miércoles, julio 03, 2013

Jugábamos con el talento que nos dieron los dioses


Hablaba el otro día de mi "acmé". Repasemos el término y lo que implica para mí: el "acmé" de un filósofo o un pensador griego se consideraba ese momento de madurez y esplendor en su pensamiento, cuando de alguna manera dejaba de ser aprendiz para convertirse en maestro. Algo así como Juan Manuel en MasterChef para los lectores menos iniciados en el tema. Yo llevaba esperando mi "acmé" desde que vi "Cuento de verano" de Eric Rohmer y una chica le decía al protagonista: "Tu problema es que tienes 19 años y todas sabemos que cuando tengas 30 serás maravilloso. Por eso ninguna nos queremos arriesgar a tener algo contigo ahora, porque estamos todas esperando".

Yo tenía 19 años cuando vi la película, obviamente.

En cualquier caso, volvamos a lo que yo mismo he considerado mi "acmé", sea eso lo que sea, es decir, finales de 2005 y principios de 2006, incluso 2006 entero. El 1 de enero de ese último año escribí un post en mi antiguo blog que supongo que está en mi libro y que, dentro de un discurso extremadamente vitalista, acababa con la frase "Jugamos con el talento que nos dieron los dioses", que había sacado de la película "Troya", simplemente porque era lo que echaban en la tele cuando estaba escribiendo la entrada y me venía de perlas.

Efectivamente, la sensación era esa: la sensación era que jugábamos y que nos divertíamos y que cambiábamos las reglas todo el rato y que por primera vez en mi vida podía disfrutar de un juego sin consecuencias, lleno de trampas y en el que además las cosas me iban bien. Esto último es importantísimo porque las valoraciones éticas se mezclan con las estéticas y dentro de esta última categoría incluiré "lo que a mí me parece bonito y lo que a mí me parece feo", aunque a los académicos les repatee, y por supuesto todo era bonito o era feo según me fuera a mí en la fiesta... pero en ningún caso era bueno o malo. Dejamos esas categorías al lado y nos convertimos inmediatamente en "amoralistas".

¿Saben lo peligroso que es eso? Sí, lo saben porque han sido adolescentes, y si no lo saben lo siento mucho por ustedes, porque la sensación de jugar con el talento que te dan los dioses, la de que cualquier día va a ser distinto y que acabe como acabe te va a pillar bailando con una sonrisa y la promesa de una segunda oportunidad; eso, no se repite, o al menos no se puede repetir continuamente porque en seguida llegan las responsabilidades. En seguida. El 2 de enero sin ir más lejos. Siempre hay un 2 de enero en nuestras vidas y no es un día jodido, simplemente es un día distinto. Melancólico.

Nosotros éramos una familia y éramos terriblemente guapos y no nos conocíamos de nada. En resumen, era precioso. Cada noche, cada blog era un misterio. Minyacairiel, Pocahontas y MambaNegra. Rosa naranja, rosa roja y rosa blanca. Mensajes de madrugada, de primera hora de la mañana: "Can I have it like that? You got it like that!". Podía decir que fue una época tremendamente sexual, pero no fue el caso. Al menos no fue el mío. En el juego, en las reglas del juego, se exigía entre otras cosas bailar bien, ser elegante, "el Cesc del Colonial", que me llamaba a mí mismo cuando Cesc empezaba a debutar en el Arsenal. Yo siempre creí en la moral y luego creí en la elegancia y ahí creo que es cuando dejé de ser cínico para ser esto que soy ahora y que no sé qué es.

Porque creo que lo peor que se puede ser en esta vida es cínico.

Aunque también crea que es necesario.

Las noches de 2005 y 2006 tenían una mezcla de vitalismo y cinismo, porque había que ser muy cínico  para no querer ver morir al bebé Rocamadour. ¡Ah, pero éramos tan felices, éramos tan felices! Y si no lo éramos, lo parecíamos. Todo el rato. Incluso en la pataleta. Eso no sé si es cinismo o qué es, ahora que lo pienso: negar la realidad para dejar un cadáver bonito, sonriente, a las cinco de la mañana en el Honky. A las seis en un taxi a Majadahonda mientras Hache vomitaba el último JB con Coca-cola y siempre, siempre, siempre -siempre que podíamos, es decir- era Nochevieja.