lunes, septiembre 28, 2015

Diez reflexiones después de las elecciones catalanas



1- La suma de los partidos autoproclamados independentistas (ERC+CDC+CUP) dio un total de 72 escaños y un 47,76% de los votos. No deja de ser un buen resultado, pero para este viaje no hacían falta tantas alforjas: si el objetivo era que el Parlament pudiera declarar la independencia de manera unilateral, ya podría haberlo hecho a partir de 2012, cuando estos mismos partidos sumaban 74 escaños y un 47,84% de los sufragios o incluso en 2010, cuando las CUP no existían pero estaba el muy independentista partido de Laporta, que, junto a ERC y CiU llegó a los 76 escaños y el 48,75% del voto total.

2- El voto independentista, por tanto, sigue donde estaba, exactamente en el mismo sitio. Lo que ha cambiado es el reparto. En 2010, CiU se quedó cerca de la mayoría absoluta. En 2012, su bajón lo aprovechó ERC casi escaño por escaño y en 2015 resulta qu los dos juntos, en una coalición que les beneficia a la hora de asignar diputados, apenas superan el resultado de CiU por separado cinco años atrás. Todo esto se está vendiendo como un gran éxito y puede que lo sea: en 2010, CiU no era un partido independentista y ahora sí lo es, así que en ese sentido digamos que el independentismo avant la lettre sube ligeramente conforme se derrumba la opción catalanista moderada de derechas.

3- Porque la desaparición de UDC de la política catalana significa exactamente eso: no hay un electorado catalanista de derechas que rechace el independentismo. Es una situación muy curiosa y que sinceramente no esperaba. El batacazo del partido de Duran Lleida es tremendo y seguro que estará haciendo pensar a algún alto cargo de Convergéncia: "¿Para qué demonios les estuvimos dando escaños y suites en el Palace si los votos los poníamos nosotros?"

4- Quede debilitado o no el independentismo, que es algo en lo que no solo no hay consenso sino que las posiciones son tan encontradas como siempre -unos dicen que ha sido un gran triunfo, otros hablan de gran fracaso y nadie parece encontrar un punto medio en todo este vocerío-, lo que queda claro es que la posición de Artur Mas es precaria. A los problemas judiciales de su partido hay que añadir que, sin el apoyo de las CUP, no podrá ser presidente de la Generalitat ni encabezar proceso alguno, si lo hubiere. Las CUP son independentistas, sí, pero eso no es decir mucho. Su independencia no tiene tanto que ver con España sino con el capital, los recortes, la defensa de eso que se ha llamado "el empoderamiento de la gente"... Parte del fracaso de Podemos en Cataluña tiene que ver con que su arco político lo ocupan las CUP y desde luego las CUP no pueden permitirse pactar nada con Artur Mas. Ayer mismo lo decía su líder: "Nosotros ya hemos dicho que no le vamos a apoyar, si con nuestra abstención no le vale, el problema es suyo. Habrá otras personas que puedan liderar este proceso".

5- ¿Qué otras personas? Si Junts Pel Sí necesita el apoyo explícito de las CUP tendrá que ofrecer algo a cambio, pero, ¿qué es exactamente Junts Pel Sí una vez que el plebiscito no les ha dado la mayoría absoluta? Si el requisito fuera que Mas abandonara el poder y se lo cediera, pongamos, a Junquera o Romeva, ¿estarían los diputados de Convergéncia a hacer ese sacrificio por acelerar la presunta independencia de Cataluña? Al final, lo que llega es la realidad: no dudo de que CDC esté a favor de dicha independencia pero no tengo nada claro que acepten sin más que el proceso lo lideren formaciones de izquierdas, sobre todo cuando ellos probablemente hayan vuelto a aportar el mayor número de votos.

6- Al resto, a los partidos no independentistas, solo les queda esperar. Los resultados de Ciutadans han sido extraordinarios y yo no identificaría sin más a Ciutadans con la derecha, no desde luego más a la derecha que Pujol, Mas, Millet y compañía. Los del PSC han sido dignos y en eso tiene mucho que ver la campaña de Miquel Iceta, una campaña populista pero que ha incidido en una cuestión clave: si el candidato no tiene complejos es más fácil quitárselos al votante. Las encuestas le dejaban a la altura del PP y por debajo de CSQEP y les ha adelantado a ambos con mucha soltura. Todos, en cualquier caso, tienen algo en común: no pueden sino confiar en que el desacuerdo de los independentistas permita por lo menos una repetición de elecciones.

7- Batacazo del PP y de Podemos, una muestra más de que aliarse con IU, sea donde sea y bajo las siglas que sean, no es una buena estrategia. Es cierto que CSQEP, en una campaña de "sí" o "no" tenía poco que ofrecer. El votante que haya visto en estas elecciones un plebiscito probablemente haya optado por PSC si es de izquierda no nacionalista, o por las CUP si es de izquierda nacionalista. Más grave me parece lo del PP porque más altas eran las expectativas. El partido más votado en España apenas alcanza un 8% en Cataluña y queda como la quinta fuerza más votada, la sexta si dividimos Junts Pel Sí en dos. Si la hostia de Albiol, un impresentable de tomo y lomo pero con un público propio en el cinturón rojo de Barcelona, ha sido tremenda, no me quiero imaginar la de Rajoy en apenas dos meses. Del mismo modo, Albert Rivera, debe de estar frotándose las manos. Su alternativa parece más contundente y más sensata que el despropósito popular.

8- Mi amigo Aldo Comas, catalán no nacionalista, se quejaba hace pocos días de que mientras la campaña por el sí estaba llena de entusiasmo y vitalidad, la del no era gris ceniza y les dejaba a sus votantes al pie de los caballos. Es cierto: eran unas elecciones importantísimas y no se puede decir que el unionismo haya mandado a sus mejores hombres: Albiol no lo era, desde luego, y la sucesión de errores de Rajoy, Margallo y el que decidió poner a la plana mayor del PP hablando catalán con unas caras rarísimas, complicaron aún más las cosas. Pedro Sánchez decía una cosa y Felipe González decía la contraria con un tremendismo en ocasiones estúpido. Incluso en la prensa, Arcadi Espada parecía más preocupado por lo que decía Carlos Alsina que por la realidad. Que aun así, hayan conseguido un 40% de los votos es casi un milagro.

9- Digo un 40% y no un 52% porque no puedo meter en el mismo saco a CSQEP. De acuerdo, no son independentistas, pero sí son soberanistas y defienden el famoso referéndum del "derecho a decidir". Tampoco puedo incluir a Unió, que se quedó bordeando -oh, ironía- el 3% que le hubiera permitido entrar en el Parlament. Si las elecciones eran un plebiscito sobre la independencia, Mas lo ha perdido; si eran un plebiscito sobre si hacer un plebiscito, lo ha ganado. Si eran unas elecciones autonómicas, y punto, tiene un pie en la calle.

10-  Entonces, ¿qué nos cabe esperar? El escenario es el peor posible: el independentismo podría haber arrasado o podría haberse hundido. Sin embargo se ha quedado atascado en mitad del túnel: gana en escaños -aunque depender de las CUP es mucho depender- pero pierde en votos. Hubo un tiempo en el que los nacionalistas vascos y catalanes estaban de acuerdo en que la independencia requería un consenso social que fuera más allá de la mitad de los votos más uno. Ahora, parece que se conforman con la mitad de los votos menos 150.000 siempre que estos lleguen de las circunscripciones correctas. Las reacciones de euforia por los dos lados no apuntan a nada bueno: ambos lados piensan que lo han hecho genial y que han ganado. Quizá sea el momento de, por fin, reformar la constitución y organizar el famoso referéndum siguiendo las coordinadas de Escocia o Quebec. Sí, sería una pérdida de soberanía por parte del resto del estado español pero estoy dispuesto al sacrificio con tal de que esto acabe de una vez y que acabe con acuerdos de por medio que todo el mundo esté dispuesto a aceptar.

Si es que alguien se cree que a estas alturas eso es posible.