lunes, octubre 06, 2014

Getting better



Alberto Fabra explica en TVE que "ahora las cosas nos van mejor". Siempre que un político dice algo de ese tipo, a mí me entran ganas de preguntarle: "¿A quiénes?". Mucho más si es un político valenciano. Pueden ser dos cosas, que el "nosotros" sea autorreferencial, es decir, "a mis amigos y a mí, al partido, al Govern, lo que quieran...", pero eso obviamente es impensable en términos de propaganda, o, lo más lógico, que el "nosotros" apele a la ciudadanía o a lo que ahora se llama pomposamente, "el pueblo", esa ensoñación romántica. Si es lo segundo, francamente, no veo por qué tendría que explicárnoslo, ya lo deberíamos saber a estas alturas, ¿no?

En cuanto al programa en sí, "Los desayunos de TVE", uno quizá echa de menos un punto medio entre la agresividad de Ana Pastor y esta simpatía a la carta de María Casado. Algo que no sea repreguntar sobre la misma cosa hasta que se acaba el tiempo del programa y que no sea tampoco el "yo te pregunto esto, pero tú contesta lo que te dé la gana que tengo ya la siguiente preparada". No es que Casado me caiga mal ni me parezca mala profesional. Al contrario. Supongo que son cuestiones de formato y de momento político. El presidente del PP valenciano diciendo que la lucha contra la corrupción es uno de los pilares de su gobierno. Así, como si nada. ¿Qué le vas a decir después? Es como aquello de Aristóteles y las preguntas por los principios, si alguien duda de cosas evidentes, mejor ni siquiera insistir.

Al menos nos enteramos de que la alcaldesa de Alicante, a fecha de hoy, no está entre las candidatas a repetir candidatura. Tardó dos minutos en contestar la pregunta así que igual dentro de cinco meses consigue convencernos de lo contrario en otros dos minutos. Van a hacer tres años desde que Esperanza Aguirre se retiró de la política, por ejemplo. No crean que me enfado por todo esto: es su trabajo. Convencernos. O eso creen. Se utilizan las palabras, los conceptos, los valores... de una manera tan alegre y tan orwelliana que dejan abierto un camino peligrosísimo. Luego hablan de populismo. El populismo no es más que la perversión de determinados valores que se han impuesto por rutina y no por pedagogía. Por eso mismo cualquier regeneración, venga de donde venga, siempre será populista en los tiempos de neolengua que corren.

Lo importante, diría yo, no es luchar contra ese populismo -o no solo- sino luchar contra la neolengua.

Mañana de lunes, primer día como tal del nuevo curso, al menos para mí. Escribo desde la biblioteca del Museo Nacional Reina Sofía. Es un sitio agradable lleno de libros que no tienen nada que ver con mi actividad pero no dejan de ser libros. Yo, por si acaso, me he traído cuatro aparte de mi ordenador y mi disco duro. La torpeza de las primeras veces. Estuve aquí hace quince años, con Dani Pacios. Él se documentaba sobre Erik Satie y yo sobre Marcel Duchamp y John Cage, Ni rastro de Amunikes ni similares. Hoy voy a documentarme sobre Dino Meneghin y entiendo que eso es en parte un retroceso y en parte la constatación de que he sobrevivido.

Por lo demás, el día ha empezado demasiado pronto. Álvaro se quedó dormido ayer a las siete de la tarde y hoy a las seis de la mañana no había quien lo aguantara en la cuna. La Chica Diploma se ha quedado un ratito más en la cama y yo me lo he llevado entre legañas al salón. Inmediatamente, se ha calmado, como si ya hubiera conseguido su objetivo. Luego, ya en su pequeño gimnasio en el suelo, ha probado el giro hacia abajo y el giro hacia arriba hasta que ha conseguido perfeccionar los dos. No es un chico sutil, eso que quede claro, pero todo lo que tenga que ver con la tenacidad le sale de maravilla. Si eso es una buena noticia para los padres o no, aún no lo tengo claro.