lunes, octubre 29, 2012

Eres lo que odias


El miércoles 12 de septiembre de 2007, Impedimenta presentaba su primer libro, una traducción de "La abadesa de Castro", de Stendhal. Como por entonces yo venía de trabajar con Enrique Redel -él fue el artífice de la excelente edición de "Pequeños objetivos", mi primer libro en solitario- y me había acostumbrado a ser algo así como un cronista cultural, dejando en mi blog recuentos de conciertos, presentaciones, estrenos, etc., me presenté en La Central del Reina Sofía y dejé escrito esto, que, en un momento dado, dice: "Llego corriendo y me tengo que ir corriendo, como vienen siendo estos últimos días", sin prever siquiera que "estos últimos días" se iban a prolongar cinco años más.

El caso es que el aniversario de Impedimenta y su fiesta de aniversario a la que no fui me sirve para recordar mi teoría del estatus. No es una gran teoría y desde luego no hacía falta Enrique Redel para traerla a colación, porque incluso es probable que Enrique me invitara y yo no me enterara. Basta con abrir Facebook para recordarme lo lejos que estoy del mundo de la literatura y hasta cierto punto eso me asusta porque yo ya tengo 35 años y, efectivamente, voy a publicar en breve un libro de no ficción sobre el Estudiantes, dirijo una revista periodístico-cultural y colaboro en nosécuántos medios con un cierto éxito, pero ficción, lo que se dice ficción solo he publicado precisamente aquel "Pequeños objetivos" y no dejó de ser una autoedición, un dinero muy bien empleado, probablemente el mejor de mi vida.

Mi distancia es total y a veces me preocupa. Me preocupa no pertenecer como me preocupaba con 12 años que los chicos de clase se fueran a comer al McDonald´s y a mí no me invitaran. Una preocupación pre-adolescente, si lo piensan, que deriva de ese eterno concurso de popularidad que es el circuito de escritores y con él, el de cantantes, actores, pintores, etc. Lo que más me preocupa es que haya gente que crea que necesita estar en esas celebraciones constantes para que sus libros se lean, cuando debería bastar con escribir buenos libros. Yo, por lo que veo, diría que hay un cincuenta por ciento de cada cosa: caer simpático, tener buenos amigos, ser muy insistente, te puede ayudar a publicar un primer libro. Puede. Que ese libro sea malo, normalmente te condena para el resto de tu carrera, así que no es algo que recomiende.

Por otro lado está la endogamia y a esto no tengo respuesta. Me canso de ver las mismas colecciones de relatos con los mismos relatistas de siempre, muchos de ellos buenísimos y otros, lamentables. ¿Pero qué he hecho yo para cambiarlo? Al iniciar UNFOLLOW, teníamos claro que tendría que haber una sección de relatos inéditos y de calidad. Esa calidad había que buscarla, por supuesto, pero, ¿dónde? En la gente que has leído y que te gusta: Andrés Barba, Lara Moreno, Pablo Gutiérrez, Javier Gutiérrez, Isabel González... incluso avisé a Matías Candeira pero no tuve la suerte de que me contestara porque Matías es un hombre muy ocupado.

Puede que no sean nombres demasiado populares. Lo normal es que usted ni los conozca. Pero los que conocemos "el mundillo" claro que los conocemos, forman parte de "los de siempre". Toda una vida quejándome de que nadie confiaba en mí porque era imposible romper la pared de metacrilato y luego yo voy y hago lo mismo, cada vez que alguien me escribe proponiéndome algo de ficción, contesto, educadamente, "no, lo siento, ya tenemos esa sección llena". Lo cual es verdad y probablemente sea inevitable, pero pica un poco por dentro y al menos sirve para dejar claro que el infierno no siempre son los otros y que, como alguien dijo, sin que pueda recordar ahora mismo quién, al final eres lo que odias.