por barrios, es cierto que los más tradicionales bajan menos en comparación, pero es una diferencia muy pequeña y que podría girar en el anticipo de las seis. Solo hay cinco distritos donde la abstención suba menos de un 2% y son Chamartín, Fuencarral-El Pardo, Moncloa-Aravaca, Retiro y Salamanca. Zonas muy de derechas, pero mucho. En las de izquierdas hay bajadas importantes como la de Villa de Vallecas (-3,46%) pero también es verdad que en Chamberí ha bajado un 3,29% así que vamos a ser prudentes con las conclusiones.

14.35 Participación a las 14.00: 37,93,%. Se queda por debajo de la cifra fetiche del 40% y es un 3,56% menos que hace siete meses . En seis de las siete ocasiones en las que se superó esa cifra (1982, 1986, 1993, 2004, 2008 y abril de 2019) ganó el PSOE. En la otra (1996) se quedó a décimas de Aznar. Sin embargo, por debajo del 40% tenemos dos mayorías absolutas de la derecha (2000, 2011) y varios triunfos parciales (1979, 2015 y 2016). Solo en 1989,con un 36%, logró ganar el PSOE las elecciones al final. Ahora bien, en 2015, por ejemplo, el primer dato fue aún más bajo que hoy y la participación final fue del 73,2%, por encima de las previsiones de las encuestadoras para esta convocatoria.

La participación baja en toda España, circunscripción por circunscripción... excepto en Álava, donde sube un 1%.

Donde menos baja es en:

País Vasco (-1,68%), Madrid (-2,59%), Cataluña (-2,92%), Andalucía (-3,12%) y Ceuta (-3,20%)

Y donde más lo hace es en:

Islas Baleares (-7,15%), Asturias (-5,70%), Extremadura (-5,68%), Galicia (-5,03%), Castilla La Mancha (-4,65%), Castilla León (-4,53%) y Murcia (-4,48%)

Las circunscripciones donde más voto total hay son...

Valencia 43,57%
Castellón 42,36%
Zaragoza 42,24%
Madrid 41,01%
Vizcaya 40,96%
Barcelona 40,92%
Alicante 40,91%


Cuando Errejón se presentó, vino a decir que sus rivales no eran tanto los otros dos partidos de izquierda, como la abstención. De media, en esas dieciocho provincias la abstención sube menos que en las otras treinta y tres. Si es casualidad o no, imposible saberlo.


12.33 Lugares a los que mirar en estas elecciones:


- Cataluña y País Vasco: si los tres partidos de centro-derecha se quedan en 8-9 diputados sobre un total de 66, lo tienen en chino para sumar 176 escaños. Y recordemos, la única opción de que haya un gobierno de derechas es que entre PP, Cs, Vox y Navarra Suma lleguen a esa cifra. Puede que les valga con 174-175 y una abstención de CC, pero habría que ganársela. Mientras sigan naufragando en dos comunidades tan pobladas, sus opciones de victoria disminuyen muchísimo.

- Las dos Castillas: en abril, el PSOE consiguió algunos triunfos insospechados y que se vieron refrendados en las autonómicas del mes siguiente, cuando se impuso en Castilla y León y logró la mayoría absoluta en Castilla La Mancha. Teniendo en cuenta que UP no parece en disposición de conseguir ni un solo escaño de los 52 en juego, el asunto es saber hasta dónde van a aguantar los socialistas y si en las circunscripciones de cuatro escaños, el resultado será de tres escaños para la derecha y uno para la izquierda. En los de tres, el empate a un escaño entre las tres fuerzas principales parece inevitable, ocupando VOX el lugar de Ciudadanos. Si la subida de Vox viene a costa del PP, puede que el PSOE tenga alguna opción de ganar en Salamanca, en León, en Burgos o en Albacete. Si VOX no sube tanto, puede que llegue a doblarle en Cuenca y se quede con dos escaños de los tres en juego. Todo lo que no sea una debacle en esas tierras estará bien.

- Galicia, Comunidad Valenciana y Andalucía: Si País Vasco y Cataluña son terreno "de izquierdas" y las dos Castillas (más Madrid, donde el 21-16 es posible y Murcia, donde se pueden llevar hasta 7 de los 10 escaños) es terreno "de derechas", las elecciones se jugarán en los terrenos de juego más igualados en las encuestas: Galicia, Comunidad Valenciana y Andalucía. En los sondeos a nivel nacional, PP y VOX se defendían más que bien en esas zonas... pero las encuestas de medios locales daban cierta ventaja a la izquierda. Galicia es importante porque pronto habrá elecciones autonómicas y puede servir de indicativo (aunque Feijoo es Feijoo y sigue otras reglas), la Comunidad Valenciana reparte muchos escaños y es imprevisible en este momento, pero en mi opinión la clave va a estar en Andalucía: si VOX sube a lo bestia, será ahí. Si el PSOE consigue una mayoría holgada, será porque recupere sus feudos de las últimas décadas. Prácticamente en todas las provincias hay escaños en juego y se decidirán en el último momento.

- Aragón.- Porque es nuestro Ohio, ¿no? Y porque no sabemos si Teruel Existe conseguirá escaño o no. No hay muestra suficiente en ningún sondeo para afirmarlo o descartarlo.

No se esperan sorpresas en Extremadura (empate), Navarra (victoria de UPN/Navarra Suma), La Rioja (empate), Canarias (victoria de la izquierda) ni Cantabria (victoria de la derecha). En Asturias, habrá un 4-3 pero no sabemos de qué lado, en Melilla no sé si VOX subirá tanto como para ganarle al PP. En Ceuta, el PSOE debería resistir a las dos fuerzas de derecha salvo que VOX se salga del mapa. Baleares es otra incógnita, pero la diferencia, de haberla, sería mínima en escaños.


11.45 Las encuestas patinaron en abril menos de lo que pareció pero lo suficiente como para convertir lo que parecía una mínima victoria de la derecha en una relativamente cómoda victoria de la izquierda. En eso tuvo que ver la participación del 75%, una de las más altas de la democracia. Para esta convocatoria, los más optimistas apuntan a un 72% y los más pesimistas a un 68%. Todo lo que esté por encima o debajo de esos límites invita a pensar en lo imprevisible, Si bien no se esperan grandes variaciones en cuanto a los porcentajes de voto previstos, la asignación de escaños en un escenario de seis o incluso nueve partidos en algunas circunscripciones es una moneda al aire.

Repasemos, en cualquier caso, lo que sabemos y que cada uno saque sus conclusiones.

A fecha del lunes, último día legal para publicar sondeos, la media de Electograph daba los siguientes resultados:

PSOE 27,4% -121 escaños
PP 21,1%- 98 escaños
VOX 13,3%- 40 escaños
UP 12,3% -32 escaños
Ciudadanos 8,9%- 16 escaños
Más País 3,6%- 4 escaños

ERC 15, JxC 6 , PNV 6, EH 4, CC 2, CUP 2, Navarra Suma 2, PRC 1, Teruel Existe 1

Sobre esos datos, Kiko Llaneras hace la siguiente proyección:

PSOE 117, PP 90, VOX 46, UP 35, Ciudadanos 18

Sin embargo, en estos días, de manera más o menos sutil, se han ido filtrando más resultados. Por ejemplo, GESOP ha cerrado su tracking andorrano con los siguientes resultados:

PSOE 26,7%- 118-122 escaños

PP 19,4%-  83-88 escaños
VOX 14,9% 47-53 escaños
UP 14,3% 39-44 escaños
Ciudadanos 7,9% 14-18 escaños
ERC 2,6%- 12-13 escaños
JxC 1,4%- 6-7 escaños
PNV 6 escaños
CUP 1,1%- 3 escaños
Más País 2,8%-  2-4 escaños

El panel de Electomanía nos dice lo siguiente:

PSOE 27,1%- 113 escaños
PP 20,4%- 90 escaños
VOX 15,5%- 54 escaños
UP 13,7%- 38 escaños
Ciudadanos 7,3%- 11 escaños
ERC 3,7%- 14 escaños
MP 3% - 3 escaños
JxC 1,6%- 6 escaños
PNV 1,5%- 6 escaños
CUP 1,1%- 4 escaños 

Por último, las horquillas que nos ofrecen las casas de apuestas, en concreto Betfair, que en abril NO DIERON NI UNA, pero que deberían reflejar la impresión de la gente hasta cierto punto, son las siguientes:

PSOE 121-122 escaños
PP  92-93 escaños
VOX 39-40 escaños
UP 31-32 escaños
Ciudadanos 17-18 escaños






De Errejón no dicen nada. Yo todos los años hago porra de escaños, pero esta vez, ante la incertidumbre, me parece una pérdida de tiempo.


11.00  Pedro Sánchez se ha acostumbrado a que se le culpe de una cosa y de su contraria sin inmutarse. No sé hasta qué punto le beneficia. Si en abril tocaron los insultos -las manos manchadas, el felón, el traidor, el amigo de Torra y Otegui...- esta campaña se ha centrado sobre todo en sus errores como gobernante sin importar, ya digo, que esos errores a menudo fueran contradictorios. Así, por ejemplo, se le ha acusado de nuevo de pactar con Torra mientras Torra le acusaba de no cogerle ni el teléfono. Se le ha acusado de pasividad en Cataluña mientras los CDR saboteaban sus actos por ser el máximo impulsor de la represión. Se le ha acusado de querer pactar con los radicales y a la vez de querer pactar con el PP. De estar desaparecido y de utilizar La Moncloa para promocionarse. Todo lo ha hecho mal, en eso hay consenso, pero no lo hay en por qué ni en cómo.

Estar, no ya en el centro, sino en el medio de todas las polémicas, no es el mejor escenario en el debate público, pero Sánchez y Redondo aún confían en que lo sea para ganar elecciones. Es lo que podríamos llamar "el método Rajoy" y a un paso ha estado el presidente de liarse a hablar de vecinos y alcaldes en medio de cualquiera de las decenas de entrevistas que ha concedido en esta vertiginosa campaña electoral. Si funcionará o no, está por ver. La idea es dejar que pase el ruido y que tras el ruido quede el menor daño posible. Después de todo, podría decir Sánchez, los líderes independentistas están en la cárcel, Iglesias sigue en la oposición, Barcelona hace tiempo que no arde y el mundo, contra pronóstico, no se ha acabado bajo su mandato . Convencido de que cualquier elección no es más que un plebiscito en torno a su gobernante, Sánchez ha optado por no perder, intuyendo que ganar lo tenía demasiado complicado entre tanto grito.

De hecho, Sánchez parece un político destinado a ser el eterno candidato. En cinco años, lleva cuatro elecciones generales y dos primarias de su partido. No ha tenido diez meses seguidos de sentarse, pensar y hacer algo. Todo ha sido venderse, venderse y venderse, con mayor o menor éxito. Probablemente detrás de esa hiperactividad electoral esté la razón por la que en el PSOE nunca se vio mal una repetición de los comicios tras los resultados de abril. Lo realmente sorprendente es lo mal que ha funcionado la comunicación del partido y del gobierno en ese sentido, perdiendo el "relato" en todas las ocasiones. Ni Sánchez ni el PSOE supieron explicar a la opinión pública (sea eso lo que sea) que hicieron todo lo posible por llegar a un acuerdo medio sensato con Unidas Podemos. Probablemente porque no lo hicieron. Probablemente porque no era fácil. Probablemente porque si con 42 escaños de 350 te ofrecen una vicepresidencia y dos ministerios y tu respuesta es que eso es un insulto, igual tú también tienes un problema.

Sánchez prefirió asumir que era el perdedor de esa pelea y tirar para adelante sin más. Lo mismo hizo, ya he dicho, con los incidentes de Barcelona y con su intervención en el debate a cinco. Durante la semana de manifestaciones y vandalismo urbano, la impresión generalizada fue que tanto el presidente como el ministro del interior estaban ausentes. No está claro que de hecho fuera así pero un equipo de comunicación debe luchar porque ni siquiera lo parezca. No se hizo. Quizá Sánchez debió ser más contundente en sus afirmaciones y viajar antes al meollo del conflicto... pero de nuevo se encontraba con el problema habitual: para unos era un vendido al independentismo hiciera lo que hiciera, para otros era un represor intolerante hiciera lo que hiciera. Decidió no hacer nada. Él sabrá por qué.

Lo mismo pasó en el debate electoral, por llamarlo de alguna manera porque aquello fueron cinco mítines intercalados. El formato tampoco permite mucho más, la verdad. Sánchez optó por un papel institucional, de cordura, de no entrar en charcos innecesarios ni en combates personales. El problema es que en ese debate había alguien cuyo partido quiere subvertir el orden constitucional sin que ninguno de sus compañeros de viaje le diga ni mu. A la tercera vez que Abascal habló de retirar la atención universal a los inmigrantes ilegales, yo le habría soltado un "¿Qué quieres, que se mueran?". De ilegalizar partidos, ni hablamos. La única vez que Sánchez lo mencionó, para echarle en cara a Rivera y a Casado que pactaran con una formación totalitaria, ambos saltaron al unísono con el mantra del último año y medio: "Claro, claro, mejor pactar con Otegui y Torra". Sánchez calló. No se molestó en explicarles a ellos ni a los espectadores que de haber pactado con Otegui y Torra en su momento ni siquiera habría habido unas primeras elecciones.

Toda esta pasividad social -ante las mentiras de Abascal, ante su agresividad preconstitucional y sus apelaciones al honor a la patria, no solo calló Sánchez y no solo callaron Rivera y Casado sino que ese silencio fue interpretado por el periodismo cómplice como una "victoria" de VOX- ha permitido que la formación de ultraderecha esté ahora mismo rozando o por encima del 15% del voto en las encuestas para una previsión de entre 50 y 60 escaños. Es imposible no relacionar este auge del voto a Abascal con los incidentes de Cataluña. A principios de octubre, sus previsiones apenas llegaban al 10% en el mejor de los casos. No ha habido la pedagogía necesaria para explicar que los disturbios urbanos, por muy intolerables que sean y por mucho que haya que denunciarlos, son muy difíciles de combatir por estar en el marco de manifestaciones perfectamente legales. Casado, Rivera y Abascal llegaron a sugerir la aplicación del estado de sitio y la ley de emergencia nacional, algo que no se hizo ni en los peores tiempos del terrorismo de ETA. Nadie les explicó que eso no solo era un disparate sino algo muy probablemente ilegal.

El despunte de Vox ha supuesto la debacle de Ciudadanos. Es muy curioso lo de las tendencias en la opinión pública y por eso hay que tomarlas con cierta prudencia: la mayor escenificación de la decadencia de Rivera fue en el debate. Todo el mundo coincidió en que estuvo exagerado, hiperbólico, faltón y pueril en ocasiones. Lo mismo que sucedió en abril, cuando esos mismos medios le dieron vencedor absoluto de los dos debates. Cuando hablamos de Ciudadanos, hablamos de un partido que en los meses previos a la moción de censura contra Rajoy lideraba las encuestas. Un partido que, no nos engañemos, se vio en La Moncloa más pronto que tarde. Todo lo que ha hecho por autodestruirse es encomiable: se ha apartado de la centralidad, ha caído en el mismo nacionalismo que prometió combatir y ha hecho de la hipérbole y la indignación su único programa. Han acabado votando en la Asamblea de Madrid una cosa rarísima que ellos mismos consideraban absurda... y todo por no molestar a Vox, no se les vaya a ir más votos y no vaya Monasterio a llevarse los suyos a otro lado en la próxima proposición del gobierno Ayuso-Aguado.

Que un partido se autodestruya no es demasiado relevante si no fuera porque el comportamiento absolutamente histriónico de Ciudadanos en los últimos meses ha dado carta de naturalidad al extremismo, al insulto y algo muy parecido al odio y al desprecio al adversario. En su empeño por adelantar al PP por la derecha se ha encontrado con unas formas y unos mensajes mucho más parecidos a los de Vox -todo por la patria- que a los de cualquier partido liberal europeo. La semilla, con todo, ya está ahí. Ellos la plantaron. A ver quién corta ahora la planta del odio.

Las encuestas les dan en torno al 8-9% de votos, lo que le dejaría en una franja entre 10-20 escaños. Probablemente no sea para tanto. Peor aún lo tiene Errejón, cuyo salto a la política nacional con partido propio fue un error mayúsculo tanto para "la izquierda" como para sí mismo. Está a unos pocos votos de no conseguir ni su propio escaño en Madrid y nadie espera que logre más de tres en toda España. No era el momento y ahora su propia carrera política peligra si el resultado es tan malo como se espera. El mito del gran cerebro detrás de los éxitos de Podemos parece venirse abajo. Lleva unos cuantos meses acumulando torpezas de las que no sabemos si conseguirá recuperarse.

lunes, noviembre 04, 2019

In-Edit Madrid (y IV). Si me borrara el viento lo que yo canto.


El documental de David Trueba sobre Chicho Sánchez Ferlosio parte de una anécdota: el éxito en Suecia de una serie de canciones escritas y cantadas por él en un disco protegido bajo el lógico anonimato justo después del asesinato de Julián Grimau. Es un buen punto de partida pero tiene su interés justo. El personaje de Ferlosio va mucho más allá de esa anécdota y sin embargo Trueba parece obligado en exceso a recurrir a Suecia constantemente. Lo que no debería ser más que una excusa se convierte en una categoría que hace que la película en ocasiones avance con demasiada lentitud.

Al fin y al cabo, los que estábamos ahí teníamos un limitado interés en quién tradujo esas canciones al sueco o en qué consistía tal revista o tal movimiento internacionalista. Queremos saber sobre Chicho, sobre su extravagancia, su genio, su imprevisibilidad. Nos puede interesar alguna noción sobre la lucha antifranquista a la que dedicó tantos años pero ese es un compartimento demasiado estanco. Muéstrennos a Chicho en su esplendor, en la tertulia, en lo insospechado del comportamiento diario, en lo ferlosiano como concepto y forma de vida.

De hecho, el documental está dudosamente construido: empieza, ya digo, con la anécdota sueca, prosigue a sus años de formación académica, Ramiro de Maeztu incluido, parece que va a profundizar en la relación con su padre, el falangista Sánchez-Matas y justo cuando estamos ahí, en ese momento de fascinación por el personaje, incluso de ternura... zas, aparece Grimau y vuelven de nuevo los suecos y se dedican minutos y minutos a hablar de un disco que sí, que vale, pero que da lo que da y que no puede ocultar otras facetas de Ferlosio. O no debería.

Teniendo en cuenta que los entrevistados eran íntimos suyos durante aquellos inicios -por cierto, el sonido en ocasiones falla de manera incomprensible, casi amateur- quizá se podría haber sacado más jugo a sus recuerdos de no haberlos centrado solo en esos años de 1960 a 1963. De hecho, se ve poco a Ferlosio de 1977 en adelante. Solo una intervención en La Clave junto a Javier Krahe y otros cantautores "contestarios" ya venidos a menos en plenos noventa. Y aun así, apetece verle más, apetece saber de él en aquellos años de incipiente democracia, apetece que nos desgranen su evolución, su tránsito, su via crucis. Todo el mundo coincide en que Chicho era un tipo deslumbrante y que lo fue hasta el último momento. Que se note.

Puede que David Trueba pensara que eso ya estaba logrado en el documental que su hermano Fernando hizo sobre Ferlosio en 1981, titulado "Mientras el cuerpo aguante" y no quisiera pisar huellas ajenas. Bueno, de 1981 a 2003, año de su muerte, quedaban aún veintidós años por explotar y está claro que no era la intención del documental hacerlo sino recrearse en la coincidencia revolucionaria. Como espectador, no acaba de convencerme, pero pueden ser cosas mías. No me atrevería en cualquier caso a hablar de documental fallido pero, simplemente, no es lo que esperaba.

*

Fueron muchas las películas que quedaron sin ver y es una pena, pero tenemos el tiempo que tenemos y a mí nadie me paga esto. Al revés, yo pago cada entrada religiosamente, no voy mendigando a los departamentos de prensa. Uno de los aciertos del Festival es insertar una colección de trailers al principio de cada documental para que el espectador tenga una idea bastante aproximada de lo que se está programando durante la semana. En ese sentido, y basándome solo en los veinte segundos que se proyectan de cada película, diría que los reportajes sobre la revista Creem, la cantante Kate Nash y el trágicamente fallecido Lil Peep tenían una pinta descomunal.

En general, el festival en sí, con sus inevitables altos y bajos, es un lujo que no sé cuánto tiempo podremos permitirnos en Madrid. Las salas estaban bastante llenas, a precios razonables. Sería bueno, quizá, que se le diera más publicidad, que valoráramos lo que supone un ciclo de tanta calidad justo en el centro de la ciudad. En Barcelona llevan funcionando veinte años y ahí siguen, resistiendo, con una programación que va más allá del finde e incluye una semana entera.

Desde el punto de vista personal, poder reencontrarme con lo que es un festival, las sesiones continuas, los breves intervalos para tomar un café o ver al Barcelona perder contra el Levante, la sensación de que perteneces a algo y que ese algo merece la pena y por supuesto el entusiasmo de sentarse aquí a contárselo a todo el mundo cuando ya creía que no tenía nada que contar a nadie, ha sido una gozada. Una gozada que no sé si se repetirá mucho en el futuro, tiene pinta de que no. Un mundo que es mi mundo, sin poder explicar más y un sentido de la propiedad que se multiplica al verte en plena calle Fuencarral, testigo de casi todo lo que tuvo valor en mi adolescencia y mi juventud.

Una enorme experiencia que espero repetir el año que viene... aunque no será tan fácil.