jueves, octubre 23, 2014

I will survive



Cuando Manuel Jabois fichó por "El Mundo", Pepe Albert de Paco me llamó inmediatamente muy ilusionado, repitiéndome: "Y ahora te toca a ti, Guille, ahora te toca a ti". Yo ya intuía por entonces que aquello no era más que uno de esos ataques de entusiasmo de Pepe que le hacen tan querible, lo que quizá no intuíamos ninguno de los dos es que el de Jabois iba a ser el penúltimo fichaje como tal de la prensa nacional española. El último, probablemente, fuera Hughes, que pasó del blog a La Gaceta y de La Gaceta, triunfal, al ABC.

Los tres tenemos un grupo de WhatsApp que utilizamos para quedar alguna tarde y luego poder desquedar esa misma mañana. Es la nuestra una finalidad sin fin y así la cosa se irá prolongando hasta que al menos dos de los tres se rindan y aparezcan en el mismo lugar a la misma hora. A Hughes le conozco de Twitter, supongo que como casi todos. Cuando fundé una revista online fue mi primera opción como columnista. En su caricatura aparecía enfurruñado frente a la tele apretando un mando y a mí me gusta imaginármelo así, algo errático y abúlico a la vez. Nostálgico e insatisfecho.

A Jabois le conozco de antes, pero no mucho antes. Llega un momento en que las biografías tienen sentido pero hasta ese momento no son más que un laberinto inglés. Trabajamos juntos en Factual -Manu dice que él trabajó poco, algo casi testimonial, yo apenas lo recuerdo, como no recuerdo a casi nadie, solo a Montano- y luego nos dedicamos unos cuantos elogios cuando él vivía aún en Pontevedra y yo en Malasaña. Después, todo fue muy rápido: escribió un libro, vino a Madrid, la ciudad se enamoró de él y acabó haciendo himnos coreados por Florentino Pérez.

Si no me equivoco nos hemos visto cinco veces, no más, y eso no justifica que le eche tanto de menos.

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En la plaza de Antonio Vega cuelga un cartel enorme que dice "Malasaña es muy de Mahou" y yo pienso, como siempre, que si de verdad lo fuera no tendrían que recordárselo con tanto estrépito. Justo en la esquina de Churruca con Apodaca, delante de la farmacia que fue mi farmacia durante cuatro años, un grupo de técnicos lo prepara todo para el rodaje de algo que puede ser una película pero también puede ser un anuncio de Campofrío mientras Ricardo Darín habla tranquilamente con Javier Cámara, los dos sentados en unos taburetes. El encanto del barrio, pienso, es que a su manera consigue ser una especie de Manhattan diminuto: nadie te molesta salvo que tengan que venderte una suscripción a Médicos Sin Fronteras.

Pero en ese caso, al menos, a todo el mundo le molestan por igual.

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Busco un libro de Iturriaga y acabo encontrándome a mí mismo en El Corte Inglés, la FNAC y La Central. Los dos libros siguen expuestos y bien a la vista, salvo quizás en un sitio, donde lo coloco hábilmente encima del de la Décima. Sí, es emocionante, pero no le demos más vueltas. Al salir del metro de Delicias, un hombre de unos 35 años me pregunta por la entrada al Museo del Ferrocarril, le indico por dónde ir y le advierto de que igual no está abierto a esas horas. Sin mirarme, dice muy digno, "tiene que estarlo porque hay un evento" y al decir "evento", como afirmaría Protágoras, un evento pasa por su boca.

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Actividad en clase con "I will survive" de Gloria Gaynor. Éxito moderado. Moderadísimo, vaya. La cosa solo se anima cuando el segundo pase lo hago con la versión de Cake. Cuando busco la canción en YouTube para insertarla en esta entrada, entre los vídeos recomendados me aparece un corto que vi en 2006, puede que 2007 y del que no había vuelto a saber nada. ¿Desde cuándo me conoce Google? Es el típico pensamiento que viene acompañado de la frase "Da miedo pensar...", pero en mi caso más que miedo lo que siento es algo parecido a la coquetería, el halago, como cuando te hacen una entrevista y te citan cualquier chorrada que dijiste años atrás.

Una parte de ti se avergüenza pero la otra agradece infinitamente el esfuerzo.