sábado, octubre 22, 2016

A vueltas con la prosa cipotuda


Fotomontaje que ilustra el artículo en cuestión en el diario El Español

Publica Íñigo F. Lomana en "El Español" un artículo sobre lo que él llama "la prosa cipotuda" de la gran mayoría de los columnistas de moda, todos nacidos en los setenta salvo el sorprendente  Arturo Pérez-Reverte, al que cabe entender que se le considera el padre fundador del estilo. El término apela a la profunda masculinidad de sus escritos, es decir, a un exceso de chicas, borracheras, drogas y malditismo. Entre los nombres abundantemente citados están Antonio Lucas, Juan Tallón, Manuel Jabois y Jorge Bustos.

No seré yo quien critique al que señala al emperador desnudo. En efecto, todos estos autores tienen tics que a menudo me irritan y se ha creado a su alrededor un halo incomprensible de infalibilidad que hace que puedan escribir cualquier cosa y hacerla pasar por algo parecido a la poesía, embadurnándola un poco de estética barata. Ellos lo saben, no creo que ninguno se ofenda por esto; a la mayoría los conozco desde hace años, hemos compartido cabeceras y han recibido todos los elogios que he considerado oportunos, que han sido muchos porque mucho es su talento.

El problema del artículo de Lomana es que tiene un punto de "oigo campanas pero no sé muy bien dónde". ¿Hay un exceso de masculinidad en la nueva prosa columnista española? Sí, es probable. Ahora bien, yo diría que destaca por la fragilidad de ese rol masculino, algo que no está en Reverte ni por asomo. Yo siempre imagino a Jabois -sin duda el más talentoso de todos ellos- como a Manuel Manquiña al final de Airbag, cantando "Tú tenías tanta razón..." a su esposa mientras le confiesa por teléfono que su vida es "demasiado estresante... interesante no, mujer, estresante". A mí Jabois me gana cuando habla de Massimo Ghirotto y evoca el "Éramos tan felices" de Michi Panero pero sin tanta pose. Me parece que borda ese enfoque de eterno post-adolescente.

Los demás tienen páginas horribles y frases espeluznantes, pero también tienen intuiciones geniales. Lo que me parece injusto del artículo de Lomana es que esas genialidades se obvien. Siempre he defendido que en los medios haya más columnistas "serios", ahora que el término está tan mal considerado. Columnistas que se anden menos por las ramas y que se peleen más con la realidad, a lo Savater, cuyo testigo sigue sin recoger nadie y que nunca escribe una palabra de más. Otra de las cosas que me ponen nervioso de los "estetas" es su necesidad de recurrir siempre a una cita y a dos metáforas a lo Ray Loriga en "Héroes". No porque no me guste o porque yo no lo haga, sino porque no creo que el recurso dé como para abusar tanto de él.

Lomana no menciona lo de las citas y me resulta extraño en una investigación tan minuciosa. Lo del "extremo centro" no está bien explicado y no es atribuible a todos los autores. Me suena todo demasiado a la "derecha JotDown" de Quique Peinado, un mero palo de ciego.

En cualquier caso, lo que me disgusta profundamente es ese punto "ad hominem" que impregna todo su artículo. El autor apela al fantástico "Estilo rico, estilo pobre" de Luis Magrinyà pero solo se queda con la peor parte del libro, con lo accesorio, es decir, con el cotilleo. El libro de Magrinyà es un manual maravilloso para saber cómo escribir y, sobre todo, para saber cómo no escribir. En eso estamos todos, intentando aprender. Obviamente, para ello recurre a ejemplos de autores con nombres y apellidos, pero siempre dentro de un contexto muy explicado. Magrinyà tiene sus filias y sus fobias, pero nadie puede entender su libro como un ataque personal sino como una crítica a la exageración del estilo con el fin de mejorar los libros, no necesariamente a sus autores.

No hay nada de eso en Lomana, lo suyo es un ataque sin más, una especie de burla a una serie de autores con una explicación teórica pobre, un par de chanzas sin demasiada gracia y una selección muy parcial de sus textos. No sé si es decisión suya poner sus fotos como ilustración del texto, algo que suena a ajuste de cuentas, pero desde luego no ayuda. ¿Era necesario un artículo así? Por supuesto. La cosa había ido demasiado lejos, aunque sigo pensando que el problema no es de los autores citados ni de su estilo sino de la decisión editorial de prescindir de cualquier otro tipo de narración periodística. ¿Tiene un punto demasiado amargo? Sin duda. Sea o no la intención del autor, que la desconozco, todo su artículo me parece innecesariamente agresivo y personalista. Cipotudo, en una palabra.