martes, octubre 30, 2012

¿Por qué UPyD no gana ni uno solo de los votos de PP y PSOE?




En las últimas elecciones generales, Union Progreso y Democracia logró 1.143.250 votos. No es ninguna tontería. Hablamos de un partido consolidado, con ideas que agradan a unos y que enfadan mucho a otros, que pretende hacerse un hueco en lo que se llama “la tercera España”, insistiendo en que sus políticas no son de derechas ni de izquierdas sino las más convenientes en cada situación dentro de la óptica del progresismo. Lo dicho: pueden odiar a Rosa Díez o pueden amarla, eso es indiferente, el caso es que se trata de un partido que opta, no ya a ser poder, sino al menos a ser relevante en la acción política del día a día. El problema es que aún no sabemos si lo va a conseguir o no.

De las filias y fobias que provoca el partido dan fe los comentarios a cualquier mensaje en Twitter en el que se incluya su nombre o el de su líder. Normalmente, las fobias son mucho mayores que las filias y muy poco razonadas, pero no es tarea de este cronista intentar convencer a quien se basa simplemente en prejuicios. Sí me preocupan los comentarios conformistas o llenos de excusas de los que defienden a la formación magenta pese a cualquier evidencia, cuando precisamente si UPyD es atractiva como organización es por su supuesto apego a la realidad por encima de las convenciones.

Un partido fenomenológico, si eso fuera posible.

Negar que los resultados en Galicia y País Vasco fueron malos es mucho negar. Además, no debería haber problema por llamar a las cosas por su nombre puesto que eso es lo que se pide a los demás partidos. Un comentario que me llegó por redes sociales justificaba el 1,48% de los votos en Galicia, apenas 21.212 en el total de las cuatro provincias, en la “falta de arraigo del partido en la Comunidad, donde está empezando”. Eso es cierto solo en parte. UPyD se presentaba por segunda vez a unas Autonómicas y es un partido suficientemente arraigado en toda España durante los últimos cinco años como para aspirar a algo más que superar por los pelos a la formación Escaños en Blanco y sumar 5.000 votos más que Mario Conde.
De acuerdo, muchos medios de comunicación ningunean a Rosa Díez, ocultan sus propuestas y exageran o manipulan los errores. Admitamos eso, que no siempre es verdad. Eso puede impedirte ganar unas elecciones o conseguir un gran resultado, pero en ningún caso un resultado tan horroroso en unas elecciones en las que tanto PP como PSdeG han caído en el número de votos: de los 300.000 ciudadanos que han dejado de votar una u otra opción, UPyD no ha captado a ninguno. Eso es un problema.

Problema que se agrava en el País Vasco, donde el triunfo del nacionalismo se dio simplemente por la debacle del constitucionalismo PP-PSOE. De acuerdo, como bien me recordaba un tal Defensor Magenta, UPyD había mantenido su escaño por Álava… pero incluso ahí perdió porcentaje y votos. El total, sumando Guipúzcoa y Vizcaya, fue de 21.492, 380 más que en Galicia. Son resultados muy pobres, pobrísimos, en un contexto que debería ser el mejor posible: caída de las otras opciones constitucionalistas, descontento general con el bipartidismo, crisis política reconocida por gran parte de la ciudadanía…

Si en esas condiciones, UPyD se conforma con sumar 43.000 votos en dos regiones que congregan a 4.300.000 votantes, tiene un problema. Y si se limita a culpar la pésima y torticera cobertura de medios públicos como el Telediario de RTVE, que se negaba una y otra vez a cubrir los actos de Gorka Maneiro pese a tener representación parlamentaria, tendrá dos: el análisis de la realidad y el de su posible solución.
Fuera de Madrid, y eso es un hecho, UPyD no ha conseguido calar como alternativa. ¿Por qué? Lo desconozco. ¿Tengo yo la solución y sé lo que tienen que hacer? Ni idea, solo faltaría. Pero lo primero sería darse cuenta de que hay un problema de comunicación, de hacer llegar el mensaje, y que ese problema no puede ser siempre de los otros, que no te entienden o te odian. No hay motivos para pensar que lo que funciona en Madrid no pueda funcionar en Orense, que no es Mondragón precisamente.

Hablamos de una formación joven, que tendrá que aprender de muchos batacazos, pero para levantarse de una caída hay que ser consciente de que estás en el suelo. O acercándote. Y ahí sí, para adelante. Sin vergüenzas ni complejos. Porque si la alternativa al bipartidismo en España va a ser Amanecer Dorado, como en Grecia, ahí sí que vamos apañados…