martes, mayo 07, 2013

El futuro sin Mourinho, el futuro con Vilanova




Es complicado juzgar los tres años de Mourinho por sus resultados deportivos. Parece como si a su alrededor se hubiera creado desde el primer día una especie de burbuja por la cual el fútbol ha sido siempre lo de menos y todo se ha reducido a una cuestión de lealtad y odio: lealtad a sí mismo y su trayectoria; odio a todo lo demás que le ha molestado: los árbitros, los horarios, la Federación, la UEFA, UNICEF, “Pito” Vilanova, Valdano, Casillas, la tristeza de Cristiano Ronaldo, los pseudomadridistas y madridistas disfrazados… Su propio balance de estos tres años ha sido autocomplaciente como no podía ser de otra manera, y eso es una pena porque oculta al menos tres verdades positivas: 1) El Madrid ha competido de tú a tú con el Barcelona durante dos años, perdiendo su incomprensible complejo de las dos anteriores temporadas, 2) La liga que el Madrid ganó el año pasado fue sublime, con 100 puntos y más de 120 goles, y 3) El equipo, especialmente la temporada pasada, jugó muy bien al fútbol, con muchos jugadores involucrados en el proyecto.

Sin embargo, estos tres datos se pierden en una lista de acusaciones y reivindicaciones destinadas a hacer olvidar lo obvio: el Real Madrid, estos tres años, no ha estado al nivel de sus jugadores. No vayamos a la historia porque eso es peligroso e injusto. El palmarés del Madrid es tan enorme que aplastaría a cualquier entrenador. Mourinho está satisfecho por haber ganado dos títulos serios —pueden ser tres en unos días- y haber llegado a tres semifinales de Champions. Según él, es mucho más de lo que hicieron sus antecesores, Del Bosque aparte. Puede que eso sea cierto pero por la misma regla de tres, Mancini podría irse del Manchester City diciendo que con él en el banquillo el equipo ha logrado muchos mejores resultados que en los 20 años anteriores. Sería verdad pero tramposo: la inversión y los jugadores del City pedían algo más que una liga en tres años y una FA Cup, quizá dos.

¿Por qué se considera un éxito lo de Mourinho en el Madrid y un fracaso lo de Mancini en el City? Lo desconozco. Quizá sea bueno buscar un término medio: Mourinho ha tenido sus cosas buenas en lo deportivo y ha demostrado en el pasado ser un gran entrenador. Lo demostró incluso en el Madrid en la temporada 2011/12. No así en la 2010/11, donde no solo perdió 5-0 en el Camp Nou sino que se lió en una cantidad tal de broncas que sin duda distrajeron al equipo, ni mucho menos este año, donde ha perdido en semifinales de Champions League contra un equipo que me sigue pareciendo inferior al Madrid en todo menos en el juego colectivo, es decir, aquello que maneja el entrenador. No reconocer eso, no hacer esa mínima autocrítica, desvirtúa su autovaloración.

Si los resultados no han estado a la altura en estos tres años de Mou, y mucho menos en los cuatro de Florentino Pérez, lo cierto es que la inversión en capital futbolístico hace pensar en una transición suave para el Madrid. Más allá de las filias y fobias provocadas por mourinhistas y antimourinhistas que han dividido en dos los afectos de la hinchada hacia sus jugadores lo cierto es que el Madrid tiene una plantilla excelsa, maravillosa, con recursos para todo. ¿A quién habría que fichar para que la cosa mejore? Muchos apuntan a un delantero que sustituya a Benzemá o Higuaín, pero hablamos de dos talentos extraordinarios, como lo demostraron el año pasado. ¿Cuánto dinero costaría un refuerzo en esa posición y en cuánto mejoraría a los jugadores ya existentes? Por lo demás, quizá convendría fichar un lateral derecho para complementar a Arbeloa, pero son detalles tan ínfimos que hacen que el equipo, con o sin Mourinho, sea para mí el gran favorito el año que viene en todas las competiciones.

Peor lo tiene el Barcelona, mal que me pese porque mi simpatía hacia este equipo y su forma de jugar viene de lejos sin llegar al forofismo. Las sensaciones de fin de año son las de una plantilla demacrada en lo físico y lo emocional. El desbarajuste táctico en el que se ha movido el equipo durante todo el año —un desbarajuste ya anunciado el año pasado y que probablemente motivó la marcha de Pep Guardiola, sabedor del inmenso desgaste que supondría reactivar a su plantilla- ha derivado en una sensación de fragilidad absoluta.
Al igual que sucede con el Madrid, el Barça tiene unos jugadores excelentes y muy bien pagados. Sus resultados al menos están a la altura. En los tres años de coincidencia con Mourinho, el Barcelona va a ganar dos ligas, una copa, una Champions League y varias Supercopas, Mundialitos... El palmarés está a la altura o por encima de la historia blaugrana pero la transición apunta a ser más difícil porque es un equipo basado en una forma de entender el juego, obsesionado por “el concepto” y que ahora mismo no sabe lo que tiene que hacer en el campo. Un equipo en el diván. No es una cuestión de nombres ni de rotaciones, es una cuestión de intensidad, de salir a morder, de ganas… y de poder ejecutar esas ganas. El desplome físico se explica con dificultad porque este año los suplentes han jugado prácticamente lo mismo que con Guardiola.

El Barcelona sí necesita fichajes pero sobre todo necesita recuperar lo que tiene: que Xavi demuestre que a los 33 años puede superar sus molestias físicas, que Cesc aclare si es un centrocampista ofensivo o un delantero falso, que Alexis sepa si tiene que jugar a desbordar por banda o si tiene que tirar desmarques y arrastrar rivales o si mejor que presione como loco, a lo Pedro, y que sea lo que Dios quiera. Mientras Messi esté cerca de su cien por cien, el equipo será competitivo, pero es complicado pensar que será el mejor de Europa sin al menos un central de garantías, un delantero que complemente a Neymar y Messi y sin la citada limpieza física y mental de sus estrellas ya existentes, probablemente saturadas tras cinco años de éxitos en su club y en su selección.

En cuanto a Tito Vilanova, convendría darle la oportunidad de que trabaje un año entero con el equipo antes de juzgarlo. Ha pasado por un cáncer y eso no le convierte en un santo, pero es absurdo negarlo: durante demasiado tiempo su cabeza y su cuerpo han estado en otra cosa… y aun así va a ganar la liga. El año que viene tendrá que tomar decisiones, ejercer un verdadero liderazgo e imponer disciplina táctica en un equipo que se ha despistado muchísimo en ese aspecto, limitándose a esperar a ver cuándo aparece el 10 y gana él solo el partido. Eso te puede dar ligas y copas, porque en España juegan solo dos equipos, pero en Europa es complicado y hasta el PSG de turno te puede poner contra las cuerdas.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"