sábado, febrero 02, 2013

Love, actually



Y como no hay Canarias, queda el cine -"Inés nunca olvida que el cine le cura, que aquí no hay engaño... y la gran mentira todos estos años ha sido su vida, que está a la salida para hacerle daño"-. Esta semana estoy poniendo en clase "Love, actually". Como la película es más bien larga la divido en dos sesiones de una hora y aun así me falta tiempo. La vi por primera vez en 2004, con Lucía. Le cogí manía. Uno no puede ir a ver una película así con una ex novia por muy educado y civilizado que quiera ser.

Sin embargo, le he acabado cogiendo cariño: me gusta, por ejemplo, el viejo rockero que llega al número uno. No me gusta que llegue al número uno porque lo estropea todo: ese personaje no puede de verdad querer ganar o no puede considerar que "ganar" es vender más discos que no sé qué grupo adolescente. Los finales felices a veces son de una infelicidad atroz. En lo que a mí respecta y una vez mandado al mundo el mensaje de que todo apesta y él el primero la cosa debería quedarse en un "A ninguno de los anteriores" y un fracaso bien aceptado, un fracaso que no sea fracaso, que no se convierta en abismo. El daño que ha hecho la estética del perdedor a dos o tres generaciones al menos es la renuncia a la mediocridad como algo positivo.

La mediocridad buscada me parece el concepto más infravalorado del mundo.

Hay otras cosas en la película: me enamoro con frecuencia de Keira Knightley. Keira Knightley me hace sentir que el mundo es un poquito mejor y cuando suena el "All you need is love" al final de la boda yo echo unas pequeñas lagrimitas que ninguno de mis alumnos ve porque sé colocarme muy bien en las esquinas. Espero que ellos aprecien que hay más inglés, que hay más vida en cualquier verso de la canción que en la explicación en tres sesiones del presente continuo.

Aparte de las películas dentro de las academias están las películas dentro de los cines. El domingo pasado la Chica Diploma y yo desafiamos la gripe y la lluvia para acabar viendo "Argo". Nuestra propuesta inicial era "Django Unchained" pero no quedaban entradas en ninguna de las tres salas a las que fuimos con una hora de antelación. Cuesta de enero. Finales de mes. La película nos gustó, al menos la parte en la que no estaba fuera de la sala tosiendo como loco porque me ahogaba y con los ojos llorosos. El resto, ya digo, bien, muy dinámica y con Ben Affleck sin molestar, calladito, serio, sin cambiar el gesto en toda la película ni falta que hace porque la película no son los actores, es el guion.

El jueves tocó "Lincoln", con la entrañable Annie Hall.en sesión de las diez. A mi no me importaba, al revés, porque los jueves por la madrugada, deberían saberlo, tengo sección en la COPE y tenía que hablar del karaoke, así que mejor ir animado. No me imagino a Lincoln en un karaoke, quiero decir, no me lo imagino subiendo al karaoke aunque quizá sí abajo, con un comentario ingenioso y piadoso a la vez sobre cada uno de los borrachos que suben a cantar. Me lo imagino como el sobrio-los-cojones que se dedica a repartir ternura y conversación adulta a una hora y en un lugar donde eso es imposible. La película de Spielberg le deja a uno la sensación de que Abe era algo así como el Don Pimpón de los presidentes americanos y juro que si yo hubiera sido Jefferson Davis me habría rendido mucho antes con tal de no tener que escuchar una anécdota más.

Hoy el turno es de "Mapa". Hace tiempo que no iba al cine solo y eso que ir al cine solo es una de las cosas más sanas del mundo. El dolor no ha menguado. Un dolor por lo que es mi país y a la vez mi futuro, imposibles de separar. Periódicos que deciden pagarte con seis meses de retraso, ofertas que nunca llegan, la conciencia de que no hay futuro y que eso ha dejado de ser divertido, porque en los 70 no tener futuro era la hostia: hacías un grupo punk, te ibas a Nueva York y acababas matando a tu novia en una habitación de hotel, pero afortunadamente los valores han cambiado. Ayer, al volver de Tres Cantos, esa ciudad donde te despistas y te atrapa una pulmonía, hablaba con la Chica Diploma sobre la capacidad de tumbar un gobierno así, de cambiar un país podrido.

Ella era optimista y yo no. Ella cree que el mundo está lleno de gente deseosa de hacer cosas todo el rato y yo creo que el mundo está lleno de gente que lo que quiere es desaparecer de una vez. Gente que va al cine y camina por Sol con un nudo en la garganta. Esa gente.