sábado, octubre 31, 2015

Francis Scott Fitzgerald...

.. y los diálogos. Las últimas quince páginas de "A este lado del paraíso", por ejemplo, es decir, la raíz del concepto de "generación perdida" al margen de que a Stein se le antojara el nombrecito. Pero también este otro, claro:

- Todas tus calorías, ¿se han disipado?
- Todas. Empiezo a calentarme con las virtudes de otros.
- ¿Estás corrompido?
- Creo que sí. No estoy seguro. Ya nunca estaré seguro acerca del bien y del mal.
- ¿Lo consideras una mala señal?
- No necesariamente.
-¿En qué se demuestra la corrupción?
- En ser realmente insincero; en creer que no soy "un mal tipo" y que lamento la pérdida de la juventud cuando solamente añoro las delicias que causaron su pérdida... La juventud es como una gran fuente de dulces. Los sentimentalistas creen que quieren volver a aquel estado puro y simple, antes de comerse los dulces. No es así. Lo que añoran es el placer de volverlos a comer. La matrona no desea volver a sus años de soltera sino repetir su luna de miel. Yo no quiero reincidir en mi inocencia. Yo quiero el placer de volverla a perder.

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No fui, por supuesto. No fui como no habría ido solo y enfermo a una reunión de ex alumnos del Ramiro de Maeztu, ya lo dejé aquí claro. Se podrían haber dado otras condiciones y entonces sí, desde luego: no tener un hijo que acostar, no tener fiebre, saber con antelación que algún conocido más iba a ir... En ese caso, sí. O en un ataque de entusiasmo, pero el entusiasmo a estas edades se da a unas horas impropias para un bar.

Por lo que leo, fue bonito. Mucho de lo que colgaba la gente me sonaba a chino, porque siempre fui muy exquisito en lo de los dos lados de la barra y siempre sentí que se respetaba mucho mi exquisitez, lo que no siempre es frecuente. Me imaginaba a mí mismo llegando al Colonial, dándole un abrazo a Álex, otro a Rafa, otro a David y así sucesivamente hasta pedir mi último JB y echarme a llorar acumulando recuerdos.

Solo que sus recuerdos no son los míos. Entierros diferentes para un mismo muerto. De vez en cuando, fantaseo también con esa reunión de ex alumnos. Una reunión en la que abrazar a Bruno, a Tati, a Aitana, a Laura, a Vicente, Javi, Dani, Juan Ramón, Jaime, Isabel, María... pero no, no se dará. En la vida real, me temo, la gente no se abraza.

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Al parecer, Hache también estaba costipada. Yo no podría pasar un año sin tenerla en la cabeza, pero hay que tener en cuenta que yo soy un vampiro.

O un sentimentalista, vaya.