Hace un par de días, en una de sus
múltiples apariciones en público -unos afrontan los escándalos callando,
otros sobreactuando, pero el escándalo sigue ahí agazapado,
esperándolos tras cada portada-, la futura presidenta de la Junta de
Andalucía, Susana Díaz, definía a su aún jefe, Juan Antonio Griñán, como
"íntegro, recto y honesto"... y desde entonces no he conseguido apartar
de mi cabeza la definición que a su vez hacía Loquillo de sí mismo:
"Feo, fuerte y formal", supongo que por los tres objetivos y porque mi
cabeza funciona de una manera un tanto azarosa.
Sin embargo, pensando en el parecido, hay que reconocer que Loquillo
fue mucho más ingenioso, porque, al fin y al cabo, ser "feo, fuerte y
formal" es ser tres cosas distintas que se complementan, pero ser
"íntegro, recto y honesto" es ser lo mismo tres veces, que supongo que
es lo que Díaz quería remarcar, que Griñán no es solo honesto sino tres
veces honesto, tres veces santo. Un poco pelota, Díaz, todo hay que
decirlo, y viendo lo visto, un poco temeraria también porque la
honestidad es algo perfectamente falsable: basta con que un juez lo
demuestre para que Griñán deje de ser íntegro, deje de ser recto y deje
de ser incluso del PSOE, porque las cosas funcionan así: si te pillan,
conmigo no cuentes.
Bueno, eso no es del todo exacto, el proceso suele ser el siguiente y
a los que nos gusta el ciclismo nos suena de cada vez que alguien da
positivo en un control anti-dopaje: si haces trampas, nosotros miramos a
otro lado; si haces trampas y sospechan, te defendemos todos a una, sin
fisuras; si haces trampas y te pillan en una de ellas... ahí se impone
el silencio. El tuyo y el nuestro. Es lo que tienen las familias. Ese
silencio espeso entre el primer y el segundo plato. El silencio que solo
se rompe por SMS: "Sé fuerte. Aguanta. Te comprendo".
A partir de aquí, caben dos opciones: el tramposo asume sus culpas en
solitario, en cuyo caso, con el tiempo, se le premia con alguna clase
de amnistía y la concesión de un puesto como director deportivo -o con
un puesto atractivo en una de nuestras empresas amigas-... o el tramposo
decide tirar de la manta. En ese caso, el "íntegro, recto y honesto" o
el hombre "cuya culpabilidad jamás podrá ser probada" se convierte en un
alien, un extraterrestre que bajó de las estrellas para ser tesorero
del partido o secretario regional o lo que sea.
Un extraño a quien solo le quedará repasar las hemerotecas, el nudo
en la garganta, a lo Michi Panero, repitiendo "Éramos tan felices,
éramos tan felices..." mientras pasa de un elogio a otro, de una foto
entusiasta a otra y comprueba que no queda nada porque ya no es nadie,
porque se ha ido de la familia del partido, sea ese partido el que sea:
el PP, el PSOE, CiU cuando se pone o IU y ERC cuando prefieren seguir
adelante como si nada no vaya a ser que pierdan alguna concejalía.
Y lo peor de todo es que, la Susana Díaz de turno, el Mariano Rajoy
de turno, seguirá a lo suyo, es decir, presidiendo y distribuyendo
elogios, que es la mejor manera de presidir en este país, sin complejos,
intentando convencer a todo el mundo de que el infierno son los otros y
que ese Bárcenas, ese Griñán si se diera el caso, no lo duden, no son
más que agentes externos contratados por el enemigo, es decir, el
partido rival... es decir, su espejo.
Artículo publicado originalmente en el periódico El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"