viernes, agosto 31, 2012

El éxito irremediable de Bildu



El reciente sondeo de El Mundo por el que PNV y Bildu conseguirían el 61% de los votos y una mayoría absoluta más que holgada en las próximas elecciones vascas ha provocado una gran alerta y la consiguiente precipitación en el análisis. De entrada, la noticia no es nueva, se limita a corroborar los resultados del Euskobarómetro de mayo y los de las Elecciones Generales del 20 de noviembre, donde Amaiur ya consiguió el mayor número de diputados en la historia de la llamada “izquierda abertzale”.

Lo fácil es analizar los términos en clave de nacionalismo –no nacionalismo. Bien, ese es un condicionante importante y que no hay que dejar de lado. Muchos de los votantes de PNV y Bildu obviamente son independentistas o como mínimo soberanistas, sea eso lo que sea, pero los resultados de un sondeo no se explican simplemente con un titular del tipo: “El nacionalismo avanza en el País Vasco” o “El constitucionalismo retrocede en el País Vasco”.

El País Vasco no es un lugar alejado del mundo que se maneje por sus propias reglas. Obviamente, hay particularidades, pero no configuran el todo. En el País Vasco ahora mismo pasa lo que en el resto de España: el PP y el PSOE están sufriendo una crisis de descrédito importantísimo que crece cada vez que un diputado de uno u otro partido abre la boca. Pongámoslo así: yo no soy nacionalista vasco pero sinceramente me costaría mucho votar a PP o PSE, igual que me cuesta hacerlo en Madrid. Y sería muy complicado que se me pidiera el voto en nombre de una causa común cuando se han pasado tres años discutiendo y tirándose los trastos a la cabeza.

A esta falta de confianza en PP y PSOE hay que añadir un hecho internacional: en cada elección que se celebra desde el inicio de la crisis económica global, el partido en el poder ha perdido. En esta ocasión, el poder lo ostentan precisamente los constitucionalistas y es lógico que de ese descontento se aproveche la oposición porque ya se sabe que quien no hace nada no se equivoca nunca y la memoria del votante es tan corta que puede ver al PNV como un partido de oposición, obviando que muchos de los problemas de su comunidad tienen que ver con los 25 años de anteriores gobiernos nacionalistas.

Otra cosa es Bildu. La conexión Bildu-Batasuna es evidente y eso me hace muy complicado entender que haya gente que vote masivamente a una formación que durante años ha apoyado activamente el terrorismo como vía política, la exterminación de sus vecinos, sus compañeros de trabajo… la familia que ponía la sombrilla a su lado en la playa de La Concha. El problema es que esa asociación Bildu = Batasuna = ETA no está en la mente de todos los votantes de Bildu. Para muchos de ellos, la coalición no es sino la representación del voto antisistema, una manera de dar una patada en los genitales al poder establecido.
Es algo infantil, lo sé, pero vivimos una época muy infantil, especialmente desde que nuestros políticos se acostumbraron a tratarnos como niños tontos y nosotros se lo pagamos con nuestros votos complacientes. 

El crecimiento de Bildu tiene una parte de reclamación independentista y otra de “que se jodan, voy a votarles” sin medir las consecuencias. Les puede parecer terrible e irresponsable, pero es así. En estas condiciones, el éxito de Bildu es irremediable. Peligroso, desde luego, pero irremediable. Representan todo lo que pide el votante enfurecido: acción directa, desprecio a las convenciones, reclamación de lo exclusivo mediante la fuerza si es necesario, propuesta de un nuevo orden social, difuso pero nuevo, que es lo que cuenta.

Decía un diputado nacional del PP recientemente que la crítica excesiva a los partidos convencionales podía degenerar en la llegada de populismos totalitarios que “incluso quitarían el Twitter”. Bien, la frase era desafortunada en la forma porque incidía en el “te voy a quitar la Playstation” que se le dice al niño de nueve años, pero sí acierta en el fondo y de hecho es algo que en esta columna se ha comentado varias veces: la deriva anti-partidos desemboca en populismo y acción directa y eso sería terrible para una democracia liberal. Incompatible, de hecho.

Lo que no tengo tan claro es que la culpa de esto la tenga la gente por quejarse. Desde luego se me ocurren mil opciones mejores de mostrar mi enfado con los grandes partidos que votar a Bildu, pero tengo claro que PP o PSOE o quien sea tiene que ponerse las pilas ya antes de que esto se convierta en Weimar. No vale con decir “no os enfadéis que luego viene uno peor” sino dar motivos para que no haya ese enfado. Pedagogía en vez de odio. El único lugar donde los dos partidos han gobernado juntos ha sido en el País Vasco y han acabado adelantando las elecciones con un parlamento completamente dividido y acusaciones mutuas de todo tipo.

Es inevitable pensar que igual se podía haber hecho mejor, ¿no creen?

Artículo publicado originalmente en el diario "El Imparcial", dentro de la sección "La zona sucia"

jueves, agosto 30, 2012

La peligrosa burbuja del Barcelona



Hay que dejar claro que el Barcelona es un gran equipo que, en ocasiones, aún juega de manera maravillosa al fútbol y que viene de hacer semifinales en Champions y ganar la Copa del Rey, así que este artículo no pretende ser una crítica a la totalidad. No es una crítica al modelo de juego ni a la concepción del club sino una alerta a determinados excesos y, lo que es peor, al peligro de no cambiar el discurso, de atribuir toda derrota a "errores puntuales", "desgracias que no tienen que ver con el juego" o "cosas raras", como diría Pep Guardiola.

El hecho es que de un año a esta parte el Barcelona ha dejado de competir al mismo nivel que los tres anteriores. Creo que no se analizaron bien las razones de las distintas victorias y por eso es complicado analizar bien las razones de los altibajos actuales. El Barcelona de Guardiola no era heredero del de Cruyff ni del de Rijkaard sino del Ajax de Van Gaal. Guardiola había jugado en Italia, había aprendido de los italianos lo suficiente como para saber que sin orden táctico, presión constante, recuperación inmediata del balón y ocupación correcta de espacios en defensa es imposible ganar.

Todo eso, más la calidad inmensa de sus jugadores, lo convirtió en el mejor equipo del mundo y, forofismos aparte, el mejor equipo que yo haya visto en mi vida. Todos los críticos coincidían en que el Barcelona era un equipo "aburrido", es decir, que no ofrecía emociones fuertes porque ganaba siempre por aplastamiento. Si llegaba el 1-0 o el 0-1, sabías que el partido estaba acabado: el rival no iba a remontar salvo contadísimas excepciones. No en vano, Víctor Valdés fue, holgadamente, el portero menos goleado de la liga en cada una de las cuatro temporadas de Guardiola.

¿Qué pasó entonces en el verano de 2011 para que todo esto cambiara? Bueno, hay razones físicas y de mentalidad: es imposible competir cuatro años con la misma fiereza, la misma intensidad y el sistema Guardiola-Vilanova obligaba a esa concentración continua. La solución táctica fue cambiar dicho sistema y venderlo como una adecuación a las "características históricas" del barcelonismo cruyffista, es decir, apostar por un 3-4-3 con extremos puros pegados a la banda y un delantero que funcionara como falso nueve rodeado de canteranos.

Era la recreación de algo que nunca había sucedido así: Cruyff apenas jugó con un 3-4-3 y desde luego nunca en partidos importantes. Su sistema fue siempre un 4-3-3, con Guardiola por delante de Koeman y Koeman a su vez acompañado por un central de marca y dos laterales muy rápidos para las coberturas. Tampoco jugó Cruyff habitualmente con extremos, como no lo harían Rijkaard y ni siquiera Van Gaal, que sí lo hizo en el Ajax con Overmars y Finidi. Los extremos de Cruyff eran Stoichkov y Begiristáin, dos delanteros puros, y en ocasiones el propio Laudrup, que caía a un costado para dejar su puesto de falso nueve a Bakero. Sí, podemos recordar las cabalgadas de Goikoetxea, pero Goiko era suplente con Cruyff y a menudo lo ponía como lateral directamente.

El falso nueve, de hecho, también tiene parte de mito. Cruyff podía colocar a Laudrup o Bakero como referencias arriba, pero se cuidaba muy mucho de tener a Salinas como relevo cuando hiciera falta. Van Gaal contaba con Anderson y Kluivert. Rijkaard tuvo a Eto´o y a Larsson e incluso Guardiola empezó con el camerunés, luego con Ibrahimovic y después fichó a Villa, teniendo siempre a Bojan en el banco por si acaso. Bojan, por cierto, le dio media liga 2009/2010 cuando Ibrahimovic se borró definitivamente del proyecto y se bajó del barco. 

En cuanto a los canteranos, otra leyenda: Mourinho lo comentó hace poco con poco rigor y mucha prepotencia pero tenía parte de razón: ¿Qué canteranos jugaron durante los años gloriosos del Dream Team incluso cuando solo podían jugar tres extranjeros? Busquets padre, Ferrer, Sergi en el último año, Guardiola, Amor y es posible que me deje a alguien más que no recuerdo. Si aquel equipo pasó a la historia fue por los Koeman, Bakero, Txiki, Eusebio, Stoichkov, Laudrup, Zubizarreta, Nadal, Goikoetxea y posteriormente Romario. El papel de la cantera con Cruyff solo fue determinante en su última temporada, cuando decidió dar minutos con regularidad a su hijo Jordi y a la quinta del Mini: De la Peña, Roger, Oscar, Celades, Toni Velamazán...

Ese giro al pasado del verano de 2011, a un pasado que nunca existió, insisto, fue una vuelta de tuerca que descompuso el dominio blaugrana. Los partidos del equipo de Guardiola pasaron a ser "divertidos", es decir, salvo cuando jugaban en casa ante equipos menores, te podías esperar cualquier cosa: ya no había un control absoluto sobre el juego, las recuperaciones costaban más, los despistes defensivos abundaban y si el resultado final no fue tan espantoso se debió simplemente a que Messi marcó 73 goles en una temporada, que es un escándalo supremo.

Ese verano se vendió a Bojan. Puede que Bojan no sea jugador para el Barcelona -yo creo que no lo es- pero era el delantero goleador suplente y como recambio no vino nadie. A su venta se sumó la lesión de Villa, al que se decidió no sustituir, y la lesión y venta posterior de Jonathan Soriano, un tío que venía de meter más de 30 goles en Segunda, pero que no cabía en una plantilla de 25 jugadores. El resultado fue un equipo con enormes problemas para meter goles. Ya sé que la cifra total fue la más alta de la historia, pero eso se explica porque Messi aparte de meter sus 73 goles dio 29 asistencias. Participó en 102 goles durante los 60 partidos que jugó. El argentino ocultó un problema que se hizo más palpable que nunca en las semifinales de Champions ante el Chelsea: el Barcelona seguía creando oportunidades pero su ratio de conversión era lamentable.

Eso no es casualidad. Un partido normal del Barça incluye a Busquets, Xavi e Iniesta como mediocampistas. Ninguno de ellos es un goleador. Pueden marcar puntualmente, pero no lo llevan en la sangre, su labor es otra. Si arriba empiezas a colocar a Cuencas y Tellos para abrir las bandas, resulta que el único que te queda con garantías para marcar es Messi... e incluso su mejor versión no fue suficiente a final de temporada porque es humano, no puedes fiar todo tu ataque a que él marque uno, dos, tres, cuatro o incluso cinco goles en un partido. Las decepciones fueron Alexis y Cesc, los dos grandes fichajes que costaron en torno a 80 millones de euros y apenas aportaron los goles que prometían. Marcaron, sí, pero en ningún caso a la altura de Villa y Pedro. No había Plan B.

La delantera no fue el único problema del Barça, también estaba la defensa. Este es un problema que me temo que es conceptual: existe una cierta creencia en La Masía por la que cualquiera puede jugar de delantero o de central, por eso los distintos filiales no se preocupan en sacar un solo delantero centro y los centrales prometedores como Muniesa, Fontàs, Bartra o Gómez llevan atascados casi desde que Guardiola les hiciera debutar, en algunos casos hace cuatro años. Estos defensas son los que han convertido al Barça B en uno de los equipos más goleados de Segunda y lo peor es que esa montaña rusa en que se han transformado los partidos del primer filial se ha extrapolado al primer equipo.

Es cierto que la defensa sí se trabaja en La Masía. Los centrales serán mejores o peores pero ahí están. La sensación que me da a mí, sin embargo, es que los entrenadores del primer equipo no acaban de valorar esa posición como no valoran la de delantero centro. Me explico: Guardiola ya se jugó la final de Roma con Touré Yayà de central y después, con la evidente baja forma de Gaby Milito, pasó a probar en esa posición a Busquets para acabar acertando con Mascherano. Abidal fue la otra opción -un lateral izquierdo reconvertido- pero su desgraciada enfermedad le mantiene apartado del equipo.

Ahora mismo, el Barcelona tiene cinco jugadores que pueden ocupar la posición de central: Puyol tiene 34 años y sale de dos lesiones importantes, Piqué lleva un año con la cabeza en cualquier otro lado y, como dijo Vilanova en el famoso verano 2011, "sin él se nos viene todo abajo", Mascherano es un centrocampista, ha jugado 26 años en esa posición y aún comete errores puntuales muy graves de colocación sobre todo, dejando enormes espacios a su espalda. Los otros dos son Fontàs -transferible- y Bartra, aún inédito esta temporada y sin visos de mejorar porque para esa posición se ha fichado a Song, otro medio centro del que se espera pueda jugar de central.

A mí me parece un exceso. Jugar con muchos mediocampistas está muy bien para mantener la posesión, pero basarlo todo en mediocampistas hace que te conviertas en una caricatura: posesión horizontal, dificultades para llegar con claridad arriba, muchísimos disparos fallados porque no son la especialidad de los llegadores y una cierta falta de contundencia y organización defensiva. Incluso Adriano, lateral de emergencia en la Supercopa, jugó gran parte de su carrera como extremo. Montoya, un defensa de verdad, mejoró con mucho sus prestaciones.

Todos estos son los problemas del Barcelona: falta de agresividad, un dibujo demasiado difuso, una defensa que queda vendida en demasiadas ocasiones y que depende en exceso de tres jugadores, extremos que no crean peligro salvo cuando hacen la diagonal hacia portería -es decir, cuando no juegan como extremos, igual que no lo hicieron en su día ni Stoichkov, ni Rivaldo, ni Ronaldinho ni Henry ni el propio Messi - y ningún delantero para decidir los partidos embarullados más allá de la omnipresencia de Leo, que lleva seis goles en los cuatro partidos de temporada. Entre el resto de sus compañeros han sumado cinco.

Con todo, el inconveniente más peligroso es la falta absoluta de autocrítica, como si cada comentario supusiera tambalear el sistema, el PLAN, con mayúsculas. Eso es absurdo. Lo que hay que hacer con un plan, con un buen plan, es mejorarlo y actualizarlo y acoplarlo a las condiciones de los jugadores en cada momento, pues, obviamente, estos no son los de hace cuatro años, ni en lo físico ni en lo mental. Nadie está pidiendo una revolución sino un debate y el debate no se ve en ningún lado. Cuando en el partido de ida de la Supercopa, Adriano cede alegremente el balón a su portero pese a estar presionado, en el minuto 89, con una renta importante en el marcador, y Valdés, en vez de despejar quiere regatear a Di María, ahí estamos ante un error de concepto que el entrenador oculta: "A Valdés le pedimos que haga eso", dijo Tito Vilanova, y sinceramente espero que no, que ni a Valdés ni a ningún otro portero se le pida que saque el balón jugado a base de regatear delanteros contrarios y cuando está presionado.

El portero es uno de los vértices del juego de triángulos del Barcelona, pero, obviamente, al ser el vértice más delicado tiene que saber cuándo hacer una cosa y cuándo hacer otra. Si siempre tiene que hacer lo mismo, en cualquier circunstancia, no es un recurso, es un dogma, lo que convierte el fútbol en una religión con credo en vez de en un juego. 

El principio de temporada del Barcelona me deja dudas. Más me las deja el del Real Madrid pero ese artículo se lo dejo a otro. El caso es que no se oye ni una voz que sugiera algo parecido a una reflexión. "No tenemos que cambiar nada", insiste Xavi. "Solo perdimos por dos errores puntuales", dice Vilanova después de casi salir goleado del Bernabéu. "Fuimos mejores que ellos y mantuvimos el control del juego", insiste el capitán y junto a él los compañeros y la prensa afín, pese a que todos vimos la primera parte y cómo Valdés evitó cuatro o cinco goles cantados.

¿Puede seguir ganando el Barcelona? Sí, de hecho lo hará porque su calidad es enorme y el sistema, incluso siendo mejorable, funciona en la mayoría de las ocasiones. ¿Se puede atribuir aún el título de "mejor equipo de la Historia"? Ya no. Difícilmente el de mejor equipo del mundo. ¿La razón? El empecinamiento en no atender a los detalles y el pánico a que el cambio en un matiz, en un concepto, derribe como un castillo de naipes el trabajo de décadas y décadas. Guardiola lo vio mejor que nadie: no se trataba de ganar 5-4 sino de ganar 5-0. Como eso es imposible hacerlo siempre, al menos había que intentarlo. Pronto sabremos si Vilanova y sus chicos están dispuestos a aceptar el reto por quinto año consecutivo, de momento lo que más daño le puede hacer al Barcelona y al barcelonismo es la autocomplacencia. Saber elogiar y saber criticar. Lo que se llama "debatir ideas", sin fanatismos. 

Cuando no sabes lo que haces bien ni lo que haces mal sino que te parece que en todo momento estás haciendo lo que debes independientemente de sus consecuencias es que te has metido en una burbuja de difícil salida. Y las burbujas, lo sabemos de primera mano, tarde o temprano explotan.

miércoles, agosto 29, 2012

Cursos intensivos de inglés en septiembre


Esta va cortita y al pie. Tenemos ya organizados los cursos intensivos de inglés en septiembre y aquí os dejo algunas de las coordinadas básicas:

- El nivel que vamos a dar es intermedio, tanto en conversación como en gramática, aunque, obviamente, los días que nos centremos en la gramática habrá parte de conversación y los días de conversación habrá parte de gramática...

- Mantenemos la idea de grupos reducidos para poder tratar a cada alumno según su nivel y que no se sienta perdido. El mínimo son cinco alumnos, el máximo son nueve.

- No hacemos prueba de nivel, pero sí damos indicaciones: para entrar en el curso hacen falta nociones claras de inglés. No me refiero a hablarlo con fluidez sino a haberlo estudiado antes y tener una cierta familiaridad con el vocabulario y la gramática, es decir, no partimos de cero ni de niveles básicos pero tampoco exigimos perfección. Los alumnos que tengan más facilidad tendrán ejercicios más complicados y así sucesivamente. Adaptación, esa es la palabra.

- El precio sigue siendo muy bajo porque la Fundación UPDEA quiere darse a conocer entre alumnos más jóvenes y ampliar así su espectro educativo. Para que os hagáis una idea los precios serían:

INTERMEDIO (GRAMÁTICA) 110 euros por 16 horas al mes (L,X 18,30-20,30)

INTERMEDIO (CONVERSACIÓN) 100 euros por 16 horas al mes (M, J 18,30-20,30)

PACK INTERMEDIO GRAMÁTICA + CONVERSACIÓN 190 euros por 32 horas al mes (L,M,X y J, 18,30-20,30)

Como podéis ver, en el último caso, que es el que os recomiendo porque es el más intensivo y el que antes te permite recuperar cosas que sabías y aprender nuevas, el precio no llega ni a los seis euros por hora. Es un chollo.

- Los cursos empiezan el lunes 3 de septiembre, pero necesitamos ir cerrando los grupos así que, si estáis interesados, os aconsejo que llaméis cuanto antes a la propia Fundación UPDEA en el teléfono 91 447 68 20. Ahí podéis hacer la reserva y para el pago tendríais hasta el mismo lunes por la mañana. Por supuesto, si por alguna razón el curso al que os matriculáis al final no se da, el dinero se os reintegra por completo.

- Finalmente, si queréis tener una idea más concreta de los contenidos y el enfoque de los cursos os dejo aquí este enlace a las programaciones de los cursos de verano.

Muchas gracias y haced correr la voz, por favor! :-)

domingo, agosto 26, 2012

Lágrimas en la lluvia


Cierro el libro de Talese -buenas historias, algunas digresiones dudosas, una traducción lamentable- y acabo a las doce de la noche en la misma posición de las doce de la mañana, es decir, tirado en el sofá, con el mando en la mano y cambiando canales de manera compulsiva hasta que acabo en Intereconomía, donde están analizando "El hombre que mató a Liberty Valance", de John Ford, en un programa que dirige Juan Manuel de Prada y que supongo que no es sino un remedo con ínfulas del de José Luis Garci en los 90.

La cosa debería haber quedado ahí pero uno de los invitados que está hablando me suena de algo. Cuando veo el rótulo, lo entiendo: "Andrés Gambra, catedrático de Historia". Gambra fue mi profesor de Historia Contemporánea en COU y el recuerdo que tengo de él es maravilloso. Aquel hombre flotaba por la clase y por el instituto como si viviera en su propia burbuja y nada pudiera afectarle. De vez en cuando sonreía, por ejemplo cuando alguien le regalaba a T. peluches de metro y medio y los dejaba en medio del pasillo. No era antipático, en absoluto. Sorbía mucho antes de decir algo importante y mostraba una erudición deslumbrante.

Había cierto consenso en que Gambra era muy de derechas. Es lógico porque nosotros teníamos 17 años y nuestro concepto de la Historia era el que venía en las viñetas de El Jueves. Aquel año todos nos parecían unos fachas horrorosos y probablemente fue el año que más aprendimos. De hecho, el propio Gambra conquistó nuestros corazones muy pronto: primero, porque no se esforzó lo más mínimo en hacerlo; segundo, porque no sabíamos si aquel hombre era muy conservador o muy progresista pero nos demostró que para dar bien un curso entero daba absolutamente igual. Prácticamente todo lo que sé de Historia Contemporánea, lo que expliqué luego yo mismo como profesor a mis alumnos de 3º ESO o lo que he estado explicando este último año para complementar el estudio de novelas en centros culturales, lo he aprendido de él.

Gambra habla de la Inquisición igual que Luis Alberto de Cuenca habla de Catilina. Te sientas a ver un western y acabas oyendo disertaciones sobre Salustio, en lo que es un giro de guion claramente exagerado. Arrastra las eses y sigue en su burbuja. Sus manos son un poco más viejas, igual que su cara. Diecisiete años más viejas, tampoco hay que ser un genio para construir una frase así, es una obviedad enorme. El asunto es que nunca supimos qué edad tenía entonces como para saber qué edad tiene ahora. Calculo que en torno a los 60, puede que más. Espero a que diga algo parecido a "Marchamalo, Marchamalo, lo que me ha costado su hermana en psiquiatras", como le dijo el primer día a una compañera, pero no, de Guillermo de Orange no sale.

El programa se vuelve aburrido porque se pierde en erudiciones fuera de contexto y yo sigo cambiando de canales hasta encontrarme con una disyuntiva difícil de solucionar: en La 1 están echando un magnífico documental sobre la relación entre las plagas bíblicas y la realidad histórica en el Egipto de Ramses II. Es brillante. Unos canales más adelante, la MTV echa el último capítulo de la primera temporada de Geordie Shore. Es la una de la mañana. Viajar a Newcastle en el fondo es como viajar al Alto Nilo. Son mundos que jamás habitaré, solo que uno lo retransmiten en falso directo. Opto por la MTV, como es lógico, y en los anuncios vuelvo al siglo XVI A.C. y las explosiones volcánicas en las islas griegas.

James y Greg se van de marcha pero todos los sitios están vacíos, Jay está triste por su ruptura con Vicky, y con "ruptura" quiero decir que llevan dos o tres días sin follar, Gary se ha reencontrado con una antigua novia y se la quiere zumbar. Charlotte está celosa porque se quiere zumbar a Gary -volver a zumbar, sería lo más correcto-, Sophie muestra una calma impropia del volumen de sus pechos y Vicky, claramente, tiene un trastorno bipolar con necesidad extrema de llamar la atención. Por lo demás, está terriblemente buena. Creo que había otra chica en la casa pero en este capítulo no salía.

Hay algo en la erudición que me fascina y es la constancia. Yo nunca he tenido la más mínima constancia para casi nada y menos aún para ser erudito. La Chica Diploma se mete conmigo porque sé jugar al ajedrez pero qué diría Andrés Gambra de mis gustos televisivos de madrugada... Mi erudición se acabó cuando apareció la noción de la belleza y el juego y el poder de ese juego con la belleza de por medio. Puede ser lo más sofisticado o lo más cutre, pero siempre contará con mi observación atenta. Lo que deja a Talese, Ramsés y cualquier intención de ser tomado en serio en un triste segundo plano, supongo, pero es lo que hay.

Al fin y al cabo, después todos nos vamos a dormir a la misma hora.

sábado, agosto 25, 2012

Fantástico- Toros en la Wii


En el sueño de hoy era entrenador de baloncesto. El equipo, por supuesto, era el Estudiantes, pero un Estudiantes rejuvenecido, con un base que se llamaba Molah Goodes. Lo recuerdo porque sé que en algún momento dudamos de su continuidad en la plantilla -era un base demasiado individualista o, más bien, un base con las ideas demasiado claras, como si sus compañeros no existieran, daba grandes asistencias y perdía balones absurdos- y entonces se me ocurrió gritarles a los asistentes, de broma: "Si echamos a un tío que se llama Molah Goodes, la Demencia nos echa a gorrazos".

Lo curioso es que al principio el asistente era yo, pero luego me ponía a dar todas las órdenes y repetía, muy enfático: "Si jugamos así volvemos a bajar a la puta LEB, volvemos a bajar". Odio que los chicos pierdan balones y regalen canastas fáciles.

Ser entrenador de baloncesto es una de las cosas que más echo de menos. Creo que dejé de serlo en 2006, cerrando un glorioso período de cinco años por ligas de distrito al frente del típico equipo que juega como los ángeles durante ocho meses y se viene abajo en el partido de semifinales mientras su entrenador desaparece, completamente superado. Así era yo. Entrenar era divertido porque suponía la única manera de participar en el juego de manera mínimamente relevante, el problema es que pierdes amigos, esto es así a cualquier nivel. Todo jugador sabe que el árbitro y el entrenador son sus grandes rivales y algunos lo llevan más a rajatabla que otros.

En cualquier caso, aparte de las diversiones y las broncas ocasionales, siempre he pensado que entrenar a un equipo de relativo éxito me convirtió en un gilipollas. Si a un tío como yo le das la posibilidad de mandar, le has condenado. Y estoy hablando de Gran Cordero, a mí me ofrecen los Miami Heat y a los dos días me pongo a invadir Polonia. Fui un gilipollas en 2002 y probablemente en 2003. De todo ello hace ya unos diez años y algunos síntomas han desaparecido mientras otros se han acentuado. La estupidez es muy persistente. Me enamoraba de las chicas según entendieran la jerga de Andrés Montes como en los noventa intentábamos aparearnos con ellas imitando a Chiquito de la Calzada.

El sueño apareció entre dos insomnios. El primero, el habitual, el de horas delante de la pantalla del ordenador sin hacer absolutamente nada. Ayer tocó repasar fotos viejas y el habitual ritual de melancolías. Me gusta echar de menos cosas porque echar de menos es lo que mejor se me ha dado toda la vida, así que ahí me puse yo a abrir y cerrar carpetas, recordando fiestas en 2007, viajes en 2004, la sucesión de mujeres improbablemente preciosas que han pasado por mi vida y lo más improbable aún: que la cosa haya ido a mejor, la playa de San Vicente observando la belleza de la Chica Diploma.

Ella cree que me enamoré de ella porque es guapa y no creo que sea una hipótesis descartable de entrada. Yo insisto, sin embargo, en que me enamoré de ella por tres cuestiones decisivas: su talento, su constancia y su fidelidad.

La mañana llegó a la hora habitual en Madrid, en torno a las 8, y esta vez no tuvo la culpa nadie más que yo y un difuso dolor en el omoplato derecho. Lo más divertido de haber leído "El asesino hipocondríaco", de Juan Jacinto Muñoz Rengel -por lo demás, un libro muy divertido en general- fue el hecho de sentirme reflejado en cada ataque de ansiedad, cada explicación pseudomédica del más mínimo desorden. Con la mañana llegaron los compañeros habituales, esto es, el iPad, las menciones en Twitter -me hace ilusión llegar a 1977 seguidores-, discusiones banales sobre Lance Armstrong, enormes artículos de Wikipedia con listas y listas de casos de dopaje en los últimos cuarenta años, breve lectura de "Bilbao/Bilboa", de Willy Uribe, y la tradicional sucesión de Love of Lesbian para la ducha. Solo dos canciones: "Wio" y "Toros en la Wii".

Creo que daría cualquier cosa por escuchar esas canciones en directo, por poder gritar con Santi Balmes: "Y domesticarnos será algo difícil, mister Sarkozy; dame un euro, guapo, porque yo lo valgo, mister Sarkozy, ya verás qué gasto, me he inventado un juego: Toros en la Wii... indomesticados". Aunque a mí la parte que más me gusta es la parte generacional, la parte outsider -ya le dije a la Chica Diploma que, básicamente, a mí me gustan las canciones de perdedores-, la que dice: "Somos alguien, algo dispersos, vulnerables, somos reflejo o la imagen de un universo inestable".

Quizá, después de todo, lo que me enamoró de la Chica Diploma fue su vulnerabilidad, esto es, mi reflejo o mi imagen.

Pasen un buen día.

viernes, agosto 24, 2012

Y yo estoy ingresado en un sanatorio en Bakio


Volver a Madrid es volver al calor, la casa cerrada en forma de sauna, el mareo, la velocidad inherente a una ciudad en constante inercia, los taxistas desbocados, las prisas... Lo peor de un primer día en Madrid de vuelta de vacaciones es que uno no puede siquiera salirse de los tópicos, que le tienen ahí encerrado en un "esto es lo que hay" y le prometen once meses más de lo mismo: de responsabilidades excesivas y alguna buena noticia mezclada con alguna muy mala. Llegar a las cinco y pasarse la tarde escribiendo emails con sensación de "horror vacui".

Lo que queda detrás es carne de álbum de fotos en Facebook. Un par de días en Bilbao con la Chica Diploma, otros seis en La Revilla, con los jerseys y la cazadora muertos de risa en el armario. Una retahíla de nombres: Bakio, Bermeo, Lekeitio, Mundaka, Gernika, Santillana, Castro Urdiales, Cabezón de la Sal, Santander, Sodupe, Gaztelugatxe, Cabuérniga, Bárcena Mayor... y horas de paseos y coches y canciones. La entrañable voz y energía de un motorcito en continua combustión. Las vistas desde un restaurante en medio de la nada y las promesas de matrimonio.

El placer de la falta de cobertura y la habitación llena de pegatinas amarillas.

Luego, como digo, unos ocho días después, la ventana abierta y los ruidos de las cuatro de la mañana, de las ocho de la mañana, los ojos como platos a las nueve, saturado por todas las cadenas de radio y televisión que los vecinos han decidido poner a la vez más el habitual ronroneo del taladro. Odio mi casa y no veo el día de irme de ahí. En un mes, aproximadamente. Lo que no se va en ningún lado es el cansancio. Físico y mental. Algo parecido a una falta absoluta de ideas que obviamente me cabrea y me invita a pensar que un día saldrán todas a la vez, a mogollón, y no sé si eso será bueno o malo.

martes, agosto 14, 2012

Gritos en la noche

Cuando me despierto, la Chica Diploma me explica cuántas veces he gritado por la noche. Yo no soy consciente de nada de eso así que cada amanecer, en ese sentido, es una moneda al aire. Puede ser una vez, pueden ser dos, incluso tres si mi padre ha tenido fiebre el día anterior. Dice que generalmente me limito a repetir "No" pero que a veces puedo variar el repertorio con un "vale, vale, ya, vale" y que ella se despierta y se asusta y entonces me abraza porque se da cuenta de que estoy sudando y temblando y en ocasiones me arropa con una sábana y se queda dormida con sus manos en mi pecho.

Al día siguiente, ya digo, no recuerdo nada. Quizás el cansancio, algún ataque de ansiedad en la ducha, pero nada más. Nos levantamos, nos miramos, desayunamos y cogemos el coche hasta su trabajo, que resulta ser donde mi padre está pasando estos días, ahí vuelvo a desayunar con él, pasos lentos hasta el bar donde la chica ya nos conoce y me prepara tortilla antes de la hora solo para que la pueda comer a tiempo. El resto del día son paseos o médicos o terrazas con zumos de naranja y mucho teléfono, tanto que por la noche vuelven los gritos y las ansiedades y la Chica Diploma parece tan preocupada que me asusta.

En ocasiones, cambiamos la rutina. El sábado, por ejemplo, estuvimos en El Escorial buscando un poco de frío y encontramos un calor insoportable. Baños donde echarse agua, escaleras hacia arriba y hacia abajo intentando mantener el equilibrio. Lo peor, con diferencia, es ser capaz de recordar nada, o, más bien, de archivar nada. Todo pasa de largo, no hay hueco. El domingo vimos a España perder una final y acabamos de semi-borrachera en La Latina. Fue una buena decisión. Aquello parecía cualquier cosa menos una verbena hasta que me tomé un bocadillo de chorizo frito.

Recuerdo una noche de 2001, borracho como un piojo, comiendo chorizo y persiguiendo primas que me invitaban a sus casas de Ópera. En Geordie Shore follan como conejos. Paso las tardes libres escribiendo artículos sobre Louis Van Gaal y viendo programas de sucesos paranormales en cualquier canal de Imagenio. No consigo leer igual que no consigo escribir, simplemente no me concentro. Mañana cogemos un coche a Bilbao y nos perderemos ocho días por el norte. Cuando volvamos, el mundo seguirá ahí, esperándonos y no sé si eso me gusta o no. La gente me llama y yo entiendo que tengo que dar respuestas pero no las tengo.

Dejarse llevar suena demasiado bien.

En una semana, vuelvo.

jueves, agosto 09, 2012

I can´t tell you the way I feel...


De mi vida de antes recuerdo los paseos desde el José Alfredo a mi casa, subiendo la Corredera de San Pablo como cuando tenía 15 años y nos íbamos a tomar patatas bravas con hormigas a La Pepita. El cierre de The Wall y una cierta borrachera y el canturreo de algo que podía ser "Romper un silencio así no tiene perdón" o "Aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros". Malasaña. Escribí una serie sobre Malasaña, capítulo a capítulo, lo sigo diciendo por si alguien se anima a dirigirla.

Las noches del José Alfredo no fueron tantas pero fueron intensas. Uno podía acabar ahí con Diego Salazar o con Dani Pérez Prada, con actrices bellísimas y directores famosos, o podía simplemente pasarse a ver qué ocurría, ansioso de novedades, como en 2005, arruinado como en 2007, fantaseando con una vida de tienda Quechua que incluyera a la Chica Diploma, ella también en la barra, sonriendo después de una sesión de Microteatro, tonteando hasta la madrugada y luego de nuevo el camino a casa, los tres pisos, el ordenador siempre encendido, preparado para reproducir cualquier canción obsesiva y, en ocasiones, los ataques de angustia a las cuatro de la mañana. Ataques de angustia y de un miedo horroroso que acababan con la Chica Selectiva en mi piso, ella en el sofá, medio dormida, yo en el sillón, como un psicoanálisis a la inversa, repitiendo "no puedo más, no puedo más".

Aunque, por supuesto, era mentira. Siempre se puede más, basta con dormir lo necesario. 

Después, las cosas empezaron a ir mejor y todo fue mucho más aburrido, por supuesto. Los días de transferencias siempre son los mejores y el resto tiene un punto decadente. A los pocos meses me enamoré y decidí que mi vida tenía que dejar de ser estética. El amor tiene esas cosas, que puede ser terriblemente real y entonces te preocupas de niños, bodas, despertares y ya no quieres poses ni detectives salvajes, quieres felicidad. 

En esas estábamos cuando llegó la enfermedad ajena y arrasó con todo, como en aquella canción de Oasis que decía "I can´t tell you the way I feel, because the way I feel is oh, so new to me". En los tiempos muertos de los Juegos Olímpicos, la grada canta "Wonderwall" a pleno pulmón y yo no puedo evitar recordar que Blur era mucho mejor grupo. Con diferencia. 

La enfermedad ajena se llevó muchas cosas, sobre todo el tiempo y la energía, pero seguro que ha ido dejando otras. Seguro. Igual en 2014 escribo lo divertido que era pasar las mañanas en residencias, las tardes en médicos, las noches colgado del teléfono y me enternezco con toda la gente que intentó rescatarme y toda la gente que trató de hundirme sin conseguirlo. Lo que sé es que le echaré de menos. Es una tontería porque en rigor no hay demasiado que echar de menos salvo la pequeña expectativa de que las cosas un día cambiaran a mejor y no a sala de espera de planta cuarta, pero le echaré de menos.

Y entonces la realidad se hará dura y pétrea de nuevo, sin huecos para el duchampismo, la Chica Diploma a mi lado y nuestro pequeño Leopoldo preguntando por el abuelo, los dos satisfechos contestando que hicimos lo posible, que en todo momento hicimos lo posible, porque con un padre se pueden contraer deudas, pero con un hijo nunca.

miércoles, agosto 08, 2012

España 66- Francia 59. Salvando al soldado Scariolo




1.      Como no es lo habitual en este país –ni en estas crónicas, no me las voy a dar ahora de iluminado- creo que es justo darle a Sergio Scariolo el mérito que merece esta victoria. Igual que dije que David Blatt le ganó la partida estrepitosamente en la primera fase, el italiano se ha resarcido ante Collet, el técnico francés: bastó con una zona de cuatro hombres más Llull sobre Parker combinada con defensas individuales para cortocircuitar por completo a Francia, que no supo hacer nada en los últimos doce minutos de partido: apenas seis puntos y dos de ellos, anotados por el desaparecido Gelabale, cuando el encuentro ya estaba decidido. Una buena decisión táctica cambia un partido y aquí hay que darle el mérito al italiano, que suficientes tortas le han caído para ser doble campeón de Europa.

2   Aparte de acertar con la táctica, luego hay que ponerla en práctica: la defensa de Llull fue histórica. No solo secó a Parker, que es algo casi imposible incluso en la NBA, sino que corrió el contraataque, acabó dirigiendo al equipo. Le pedía como líder en la pasada crónica y como líder se erigió. Podría haber acertado o no, pero cuando tuvo que tomar la responsabilidad no dudó en tomarla, esa clase de jugadores son los que yo quiero para mi equipo. Junto a Llull, todos los demás: Pau y Marc, negados en ataque, hicieron de la zona un muro, Navarro se aprovechó de la parálisis de los De Colo, Gelabale y compañía y Rudy no solo paró a Batum en el último cuarto –antes, San Emeterio le había mostrado el camino con dos minutos de defensa excelente- sino que aceptó llevarse todas las tortas del mundo. La última puede haberle dejado fuera de los Juegos. 

     3-      Durante minutos se confundió acierto con actitud. Toda la vida quejándonos de que los equipos españoles llegaban a cuartos y la cagaban y ahora queremos que lleguen a cuartos paseándose y que lo metan todo desde el minuto uno. Lo queremos porque lo hemos visto antes, pero probablemente no lo volvamos a ver. Mientras los tiros no entran, mientras el ataque se enfanga y solo quedan tiros de ocho metros o reversos en uno contra dos, lo que hay que hacer es competir: España compitió en una primera parte desastrosa para irse solo tres puntos abajo, compitió para salvar un momento de zozobra en el tercer cuarto cuando Francia amagó con escaparse y compitió en el último incluso manteniendo su escaso acierto. En ningún momento hubo indolencia, ni pocas ganas, ni dudas. Se jugó muy mal en ataque, muy trabado, y cuando hubo tiros abiertos no se metieron. Incluso los tiros libres fueron una pesadilla. Eso poco tiene que ver con la actitud, que siempre estuvo.

4-      En el sentido contrario, Francia. Cuánto talento desperdiciado una y otra vez. En cuanto las cosas no fueron bien, el equipo se descompuso como un azucarillo. No solo Parker, que ni siquiera lo intentó, sino que con Parker, los Batum, Diaw, De Colo, Gelabale y compañía. Nos tienen afortunadamente acostumbrados a ello. Su actitud de final de partido con dos antideportivas que deberían haber sido expulsiones lo dice todo de su capacidad de adaptarse al partido. Lo único que supieron hacer bien durante todo el partido fue mover el balón hasta buscar al pivot abierto, insistiendo en el fallo que presenta la dupla Marc-Pau. Funcionó hasta que Diaw decidió esconderse, cosa muy habitual en sus últimos cuartos con Francia en los cruces.

5-      Y es que el partido empezó al ritmo de Diaw. Es un jugador de una calidad descomunal: empezó su carrera casi de base-escolta, se consolidó como tres alto y ahora hace las veces de cuatro abierto que a la vez dirige, penetra y tira. El problema es que lo hace hasta que el resuello y la cabeza le acompañan, que nunca son 40 minutos. Collet se empeñó en exprimirlo al máximo y Boris acabó desaparecido en combate, amagando triples que debería tirar, muerto de miedo como el resto de sus compañeros. El único que tomó el relevo dentro de sus limitaciones, el único, quizá, de ese equipo, que sabe competir en cualquier circunstancia es Florent Pietrus, un pivot que apenas llega a los dos metros y vuelve loco a todo el equipo contrario. Con cinco Pietrus, Francia ya habría sido campeona de muchas cosas.

6-      El problema del pivot abierto. Me voy a parar en esta consideración técnica. En cualquier deporte, hay que tomar elecciones y normalmente tienen connotaciones positivas y negativas. Que España juegue con los dos Gasol juntos a mí me parece lo más normal del mundo porque te van a dar mucho juego interior en defensa y en ataque y van a sacar faltas hasta aburrir, desgastando las rotaciones contrarias. Ahora bien, si los hermanos van a jugar 30 minutos juntos, en detrimento de los más polivalentes Ibaka y Reyes, hay que practicar sistemas defensivos que no permitan que el ala-pivot rival tire continuamente solo de tres. Los dos tienden a meterse hacia el aro, su zona de seguridad, y por peso y envergadura tardan mucho en puntear el tiro. Alguien tiene que hacer esa ayuda, ¿pero quién?

7-      Normalmente, sería el alero. ¿Cuál es el problema en España? Que no tiene un alero. Son cosas que pasan. En fútbol por ejemplo no hay laterales derechos. Sin un alero –San Emeterio y Rudy hacen lo que pueden en esa posición pero no es la suya, Claver vuelve a estar de vacaciones un verano más- ese cambio se complica mucho, porque si Rudy sale a Diaw o a Pietrus, estos pueden postearle con muchísima facilidad. Me temo que es un problema consustancial a la plantilla y ahí Scariolo va a tener que trabajar muchísimo porque el siguiente rival tiene a Khryapa y a Monya, que fusilaron a Lituania en cuartos y ya nos dieron lo nuestro hace menos de una semana.

8-      Aparte de tener problemas en la defensa de los pívots abiertos, Pau lo pasó muy mal en ataque. Tan mal que tiró siete veces a canasta, un número impropio. Es cierto que en su defensa se turnaron Turiaf, Seraphin –otro talento desquiciado- Pietrus y Traoré, cada uno de ellos dejando su recado, pero no se consiguieron unos contra unos cómodos ni se le facilitó espacio en la zona. Tampoco se consiguió con Marc desde su tradicional posición del poste alto. El partido fue horroroso, reconozcámoslo, y si ganamos no fue por talento sino por valor y lucha. Los dos mejores jugadores de la historia de este país –Pau y Navarro- estuvieron muy desacertados. Navarro, de hecho, está cojo, y solo que ya se ponga a jugar es heroico. Con todo, ganamos. Competimos y ganamos. A muchos no les basta, pero hay que darse cuenta: por detrás no viene nadie. Por detrás vienen Claver, Sada, Rafa Martínez, Xavi Rey… buenos jugadores pero por debajo de este nivel. Este nivel, recuerden, es el de los cuatro mejores del mundo. Los que se han enganchado tarde a este deporte lo encontrarán normal. Los que llevamos desde los 10 años sufriendo angolazos no nos lo podemos creer.

9-      El problema ahora mismo es físico: veo a Pau cansado, Navarro no debería estar jugando directamente y lo hace por pundonor, la espalda de Rudy tiene muy mala pinta… y no sé qué pasa con Calderón. Está jugando demasiado poco sin que lo haga mal. Cuando Scariolo puso a Sergio Rodríguez en el campo tantos minutos puso en serio riesgo el partido. Sergio no puede tomar esas responsabilidades. Hicieron con él lo que quisieron en defensa y en ataque. Calderón no solo no jugó entonces sino que tampoco después, cuando el entrenador italiano prefirió a Llull como base, aun teniendo tres en el banquillo. Le salió bien, pero no creo que lo hubiera intentado con Calderón al 100 por 100 de condiciones físicas. Habrá que ver qué pasa con el extremeño y si realmente Rodríguez es una opción para espacios tan largos.

10-   La semifinal será contra Rusia y será un infierno. Es cierto que igual que Francia tiene una larga tradición de perder en los cruces, Rusia tembló incomprensiblemente en las semifinales del pasado Eurobasket. ¿Lo volverá a hacer? El equipo es impresionante: Kirilenko, Khryapa, Mozgov, Fridzon, Shved, Monya… cada uno sabe lo que tiene que  hacer y funcionan como un reloj. El reto de saber que estamos a una victoria de la medalla, de, como mínimo, la tercera plata de la historia del baloncesto olímpico español, segunda consecutiva, es muy atractivo pero les voy a dar un dato por si les da por cabrearse con los jugadores por vagos cuando pierdan: ningún equipo salvo EEUU, URSS y Yugoslavia ha jugado dos finales seguidas. Jamás. Yugoslavia, de hecho, lo consiguió solo una vez, durante el mágico cuatrienio 1976-80 de los Kikanovic, Dalipagic, Delibasic, Cosic, Slavnic y compañía. Pónganlo en perspectiva y disfruten. Los chavales, de verdad, no pueden hacer más.

martes, agosto 07, 2012

¡Por fin empiezan los Juegos Olímpicos!



1.- España demostró que no necesita salir a perder para perder y Brasil demostró que no necesita esforzarse demasiado en ganar para acabar ganando. El último cuarto español fue tan infame como lo fuera ante Gran Bretaña o Rusia, con una pequeña excusa: realmente, el equipo no se jugaba nada, así que se dejó llevar plácidamente hacia una derrota que no buscó, pero que digamos que no hizo un esfuerzo descomunal por evitar. Pasa en todas las competiciones, no es ningún escándalo: Francia casi pierde con Nigeria y Lituania las pasó canutas con Túnez. ¿Querían evitar a alguien en los cruces? No, simplemente, los equipos están cansados y a menudo desmotivados a estas alturas.

2.- ¿Es mejor querer perder y perder o querer ganar y perder? Es igual. España salió a por todas, como hizo en los dos anteriores partidos, y acabó con una confusión increíble en ataque y en defensa. Lo vimos en Lituania, Turquía y Polonia, así que no es ninguna sorpresa. En los cruces, la historia será distinta. No me imagino a este grupo de jugadores defendiendo como se defendió hoy en el último cuarto ni atacando con tamaña precipitación. Esta gente está habituada a la altísima competición y todo lo que sea menos le cuesta. El rival en cuartos será Francia, un viejo conocido. Por supuesto, los galos querrán revancha, pero contentos con el cruce no estarán.

3.- Problemas más allá de la concentración: el balance exterior-interior y las rotaciones. Empecemos por el primer punto: los pívots españoles anotaron 65 de los 82 puntos del equipo; los exteriores solo 17. Calderón solo jugó 14 minutos y no intervino en el ataque. La decisión de dejar a Sada al mando del equipo en pleno hundimiento fue dudosa cuando menos y de Rudy no se supo nada. Navarro anotó 7 puntos incluso jugando cojo. Es de esperar que sabremos más de estos dos últimos jugadores en cuartos de final, siempre ha sido así, no veo motivos para dudar de ellos. Aun así, hay un problema y tiene que ver con el siguiente punto.

4.- España tiene un quinteto inicial excelente y dos grandes interiores saliendo del banquillo: Ibaka y Reyes, cada uno en su estilo. Ibaka jugó muy bien por primera vez desde su debut ante China, aunque sigue mostrando unos problemas extrañísimos con las manos, tanto a la hora de rebotear como de agarrar correctamente algunos pases. Aprenderá con los años. Quitando esos siete jugadores se abre un abismo que tiene más que ver con los roles que con la calidad: Rodríguez, Sada, San Emeterio, Llull y a veces Claver son jugadores fiables en sus equipos, pero con la selección se pierden, les falta liderazgo. La persona indicada quizá sería Llull, pero su valentía se confunde demasiadas veces con imprudencia y alboroto. Las diferencias en el partido cuando jugaron titulares y suplentes fueron tremendas y me temo que ese problema sí puede ser decisivo más adelante.

5.- Todo lo contrario le ocurre a Brasil, que reservó a Nené Hilario y se encontró con la victoria con Giovannoni, Torres, Neto o Taylor en la cancha, jugadores de segundo nivel en apariencia, pero que tenían lo que les faltó a los españoles: ganas. El partido era una fiesta para los suplentes brasileños y un martirio para los de Scariolo. Si ganaban, nadie hablaría de ellos. Si perdían, tendrían la culpa de todo y encima les acusarían de tongo. Es complicado jugar así.

6.- Cosas buenas, que las hubo: aparte de Ibaka, Marc Gasol está cerca de su mejor momento del campeonato. En Francia, la referencia interior –no incluyo a Diaw, que es un todoterreno– es Turiaf y anda medio lesionado. Hay que incidir ahí, desde el principio. Me niego a no confiar en este equipo, sería estúpido: es doble campeón de Europa y subcampeón olímpico. ¿Cómo no va a poder ganar a Francia y Rusia y meterse en la final? Durante los últimos cuatro torneos hemos visto siempre lo mismo: una competición hasta los cruces y otra, después. Incluso en Turquía 2010, sin Pau ni Calderón y jugando rematadamente mal al baloncesto, hizo falta un triple de Teodosic desde nueve metros para eliminarnos. Resisten y compiten. Merecen el respeto de los campeones.

7.- En resumen, ni el triunfalismo de “como mínimo, plata” ni las críticas destructivas de “estos tíos están acabados”. Términos medios. Una competición de dos semanas se basa en los términos medios que compensan días mejores y peores. Obviamente, hay problemas muy serios: falta de juego exterior y poca aportación de los suplentes. Los hubo en Lituania y fuimos campeones de Europa. ¿Cómo? Compitiendo. Cualquiera que esté viendo estos Juegos Olímpicos sabe de lo que le estoy hablando y lo que está faltando a la delegación española. Pues bien, precisamente eso es lo que tiene la selección de baloncesto desde que llegaron Navarro, Gasol, Reyes y compañía. No digamos al emperador que no va desnudo pero tampoco le lapidemos por ello. El miércoles hablamos con más calma.

domingo, agosto 05, 2012

Algunos apuntes sobre el desastre olímpico español



Hay un error muy extendido en la cultura deportiva española por el cual somos una gran potencia mundial simplemente porque ganamos en los deportes que nos gustan. Obviamente, no siempre ha sido así pero ahora al menos hay Eurocopas y Mundiales y Eurobaskets y Nadales, Alonsos, Lorenzos… que nos hacen disfrutar frente al televisor cada fin de semana con el comprensible entusiasmo derivado. Ahora bien, un país que desprecia todo aquel deporte que no genere un ingreso económico no puede presumir luego de compromiso ni de potencia.

El caso es que en España el deporte funciona bien mientras otro ponga el dinero. En los deportes superprofesionalizados sí hay una cantera, sí hay unos patrocinadores, sí hay estructuras más o menos decentes y, lógicamente, hay resultados. Otra cosa es el resto de las disciplinas deportivas, que se van extinguiendo poco a poco. La comparación del deporte olímpico español no tiene que ser con su pasado –hasta Barcelona 92, el olimpismo español prácticamente no existía, salvo infrecuentes talentos individuales- sino con la evolución brutal del deporte profesional en los últimos años, y ahí naufraga por completo.

Los Juegos Olímpicos se centran en tres especialidades: gimnasia, natación y atletismo. Puedo incluir las distintas luchas, tiros y juegos de equipo como siguientes atractivos, un poco por debajo, pero el centro de la atención cada cuatro años en todos los lugares del mundo está en esas tres grandes disciplinas. El problema no es que no tengamos medallistas en halterofilia, tiro, voleibol o bádminton, creo que podemos asumir que no es posible llevar a un gran campeón en cada torneo. El gran problema es que no hay nadie con aspiraciones a medalla en atletismo, no hay nadie con aspiraciones a medalla en gimnasia y en natación tenemos a Mireia Belmonte y unas cuantas chicas con un gran futuro. De la natación masculina, no hay noticia.

De hecho, es chocante el rendimiento de los chicos en estos Juegos. Chocante por decir algo. En vela, windsurf, piragüismo, natación, waterpolo, balonmano… las mujeres han dado un paso adelante decisivo y se codean con las mejores. Y eso que aún queda la siempre solvente natación sincronizada. Los chicos, sin embargo, parecen haberse echado a un lado: más allá del desastre del fútbol cuesta encontrar un deportista masculino que haya rendido al cien por cien en su especialidad. Queda mucha competición y generalizar es injusto, pero sí parece haber un cierto estancamiento de género difícil de explicar.

Mujeres, hombres o viceversa, el problema va más allá del número de medallas, que muchas veces es aleatorio. El verdadero problema es que el deporte televisivo, profesionalizado, multimillonario… se ha comido al deporte olímpico. Todo esto sin saber muy bien qué hace el COE para evitarlo o las distintas federaciones. Para presumir de “la edad de oro del deporte español” hay que asegurarse de que hay un futuro, unas inversiones, un talento humano que va más allá del que quiera poner Movistar para las motos o Endesa para el baloncesto, por no hablar del Banco Santander o BBVA.

Simplemente, no puedes ir con la cabeza bien alta presumiendo de la envidia que te tienen determinados países cuando luego esos países te doblan o te triplican en el gran evento deportivo universal. El “soy español, ¿a qué quieres que te gane?” puede acabar haciendo mucho más daño que beneficio y es una pena porque, bueno, estaría bien que fuera verdad, ¿no?

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"

viernes, agosto 03, 2012

España 79- Gran Bretaña 78




1.- Gran Bretaña es un equipo insufrible. Que se lo digan a Brasil, incapaz de anotar más de cuatro puntos en el primer cuarto el pasado martes. De Luol Deng para abajo es un equipo rocoso, de clase media, destacando sus pívots Pops Mensah-Bonsu y Joel Freeland, este último estrella en la ACB. En principio, nada hace pensar que ese equipo te pueda ganar, teniendo en cuenta que su cuarto mejor jugador es Daniel Clark, suplente en el Estudiantes, que quedó penúltimo en la pasada liga española. ¿Qué hacer ante un equipo así? Bostezar, hacer el mínimo exigible y esperar pacientemente al final del partido, sin excesos.


2.- Exactamente eso es lo que hizo España, que solo jugó como sabe durante el primer cuarto: balones dentro, buena defensa, rebote y transición. En ese primer período se cuajó una ventaja de 10 puntos que marcó el resto del partido. Ni España consideró necesario romper el encuentro ni Gran Bretaña parecía tener medios para acercarse más en el marcador. Entre desidia y desidia, bostezo y bostezo, tiro libre fallado y tiro libre fallado, el partido llegó al último cuarto igual que terminó el primero: aparentemente roto, pero apretado en el marcador.


3.- España sufre mucho cuando no domina el rebote. Sí, ya sé que al final de los partidos coge más que sus rivales pero eso tiene otra explicación: la defensa española es de las mejores del mundo y fuerza muchos errores en el tiro, lo que hace que los rebotes defensivos se multipliquen. Cuando ese rebote cae en manos de un español, estupendo. Eso suele suceder cuando Felipe Reyes está en el campo o cuando los jugadores están concentrados. Hoy no fue el caso: por ejemplo, el rebote a falta de menos de un minuto que acaba en triple de Clark fue cómico: nadie cerró al jugador, nadie le presionó una vez que agarró el rechazo y nadie le persiguió en su lento camino hacia la esquina, donde pudo lanzar tan tranquilo sin oposición alguna.


4.- Tanta desidia de los jugadores interiores preocupa. El equipo había empezado muy bien la competición en cuanto a intensidad, pero cada vez va a menos: los hermanos Gasol están claramente reservándose para otras metas, como si estos partidos ante kamikazes británicos les molestaran. Marc, especialmente, estuvo más preocupado en protestar al árbitro que otra cosa. Por talento, consigue anotar, pero hace falta algo más. A ese respecto, el bajón de Ibaka y su disminución de minutos alerta. El congoleño es básico para dar intensidad al equipo y ser agresivos. Le cuesta rebotear, de acuerdo, muchas veces salta demasiado al tapón en vez de defender la jugada… pero es una pesadilla hiperactiva.


5.- Hiperactividad es lo que faltó todo el partido y más aún en el último cuarto, en el que se vieron muchas cosas muy raras: de entrada, que Gran Bretaña te meta 30 puntos cuando el sol más calienta. Totalmente incomprensible contra un equipo que solo sabe tirar triples y pasársela a Deng para que juegue uno contra el mundo. Pau Gasol estuvo sentado muchos minutos, casi tantos como contra Australia, pero el partido no tenía la misma pinta. Cuando salió buscó el poste un par de veces, luego se contagió del ‘cada uno a lo suyo‘ de los últimos cuatro minutos. España parecía un nadador de 200 metros que se venía abajo en el último largo, sabedor de que con lo justo le serviría para ganar. Y le bastó, pero no es la idea.


6.- Vamos con lo bueno: Calderón estuvo soberbio, especialmente en los últimos minutos, aunque en su debe está el caos ofensivo en la organización del equipo y algún tiro incomprensible. Rudy estuvo muy fallón pero no dejó de intentarlo. Su defensa sobre Deng fue todo lo eficaz que cabe cuando defiendes a un jugador más alto, que se juega todos los balones y que no deja de ser una estrella NBA. San Emeterio volvió a ser un jugador clave, especialmente en el manido rebote defensivo. No se puede decir lo mismo de Sergio Llull, un jugador con serios problemas para leer los partidos y que debería encauzar su enorme talento cuanto antes.


7.- A pesar del resultado, hay que tener claro que el partido no peligró en el sentido estricto. Me explico: Gran Bretaña solo se acercó a menos de seis puntos en los últimos minutos, nunca estuvo por delante y si perdió por uno fue por esos tres triples consecutivos en pocos segundos. Lo normal es que, pereza incluida, hubiéramos ganado por 15 puntos de ventaja. Simplemente, el equipo se dejó llevar hasta la indolencia, y la indolencia te puede llevar al segundo puesto del grupo y meterte en un problema.


8.- ¿No habíamos quedado en que había que reservar jugadores? Yo creo que en un torneo de este tipo, la superioridad no se demuestra ganando por muchos puntos de diferencia sino ganando con pocos minutos de tus estrellas. Francia ganó a Lituania con Parker y Batum jugando 35 minutos. Todos los equipos hacen lo propio. Las rotaciones de Scariolo me habían parecido estupendas hasta hoy, pero hoy, claramente, hacía falta que Pau estuviera en la cancha porque el partido de hoy no era como el de Australia y se veía venir, más aún cuando el público se puso caliente –todo lo caliente que se puede poner un público británico de baloncesto–. Desde el banquillo no hubo mensaje de urgencia y eso llegó a la cancha.


9.- El equipo, desde hace años, tiene problemas en los minutos finales. Toma malas decisiones. Muy malas. En defensa y en ataque. La defensa de los últimos cinco minutos fue lamentable. El ataque no fue mucho mejor: tiros precipitados, sin pases, sin huecos, sin agresividad… y con ese punto de ‘esto lo salvo yo’ que denota más pánico que otra cosa. El equipo funciona cuando hay pases y juego compartido. Hoy, de nuevo, 22 asistencias para 27 canastas. Cuando España quiere jugar como Gran Bretaña, lo normal es que gane Gran Bretaña. Si no lo hizo fue por su enorme candidez, permitiendo que Calderón se pasara los últimos siete segundos botando la pelota mientras ellos celebraban que solo perdían por un punto. Los británicos, esos enormes cronopios.


10.- El acierto. Seguimos consiguiendo buenos tiros, pero no entran. Sin Navarro costará más, pero sin tiro exterior es complicado abrir huecos por dentro. Un 24 % en triples, un 66 % en tiros libres y ni siquiera un 50 % en tiros de dos con cuatro pívots maravillosos dentro de la zona. Al final, el que gana es el que la mete. Resulta un análisis muy poco trabajado pero es la verdad. Lo que cuentan son los cruces, así que vendrán bien los partidos ante Rusia y Brasil para que nuestros exteriores recuperen sensaciones. Sin ellos, tendremos problemas. Pero seamos realistas: nuestros escoltas y aleros ahora mismo, aparte de Rudy, son Llull, San Emeterio y Claver. No hablamos de figuras internacionales sino de buenos jugadores de relleno. Seamos conscientes de nuestras carencias y a partir de ahí explotemos nuestras ventajas. Lo contrario de lo que sucedió este jueves.

Crónica publicada originalmente en el Magazine de Martí Perarnau

miércoles, agosto 01, 2012

El libro y la peli: making of


Lo primero que pensé cuando JotDown me propuso participar en la serie de artículos que recomiendan una película y un libro fue que no quería empezar el mío con lo típico de "Lo primero que pensé cuando JotDown me propuso participar en la serie..." bajo ningún concepto. Eso lo iba a dejar para mi blog. Sinceramente, no creo que a mucha gente le interese cuáles son mi película y mi libro favoritos como para imaginar que a alguien le pudiera apetecer saber lo que yo pienso o dejo de pensar antes de ponerme a escribir.

No. Lo importante no podía ser el autor sino las obras y así me puse a buscar los distintos artículos ya publicados para ver qué estilo funcionaba y cuál se acoplaba más a lo que yo quería. En esas, encontré esta maravilla de Pepe Albert de Paco y me vine un poco abajo. ¿Cómo mejorar eso? Fíjense en su texto, en cómo el libro sobre John Belushi, incluso el propio John Belushi, lo ocupa todo, cómo seduce al lector para que encargue inmediatamente un ejemplar y cómo deja en un segundo plano a la película -Pepe ni siquiera se para en gustos personales, se limita a elegir lo que cuadra mejor con el libro- y en un tercer plano a sí mismo, que se limita a asomar la patita en el último párrafo.

Renunciar al "yo" y descubrir algo al lector.

Una vez captado el estilo, quedaba elegir la película y el libro en cuestión. No fue fácil. Creo que mi libro favorito es "Momentos estelares de la humanidad", de Stefan Zweig, pero no sabía con qué combinarlo. Hay muchas películas que me gustan, pero todo el mundo las conoce. ¿Hablar sobre "El Padrino", de nuevo? La cosa quedó entre dos: "Pulp Fiction" y "Cuando Harry encontró a Sally". Las dos habían marcado mi adolescencia y podía escribir con entusiasmo acerca de todas mis vivencias relacionadas.

Solo que, insisto, yo no podía aparecer, y si aparecía no podía ensombrecer a los personajes. Ahí me di cuenta de que el libro de Zweig no podía ser el elegido, porque no había una historia como tal, algo a lo que agarrarse. Podría haber elegido muchos otros -quizá la elección obvia sería Bret Easton Ellis, solo que detesto lo obvio- pero al final me quedé con "Opiniones de un payaso" de Heinrich Böll. No fue una cuestión estética o porque buscara quedar como un cultureta. Es de los pocos libros que he leído dos veces, recientemente lo propuse en dos cursos distintos de literatura y mi primera dirección de correo electrónico, allá por los 90, fue schnier@wanadoo.es.

Quedaba cuadrar a Hans Schnier con alguien parecido y en ese momento apareció Waldo Lydecker. Yo me obsesioné con la película "Laura", de Otto Preminger, casi a la vez que lo hice con "Cuando Harry encontró a Sally". En realidad, no puedo decir que una me influyera más que la otra. La descubrí en un pase nocturno en La 2, la grabé en vídeo -¿por qué la grabé en vídeo? Supongo que por el nombre- y la vi mil veces, siempre en versión original, la voz de Lydecker anunciando en off: "I shall never forget the weekend that Laura died", su perfecta dicción, su intento de imitar un acento británico.

Schnier y Lydecker tenían un punto en común: los dos deseaban a mujeres que habían desaparecido de sus vidas. Los dos las tenían idealizadas y en ambos casos me daba la sensación de que las mujeres en cuestión no sentían el mismo aprecio por ellos. Además, ambos eran tremendamente narcisistas, es decir, daban por hecho que merecían ser amados y no concebían que las cosas hubieran ido mal y que Marie hubiera acabado con un católico adinerado mientras Laura retozaba con un vulgar asalariado. Schnier era un payaso iconoclasta y Lydecker era un intelectual refinado con columna en periódico allá por los 40, pero, en el fondo, eran lo mismo: dos hombres fascinados por su estética, deseosos de que el mundo no fuera sino un espejo de sí mismos... y con el mundo, las mujeres a las que amaban.

Por supuesto, tanto Schnier como Lydecker son yo. Eso va de suyo, por eso preferí explicarlo lo justo. De hecho, releyendo el artículo tengo la sensación de que lo dejo demasiado claro. Si uno elige a dos estetas autodestructivos y autocomplacientes como protagonistas de su relato, lo más probable es que de alguna manera se identifique con ellos. "De alguna manera", digo, porque ellos son personajes y yo no. O al menos, no hasta que decido firmar un artículo y hacerlo público. En ese momento, todo cambia, y a la hora de presentarme en sociedad, en vez de perseguir a Meg Ryan después de mi primer divorcio, preferí no levantar ninguna expectativa y aceptar la derrota de entrada, como si fuera un deportista olímpico español. Así, intuía, la gente podría olvidarse de mí un rato y, con suerte, coger el libro en la primera librería que encontraran y buscar la película en cualquier plataforma online.

Porque, para mí al menos, de eso se trataba el encargo.