lunes, abril 30, 2012

El cine que viene




Cada año, una nueva hornada de cortometrajistas españoles llega a las salas de cine defendiendo su primer largo entre una jauría de competidores. Si 2011 nos trajo los debuts de Vicente Villanueva, Eduardo Chapero-Jackson o Roberto Pérez Toledo, en 2012 y 2013 los siguientes nombres van a sonar… y mucho.

Los años dorados de León Siminiani

Ganar muchos premios con tus cortometrajes no siempre es sinónimo de éxito comercial en salas, ni siquiera garantiza una distribución decente. David Pinillos, Borja Cobeaga, Jonás Trueba o J.A. Bayona la tuvieron y demostraron que la apuesta merecía la pena. Otros, como Eduardo Chapero-Jackson, Koldo Serra o el mismísimo Nacho Vigalondo, no tuvieron la misma suerte en la jungla de los multicines.

En cualquier caso, si ganar premios es un activo, el valor en alza es Elías León Siminiani. Este director donostiarra lleva ya tres años de éxito en éxito. Con “Tránsito” ganó el primer premio del Festival de Cine de Málaga en 2010, su documental “Límites, primera persona” se llevó el principal galardón de los Premios Versión Española, organizados por TVE, en su edición de 2011 y todavía le ha quedado tiempo para rodar “El premio”, con el que, gracias a la actuación de la gran Pilar Castro, ha tocado metal en Medina del Campo y de nuevo en Málaga, por segundo año consecutivo.

Mezclando ironía y sutileza en su cine y cuidando los detalles, Siminiani está asentando las bases poco a poco de lo que se presume un desembarco por todo lo alto en el largometraje. ¿Cuándo llegará ese día? En los tiempos que corren, imposible saberlo.

La insaciable curiosidad de los hermanos Esteban Alenda


Jose y César Esteban Alenda forman un dúo inseparable, como buenos hermanos. Dieron el gran bombazo en el mundo de la animación con “La increíble historia del hombre sin sombra”, que se llevó el Goya en su categoría el año 2008. Después de aquello, giraron su carrera hacia nuevos estilos, siempre dispuestos a experimentar: “El orden de las cosas”, un brutal relato de la violencia de género desde el atavismo de las generaciones que pasan por una bañera que se llena y se vacía mientras los cinturones aparecen, desaparecen y se legan de padres a hijos, fue uno de los grandes cortos de 2010, nominado de nuevo a los Goya, con la colaboración inestimable de una descomunal Manuela Vellés.

2011 no les ha ido nada mal. Con su propia productora –Solita Films- funcionando a pleno rendimiento, los Esteban Alenda han sorprendido con “Matar a un niño”, historia de la pérdida de la inocencia desde una perspectiva insólita y utilizando imágenes fotográficas sin una continuidad cinematográfica propiamente dicha. No llega a ser stop-motion pero se le acerca.

Pese a no tratarse de un corto “fácil” para el espectador ni por su factura formal ni por lo duro de su historia, “Matar a un niño” consiguió la Biznaga de Plata al mejor cortometraje elegido por el público en el Festival de Málaga de 2011.

Esperando a Arturo Ruiz

La trayectoria de Arturo Ruiz en el mundo del corto viene de lejos. Ya en 2002 sorprendió con una comedia “Expediente WC” y en 2007 fue nominado a los Goya junto a Toni Bestard por el guion de “Equipajes”, con la inquietante Natalia Mateo haciendo de mujer fatal. En 2008 repitió nominación, esta vez como director, gracias a “Paseo”, una agria reflexión sobre la guerra civil, con el aval de José Sacristán como actor principal.

2011 nos ha dejado “La última secuencia”, algo que en apariencia no es más que un juego formal: el rodaje de un plano secuencia que se convierte en sí mismo en un plano secuencia. Sin embargo, el juego va más allá del juego, es decir, hay algo más que técnica: hay historia y sobre todo comedia, los puntos fuertes de un hombre llamado a triunfar tarde o temprano en cualquiera de sus múltiples facetas.

Los otros cortos de 2011


Cada año se ruedan en España en torno a 1000 cortometrajes. Llegan a los distintos festivales más de 500 y reciben alguna selección entre 100 y 150, puede que más. Los premiados se cuentan por decenas. Todo esto hace imposible e injusto hablar de “los otros cortos de 2011” sin caer en olvidos groseros, pero la solución es sencilla: quédense con estas recomendaciones y si tienen un festival en su ciudad o pueblo, no sean vagos y acérquense a descubrir maravillas.

Entre los cortos rodados a finales de 2010 o a lo largo de 2011 destacamos “Dicen (They say)”, de Alauda Ruiz; “De caballeros”, de Adrián Orr y “La huída”, de Víctor Carrey. Entre estos tres cortos y otros como “Morir cada día”, de Aitor Echevarría; “El somriure amagat”, de Ventura Durall; “Tchang”, de Gonzalo Visedo y Daniel Strombeck, o “Amar”, de Isabel Herguera han arrasado con premios de todo tipo y enorme prestigio: Medina del Campo, Cinema Jove, Versión Española, Festival de Huesca, Festival de Cine de Málaga.

Búsquenlos, merecen la pena, y apunten los nombres.

Pistas para 2012: Sergio Barrejón, Esteban Crespo, Álex Montoya, Jorge Dorado…


Apuntemos finalmente tres nombres para 2012 antes de centrarnos en los rostros que ocuparán portadas más temprano que tarde. Sergio Barrejón combina la dirección con la producción y el guion, tanto en televisión como en cine. Es una referencia insoslayable en el mundo del cortometraje. Suyo fue “El encargado”, nominado a los Goya en 2009, y suyo es “La media pena”, su apuesta para este año.
Lo mismo sucede con “Nadie tiene la culpa”, de Esteban Crespo, nominado en 2010 por “Lala”; “Nuevos tiempos”, de Jorge Dorado, que prepara largo para 2012 con Marian Álvarez y Alberto Ammann de protagonistas, o “Astronaut on the roof”, del muy prometedor Sergi Portabella, director catalán que dio una vuelta de tuerca a las discusiones de pareja en “Te quiero” y que ahora nos lleva a un absurdo con puntos tarantinianos.

Por último, Álex Montoya, otro hombre multidisciplinar. Mientras prepara el guion de su primer largometraje y sigue recogiendo premios por “Marina”, ganadora en la Plataforma de Nuevos Realizadores, acaba de presentar “Maquillaje”, un drama familiar basado en hechos reales, de nuevo con Ramón Barea de protagonista.

Los rostros del futuro

El cortometraje es un formato agradecido y a la vez ingrato para los actores. Por un lado, les da la oportunidad de ir haciéndose un nombre y pulir su talento. Por otro, en el 95% de los casos, son trabajos agotadores, con muchas horas de por medio… y no remunerados, más allá de los premios que ganen a título personal e incluso en esos casos pueden depender de extrañas cláusulas en sus acuerdos de colaboración.

2011 nos ha dejado muy buenas actuaciones. Algunas han sido mencionadas ya, pero si se trata de descubrir nuevos rostros vamos a quedarnos con tres valores que vienen pegando fuerte:

Andrea Trepat


Esta joven ilerdense de 25 años ha conseguido un doblete histórico: mejor actriz en Alcine y en Versión Original, los premios que otorga el programa de Cayetana Guillén-Cuervo. Su papel de adolescente irónica dentro del drama familiar “Morir cada día”, la ha colocado definitivamente en el escaparate. Viene de protagonizar uno de los múltiples proyectos de la ESCAC y ya enamoró a muchos aficionados a la buena música en el vídeo de “Domingo astromántico”, la canción de Love of Lesbian.

Daniel Pérez Prada


Ejemplo de actor que a base de trabajo, y recién cumplida la treintena, se va abriendo un hueco en distintos ámbitos: publicidad, televisión, cortometraje… Daniel ganó el año pasado el premio a mejor actor por “Ritmosis” en el prestigioso Notodofilmfest. Este año se ha consagrado con un papel protagonista más extenso en “RÖTT HÅR | SVART , dirigido por Alfonso Diaz y Luis Ángel Pérez, y en el que vuelve a hacer pareja con Teresa Soria Ruano. Por supuesto, es complicado hablar de actores de cortometraje sin incluir al maravilloso Luis Zahera, que borda sus personajes en “Marina” y en “El premio” como lo hiciera en “Celda 211”, pero considerar a Zahera un nuevo rostro sería casi un insulto.

Pilar Castro


Quien tampoco se ha quedado atrás a la hora de recibir todo tipo de estatuillas es Pilar Castro, actriz curtida en mil batallas de secundarios y protagonistas, desde “Historias del Kronen” hasta “Gordos” pasando por la televisión y el cortometraje. No es un rostro nuevo, propiamente dicho, pero quizá no tenga la fama que se merece: este año se ha llevado premios individuales en Medina del Campo y el Festival de Cine de Málaga, un nuevo empuje para una carrera ya encarrilada. 

Reportaje preparado para el número de invierno de la revista "Zona de obras" que finalmente no pudo editarse por los problemas económicos de la publicación.

domingo, abril 29, 2012

Rayo Vallecano 0-Barcelona 7


Tanto pedirle al Barcelona que disputara hasta el final el título de liga al Madrid aunque solo fuera para desgastarle de cara a Europa que al final han acabado los dos equipos eliminados y exhaustos en sus propios campos ante rivales mucho más descansados, que tiraron la liga hace semanas o meses. Es el problema de esta rivalidad histórica, caníbal, sin tregua alguna. ¿Que Cristiano marca 43 goles? Messi mete otros 43 y da 16 asistencias. ¿Que tú te vas a los 91 puntos? Yo ya llevo 84. ¿112 goles? Bueno, yo de momento voy por 104.

En una semana durísima, el Barcelona dio una auténtica exhibición ante el Rayo Vallecano, evidenciando de nuevo la enorme diferencia de los dos grandes con respecto a todos los demás equipos. Venía el Barça de perder dos títulos, los dos en su propio estadio, y conocer la decisión de Guardiola de abandonar el equipo con el revuelo consiguiente. Déjenme que me detenga un momento en este "revuelo": yo sabía que la idea que se manejaba en el Camp Nou era que Guardiola se iba y Tito Vilanova se quedaba como sustituto. No es que fuera algo seguro, pero digamos que era el Plan A y así lo publiqué en otro medio hace 10 días y si no lo hice antes fue casi por pudicia.

Si yo, que vivo a 600 kilómetros de la noticia y apenas tengo fuentes, sabía que eso iba a ser así, es complicado que nadie más lo supiera entre la prensa, entorno y los propios jugadores. Que no se quisiera hacer público antes, incluso que se quisiera actuar con prudencia ante un posible cambio de opinión de Guardiola, es razonable. Todos estos gritos de sorpresa ya confirmada la decisión sinceramente me pillan con el pie cambiado. No sé a qué están jugando, tenía que ser un secreto a voces y se empeñan en negarlo incluso cuando ya es un nombramiento oficial.

Esto nos lleva a la relación del cuerpo técnico con sus jugadores. Que después de trece títulos en tres años y medio y la admiración total, más los conseguidos con la selección por buena parte de los jugadores, Guardiola y Vilanova fueran capaces de hacer correr a sus jugadores hasta el punto de sumar 11 victorias consecutivas en el peor momento de la temporada ya era meritorio. Que lo hicieran incluso sospechando que su entrenador jefe no seguiría, añade más mérito. Que lo sigan haciendo, muestra una lealtad muy poco común en el deporte de más alto nivel.

El Barça empezó tímido en Vallecas, con su clásica empanada inicial en el movimiento de balón, perdiendo demasiadas pelotas y facilitando la presión al Rayo. No estaban Xavi ni Iniesta pero el planteamiento se asemejaba al de los años gloriosos: cuatro defensas, un pivote, dos centrocampistas de posición y llegada y tres delanteros con profundidad, gol y movimiento tanto hacia dentro como hacia afuera. Cómo lo agradeció el equipo y el aficionado. Mucho se repite la palabra "modelo" cada semana en Barcelona pero no está claro que todos estén hablando de lo mismo.

Si el modelo es tener el balón y atacar, eso no es decir mucho. Lo que trajo Guardiola que no estaba antes no fue la posesión y el gol, sino la contundencia en la presión y en la defensa y el hallazgo de extremos que puedan marcar casi tanto como los propios arietes (Henry y Eto´o en 2009, Pedro y Bojan en 2010, Villa y de nuevo Pedro en 2011). La tendencia de este año a convertir cada partido en un jeroglífico táctico para entendidos ha liado un poco a los jugadores y ha creado una sensación extraña en el ambiente, como si hubiera que reivindicar la pureza de cada jugada o cada partido tuviera que ser la demostración de algo superior.

Es muy difícil jugar al fútbol y disfrutarlo cuando no solo tienes que ganar sino que tienes que ser un ejemplo universal de calidad técnica, conducta en el campo y moralidad. En serio, esto se ha llevado demasiado lejos. El empeño en "no ser como Mourinho" ha hecho olvidar que este equipo no ha sido nunca el Inter, pero se parecía más al Milan de Sacchi o al Ajax de Van Gaal que al propio Barcelona de Cruyff. La vuelta al 3-4-3 fue un buen recurso en ocasiones pero su establecimiento como opción preferente no ha beneficiado al equipo. El regodeo en el juego de mediocampo sin profundidad, tampoco.

Lo único que tiene hacer Vilanova es dar un par de pasos atrás y encontrar así un punto medio. El resto lo tiene.

También será importante recuperar a Pedro. El partido del canario fue un escándalo. Si el martes o el pasado sábado estaba lesionado, hoy desde luego no lo pareció. Todo el mundo comete errores, pero la presencia de Pedro en los partidos clave se antoja imprescindible. Sobre todo cuando los sustitutos son Cuenca y Tello, que no están aún para niveles de semifinales de Champions o derbis contra el Madrid. Poco a poco. En Vallecas, Pedro presionó, asistió, goleó, corrió hasta por balones perdidos con 0-5 en el marcador... Impecable. Junto a él, un solvente Alexis, bien abierto a banda y dejando el medio libre y sobre todo, de nuevo, Messi.

Da gusto ver jugar al Barcelona con espacios. Los espacios son clave en el fútbol y si coloco dos falsos nueve más dos extremos y tres medias puntas y lleno toda la zona de ataque, es complicado encontrar huecos y jugar bien de verdad. En Vallecas hubo hueco para la llegada y Messi se benefició de ello. No es que sus partidos ante Real Madrid y Chelsea fueran malos, pero le faltó acierto y espacio vital. Entre los rivales y sus propios compañeros solo le faltaba tener que regatear al árbitro. De los siete goles de su equipo marcó dos, asistió en dos -incluso en un tercero que acabó con gol en propia puerta- y disparó a la cruceta justo antes de que Pedro empujara el rechace a la red.

Este es el Barcelona más goleador de la historia y probablemente llegue a los 110 goles en liga, pero no hay que olvidar que, de momento, 59 de los 104 goles anotados han salido directa o indirectamente de los pies de Messi. Un porcentaje de dependencia preocupante. Cuando el argentino no está excelso -y jugando 60 partidos al año, hay que contar con ello- el Barcelona ha tenido demasiados problemas. En el total de la temporada, Messi lleva 65 goles y 26 asistencias, es decir, ha participado en 91 goles de su equipo, cifra que algunos aumentan hasta 93.

En definitiva, lección de compromiso de un Barcelona que podría haber bajado los brazos y prepararse para la Copa y sin embargo le dedicó a su entrenador un nuevo esfuerzo. Con 4-3-3, con laterales que llegan y extremos que tiran diagonales... y con Messi teniendo espacios. La receta de los viejos tiempos.

sábado, abril 28, 2012

Arvydas Sabonis, el hombre que pudo reinar



El 8 de abril de 2004, el Zalgiris viajaba a la cancha del Maccabi de Tel-Aviv. Duelo habitual en los 80, el partido tenía un atractivo impresionante: el ganador se clasificaría para la Final Four que precisamente tendría lugar en la capital administrativa del estado de Israel. En la ida habían ganado los lituanos con solvencia, pero un despiste en casa, la semana anterior, ante el Pamesa Valencia, les había dejado en esa situación de todo o nada. Al frente, como capitán, un tal Arvydas Sabonis, 39 años para 40, MVP de la fase regular de aquella Euroliga y MVP del Top 16 previo a las semifinales.
Sabonis ya lo había ganado todo en Europa, tanto a nivel de clubes como de selección, pero un éxito más al borde de la cuarentena sería una despedida excelente de la competición. En 1986, Petrovic le impidió alzarse con la Copa de Europa en uno de los pocos momentos en los que el zar lituano perdió los papeles y acabó lanzándole un alevoso puñetazo a Nakic. En 1993, fue Maljkovic y su correoso Limoges los que le separaron de la Euroliga con una tela de araña defensiva que volvió loco al Real Madrid en las semifinales de Atenas. Solo dos años después, en Zaragoza, junto a Joe Arlauckas, pudo Sabonis redimirse. Después viajó a la NBA. Ahora, de vuelta, tenía la Final Four a apenas 40 minutos de distancia.
El partido fue bien para los de Kaunas. Prontas ventajas, mucha tensión en el Maccabi, que se jugaba la temporada y un Arvydas Sabonis imparable, 29 puntos, 9 rebotes, 3 asistencias, 4 triples y 36 de valoración antes de quedar eliminado por faltas. A falta de dos segundos, la clasificación podía darse por hecha: el Zalgiris ganaba por tres puntos de diferencia (91-94) y Giedrius Gustas disponía de dos tiros libres para sentenciar el encuentro. Lo que necesitaba el Maccabi no era un solo milagro sino una sucesión improbable. Lo que necesitaba el Maccabi era que Gustas fallara los dos tiros libres, que en el segundo no hubiera rebote y no se perdiera tiempo porqueTanoka Beard hubiera entrado en la zona, y que del saque de fondo posterior saliera un pase de béisbol de unos 25 metros para queDerrick Sharp anotara un triple desesperado, sin equilibrio, con una mano delante, sobre la bocina.
Lo que necesitaba el Maccabi era exactamente lo que terminó sucediendo.
La cara de Sabonis en el banquillo era de una incredulidad total. Con el pelo cortado a cepillo, sin el bigote que se afeitara años atrás, claramente avejentado por más de 20 años de baloncesto profesional, el pívot más importante del baloncesto europeo contemporáneo quería matar con la mirada a Gustas, a Beard, a Sharp… a todos los que se habían conjurado para quitarle la gloria. El Zalgiris no fue rival en la prórroga y el Maccabi no solo ganó aquel partido sino que se paseó en la final para ganar su primer título europeo en 23 años.
Sabonis abandonó el Nokia Arena —“La Mano de Elías”, para los nostálgicos— cojeando como siempre y con la idea de la retirada en la cabeza. No se oficializaría hasta el año siguiente porque el lituano era un hombre sin prisas. Un genio calmado por la vida y las lesiones. Soviético de la vieja escuela, fervoroso patriota lituano, en su última temporada en Europa —la que cualquier otro se hubiera tomado como una gira de aplausos y reconocimientos— había promediado 16,7 puntos y 10,7 rebotes para una valoración media de 26,3; la más alta de todos los competidores.
De nuevo, Sabonis había conseguido que lo difícil pareciera fácil, esa fue siempre su principal virtud. Su falta de aparatosidad, su dominio del juego en lo colectivo y en lo individual. Un hombre que te ganaba con un mate, un rebote, un tapón, una asistencia o un triple. Un año después de la retirada, charlando con el recién nombrado seleccionador español, Pepu Hernández, no pude evitar preguntarle cuál era el mejor rival al que se había enfrentado nunca entrenando al Estudiantes. Puede que esa pregunta ahora no tenga mucho sentido, pero hablamos de los años en los que el Estudiantes jugaba Final Fours. Su respuesta, sin dudarlo, fue: “Sabonis. No había manera de pararlo”. No, no había manera. No la había en 1982 y no la había en 2004, aunque obviamente el jugador ya no era el mismo.
Lee de manera gratuita el resto de mi artículo sobre la carrera deportiva de Sabonis en la revista JotDown.

viernes, abril 27, 2012

El Festival de Málaga...


Para mí, el festival de Málaga es la enfermedad. El principio de la enfermedad. Los primeros días de angustia y cuartos de baño. Puede que no sea del todo justo: en realidad, Málaga también podría ser el previo de la enfermedad: los últimos momentos de verdadera salud y vitalidad, las fiestas en el Liceo, las niñas ofreciéndote sexo a cambio de Hugo Silva, las películas a las 10 y a las 12, los paseos nocturnos con Raúl Arévalo o Alberto Amarilla, las noches con Irene de Lucas viendo partidos del Barcelona en terrazas de abril...

Cada festival resulta doloroso a su manera. He sido muy feliz en festivales de cine, creo que no podría explicarlo con palabras. Ayer lo intenté pero no, no era capaz, demasiado entusiasmo: yo podía plantarme en San Sebastián, ver cinco películas en el Principal, vagabundear por el Viejo, dormir en pensiones de una estrella, acabar ligando con el jurado joven en el Bataplán y hacerlo todo yo solo. Una independencia total. Nunca me he sentido más liberado, más "yo" que en los festivales de cine, precisamente esa sucesión de oscuridades que le hacían a uno transformarse en cualquier otro.

Málaga, San Sebastián, Almería, Medina del Campo... Todos son un antes y un después de la enfermedad, un antes precioso, de hoteles Petit Palace y piscinas en las azoteas. Culpo a Málaga de lo que no quiero culpar a Medina porque Medina es un amigo de muchos más años, pero sí, las primeras molestias, en rigor, empezaron allí, solo que muy disimuladas. Abril de 2009. Los tiempos muertos entre interinidades por la Comunidad de Madrid. Paseos y botellas de agua.

El recuerdo de todo eso es difícil de asimilar porque no sabes qué parte de culpa tiene tu vejiga y qué parte de culpa tienes tú, es decir, hasta qué punto vas a cumplir 35 años y te has hecho un soso. Mi último año en San Sebastián fue 2009, un fin de semana imposible. Mi último año en Málaga fue 2010, apenas unos días para ver a los chicos de "Freek!" y tomar cafés con Roser Aguilar y Nausicaa Bonnín. La sensación de que no vas a volver o que no va a ser lo mismo. Una sensación estúpida, lo sé, pero que no tenía en Nueva York, por ejemplo, en peores momentos.

En fin, aquello era divertido: maletas y trenes con Jorge Sanz. Lo echo de menos. El año pasado, por ejemplo, me cansé de ver la promoción de "Verbo" en el Zinemaldia. Eso sí que fue triste. San Sebastián, mi hogar durante tantos septiembres, Edu, Alba, Andrea, María... Yo no estaba particularmente enfermo por entonces pero sí estaba en bancarrota. No tenía nada claro que pudiera pagar el alquiler de noviembre y si pude pagar el de octubre fue porque mis amigos me dejaron un dinero que igual no volvían a ver.

Apostaron y les salió bien. Ahora parece fácil decirlo.

Abría El País o El Mundo y allí estaban todos haciéndose fotos en el María Cristina. ¡El María Cristina sin mí, el Kursaal sin mí, la colección de pequeños buzones metálicos en el Plaza sin que ninguno tuviera mi nombre ni mi medio! Leyendo a Uriarte uno echa de menos aquellos tiempos de "no hacer nada", es decir, de hacerlo todo y al cien por cien. Acostarse a las cuatro y levantarse a las ocho para ver a Lars Von Trier en versión original danesa, torcerse un pie a las nueve de la mañana mientras riegan las calles de Málaga y un loco me pregunta dónde puede encontrar a Amaia Salamanca. Toda la colección de acreditaciones y colgantes, los nervios de la primera azafata.

Playas de Biarritz, San Juan de Dios, Hondarribia... Tú o yo, enano, le dije, pero yo soy más fuerte.

5.639.000 parados

Puede que la reforma laboral funcionara en algún otro país, fuera realmente efectiva. Puede que en Alemania o en Estados Unidos o en Gran Bretaña, de donde vienen todas estas receta, el empresario que escuche la expresión "abaratar el despido" piense en la oportunidad que eso genera: mayor inversión con menos riesgo, posibilidad de reformar la plantilla según la evolución de la sociedad y el negocio, menores costes que se pueden dedicar a mejores contratos para fidelizar e incentivar al trabajador...

Lo que está claro es que cuando el empresario español escucha "abaratar el despido", lo que entiende es "abaratar" y "despido".

jueves, abril 26, 2012

Aleix Saló- Simiocracia



Recuerdo que, cuando estaba estudiando filosofía, el último curso de la licenciatura, Fernando Savater apareció en "Compañeros". Aquello fue un escándalo de primera en el templo de saber, ¿Kimi, Valle y Savater? ¡Hasta ahí podía llegar la banalización del conocimiento! El profesor se indignó tanto que sacó a relucir "El mundo de Sofía" y si no lo echó a la hoguera fue porque no lo encontró a mano.

Sin embargo, yo lo defendí. Defendí la divulgación, la posibilidad de explicar las cosas con suficiente intuición y claridad como para que suponga una invitación a la lectura atenta. Confiar en el lector o el espectador y su curiosidad. Por supuesto, "El mundo de Sofía", como manual, no tendría lugar en una carrera universitaria, pero yo jamás habría estudiado esa carrera universitaria de no ser por Jostein Gaarder y su pedantísimo libro con aquella repelente niña llena de diéresis. Llámenme excéntrico.

Con Aleix Saló me pasa algo parecido. Como todo el mundo, le conocí por el vídeo de presentación de "Españistán" y no puedo dejar de admirar su capacidad de síntesis, su facilidad para hallar la imagen precisa, la que explica toda una situación. Saló se maneja muy bien en vídeos de cinco minutos, la duda era saber cómo se manejaba en libros de 100 páginas, por muy ilustrados que estén.

"Simiocracia" parte de una idea contundente: estamos gobernados por inútiles. En todos los ámbitos. No por malvados urdidores de planes y conspiradores en la sombra. No. Por inútiles. Cuanto más inútil, mejor. Cuanto más gregario, mejor. Los políticos han dejado de gobernar para los ciudadanos y han pasado a gobernar para sus partidos. Se han alejado de la realidad. De esa manera, saltaron sucesivamente todos los controles financieros y no financieros sin que nadie reaccionara por miedo a llamar la atención. Seguir y seguir sin mirar atrás, sin denunciar nada.

Junto a ello, una infantilización de la sociedad que a Saló le preocupa y a mí también: el papel de los becarios, de los que nos hemos dejado -él y yo también, seguro- explotar por sueldos basura con la promesa, el sueño, de que algún día las cosas irían mejor, que conseguiríamos un ascenso o que alguien nos llamaría para confiar en nuestro talento, igual que el que compraba una casa a un precio imposible pero fantaseaba con que algún día esa casa valdría más y ganaría dinero con ella.

En eso sí puedo aceptar que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Tendríamos que haber dejado de humillarnos mucho antes, pero, ¿cómo hacerlo? A eso aún no tengo respuesta.

El ataque a la política no es gratuito en "Simiocracia". Muchas veces se ha dicho en este blog que criticar a los políticos es algo demasiado sencillo y un vicio muy español, pero es complicado pensar en un nivel de autismo y miserabilidad mayor. Efectivamente, unos no dejaron nada y otros van a acabar con todo, los dos grandes partidos tienen razón en sus proclamas. En medio, quedamos nosotros y nosotros, dice Saló, estamos simplemente aturdidos por una saturación de mensajes. Tan acostumbrados al apocalipsis diario en el telediario, al penúltimo escándalo, que simplemente hemos dejado de llevar la cuenta y nos hemos resignado al siguiente Madrid-Barça.

El problema de un libro así es que corre el riesgo de la precipitación. El autor lo advierte al principio: vivimos en una época en la que todo el mundo quiere tener una opinión de manera inmediata, y por eso nos llenamos de prejuicios. Sí, es cierto. En "Simiocracia" también hay algo de excesiva inmediatez y de prejuicios. Su lectura de "1984" de Orwell, además de tópica, es dudosa, y la adulación a Julian Assange, en mi opinión, resulta injustificada. Wikileaks, sin duda, forma parte de la saturación de información sin filtro, más ruido por encima del ruido.

Aparte de esos momentos de zozobra explicativa, el libro contiene hallazgos brillantes cada pocas páginas: la creación de las distintas burbujas, no solo financieras, sino sociales; el arraigo de las llamadas "verdades colectivas", o, cómo las palabras se pusieron al servicio de la política. Su lectura del gobierno Zapatero es despiadada, alejándose de cualquier conmiseración ideológica: aquel hombre era un inútil. Un buen hombre, quizá, pero completamente incapaz para su trabajo, mucho menos en el peor momento del capitalismo occidental.

Para mí, Zapatero sería, entre otros, la encarnación de ese emperador desnudo con una corte de gregarios alrededor regalándole los oídos.

Entra también Saló en el problema del populismo y a mí ese me parece uno de los temas más atractivos para el analista sociopolítico de nuestros días. La mala praxis constante de los grandes partidos, la corrupción a gran escala, el pasar facturas al ciudadano por la pésima gestión propia... la separación y la falta de confianza, en definitiva, no son sino el caldo de cultivo del líder carismático que lo soluciona todo como buen padre o hermano mayor. El libro pone como ejemplo a la Alemania de 1933, que es algo siempre muy socorrido, pero supongo que no hace falta llegar al abismo para sentir el vértigo.

Efectivamente, el populismo, la violencia, el odio irracional, todo lo que nos hace más animales y menos humanos, está a la vuelta de la esquina. Que no haya estallado ya es una verdadera sorpresa. Saló está convencido de que esa explosión está cerca porque las cosas van a ir a peor. Bueno, nuestro presidente fue ministro en 1996 y nuestro líder de la oposición lo fue en 1993, por no mencionar que fue la mano derecha de un gobierno que mintió con total impunidad cuantas veces pudo, incluso en las cifras de déficit oficial, que eran fácilmente comprobables.

Un gobierno que dejó de serlo hace cinco meses, ojo, eso dura nuestra memoria.

Mientras los mentirosos sigan ocupando los escaños es complicado pensar en mejorías. Los mismos miedos en las mismas peceras. "Simiocracia" es un libro recomendable, que roza en ocasiones lo simple y en otras lo sublime. Saló es suficientemente joven como para desnivelar la balanza y sería de agradecer. En un mundo rápido hacen falta mentes rápidas como la suya. El solo hecho de que haya decidido significarse, ya habla bien de él. Su libro se defiende por sí mismo.

miércoles, abril 25, 2012

Te quiero


Acaba el partido del Barcelona y la Chica Diploma me dice "te quiero". Así, nada más descolgar el auricular, sus primeras palabras. Lo dice con una voz preciosa, de comprensión, de alguien que sabe por qué dice lo que dice. Ella es del Madrid. No solo eso, sino que la mitad de nuestra primera noche la pasé con una camiseta de Messi puesta. Aun así, dice "te quiero", como si hubiera que poner las dos cosas en la balanza y pensar qué es mejor: que la Chica Diploma me quiera o que el Barcelona se clasifique para una final.

Y, claro, no hay color.

A ustedes todo esto les parecerá cursi porque les habrán querido mucho. A mí me han querido bastante, eso no lo voy a negar, pero no siempre he conseguido que me lo dijeran con tanto convencimiento. Al revés, sí. Yo, a los dos días de estar con una chica ya le he dicho cinco veces que la quiero y a los seis días es mi novia. Si no la presento a mis padres es por pánico a que ella me presente a los suyos... y es que soy de esas personas que con una familia tiene más que suficiente. "Once too many", como decía Borges sobre el matrimonio poco antes de volver a casarse.

El caso es que yo he llegado a mendigar "te quieros", que es de las cosas más tristes que se pueden mendigar en la post-adolecencia; lo siguiente sería regalar abrazos en la Plaza Mayor los domingos por la mañana. He mandado mensajes diciendo "TQ" y dejando bien claro que esperaba un "YO TB" de vuelta. He llegado incluso a escribir "YO TB" de entrada para que la respuesta fuera "TQ", pero las chicas no siempre entendían el juego y contestaban con signos de interrogación -que es a su vez de las cosas más tristes que uno puede contestar en un mensaje de texto- o llamaban desconcertadas.

Esto no es un insomnio, es una disciplina. La disciplina del taladro a las 8 de la mañana. Los gritos y los martillazos que hacen vibrar el dormitorio y el salón. Uno se levanta aunque no tenga nada que hacer y se inventa ocupaciones: mi favorita es actualizar páginas de Internet hasta encontrar una sonrisa. Luego me echo a leer un rato. Hoy tocaba Iñaki Uriarte, sus "Diarios". Hace poco publicó la segunda parte y las mejores críticas vinieron de Jabois, Montano y compañía. No podía perderme aquello, pero yo ni siquiera había leído el primer volumen porque pasé mi juventud mandando mensajes ridículos y leer, lo que se dice leer, leí lo justo.

La lectura de Uriarte es ansiolítica. Me gustan los autores ansiolíticos. Stefan Zweig en parte lo es, incluso dentro de su entusiasmo puntual, un entusiasmo juvenil, de lectura con linterna bajo las sábanas. Uriarte se obsesiona tanto con escribir "con naturalidad" que hasta cuenta el número medio de letras que tienen sus palabras. Una naturalidad tremendamente poco natural pero que sin embargo funciona, como si hiciera lo que David Hume en el siglo XVIII, cuando empezaba a pensar si él realmente era él o solamente un haz de percepciones sin continuidad en el tiempo y entonces llamaba a sus amigos para jugar al bridge y dejarse así de historias. Amigos ansiolíticos.

David Hume fue el primer duchampiano. Estaba gordo, gordísimo. Era un hombre que sabía divertirse y dejó una tumba preciosa en Edimburgo.

Las primeras páginas del libro de Uriarte son de las que le provocan a uno melancolía. Resulta inevitable. No sólo por la sencillez y la calidez de los textos, su aparente intrascendencia, sino por lo a gusto que se siente uno al otro lado: mecido, acurrucado, protegido por ese manto de confianza. La sinceridad. Yo le puedo perdonar a un libro cualquier cosa menos que no sea sincero. Yo le puedo perdonar a una chica cualquier cosa pero lo que no le puedo perdonar, y en eso soy irreductible, es que no me diga "te quiero" cuando me coja el teléfono.

martes, abril 24, 2012

Barcelona 2- Chelsea 2


A veces olvidamos que el fútbol es un juego. Todo el análisis, la conspiración, el determinismo que intenta rodear a la geometría de los tres palos y el balón hace que perdamos un poco el sentido del azar, de lo improbable, y que eso nos frustre muchísimo. El adjetivo que más se utilizará para definir la eliminación del Barcelona será "injusto" y puedo entender a quien lo viva así. El equipo de Guardiola fue muy superior durante los 180 minutos de la eliminatoria. Tan superior fue que incluso regaló al contrario dos goles, como si en una semifinal de Champions esas cosas sobraran.

Podemos apelar a los cuatro postes, el penalti fallado, las múltiples ocasiones que ha salvado Cech, pero todo eso es fútbol. Ni justo ni injusto: fútbol. Fallas tú, acierta el contrario. El Barça debió dejar la eliminatoria sentenciada en la ida, donde jugó un partido más que aceptable pero se marchó con una derrota. En la vuelta, con 2-0 ya en el marcador y un jugador más sobre el campo hizo lo mismo que una semana antes en Londres: permitir que el rival metiera un gol al contraataque.

Sin el desacierto, por milímetros, del Barcelona no se entiende la eliminatoria. Milímetros que te dan una Champions en 2009 y que te la quitan en 2012. Con todo, es posible que no hiciera falta recurrir a esos milímetros, que todo pudiera haber sido más fácil.

De entrada, lo hemos dicho, que el Chelsea haya marcado tres goles en esta eliminatoria es un pecado. Y ahí no hay mala suerte a la que apelar: en Stanford Bridge, una pérdida absurda de balón en el descuento, una mala coordinación de los centrales y gol de Drogba. En el Camp Nou más de lo mismo: defensa completamente desubicada tras pérdida y gol de Ramires. El de Torres del descuento se entiende por la lógica desesperación y avalancha ofensiva.

Determinado barcelonismo se ha agarrado fuertemente a los valores de su apuesta ofensiva durante los últimos días, como si esa apuesta estuviera a debate. Todo lo contrario. El Barcelona de Guardiola ha cimentado sus títulos en una seriedad defensiva impresionante: ningún equipo del mundo ha sido tan sólido en defensa y ha recibido menos goles que éste. Por eso no veo que sea una afrenta criticar despistes o malas ubicaciones. En ningún lado del "juego bonito" pone que da igual regalar goles. Eso debe de ser algo nuevo, porque durante tres años y medio este equipo no regalaba nada.

Convengamos por tanto que esos dos regalos fueron dos errores y que en semifinales esos goles se pagan tanto como los que tú no metes, sin que haga falta colgar a nadie ni echar al entrenador por ello.

En cuanto al partido en sí, la primera parte fue extraña y brillante a partes iguales: Guardiola sacó a Cuenca y a Alexis para abrir el campo con Cesc y Messi por el medio, juntándose con Busquets, Xavi e Iniesta. Embudo que el Barcelona supo resolver con calidad individual y paredes improbables. Cuenca cumplió posicionalmente, en su posición de extremo de balonmano y la rapidez de balón y jugadores fue la necesaria. Precisamente de un balón suelto que recogió el propio Cuenca y centró hacia atrás -excelente decisión cuando todo tu equipo es más bajo que el contrario y que hemos visto muy poco en la eliminatoria- Busquets marcó el 1-0.

Hasta entonces, del Chelsea no se sabía nada, ni siquiera de Drogba. Cuando Terry se hizo expulsar por una de sus típicas marranadas de matón e Iniesta marcó el 2-0 en una jugada muy bien trenzada, todo el mundo dio por hecho el paso a la final de Munich. Fue un minuto precioso. ¿Qué pasó entonces? Lo mismo que el pasado sábado: nada más marcar el gol decisivo, el rival anotó en el contraataque después de minutos sin pisar campo ajeno. Sinceramente, es difícil de aceptar en un equipo tan grande, pero habrá que entender que en cuatro temporadas se puedan juntar tres partidos defensivamente tan horrendos.

Quedaba toda la segunda parte... pero aquello fue un desastre. Empezó con un dudoso penalti sobre Cesc que Messi envió a la cruceta. El argentino lo intentó todo pero estuvo muy fallón. Ni siquiera fue falta de espacios, que los tuvo, sino precisión. A veces uno piensa que sería mejor que no jugara 65 partidos antes de los decisivos porque puede pasar que llegue a la vuelta de las semifinales cansado... pero entonces Leo no sería Leo y quien sabe si el Barcelona siquiera habría llegado a esas semifinales.

Cuenca fue sustituido por Tello, que no jugó un partido de puta madre el sábado y no lo volvió a jugar este martes. No es atacar al jugador, que está en sus primeros pasos como profesional y se le pide que sea decisivo en liga y Champions ante jugadores con años y años de experiencia. Creo que se puede defender el modelo de cantera y a la vez criticar una exagerada exigencia a jugadores que acaban de empezar en el fútbol. Guardiola decidió jugarse la final de la Champions con Cuenca y Tello y dejar a Pedro en el banquillo. Supongo que el canario estará muy mal físicamente para tomar una decisión así porque es, con mucho, el jugador que más gol tiene en la plantilla después de Messi.

El cambio fue intrascendente. Tello intentaba desbordar y no lo conseguía. Ahora mismo es un jugador de una sola jugada: desborde hacia la línea de fondo, y es complicado sorprender así a los Arbeloa o Ashley Cole de turno. Al Barcelona le entró el ataque de nervios. Es parte de la competición. Su superioridad era aplastante, siempre en el balcón del área rival, pero se perdió en centros bombeados absurdos, balones a Alves que el brasileño se empeñó en resolver mal porque no es un extremo y  no lo será nunca. Xavi parecía agotado, Messi pensando en el penalti fallado e Iniesta lo intentó, pero uno solo era imposible.

El último cambio terminó con toda fluidez en el ataque del Barcelona: un inoperante Cesc dejó su sitio a Keita, que en vez de ser utilizado para llegar desde atrás o disparar ante una defensa plantada en su punto de penalti, quedó fijado como delantero centro, igual que Puyol posteriormente. Aquello era un disparate y además sí que va en contra del juego de movilidad y posición. Con tres tíos metidos en el área y entorpeciendo las combinaciones de Iniesta y Messi, las verdaderas estrellas del equipo, el Chelsea solo se vio exigido una vez: una genialidad de Leo que lanzó al poste después de que Chec tocara con la yema de los dedos.

Muy poco balance para un equipo que simplemente se bloqueó, como se bloqueó dos años atrás contra el Inter.

En uno de los ataques desesperados, y tras nueva pérdida de balón en el descuento, Torres se encontró con el gol redentor, el que terminaba de colocar al Chelsea en la final. El Barcelona perdió víctima de sus propios nervios y de una cierta incapacidad de controlar los partidos solo porque eso, estéticamente, suena mal. Pues no tiene por qué y Guardiola lo sabe porque lo ha practicado anteriormente. Insisto: podemos hablar de las mil oportunidades falladas y la malísima suerte que tuvo el equipo, pero sin esos dos goles recibidos, el Barça estaría en la final, sobradísimo.

¿Qué cabe esperar ahora? El modelo funciona cuando no se lleva al extremo, es decir, cuando se confía en la cantera pero se va introduciendo a los jugadores poco a poco, como pasó con Pedro o incluso con Busquets, de aprendizaje más rápido. Tener la posesión está bien sin necesidad de jugar cinco tíos por el medio como si atacaran una zona sin que ninguno dispare de lejos o termine de desbordar. Abrir el campo es necesario siempre que se tenga claro que el objetivo no puede ser bombear el balón a delanteros que no existen. Jugar al ataque es necesario y espectacular, pero a veces se juega mejor al ataque con cuatro defensas que con tres: poblar toda tu zona de llegada antes de que el balón aparezca por ahí puede ser un error.

Las críticas no son a un modelo sino a su exageración. No es lo mismo jugarte una liga y una Champions con Eto´o, Ibrahimovic o Villa que con Tello, y lo siento mucho por el chaval, no es culpa suya, puede llegar a ser una estrella, ¡pero no lleva ni medio año en primera división! Que Villa se lesione en diciembre para seis meses es una desgracia. Que  no haya un solo delantero centro en una plantilla de 23 (más el filial) para sustituirle, es mala planificación. Que Abidal sufra una terrible enfermedad es una desgracia, que eso haga que solo tengas cuatro jugadores para tres puestos el resto de la temporada es mala planificación.

Uno pierde y gana por detalles. A veces son milímetros, a veces son decisiones en el banquillo o en la directiva. Nadie puede asegurar que de una manera se va a ganar siempre, porque esto es un juego. ¿En qué falló el Barcelona, en qué viene fallando cierto barcelonismo en los últimos años? Lo ha olvidado y ha intentado hacer una ciencia, una moral, una forma única de ver el fútbol. Y si se pierde la sorpresa, se pierde la diversión, lo siento. Recuperemos la sonrisa y la movilidad y disfrutemos de un equipo al que le queda mucha vida por delante. Tocando y presionando. Abriendo y generando espacios. Llegando y no ocupando.

Nadie gana siempre. Eso es un hecho. Vivamos con ello y a la vez aprendamos de los movimientos del rival. El Barcelona debe reinventarse a partir de lo que ya sabe. Mejorar. Eso es todo. El año que viene, este equipo estará luchando por la liga y la Champions. La ganará o la perderá. Probablemente vuelva a ser cuestión de milímetros.

lunes, abril 23, 2012

Me entrevistó un Perro con Monóculo


Y la verdad es que estuvo bastante bien. Si quiere saber cómo fue el enfrentamiento por todo lo alto entre Guille Ortiz y su único lector canino, aquí tiene la entrevista.

¿Qué será del Barcelona sin Guardiola?



Acaba abril y aún no sabemos nada de la renovación del entrenador más influyente del fútbol español en los últimos años: un hombre que, viniendo de Tercera División, cogió a un equipo que acababa de quedar tercero en la liga anterior, con pasillo humillante incluido al campeón en el Bernabéu y moción de censura a su presidente, echó a su principal estrella y se llevó 13 de los 16 títulos siguientes, cifra que aún podría aumentar a lo largo de las próximas semanas.

Como el tiempo es traicionero, es posible que para cuando ustedes lean esto, el dilema ya se haya resuelto y Guardiola haya renovado un año más o haya preferido ceder los bártulos. En la última semana, he recibido una información fiable de que se va y otra información fiable de que se queda. Imposible saberlo. Si algo ha hecho bien el Barcelona en los últimos años –entiendo que con cierta cooperación de los medios que cubren al equipo- es impedir filtraciones, tanto en fichajes como en operaciones delicadas como ahora con la renovación de su técnico.

¿Qué importancia ha tenido Guardiola en el Barcelona? Toda. Por supuesto, ahora Messi se lleva los elogios porque se ha convertido en un jugador de otra época, pero si el argentino ha llegado a ese nivel es porque su técnico le quitó de la banda, le llevó al centro y supo blindarlo para que nada ni nadie le molestase. Sin Guardiola puede que Messi siguiera siendo un extremo habilidoso y rápido con facilidad para el gol o el jugador intrascendente que a menudo es con Argentina. Puede. También puede que no, pero el caso es que ha sido Guardiola el que ha llevado a Leo al estrellato mundial.

En general, los cuatro años de Guardiola en el Barcelona han conseguido ligar algo que parecía imposible: juego bonito y resultados. Da gusto ver al Barça no solo porque triangule mucho o tenga mucha posesión sino porque corren como condenados. Ha sido el equipo menos goleado de la liga en las últimas cuatro temporadas. La diferencia con versiones anteriores como las de Rijkaard, Van Gaal o Cruyff es precisamente la facilidad para llevar el orden táctico un paso más allá: cada jugador sabe dónde ubicarse en la presión, dónde empezar, dónde delegar y cómo reconstruir el ataque. Probablemente nada de esto hubiera sido posible sin Busquets, pero, ¿qué sería de Busquets sin Guardiola? Quizás estaría cedido ahora mismo en el Sabadell.

Por todo esto, el miedo del barcelonista a que Guardiola se vaya del banquillo es lógico. El de Santpedor es un chollo: te permite mantener un discurso “buenista” por el cual todo lo que hace tu equipo es la bondad personificada y además te da los títulos, que es lo que todo hincha quiere. Al aficionado de a pie le da igual si en su camiseta pone UNICEF o Qatar Foundation, pero perder contra Mourinho le lleva por la calle de la amargura y, hasta ahora, Guardiola ha sido el muro de contención de todas esas frustraciones.

Dicen los que saben que el objetivo de Pep es dejar a Tito Vilanova de entrenador cuando él se vaya. Una manera de garantizar la continuidad. En la directiva hay lógicas dudas de que Vilanova pueda aguantar la presión mediática que supone entrenar al Barça. A este nivel, el talento táctico, el conocimiento, incluso el trato con los jugadores es muy importante, pero saber lidiar con la presión en primera persona, dar la cara seis veces a la semana ante la prensa y aguantar los mensajes sibilinos tampoco es precisamente sencillo.

Aunque Guardiola llegara sin más experiencia que la del filial, por su larga trayectoria como capitán del equipo sabíamos que se amoldaría al liderazgo público con facilidad. Saber soportar los halagos desmedidos, incluso ridículos, y las críticas y odios que toda popularidad conlleva. ¿Será capaz de eso Tito Vilanova? No lo sabemos. Por otro lado, ¿quién si no? ¿Volver a la escuela holandesa, caer en la tentación del técnico serio y trabajador y los fichajes brasileños?

Si algo ha conseguido el Barcelona desde 2004 es quitarse de encima un sentimiento de inferioridad que parecía haber desaparecido con Cruyff y Van Gaal pero que los cinco años de Gaspart y compañía volvió a poner de relieve. Los tiempos de los cochinillos y las llantinas. No va a ganar siempre. Ganará más o menos las mismas veces que el Real Madrid, puede que menos. Siempre ha sido así, no es ningún escándalo. Lo importante es que sepa adónde va. Con Guardiola o sin Guardiola. Y a la vez saber disfrutar del presente y del pasado. Si Pep se fuera este mismo verano, aparte de una lógica inquietud, el aficionado culé debería sentir gratitud, casi alivio. Ese hombre se ha dejado la salud por su club, quizás haya llegado el momento de que él también descanse.

Artículo publicado originalmente en el periódico El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"

sábado, abril 21, 2012

Barcelona 1- Real Madrid 2


La diferencia entre ambas plantillas no tuvo mejor partido para evidenciarse por completo: mientras el Madrid se jugaba la liga con Özil, Di María, Benzema y Cristiano -más Kakà e Higuaín en el banquillo-, el Barcelona lo hacía con un lateral derecho como Alves jugando de extremo y un veinteañero subido a mitad de temporada del filial en la otra banda. En medio, Thiago, un excelente jugador... pero en su primer año al más alto nivel, parece que se nos olvida.

En medio, Messi. No sé hasta qué punto Messi ha ido tapando con sus goles y sus asistencias las numerosas carencias del Barcelona. Me temo que mucho más de lo que pensábamos. Cuando Messi ha estado un poquito por debajo de su nivel, el equipo ha sido incapaz de materializar sus oportunidades. Contra el Chelsea, insisto en que no se atacó mal, contra el Madrid se atacó mucho peor, entre otras cosas porque el equipo de Mourinho es mucho mejor equipo que el de Di Matteo.

El caso es que el líder se plantó en el Camp Nou sin miedo alguno. Casi con el mismo once inicial que se llevó cinco hace dos años, el Madrid salió a morder y vaya si mordió... Presionó arriba, tapó espacios por el medio y volvió a conceder las bandas, sabedores de que Alves, en posición, solo puede centrar, y que Tello siempre intenta la misma jugada, desbordar por su pierna izquierda hacia línea de fondo. Contra Arbeloa no consiguió irse ni una sola vez. El único despiste del lateral madridista originó la jugada del empate blaugrana en la segunda parte, pero aun así el canterano del Barça ya había fallado su disparo.

En el Barcelona, problemas. Busquets no apareció, Xavi tampoco... y eso obligó a Iniesta y Messi a retrasar mucho su posición y encontrarse ante una defensa muy escalonada y atenta, impidiéndoles llegar frescos al área. De Thiago poco se supo, un par de pases entre líneas y una cierta dispersión. Insisto, el chico está aún verde y es normal. Enfrente, los blancos supieron colocarse en el campo y buscar el robo oportuno para la contra. Faltó un poco de pausa en aquellos momentos, como si todo fuera demasiado fácil.

Dispuesto a dar aún más facilidades a su rival, el Barça falló incluso a balón parado. Ya en la Supercopa y en la Copa este mismo año experimentó unos problemas horrorosos con los balones peinados en el primer palo. Aquí pasó lo mismo, Alves cerró mal, el rechace llegó a un Valdés descolocado que dejó el balón suelto y Puyol no supo despejar y dejó a Khedira el honor de marcar el gol que rompía la cifra mágica de los 107 goles del Madrid de Toshack. Puede que el alemán estuviera en fuera de juego por milímetros. Me es indiferente: el Barcelona falló en defensa demasiadas veces como para pedir ahora el ojo de halcón.

Con el marcador en contra, el Barcelona no encontró un plan B. No tiene plan B. En el banquillo estaban Piqué -la guerra parece ya declarada y abierta con su entrenador-, Cesc, Alexis y Pedro. Si el chileno estaba en condiciones de jugar, cosa que pareció en la segunda parte, se entiende mal su suplencia. El caso es que el Barça jugó su partido más importante del año sin sus dos delanteros del año pasado -Villa, lesionado; Pedro, en bajísima forma- y sin los dos fichajes millonarios traídos para apuntalar el ataque. Extraño en teoría. No tan extraño después de ver jugar a Cesc y Pedro en los últimos partidos.

Amontonados en el centro, los locales intentaron abrir a bandas pero no mejoraron las cosas: Alves está completamente descentrado, leyendo mal los ataques una y otra vez con centros que nadie puede rematar y sin desbordar por dentro. Tello, simplemente, aún no tiene este nivel. Un nivel para elegidos. La resistencia de Guardiola en cambiar el esquema resultó sorprendente. El Madrid se defendió bien y apenas pasó más apuros que una oportunidad de Xavi que falló cuando estaba ya solo ante Casillas. Normal: Xavi no es un delantero, no es un goleador, nunca lo ha sido.

La segunda parte fue más de lo mismo: ni el Madrid se animaba a sentenciar, como le pasó en Munich, ni el Barcelona creaba peligro de verdad. Hacía años que no veíamos un partido tan inofensivo de los de Guardiola, tan bloqueados sin necesidad de juego duro ni hierba alta, como insinuaba Xavi en la previa. El propio Xavi fue el elegido para el primer cambio. Su imagen en el banquillo era el resumen del partido de su equipo: desolado, parecía no entender nada. Salió Alexis y en parte cambió el partido, aunque solo fuera porque en uno de los primeros balones que tocaba consiguió marcar el primer gol del Barcelona en 160 minutos, a base de disparar y disparar y acabar remachando en el área pequeña. No había otra opción.

El entusiasmo le duró al Barcelona dos minutos. Lejos de acusar el golpe, el Madrid encontró un contraataque de manera inmediata, como si hubieran estado esperando el empate para volver a atestar un golpe. Mascherano volvió a medir mal, Cristiano quedó solo ante Valdés y él sí que no falló. 42 goles para el portugués, batiendo su record del año pasado, un paso adelante importantísimo para la Bota de Oro.

Ahí acabó el partido y la liga: el Barcelona ni siquiera lo intentó. Salió Cesc, pero no supimos nada de él. Tampoco de Pedro. No había nada más. Piqué calentó, presumiblemente para jugar de delantero centro, pero ni siquiera tuvo esa oportunidad. Su divorcio con Guardiola parece total. Pasaron los minutos y el Madrid pudo aún marcar un tercer gol en un par de oportunidades, el Barça ni siquiera se acercó el empate. La superioridad no era abrumadora pero sí tácita. Un equipo es ahora mismo mejor que el otro, tiene más recursos.

Queda el equipo a la espera de la magia de Messi y su capacidad para jugar tres partidos maravillosos y darle dos títulos al Barcelona. En sus pies queda el equipo. El martes hay que remontar una eliminatoria tras dos derrotas dolorosísimas. Del argentino dependerá el éxito o el fracaso de la empresa.

jueves, abril 19, 2012

¡Detengan a ese Twitter!



Al Gobierno de Mariano Rajoy se le puede acusar de muchas cosas pero no de privarnos de emociones fuertes. Cada día, tenemos una ración de sorpresa y cierto estupor: recortes anunciados en notas de prensa, ministros llevándose la contraria, dudas sobre el modelo de estado… Con todo, hay dos decisiones que me han sorprendido especialmente en los últimos días: la reforma del Código Penal, de la que hay mucho que hablar, y la limitación del pago de facturas en efectivo a 2500 euros.

Empezando por lo segundo, supongo que la medida pretende sacar a flote parte de la economía sumergida, pero por más que le doy vueltas no acabo de entender cómo: en primer lugar, ¿quién va a controlar que el pago en efectivo sea de 2500 euros y no de 2550? Quiero decir, ¿va a haber un inspector por cada autónomo investigando cada factura y comprobando que a partir de la cantidad mágica el pago se haya hecho por transferencia bancaria? ¿Qué me impide facturar 2500 y cobrar otros 500 “en negro”, como, desgraciadamente, se ha hecho siempre? No parece una solución milagrosa, pero seguramente algo se me escapa.

Además, hay algo bastante dudoso: imaginemos que yo no tengo mi dinero en un banco. De acuerdo, eso me convierte en un excéntrico, pero no en un delincuente. Supongamos que yo quiero tener mi dinero conmigo y controlarlo continuamente. En ese caso, si hago un trabajo por valor superior a 2500 euros –que ya me gustaría, por otro lado- mi jefe no me puede hacer una transferencia. Sí, me puede dar un cheque y que yo lo cobre, pero, ¿y si mi jefe también es un excéntrico y tampoco guarda su dinero en un banco? Nada le obliga a ello, o al menos yo no tengo nada claro que el Estado deba obligar a sus ciudadanos a tener su dinero en los bancos. Obligar, digo. En ese caso, y ya puestos, que nos digan al menos en cuáles antes de que quiebren.

Pero esto no es nada comparado con la controvertida reforma del Código Penal. Hay dos decisiones muy discutibles, que son las que han llamado más la atención mediática: la identificación de la resistencia pasiva y la activa, pudiendo castigar la primera con hasta dos años de prisión, y la prohibición de convocar a manifestaciones violentas por Internet, lo que pasará a ser un delito de integración en organización criminal. El ministro de Interior -¿y por qué no el de Justicia?- ha salido a matizar que esto no incluye “manifestaciones pacíficas que deriven en enfrentamientos violentos”, lo cual es tremendamente confuso: nadie va a convocar una manifestación para quemar contenedores y romper cristales de comercios. En la vida real, eso es lo que sucede cuando delincuentes organizados irrumpen en manifestaciones perfectamente legales.

En ese caso, ¿qué es lo que se pretende castigar? Sinceramente, no lo entiendo. Todo suena demasiado a 15-M y Twitter como para obviarlo… Pero el 15-M era en esencia un movimiento pacífico. Puede que no fuera legal en su desarrollo, pero “pacífico” en su planteamiento, sí. ¿Hubo altercados? Claro, pero no más que cuando el Madrid o el Barça ganan una liga y no vamos a arrestar a todos sus socios. Si además la resistencia pasiva es de por sí un delito, entonces tenemos un buen follón: yo me hago eco de una protesta organizada y difundo la convocatoria por Internet, sin ninguna intención violenta, ni mucho menos, simplemente amparado por el derecho de reunión. Una vez allí, aparece la policía y me pide que no me queje tanto y me vaya a casa. Me niego y me limito a quedarme quieto, sin abrir la boca. En ese momento ya me pueden meter en la cárcel y acusar de un delito de resistencia a la autoridad cuando en realidad no estoy haciendo nada. Lo mismo me sale quedarme quieto que coger un palo y atizarle al policía, ¿no es absurdo?

Mantener el orden público es muy importante, importantísimo. Quizá no a base de pelotas de goma contra las cabezas, porque para eso tenemos cuerpos de seguridad preparados y entrenados. Lo que no se puede hacer es amedrentar al que protesta o dar la sensación de que cualquiera que salga a la calle a manifestarse puede acabar dos años en la cárcel aunque él no haya hecho nada punitivo. Es un concepto del orden que se acerca más al de China o Cuba que al europeo. Si hay delincuentes, que se les detenga. Si hay ciudadanos protestando, que se les deje protestar, porque, si la resistencia pasiva se equipara a la activa, la sensación es que lo mismo da levantar la manitas en el aire que tirar un cóctel molotov. O que lo mismo era Sol que Atenas… y no, lo mismo, no era, y, créanme que no queremos comprobarlo.

Artículo publicado originalmente en el periódico El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"

miércoles, abril 18, 2012

Chelsea 1- Barcelona 0



Todo se reduce a un minuto. El segundo de descuento de la primera parte. Messi intenta girar para desmarcarse y la rodilla se le queda atrás. Al resbalarse, estira demasiado el aductor y queda en el suelo con gestos de dolor. No es lo habitual. La preocupación crece mientras el argentino se lamenta en el campo y el árbitro manda parar. No ha habido falta, no ha habido nada. Como queda poco para el descanso, Leo se levanta y sigue la jugada: recibe el balón en medio campo, como lleva haciéndolo durante toda la primera parte, y, como si quisiera demostrar que está perfectamente bien, intenta un dribbling imposible. Pierde el balón.

A la defensa del Barça, que espera el descanso, le pilla de improviso. Mascherano y Puyol se dan cuenta del desmarque de Drogba a la derecha y los dos le siguen, dejando la banda izquierda completamente vacía para Ramires, que sube como una flecha. Puyol se da cuenta, Mascherano también, y los dos, de nuevo a la vez, corren como locos a tapar ese hueco… dejando completamente solo a Drogba. Nadie más baja, solo Adriano y Xavi, pero tarde. Para más inri, Mascherano se resbala cuando intenta cortar el segundo pase, el que va de Ramires a Drogba, que recibe solo y a un toque marca el 1-0.

A un toque. Un gol de delantero centro. La jugada resume el partido y puede que la eliminatoria: el Barcelona jugó un encuentro fantástico. Muy, muy bueno. Para tratarse de unas semifinales de Champions League en campo ajeno, dominó el juego desde el primer minuto y no lo hizo de manera intrascendente: Alexis se plantó solo ante Cech y la elevó al larguero, Iniesta probó los reflejos del portero checo minutos después y su rechace lo pifió Cesc a puerta vacía. Minutos después, Messi desbordaba y dejaba de nuevo al de Arenys solo ante el portero. Fábregas definió como el mediocampista que es, intentando una filigrana que salvó Cole cuando el balón de todas maneras iba fuera.

No fue solo posesión, fueron llegadas. Recuperaciones rápidas y juego de balonmano, rotando de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. La primera parte de Iniesta fue sensacional, como la de Busquets. La segunda de Messi, quizá para resarcirse de su error, estuvo a la altura de sus mejores días… pero no hubo gol. No se puede explicar de otra manera el partido, lo siento: Alexis volvió a fallar en el área pequeña, Puyol cabeceó junto al palo y Cech salvó lanzándose desde la nada. Incluso en tiempo de “iniestazo”, Pedro disparó al poste y el rechace le llegó a Busquets, quien, solo, a quemarropa, casi en el área pequeña, la volvió a mandar a la grada.

El Barcelona está ante la temporada en la que más goles ha metido de su historia, eso es cierto, pero mucho tiene que ver el hecho de que Messi haya marcado o asistido en 88 de esos goles. Más allá de Messi, el vacío. En 2009 estuvo Eto´o, en 2010 Ibra y cuando el sueco se borró apareció Bojan para dar una liga. En 2011, Villa no dio todo lo que se esperaba pero le relevó Pedro como goleador. Este año no hay nada. Messi y más Messi. El club afrontó la temporada con un solo delantero centro y se les lesionó en diciembre. Desde entonces su único movimiento ha sido vender al delantero centro del filial, que venía de marcar 34 goles el año anterior en Segunda División.

Sin duda, la apuesta por el juego de toque y combinación constante ha dado partidos excelsos pero tiene estas cosas: un día no puedes empujar la pelota o Messi no te marca tres goles y pierdes. No debería ser un drama. Incluso con los problemas de diseño de la plantilla no es normal que jugadores profesionales de este nivel fallen tantas oportunidades. La sensación de endeblez del Chelsea fue total. Se puede alabar su planteamiento teniendo en cuenta que el contrario lo falló todo, pero un planteamiento que depende de los fallos rivales es algo parecido a un suicidio.

En la vuelta, el Barcelona debe tener una cosa entre ceja y ceja: no recibir un gol. No es momento de heroicidades ni de conjuras ni de espíritus de remontadas. Seguros atrás y a esperar a que las oportunidades vayan cayendo. Si el Chelsea marca, el Barcelona puede marcar tres. Hoy ha podido marcar cinco. Lo que no sé es si estas oportunidades volverán el martes que viene. Mientras tanto, al Barça no le queda otra que hacer lo que viene haciendo todo el año: dársela al 10 y que resuelva. Ese es el camino y ante ese camino no hay defensa que valga durante 180 minutos.

En cualquier caso, el lío en el que se ha metido el equipo de Guardiola es importante. Si el rival no fuera el sexto de la liga inglesa, estaría más que preocupado. Dos partidos clave en eliminatorias fuera del Camp Nou: cero goles. No es la idea.

martes, abril 17, 2012

Mayoría relativa


La Chica Imán y yo buscamos una terraza por Malasaña donde nos sirvan un café. Es tiempo de crisis pero nadie sale a atender, nos quejamos como dos abuelos, que es lo que llevamos siendo toda la vida, yo algo más tiempo que ella. A los dos nos gusta escucharnos en las palabras del otro, es divertido. En rigor, somos iguales pero con diez años y unos diez centímetros de diferencia. "El miedo a la exposición", dice ella, que a sus 24 ya tiene dos obras en cartel, ni más ni menos que en el Fernán Gómez y en el Teatro Español, además de dirigir otra en una peluquería de la calle Velarde. Lo que oyen.

Sí, el miedo a la exposición, a estar todo el rato moviendo los brazos como tontos para que nos miren y cuando nos miran paralizarnos no vaya a ser que no les gustemos, no vaya a ser que no merezcamos toda esa atención. Que no seamos especiales, en definitiva. Nos agota que todo el mundo crea que somos especiales pero nos morimos de miedo de que descubran que no lo somos. Esto es así.

Las infinitas maneras de ser especial y la difícil convivencia con el especialito. Creo que toda mi vida he sido un "especialito" en demasiados registros. Navegar por el disco duro y repasar fotos de ex-novias para encontrarme con la de L. en medio de una escalinata, creo que en Valencia, una tarde que dimos vueltas y vueltas alrededor de un cauce sin río mientras ella esperaba que el amor de su vida la llamara.

El amor de su vida, habrá quedado claro, no era yo.

Pienso en el reto inhumano que debió suponer intentar comprenderme a los 21 años, cuando yo tenía 24. Intentar comprenderme a los 21 y querer seguir haciéndolo hasta los 25, que ya se dio por vencida. A ratos la odio y a ratos no me queda más remedio que darle la razón. Tantos años buscando ser el incomprendido de las niñas universitarias, tanto "dime que yo" en las escaleras de su post-adolescencia.

Los tiempos cambian, por supuesto. Valencia vista diez años después es otra ciudad igual que L. vista diez años después es otra persona. Una hormiguita desde un aeroplano. Frágil niña cáncer.

La Chica Imán no quiere una vida sin retos, tiene miedo a una vida sin retos y ahí es donde aparece el Eduard Punset que todos los pedantes llevamos dentro: a mí la vida sin retos no me asusta, incluso me reconforta si es una vida sin obligaciones y ahí viene el rollo moralista: "El reto es intentar ser mejor cada día, comportarte mejor, ser honesto, una buena persona... Ese es el reto. Y supongo que si eres creador siempre vas a tener cosas en la cabeza y querer expresarlas de la mejor manera posible... Otra cosa es que tengas que demostrárselas a los demás, a lo mejor eso no hace falta". ¡Ah, el Pedro Ruiz que se perdió conmigo!

¿Cuándo acaba la necesidad de demostrar nada?, ¿exactamente cuándo?

Esta mañana le escribía a una alumna: "Sigue escribiendo, tienes talento para esto". Era verdad. El truco no está en decir siempre la verdad sino en no decir nunca una mentira. El talento de los otros, esa fascinación recurrente. Yo lo que quiero es que lo intenten, que no dejen de intentarlo nunca.

En menos de un mes cumpliré 35 años. En unos ocho días seré tío por segunda vez. Para ser hijo único reconocerán que no está nada mal. La niña será tauro. Somos una familia muy tradicional: todos somos signos de tierra o de agua: en concreto, 5 tauros, 1 escorpio, 1 virgo, 2 piscis y 3 cáncer, 4 si la Chica Diploma se deja. Una de esas familias en las que solo se puede gobernar en coalición, que es la invitación perfecta para la extravagancia.

lunes, abril 16, 2012

La coincidencia onubense. Cuatro escritores con Huelva como telón de fondo



Cuatro escritores jóvenes, los cuatro nacidos entre 1976 y 1978 pero ya con un interesante bagaje a sus espaldas: Pablo Gutiérrez y Elvira Navarro fueron elegidos el año pasado por la revista Granta como dos de los mejores escritores en lengua española menores de 35 años, Coradino Vega publicó su alabada “El hijo del futbolista” en Caballo de Troya y Lara Moreno, más lejos de los focos mediáticos, es la figura indispensable que nos sirve para hilar este reportaje. Lara es el pegamento, el entusiasmo y la distancia a la vez.

Lo sorprendente no es la cercanía de su nacimiento sino que compartieran infancia en Huelva. Cuatro grandes escritores que nacen en un mismo sitio casi el mismo año, reconocerán que eso es una gran sorpresa cuando hablamos de una pequeña capital de provincia. ¿Casualidad o algo en la ciudad onubense que invite a la escritura? Los cuatro insisten en lo primero, de hecho, sus relaciones con Huelva son completamente distintas entre sí.

Lo que no es tan distinto es su estilo: comparten un gusto exquisito por la escritura, el estilo, la pausa y lo omitido. No encontrarán templarios ni vampiros en sus novelas, lamentamos defraudarles. La literatura de estas cuatro realidades es una literatura cuidada, atenta, pulcra, que busca la comunicación mediante el estilo y las sensaciones más que mediante el efecto y el giro insospechado al final de cada capítulo. La explicación es obvia: los cuatro son lectores. Los cuatro disfrutan leyendo más allá del misterio de la trama. La trama es el estilo, como nos apunta Coradino Vega , no se pueden separar, y si fueran separables, nos diría Pablo Gutiérrez, mejor quedarse con el estilo, con el lenguaje.

Absténgase brutos y obsesos en busca de orgasmo. Es una literatura de una tristeza e incluso una crueldad temibles pero siempre desde una distancia. Nada es crucial. Ciudades en invierno y adolescentes creciendo en Minas de Riotinto. Viajes improbables y cafés a lo Cortázar con personajes al margen de las convenciones.

Huelva

¿Qué tiene Huelva para impregnarlo todo de esta distancia, esta melancolía? “No había nada en la ciudad que te llevara a escribir por encima de jugar al baloncesto o beber cerveza en un parque”, afirma Pablo Gutiérrez. Cada uno tiene una relación muy distinta con la ciudad de su infancia. De entrada, Lara ni siquiera nació allí sino en Sevilla, aunque se considera onubense de pura cepa porque de Huelva es su familia y en Huelva vivió hasta los 18. Para Coradino, Huelva, o al menos su capital, es poco menos que un misterio. Él siempre prefirió mantenerse en los márgenes, que, si se fijan, es algo muy literario: nacido y criado en las cercanías de las minas de Riotinto, asegura que ni siquiera cuando consiguió plaza de profesor en un instituto pensó en quedarse ahí a vivir. Se limitó a seguir instalado en las afueras y salir y entrar solo para las clases.

Elvira Navarro sería la otra cara de la moneda. Nacida en Huelva, pasó su infancia y adolescencia en Córdoba desde los seis meses. Asegura no recordar prácticamente nada de su ciudad de nacimiento. “No sé si mi afición por la luz y el mar viene de ahí”, concede, aunque por lo demás se considera andaluza más que ninguna otra cosa: “Las luces de la campiña a lo lejos. La adolescencia en Dos Torres, que es un pueblo del valle de Los Pedroches.  El olor a seco. El campo seco. El verano seco. Los colores de la yerba arrasada por el sol. Los jaramagos. Los pinchos. Las heladas. El horizonte. La luz…”.

Si Coradino y Elvira tratan Huelva de refilón, para Pablo y Lara fue el escenario de su adolescencia y eso lo dice todo, porque la adolescencia es un período que los cuatro recordarán en partes de su obra. El recuerdo de Huelva es un recuerdo opresivo, de una ciudad llena de contaminación y de la que es necesario fugarse. En el caso de Lara, para volver, en el caso de Pablo, para seguir lo más lejos posible, instalado como profesor en Sanlúcar de Barrameda.

En Huelva, Lara y Pablo intercambiaban cartas y tertulias adolescentes sobre la literatura. Se sabían especiales, distintos, es decir, de alguna manera, escritores. Si le preguntas a Lara qué es lo primero que leyó de sus compañeros, ella dice: “Las cartas de Pablo Gutiérrez”. Si le preguntas a Pablo, lógicamente responde: “Las cartas de Lara Moreno”.

Los primeros pasos

Lara y Pablo admiten una temprana influencia estilística del uno en el otro, aunque con el tiempo los estilos se hayan separado más. Mientras los dos trasladaban su amistad a la facultad de Ciencias de la Información de Sevilla, Coradino y Elvira se conocían de Erasmus en Francia, otro giro en las coincidencias. Los dos en seguida sintieron la complicidad del literato, no solo del escritor, y cuando volvieron a España decidieron compartir un piso en Carabanchel. “Un piso feísimo”, matizan.

Por entonces ya estaban los primeros relatos hasta llegar al punto de inflexión de 2004: Elvira Navarro gana el Certamen de Jóvenes Creadores con su relato “Expiación”, su compañero de piso consigue un accésit. “El funcionario del ayuntamiento que nos llamó para comunicárnoslo creía que uno de los dos era el pseudónimo del otro, puesto que en ambas picas figuraba la misma dirección de correo. En el momento de recoger el galardón, uno de los miembros del jurado seguía con la mosca detrás de la oreja sospechando que, de alguna extraña manera (pues el estilo de los cuentos era bastante distinto aunque los dos transcurrieran en verano), habíamos cometido una irregularidad y que, o yo era también Elvira Navarro o Elvira Navarro se presentaba a concursos bajo el rarísimo sobrenombre de Coradino, multiplicando por diez el número de adjetivos de sus relatos”.

Lara ya conocía “Expiación” y había leído a Elvira cuando se plantó en Madrid para vivir. Fue en 2003, el año de la publicación de su primer libro de relatos, “Casi todas las tijeras”, una auténtica obra maestra del estilo, que mezcla crueldad y distancia con una sensibilidad admirable. Una chica que le pierde el miedo a los adjetivos y que no se limita a escribir como el que traduce a un minimalista estadounidense. El regocijo en los colores, las sensaciones, el lenguaje…

“A Coradino lo conocí  porque una amiga común me dio su teléfono. Él me presentó a Elvira, y poco a poco formamos un grupo, un taller, en un bar. Escribíamos, nos leíamos, bebíamos, y nos hicimos muy amigos”.

El taller en cuestión recibió pronto un nombre: “Dellwood”, por el bar de la Plaza de las Vistillas en Madrid. Ahí se reunían, se escuchaban, se criticaban y aprendían. Lara se queda con “El río”, un relato “maravilloso” de Coradino, Elvira recuerda que buena parte de los relatos de esa época aparecerían después en “Cuatro veces fuego”, el libro que Lara publicó en 2008 con la editorial Tropo.

Ninguno suponía que de ahí iba a surgir algo grande en términos literarios públicos. Bueno, “ninguno” no. Elvira, mucho antes de ganar premios y recibir menciones ya tenía entre ceja y ceja convertirse en escritora. “Soy muy cabezota y eso denota confianza”, nos explica. El resto, ya decimos, no se lo planteaba como una posibilidad.

El mundillo literario

“Vivo en la periferia, no hablo ni me escribo con escritores ni editores”. Así de contundente es Pablo Gutiérrez cuando le hablamos del llamado “mundillo literario”. “Tenía cero confianza, todo el pesimismo del mundo. Aún me parece una broma que alguien decidiera publicar alguna cosa que yo había escrito. Todo fue casualidad y un buen empujón de Lara, que trabajaba en editoriales como lectora y correctora y le hizo llegar Rosas, restos de alas al editor de La Fábrica. Si eso no hubiera pasado, no habría Nada es crucial ni Ensimismada correspondencia ni el resto.”

Coradino Vega aplaude a Pablo esa decisión:  “En ciertos ambientes y en determinados momentos de la vida, la mejor manera de brillar puede que sea brillar por su ausencia”, aunque reconoce que él, por amistades, por entorno, aunque solo sea por la proximidad que da Internet a menudo, sí se ve metido en esa espiral de egos y castas: “Noto en ese ambiente la exigencia de tener que ser agresivo, ingenioso y guay… y me parece infantil, una tontería. Ahora no basta con opinar; resulta de vital importancia humillar al adversario que no comparte tu dogma.“

Coradino consiguió publicar con Constantino Bértolo en 2010. Su libro, “El hijo del futbolista” fue uno de lo más aclamados por la crítica aquel año. Lara, como hemos dicho antes, consiguió un hueco en una editorial sevillana para su primer libro de relatos y en 2008 repitió, esta vez con Tropo. Pablo tuvo que esperar también a 2008 para ver publicado su “Rosas, restos de alas”. Mientras, Elvira Navarro, metida en talleres, clases, becas… publica en 2007 “La ciudad en invierno” y en 2009 gana el Premio Jaén de Novela con “La ciudad feliz”, algo parecido a un “spin-off” de su maravilloso primer libro que se publica en Mondadori, un paso adelante en cualquier carrera.

Si para Lara, el mundillo es “algo divertido y productivo a veces, una incómoda necesidad otras, y a la hora verdadera de escribir, una gran putada”, Elvira no lo ve con mejores ojos aunque hasta el momento todo le haya ido bien: “Es un gallinero que no se diferencia demasiado del mundillo médico o del mundillo de los fontaneros. Si nuestra aspiración se limita a ser reconocidos, acabamos hipotecados por los demás” y remite al “Acceso no autorizado”, de Belén Gopegui, una de sus escritoras favoritas, para justificar sus palabras.


Silencio, se escribe

Es muy difícil definir qué es “comercial” y mucho menos en una industria con tan poco mercado en este momento quitando los cinco o seis best-sellers de cada año. En cualquier caso, no podríamos definir a los cuatro como “comerciales” por mucho que nos empeñáramos. Frente a complejas tramas históricas o detectivescas persecuciones de malvados, estos cuatro jóvenes escritores eligen la palabra, el estilo, la pausa y la omisión. Con estilos distintos, por supuesto, pero con ese punto común de nostalgia, distancia, elaboración.

“Los escritores se han vuelto muy vagos”, nos dice Pablo, quien dice aburrirse con las novelas que acumulan acontecimientos como cortes de secuencia.  De hecho, confiesa, rara vez termina un libro que ha empezado. “En general, creo que lo único verdaderamente importante de la literatura es la forma y el estilo. Lo demás, la peripecia y la idea, me sobran. Cuando digo “me sobran” me refiero a que como lector me resultan casi siempre un obstáculo. Para la peripecia está el cine, y para la idea el ensayo”.

La discusión trama-lenguaje está presente en la conversación con los cuatro. “La forma es el contenido, ¿no?”- explica Coradino- “En mi caso, es la historia la que determina la manera de contarla. Y mis esfuerzos, en muchas ocasiones, se centran en hacer que el estilo sea lo más transparente posible, que no llame mucho la atención, que sea un medio en lugar de un fin en sí mismo. Con esto no quiero decir que prepondere el contenido o la historia sobre la forma, pues ya he dicho que pienso que ambos son indesligables. Ni que conciba la prosa como un mero vehículo informativo. Para nada. A veces, escribir sencillo requiere mucho trabajo”.

¿Qué opinión tienen las chicas al respecto? “El gusto por el detalle y el estilo es imprescindible en cualquier escritor. El detalle da concreción, vivacidad…”, explica Elvira Navarro, “…pero ojo, no hay que confundir estilo con la mera floritura poética. Si ésta no viene a cuento, aunque la metáfora y la imagen sean poderosas per se, ese estilo irá en contra del texto.  En cuanto a la pausa, yo preferiría hablar de silencio. Hay veces que la mejor manera de nombrar algo es omitirlo”.

Por su parte, Lara, siempre más cómoda en su posición de observadora que en la de protagonista, se limita a constatar: “Esta es una pregunta difícil que no sé contestar”. Suponemos que hay en Lara mucho más de disfrute y de goce incluso sensual en la escritura y la lectura que de doctrina. De hecho, sin duda, Lara es la que más expone las sensaciones físicas de sus personajes en sus relatos. El miedo a no adjetivar y el miedo a no tener orgasmos. Los personajes de Lara a veces sufren y a veces ni sienten ni padecen, pero siempre están alerta.

Rasgos comunes



Pablo deja claro desde el principio: “Sólo he leído a Lara, y los dos hemos compartido tanto que me temo que más que influencia ha habido transferencia. Al menos en mi caso”. Sí se percibe un gusto común de los cuatro por la adolescencia, la narración de la adolescencia, desde “La Menuda”, personaje prodigioso de Lara Moreno que vagabundea por revistas de Internet hasta el protagonista de “El hijo del futbolista”, pasando por las niñas perversas y a la vez perdidas de “La ciudad en invierno” o el joven chino encerrado entre dos culturas de “La ciudad feliz”.

Pablo se sacó de la manga a Magui y Lecu en su “Nada es crucial”, que ganó el premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España y en su nuevo libro, recién publicado, “Ensimismada correspondencia”, tiene algunos perfiles adolescentes femeninos de una potencia tremenda. ¿De dónde viene esa empatía? “Supongo que tiene que ver con mi trabajo, todas las semanas corrijo decenas de redacciones escritas por chicas adolescentes, y además de corregir su ortografía yo soy de los que se leen hasta la última palabra”.

Coradino, otro profesor de secundaria, tiene la adolescencia presente en sus temas y en su día a día: “Es el periodo de la vida en el que se exacerba la personalidad previa, un momento fronterizo, como de estar a la espera de algo, de dar un salto mortal hacia la Verdad o algo por el estilo. Es la auténtica placenta de todo lo que vendrá luego y que no tiene que ser peor necesariamente”. Puede que entre Coradino y Elvira hubiera la misma transferencia inicial de estilo que la que hubo en su momento entre Lara y Pablo. Si no fuera por Lara, de hecho, este reportaje no hablaría de un póker sino de unas míseras dobles parejas.”Cuando Pablo y yo nos conocimos creo que éramos libros abiertos en sentido literario, así que siempre me he sentido identificada con parte de lo que hace. De Coradino y Elvira he aprendido cosas que me han alejado de mis vicios. Los tres me influyen con sus consejos y sus recomendaciones, los tres me interesan, a los tres los admiro”, dice la siempre generosa Lara sobre sus compañeros.

Elvira Navarro, por último, apunta: “Nuestros padres literarios difieren bastante. Tal vez Coradino Vega y yo tengamos algunos puntos  en común, pero Lara Moreno y Pablo Gutiérrez tienen poéticas muy distintas a la mía”.

Casualidades o causalidades, poéticas semejantes o diversas, padres literarios más o menos adoptivos, nos sigue sorprendiendo la coincidencia en edad, lugar y gusto literario. Huelva, entre 1976 y 1978, adolescencias ensimismadas, gusto por las situaciones límite de la sensibilidad, conciencia de que la escritura no es prisa sino trabajo… Demasiados puntos en común como para dejarlos pasar. Apunten estos nombres, no son modas jaleadas por suplementos y contraportadas. Son escritores que escriben. Esto último puede parecer una redundancia pero creo que todos sabemos de lo que estamos hablando.

Fichas personales

PABLO GUTIÉRREZ

Fecha de nacimiento: 1978
Primer libro publicado: “Rosas, restos de alas” (La Fábrica, 2008)
Se dio a conocer… Ganando el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional por “Nada es crucial” (Lengua de Trapo, 2010)
Influencias: “Todo Martin Amis, todo Kundera, algún Baroja raro como La sensualidad pervertida y El buda de los suburbios de Kureishi. También todo Calvino. Ah, y el Réquiem de Tabucchi. Y El inmoralista de André Gide”.
Próximos proyectos: Acaba de publicar “Ensimismada correspondencia” (Lengua de Trapo, 2011), prepara una novela social “sin clichés” para 2012.

ELVIRA NAVARRO

Fecha de nacimiento: 1978
Primer libro publicado: “La ciudad en invierno” (Caballo de Troya, 2007)
Se dio a conocer… Ganando el Premio Jaén de Novela por “La ciudad feliz” (Mondadori, 2009)
Influencias:Los cachorros y La tía Julia y el escribidor de Vargas Llosa, Los demonios y El idiota de Dostoievski, Lo real y Acceso no autorizado de Belén Gopegui, Proyectos de pasado de Ana Blandiana, La identidad de Milan Kundera, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, Nada de Carmen Laforet, La plaza del diamante de Rodoreda, El gran cuaderno de Agota Kristof, Desde el amanecer de Rosa Chacel, La colmena y La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, Los aéreos de Luis Magrinyà, Las ratas de Miguel Delibes, Cumbres borrascosas de Emily Brönte, casi todos los cuentos de Clarice Lispector, de Julio Ramón Ribeyro, de Cortázar…”
Próximos proyectos: Está escribiendo un libro que recogerá una serie de relatos largos o nouvelles sobre la pareja, la soledad, el trabajo, la enfermedad y la ciudad.

CORADINO VEGA

Fecha de nacimiento: 1976
Primer libro publicado: “El hijo del futbolista” (Caballo de Troya, 2010)
Se dio a conocer…  Por el gran éxito de crítica de su primera y única novela, en una de las editoriales más prestigiosas dentro del mundo de los jóvenes valores.
Influencias: “La novela de los siglos XIX y XX, aun siendo consciente de que hoy día uno no puede escribir como lo hacían Galdós o Pasternak. Los rusos, Flaubert, Proust o Thomas Mann te contaban el mundo (tanto interno como externo). También, los judeo-americanos como I.B. Singer, Saul Bellow, Malamud o Philip Roth. Los dos libros latinoamericanos que más me han emocionado en los últimos años han sido: El olvido que seremos, del colombiano Héctor Abad Faciolince, y Una historia sencilla, del argentino afincado en Madrid Luis Velasco Blake”.
Próximos proyectos: Estoy corrigiendo el manuscrito de lo que quizás pueda convertirse en una segunda novela que, de momento, se titularía Escarnio. Aunque, en mi caso, las correcciones pueden llevar más tiempo que la escritura, el borrador ya está

LARA MORENO

Fecha de nacimiento: 1978
Primer libro publicado: “Casi todas las tijeras” (Quorum Editores, 2003)
Se dio a conocer por… Lara fantasea con que no es conocida y huye, de hecho, de cualquier reconocimiento. Cualquiera que haya leído cualquiera de sus dos libros sabrá que estamos ante una figura clave de la literatura española a medio plazo.
Influencias: “Lolita, El pasado, Mientras agonizo, Agata Kristof, algunos cuentos de Cortázar, otros de Onetti, de Munro, de Lispector, de Moore, etcétera, etcétera. No por este orden necesariamente, y la lista podría ser muy larga”.
Próximos proyectos: Está corrigiendo una novela en la que lleva trabajando más de dos años y que quizá pueda dar por cerrada pronto. 

Artículo preparado para su publicación en el número de invierno de la revista Zona de Obras, cancelado por falta de presupuesto, copyright de las fotos de Elvira Navarro: Luis Belmonte