miércoles, octubre 31, 2012

Ganar es de horteras


El 1 de octubre me fui a vivir oficialmente con la Chica Diploma. Era el inicio de un mes frenético, improbable: diez días después se casó mi padre por sorpresa y el día 15 salía la revista UNFOLLOW, que dirijo junto a Ana Boyero. Todo eso ya sería bastante para un solo otoño pero la cosa sigue adelante: desde ayer, ya se puede conseguir un ejemplar de mi libro "Ganar es de horteras", una especie de "Fiebre en las gradas", pero con el Estudiantes haciendo del Arsenal y el Real Madrid, de alguna manera, del Liverpool. En la página oficial del libro, donde pueden comprarlo por el módico precio de 15 euros y además se lo envían a casa, resumo la idea de la siguiente forma:



El 6 de mayo de 2012, el Estudiantes descendió de la ACB por primera vez en sus 65 años de historia. Eso ahora queda muy lejos, pero entonces me pareció el momento ideal para recordar con alegría todo lo que ese equipo me habia dado: los primeros partidos en el Magariños, allá por los 80, viendo a Russell, a Pinone, a Vicente Gil, a Pedro Rodríguez... cuando yo aún era aficionado del Real Madrid, pese a todos los empeños de mi tio. 

Mi primer carnet de socio, con 10 años, en medio de un atasco enorme que paró la ciudad, los años de Todagrés y de Bose, el esplendor de Estambul y la Copa del Rey de 1992, que coincidió con mis años en el Ramiro de Maeztu... y de ahi a los altos y bajos de los siguientes veinte años, desde la distancia del universitario, del filósofo metido a escritor, del escritor metido a profesor de inglés. Todas las mujeres a las que amé en algún momento estuvieron en el Palacio, en Vistalegre, en el Telefonica Arena... animando a Azofra, a Jiménez, a Vandiver, a Chandler Thompson... incluso a Herreros o al improbable Dani Clark.

Lo mío no era una protesta enfurecida de aficionado futbolero, era una manera de dar las gracias, de recordar todo aquello con cariño y compartir las vivencias con todos los que en algún momento han pasado por algo así: el libro no podia ser un libro solo sobre el Estudiantes, tenía que ser un libro sobre 25 años de la ACB, un libro sobre el Real Madrid, sobre el Barcelona, sobre el Joventut, el CAI, el Baskonia, el Clesa Ferrol, el Licor 43... Aquellos años mágicos en los que te ponías el Carrusel para vivir punto a punto cualquier jornada que acabara con Walter Berry como máximo anotador. Es un libro para los que sintieron la fiebre en las canchas, fuera en la ciudad que fuera, incluso los que la vivieron como aficionados de fútbol, balonmano, voleibol... lo que fuera. El pabellón lleno y los pañuelos contra el arbitro, los silbidos contra el entrenador y la alegría final de la victoria.

Desde aquel mayo de 2012, las cosas han cambiado mucho. Todos cambiamos mucho, en general, por eso la rabia y el orgullo no tenían sentido. "Ganar es de horteras" es lo que decía siempre mi tío Coque cuando perdíamos un partido importante, no sé si por una cuestión de minimizar los efectos o porque realmente lo pensaba, pensaba que mejor una sonrisa conformista que un espectáculo por todo lo alto con David Bisbal y Pepe Reina presentando a los jugadores completamente borrachos. No todo es amable en el libro porque durante muchos años el Estudiantes no ha sido un club amable. Demasiadas cosas raras en un país muy raro. Lo que pretende es recordar ese entusiasmo, un entusiasmo de tercera prórroga ante el Real Madrid de Corbalán, Romay e Iturriaga. Un entusiasmo de Dorom Jamchy resbalando en la última posesión. Un entusiasmo de cuarto partido de la final contra el Barcelona de Bodiroga.

Ese entusiasmo y sus decepciones. Las decepciones de cualquier niño-adolescente-adulto que quiere a su equipo por todo lo que le ha dado y le perdona con un "no pudo ser" que esconde la esperanza de que la próxima vez sí será. Usted tiene su recuerdo y su momento así. Es muy probable que lo encuentre en este libro y pueda compartirlo. ¿De qué se trata el deporte, si no?


Efectivamente, la idea no es hacer un libro partisano del Estudiantes, ni una sucesión de resultados y jugadores. Es un libro sobre BA-LON-CES-TO, desde una perspectiva, por supuesto, pero que puedan leer, comprender y disfrutar todo tipo de aficionados, a este o a cualquier otro deporte. Si les interesa, ya saben, pronto en librerías y en e-book, de momento, en pre-venta en la página oficial.

martes, octubre 30, 2012

¿Por qué UPyD no gana ni uno solo de los votos de PP y PSOE?




En las últimas elecciones generales, Union Progreso y Democracia logró 1.143.250 votos. No es ninguna tontería. Hablamos de un partido consolidado, con ideas que agradan a unos y que enfadan mucho a otros, que pretende hacerse un hueco en lo que se llama “la tercera España”, insistiendo en que sus políticas no son de derechas ni de izquierdas sino las más convenientes en cada situación dentro de la óptica del progresismo. Lo dicho: pueden odiar a Rosa Díez o pueden amarla, eso es indiferente, el caso es que se trata de un partido que opta, no ya a ser poder, sino al menos a ser relevante en la acción política del día a día. El problema es que aún no sabemos si lo va a conseguir o no.

De las filias y fobias que provoca el partido dan fe los comentarios a cualquier mensaje en Twitter en el que se incluya su nombre o el de su líder. Normalmente, las fobias son mucho mayores que las filias y muy poco razonadas, pero no es tarea de este cronista intentar convencer a quien se basa simplemente en prejuicios. Sí me preocupan los comentarios conformistas o llenos de excusas de los que defienden a la formación magenta pese a cualquier evidencia, cuando precisamente si UPyD es atractiva como organización es por su supuesto apego a la realidad por encima de las convenciones.

Un partido fenomenológico, si eso fuera posible.

Negar que los resultados en Galicia y País Vasco fueron malos es mucho negar. Además, no debería haber problema por llamar a las cosas por su nombre puesto que eso es lo que se pide a los demás partidos. Un comentario que me llegó por redes sociales justificaba el 1,48% de los votos en Galicia, apenas 21.212 en el total de las cuatro provincias, en la “falta de arraigo del partido en la Comunidad, donde está empezando”. Eso es cierto solo en parte. UPyD se presentaba por segunda vez a unas Autonómicas y es un partido suficientemente arraigado en toda España durante los últimos cinco años como para aspirar a algo más que superar por los pelos a la formación Escaños en Blanco y sumar 5.000 votos más que Mario Conde.
De acuerdo, muchos medios de comunicación ningunean a Rosa Díez, ocultan sus propuestas y exageran o manipulan los errores. Admitamos eso, que no siempre es verdad. Eso puede impedirte ganar unas elecciones o conseguir un gran resultado, pero en ningún caso un resultado tan horroroso en unas elecciones en las que tanto PP como PSdeG han caído en el número de votos: de los 300.000 ciudadanos que han dejado de votar una u otra opción, UPyD no ha captado a ninguno. Eso es un problema.

Problema que se agrava en el País Vasco, donde el triunfo del nacionalismo se dio simplemente por la debacle del constitucionalismo PP-PSOE. De acuerdo, como bien me recordaba un tal Defensor Magenta, UPyD había mantenido su escaño por Álava… pero incluso ahí perdió porcentaje y votos. El total, sumando Guipúzcoa y Vizcaya, fue de 21.492, 380 más que en Galicia. Son resultados muy pobres, pobrísimos, en un contexto que debería ser el mejor posible: caída de las otras opciones constitucionalistas, descontento general con el bipartidismo, crisis política reconocida por gran parte de la ciudadanía…

Si en esas condiciones, UPyD se conforma con sumar 43.000 votos en dos regiones que congregan a 4.300.000 votantes, tiene un problema. Y si se limita a culpar la pésima y torticera cobertura de medios públicos como el Telediario de RTVE, que se negaba una y otra vez a cubrir los actos de Gorka Maneiro pese a tener representación parlamentaria, tendrá dos: el análisis de la realidad y el de su posible solución.
Fuera de Madrid, y eso es un hecho, UPyD no ha conseguido calar como alternativa. ¿Por qué? Lo desconozco. ¿Tengo yo la solución y sé lo que tienen que hacer? Ni idea, solo faltaría. Pero lo primero sería darse cuenta de que hay un problema de comunicación, de hacer llegar el mensaje, y que ese problema no puede ser siempre de los otros, que no te entienden o te odian. No hay motivos para pensar que lo que funciona en Madrid no pueda funcionar en Orense, que no es Mondragón precisamente.

Hablamos de una formación joven, que tendrá que aprender de muchos batacazos, pero para levantarse de una caída hay que ser consciente de que estás en el suelo. O acercándote. Y ahí sí, para adelante. Sin vergüenzas ni complejos. Porque si la alternativa al bipartidismo en España va a ser Amanecer Dorado, como en Grecia, ahí sí que vamos apañados…

lunes, octubre 29, 2012

Eres lo que odias


El miércoles 12 de septiembre de 2007, Impedimenta presentaba su primer libro, una traducción de "La abadesa de Castro", de Stendhal. Como por entonces yo venía de trabajar con Enrique Redel -él fue el artífice de la excelente edición de "Pequeños objetivos", mi primer libro en solitario- y me había acostumbrado a ser algo así como un cronista cultural, dejando en mi blog recuentos de conciertos, presentaciones, estrenos, etc., me presenté en La Central del Reina Sofía y dejé escrito esto, que, en un momento dado, dice: "Llego corriendo y me tengo que ir corriendo, como vienen siendo estos últimos días", sin prever siquiera que "estos últimos días" se iban a prolongar cinco años más.

El caso es que el aniversario de Impedimenta y su fiesta de aniversario a la que no fui me sirve para recordar mi teoría del estatus. No es una gran teoría y desde luego no hacía falta Enrique Redel para traerla a colación, porque incluso es probable que Enrique me invitara y yo no me enterara. Basta con abrir Facebook para recordarme lo lejos que estoy del mundo de la literatura y hasta cierto punto eso me asusta porque yo ya tengo 35 años y, efectivamente, voy a publicar en breve un libro de no ficción sobre el Estudiantes, dirijo una revista periodístico-cultural y colaboro en nosécuántos medios con un cierto éxito, pero ficción, lo que se dice ficción solo he publicado precisamente aquel "Pequeños objetivos" y no dejó de ser una autoedición, un dinero muy bien empleado, probablemente el mejor de mi vida.

Mi distancia es total y a veces me preocupa. Me preocupa no pertenecer como me preocupaba con 12 años que los chicos de clase se fueran a comer al McDonald´s y a mí no me invitaran. Una preocupación pre-adolescente, si lo piensan, que deriva de ese eterno concurso de popularidad que es el circuito de escritores y con él, el de cantantes, actores, pintores, etc. Lo que más me preocupa es que haya gente que crea que necesita estar en esas celebraciones constantes para que sus libros se lean, cuando debería bastar con escribir buenos libros. Yo, por lo que veo, diría que hay un cincuenta por ciento de cada cosa: caer simpático, tener buenos amigos, ser muy insistente, te puede ayudar a publicar un primer libro. Puede. Que ese libro sea malo, normalmente te condena para el resto de tu carrera, así que no es algo que recomiende.

Por otro lado está la endogamia y a esto no tengo respuesta. Me canso de ver las mismas colecciones de relatos con los mismos relatistas de siempre, muchos de ellos buenísimos y otros, lamentables. ¿Pero qué he hecho yo para cambiarlo? Al iniciar UNFOLLOW, teníamos claro que tendría que haber una sección de relatos inéditos y de calidad. Esa calidad había que buscarla, por supuesto, pero, ¿dónde? En la gente que has leído y que te gusta: Andrés Barba, Lara Moreno, Pablo Gutiérrez, Javier Gutiérrez, Isabel González... incluso avisé a Matías Candeira pero no tuve la suerte de que me contestara porque Matías es un hombre muy ocupado.

Puede que no sean nombres demasiado populares. Lo normal es que usted ni los conozca. Pero los que conocemos "el mundillo" claro que los conocemos, forman parte de "los de siempre". Toda una vida quejándome de que nadie confiaba en mí porque era imposible romper la pared de metacrilato y luego yo voy y hago lo mismo, cada vez que alguien me escribe proponiéndome algo de ficción, contesto, educadamente, "no, lo siento, ya tenemos esa sección llena". Lo cual es verdad y probablemente sea inevitable, pero pica un poco por dentro y al menos sirve para dejar claro que el infierno no siempre son los otros y que, como alguien dijo, sin que pueda recordar ahora mismo quién, al final eres lo que odias.

viernes, octubre 26, 2012

Lucio Dalla y los Sex Pistols


Dentro de poco se cumplirán ocho meses de la muerte de Lucio Dalla, un cantante del que ignoro todo excepto "Caruso", como el 95% de mis compatriotas. No es poca cosa, no crean, porque a mí una canción me da para mucho y esa canción me da para contar un viaje a Barcelona en 2003 con una chica de novio italiano y una empalagosa película de 2012 con escenario en la capital transalpina. Con todo, si a alguien me recuerda la canción y el cantante es a mi buen amigo Diego Salazar, ese gran admirador de Dalla y de todo el pop italiano, el único con el que podía compartir juicios críticos sobre NEK, Tiziano Ferro, Jovanotti, Lunapop y no tener que recurrir a sus horribles versiones castellanizadas sino a los originales.

El otro día casi me echo a llorar cuando recordaba delante de la Chica Diploma mis años de rabia repitiendo "Laura c´è, Laura c´è" que es una manera de torturarse que la traducción española ni siquiera contempló, empeñada la discográfica en vender a NEK como si fuera un chulo de putas sin más, cosa que no pareció disgustarle pero que evidentemente hizo poco bien a su música.

En fin, vuelvo a Diego y nuestro año de vida malasañera, pasando del José Alfredo a Tipos Infames. Es curioso porque la muerte de Dalla yo la asocio a los años previos a mi vida feliz pero sin embargo, Wikipedia en mano, sucedió en pleno esplendor. ¿Dónde estaba Diego entonces? Recuerdo partidos del Barcelona con resultados desiguales, uno de ellos, maravilloso, en un bar de Plaza de España, un restaurante, más bien, llamado Cáscaras, en el que teníamos diez pantallas a nuestra disposición para ver a Messi ganar una Supercopa en el minuto 90 de partido.

Recuerdo charlas sobre Kierkegaard, Sartre y Camus en San Bernardo y multitud de confesiones sentimentales casi siempre revestidas por un punto latino de lo que se podría llamar "ir muy sobrado". Nosotros nos sentábamos en cualquier lado, analizábamos hasta la náusea el juego de posición y luego nos dejábamos llevar groseramente por camareras de locales de moda, actrices desfasadas, multitud de recuerdos imposibles. Pasábamos de Santiago Segurola a Juan Luis Galiardo con una torpeza admirable, solo que hasta Galiardo se nos acabó muriendo.

Diego me regaló a Richard Ford y a Emmanuel Carrère y luego me vendió muchas otras maravillas, justo antes de marcharse, a tiempo para esquivar el desastre del Chelsea, el desastre del Bernabéu, la conversión de nuestro Barcelona matemático en una especie de Real Madrid vertiginoso. Sinceramente, le echo mucho de menos.

Él tenía muchos motivos para adorar la cultura italiana. Yo, muchos menos. Lo dicho: un mes en el Instituto Italiano de Cultura y una chica que dominaba el idioma por un año de Erasmus, si no recuerdo mal. Ahí acababa todo. Quizá mi fascinación sea algo puramente estético o incluso futbolero, un punto intermedio entre Marco Aurelio y Roberto Baggio. No lo sé. Ayer, la Chica Diploma y yo veíamos "A Roma con amor" y ella se derretía, explicativa, en cada escena turística de su ciudad favorita. Italia podría ser mi país favorito si me lo propusiera. Incluso, Grecia. Como ven, yo nací para ir a menos, pese a cualquier apariencia.

La película se hace muy larga y tiene dos o tres cosas buenas, pero cumple todas las profecías agoreras: es algo más que un documental de turismo pero algo menos que un guion bien construido. Lo lastimoso no es que Woody Allen muestre la Piazza di Spagna en 360º sino que abuse de tanto tópico manido, como si la realidad se hubiera acabado para él, no sé, en algún momento a finales de 1970 o principios de 1980 y lo que quedara fueran solo aventuras extramatrimoniales, un síndrome de Stendhal exacerbado y la manía de que todos sus personajes se alojen en hoteles de cinco estrellas y tengan avionetas o veleros a disposición para cualquier crucero mediterráneo. Estudiantes de primer año de arquitectura con coches descapotables. Hace mucho tiempo que América no es así y que Europa lo es aún menos.

En fin, tras la película, marché a la COPE. Había preparado una cosa sobre los Sex Pistols y tenía dudas sobre si iba a funcionar. Los Sex Pistols en la COPE. No sé. Hay algo en esa frase que suena peligroso. Todo fue bien, sin embargo. Bastante bien. Ocho programas ya con Lartaun y ningún ataque de pánico, esa es una buena noticia. La sección giraba en torno al "God save the queen" y hubo tiempo incluso para comentar "24 Hour Party People", aunque no estaba en el guion.

Al final, nada está en el guion, ya se sabe. Durante la comida, una breve comida entre trabajo matinal y trabajo vespertino, la Chica Diploma me pedía que no llorara cuando veía a Kurt Cobain. Soy un puto tipo sensible que habla de punk en cadenas de la Iglesia Católica. La postmodernidad, c´est moi. Yo le repetía aquello de Ray Loriga: "Sólo le pedía a Dios una chica bonita" y ahora que la he conseguido me dedico a abrir revistas digitales, publicar libros y dar clases particulares a estrellas del pop. Mi vida en 650 minutos. Ella podrá decir lo que quiera pero el caso es que, a fecha de hoy, lo que cuenta es que cuando escucho a Dalla partirse la voz con su acento sureño en quien pienso es en ella. Solo en ella. En ese "Te voglio bene assai; ma tanto, tanto, bene sai", esa incorrección gramatical que no entendía hasta que Diego me la explicó porque Diego es un hombre con facilidad para enamorarse de las incorrecciones.

miércoles, octubre 24, 2012

El Tour de 1987: 25 etapas y un prólogo de duelo Roche-Delgado



Jueves, 23 de julio de 1987. Pedro Delgado llega exhausto a la meta de La Plagne, tirando de riñones y enfundado en su jersey amarillo. Instintivamente, mira hacia atrás: la última referencia que conocemos, a 5 kilómetros de la llegada, habla de un minuto de diferencia sobre Stephen Roche. Un minuto es exactamente lo que necesita Perico para afrontar con garantías la contrarreloj de Dijon, pero las sensaciones no son buenas: en los últimos dos kilómetros, el español ha agarrado algo parecido a una “pájara”: Fabio Parra le ha adelantado sin problemas cuando también andaba a unos 45” pocos metros antes y ha acabado la etapa con dieciocho segundos de ventaja sobre el segoviano.

En el pódium ya se prepara Laurent Fignon, ganador de la etapa en un sprint larguísimo contra Anselmo Fuerte, que golpea con rabia su manillar, harto de repetir segundos puestos en las etapas alpinas de un Tour completamente loco, sin duda el más emocionante en muchos años, el más abierto tras la retirada de Hinault y la baja de Greg LeMond por su accidente de caza. Delgado tiene 25” de ventaja en la general sobre el irlandés y quizá la necesidad le ha hecho precipitarse con ese ataque a 15 kilómetros de la cima. La necesidad y la adrenalina, después de perseguir durante más de una hora y media al grupo de Roche, escapado en un falso llano con un grupo del que tiraban como locos dos ciclistas de Fagor —el español Pedro Muñoz entre ellos—. Fagor , precisamente, sería el siguiente equipo del irlandés, harto ya de las guerras internas con Visentini en el Carrera.

Perico mira hacia atrás y junto a él media España. Es la primera vez desde 1973 que un español tiene verdaderas opciones de ganar el Tour. Antes de él solo quedan los imponentes nombres de Federico Martín Bahamontes y Luis Ocaña. No ha dado tiempo casi a poner el cronómetro en marcha cuando vemos a Stephen Roche tomar la curva y acercarse a la rueda de Delgado. Tras una aceleración descomunal y agónica a la vez consigue llegar con solo cuatro segundos de desventaja, que serán catorce por una pequeña sanción que los jueces le impondrán por avituallamiento indebido.

El palo es enorme. Los aficionados se tiran de los pelos mientras Roche se lanza al suelo, la mirada perdida, pidiendo oxígeno. Sabe que ha ganado medio Tour de Francia, que su experiencia como rodador y contrarrelojista le darán en Dijon lo que lleva tres semanas acechando. Con todo, en el PDM, el equipo de Perico, todavía apelan al milagro. Ha sido un Tour de exhibiciones y desfondamientos continuos. Los tiempos anteriores a la EPO. Aquí, los burros son burros y los caballos de carrera son caballos de carrera… y ni siquiera todos los días. Un Tour loco, completamente incontrolable, que empezó en Berlin el 1 de julio con un pequeño prólogo y acabará veinticinco días más tarde en París, como cada año. El mejor Tour que he visto en mi vida. Un Tour generacional, hasta cierto punto, y el primero de los tres que pudo ganar Delgado.

Los favoritos de un Tour sin favoritos

En la línea de salida de Berlín se dan cita varios favoritos pero pocos campeones. Ahí está Fignon, tratando de volver a los tiempos de esplendor del Peugeot de Cyrille Guimard, con el que ganara los Tours de 1983 y 1984 antes de que las lesiones y una vida muy disipada le alejaran de los primeros puestos de la clasificación. Las otras dos grandes esperanzas francesas son dos jóvenes prometedores: Jean-François Bernard, del Toshiba, y Charly Mottet, combativo corredor del System U, compañero de equipo de Fignon. Junto a ellos, un reguero de ciclistas con méritos suficientes pero que dejan dudas: Sean Kelly lleva años metido en el top 10 de Vuelta y Tour, pero sin dar el paso necesario en las etapas de montaña… justo lo contrario de lo que le pasa a Lucho Herrera, flamante vencedor de la Vuelta a España de ese año, pero cuyas prestaciones contra el reloj le dejan fuera de las quinielas al triunfo. Hampsten y Alcalá, del 7-Eleven, pueden ser amenazas puntuales y tampoco hay que descartar de entrada ni a Urs Zimmerman ni al jovencísimo Erik Breukink ni mucho menos al otro gran colombiano, Fabio Parra, algo mejor contrarrelojista que Herrera aunque menos espectacular en las cumbres.

La “Armada española” presenta una participación de lujo: hasta cinco equipos empiezan el Tour con distintas expectativas...

Sigue leyendo el artículo sobre el Tour de 1987, el que se decidió en la última contrarreloj de Dijon con Perico Delgado de amarillo intentando parar a Stephen Roche, gratuitamente, en la revista JotDown

martes, octubre 23, 2012

De visita en el Círculo Ambulante Musical de Radio Enlace


En su email de invitación, Kika dice que "comparado con la COPE", Radio Enlace se queda poco, pero yo no he estado siempre en la COPE, de hecho, estar en la COPE es lo más improbable que me ha pasado en mi carrera profesional. Yo he sido siempre muy de Radio Carcoma, Radio Vallekas o Radio Sol XXI, así que no me siento en absoluto incómodo en el mini-estudio donde ya llevan un buen rato Kelly y Lucía Caramés, lo único realmente complicado es encontrar el sitio en cuestión, cosa que solo saben en un bar al lado de un asador de pollos. Dicen que Patricio Barandiarán llegó a meterse en otra casa, una particular, y la verdad es que me parece bastante verosímil.

Solucionado el problema de la ubicación, el resto es muy sencillo, es hacer lo de siempre. El programa se graba en un falso directo y empieza con media hora dedicada a Lucía Caramés y su nuevo disco. Lo primero que me dice Lucía al llegar es "Yo te conozco, ¿no?" y como yo tampoco la reconozco del todo hasta que Kika no dice su nombre en antena, me limito a sonreír y decir: "Supongo que sí", lo que me invita a pensar que en algún momento de mi vida fui otro, sin terminar de recordar exactamente quién, pero alguien inclasificable que vagaba por bares de cantautores sin tener bien claro de quién era amigo y de quién no.

Todo aquello culminó en una novela y la novela se terminó de escribir en 2010, así que recuerdo lo justo.

De hecho, mi intervención tiene que ver con Unfollow, una cortesía de Kika y Kelly, pero también se supone que debería hacer comentarios a la agenda semanal, cosa que me es imposible porque no hay tiempo y porque estoy completamente desconectado de la agenda semanal. Cuando me preguntan por mi cantautor favorito menciono a Jorge Marazu porque le estuve viendo el viernes y cuando me piden una canción elijo una de Lichis porque estuve con él el sábado. Son los restos del naufragio.

No sé cómo quedará la cosa desde fuera pero por momentos me siento ausente, como si siguiera siendo otro o si estuviera con un pie en dos ciudades distintas. Me quedo callado demasiado rato, no encuentro las palabras exactas. Hablo y escribo demasiado de mí y me estoy hartando a marchas forzadas. Sin embargo, cuando todo acaba, Kika me da un abrazo enorme y me dice "Te leo muy feliz", algo que probablemente sea verdad, porque sí, soy bastante feliz desde hace diez meses y medio, pero no soy consciente de estar demostrándolo tan a menudo como para que Kika, desde una cierta distancia, se dé cuenta.

Más que nada porque es una felicidad extraña, agobiante. Una felicidad de contar las estaciones de Hortaleza a Avenida de América, luego de Avenida de América a Arganzuela-Planetario y al llegar besar mil veces a la Chica Diploma... e inmediatamente ponerme a revisar escrutinios para posts, artículos, tweets, entradas de Facebook, es decir, de nuevo, yo asolándolo todo como si mi vida fuera una película de Bayona.

domingo, octubre 21, 2012

Elecciones gallegas y vascas: Y los no nacionalistas se quedaron solos



Los titulares hablarán de la gran victoria de PNV y Bildu, dos fuerzas que hablan de manera más o menos explícita de independencia, y no les faltará razón. Las elecciones vascas vinieron a confirmar lo que ya había comentado hace dos meses: en momentos de crisis, el populismo crece y no hay mayor populismo que el nacionalismo, la ruptura, lo antisistema. Todo eso lo tiene Bildu y explica su éxito en conjunción con el siempre fiel voto de cientos de miles de vascos que apoyaron en su momento a Batasuna incluso con cientos de muertos sobre la urna. Gente sin entrañas.

Lo cierto, sin embargo, es que no hay más nacionalistas ahora en el País Vasco que hace once años. En 2001, aquellas “elecciones del cambio” en las que nacionalistas y constitucionalistas se dejaron la piel para movilizar a sus electorados y alcanzar casi un 80% de participación, el voto conjunto de PNV, EA y EH rozó los 750.000 sufragios. Diez años después se ha quedado en 650.000, cien mil menos, y eso sin contar que buena parte de los 78.000 que votaron a Madrazo en 2001 simpatizaban con un nacionalismo con el que de hecho formaban gobierno.

El caso es que la alternativa ha desaparecido. El no nacionalismo no tiene a quién recurrir y se queda en casa. El PSE se desploma, de acuerdo, pero no mucho más de lo que se desploma el PP, que en Guipúzcoa, la tierra de los Gregorio Ordóñez o María San Gil, apenas saca dos escaños, convirtiéndose en una formación casi anecdótica. Lo de UPyD es aún más grave: en un contexto en el que los dos grandes partidos nacionales están en caída libre en todo el país, la formación de Rosa Díez es incapaz de sacar rédito a ese desgaste en un territorio del que son originarios buena parte de sus dirigentes.

La razón por la que no hay un discurso no nacionalista arraigado entre la ciudadanía se me escapa. No puedo dar razones. Supongo que limitarse a decir “no somos nacionalistas” no basta, o que oponer la idea de España a la de Euskadi no funciona entre un electorado que, precisamente por no ser nacionalista, no busca símbolos ni banderas de ningún tipo sino propuestas concretas. No quiero ser excesivamente paternalista ni condescendiente con los cientos de miles de vascos que han venido quedándose en sus casas desde 2001, pero está claro que no encuentran alternativa. No me atrevo a decir que no la haya porque eso puede ser muy injusto, pero los ciudadanos no la ven. Se sienten solos. La crisis estatal del bipartidismo se ceba en el País Vasco como se ceba en Cataluña y en ambos casos UPyD y Ciutadans fracasan en su intento de movilizar el voto descontento.

Mucho más éxito a la hora de recoger ese voto enfadado, cabreado, un voto de “que se jodan” por decirlo a lo Fabra, lo ha tenido la izquierda, especialmente esa coalición autodenominada “Syriza gallega” que encabeza Beiras y a la que las encuestas daban cero, uno o dos escaños y ha acabado consiguiendo nueve  y adelantando al BNG. Ha bastado con agitar al viejo revolucionario con unas briznas de nacionalismo difuso y les han caído más de 150.000 votos. Tan sencillo como eso. Vivimos tiempos demasiado infantiles. Demasiado. Y las consecuencias probablemente, de seguir esta deriva, sean terribles, populistas.

Si el descalabro del PSOE es innegable tanto en Euskadi como en Galicia, al menos el PP se mantiene en la Comunidad de Feijóo, con una cómoda mayoría absoluta, aunque, de nuevo, menos votos, muchos menos votos. El cabreo viene de lejos y tiene unas formas claras, no solo en el voto más o menos radical sino en una abstención brutal y un aumento de los votos blancos o nulos, por ejemplo, en Galicia, del 2,5% se pasa a más del 5%. Decenas de miles de ciudadanos que se acercan a su colegio electoral en pleno día de lluvia para dejar claro que no quieren que nadie les represente.

La crisis política en España es ahora mismo insoslayable y la responsabilidad es múltiple. Lo que no queda claro es cuál va a ser la solución. A corto plazo, no se ve.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial

Metro de Madrid desinforma



El Metro de Madrid ha sido durante años uno de los grandes orgullos de los distintos gobiernos de la Comunidad y con razón: siempre se ha tratado de un servicio limpio, puntual, rápido y que une en pocos minutos una punta y otra del municipio con otros municipios de la región.  Por supuesto, siempre hay “peros” puntuales: ampliaciones no finalizadas, obras carísimas, vagones con evidente necesidad de reforma… pero en líneas generales, el madrileño ha podido sacar pecho de su servicio metropolitano de trenes cada vez que viajaba a Londres, París o Nueva York y comparaba.

En los últimos meses, sin embargo, hemos asistido a una caída en picado de las prestaciones de Metro que son difíciles de explicar. Primero fueron las exageradas subidas de tarifas bajo la falsa premisa de que los usuarios tienen que pagar más porque hay pérdidas, cuando en realidad al Consorcio de Transportes ya lo pagamos todos con nuestros impuestos, es decir, no es algo que nos estén regalando, es algo que estamos sufragando y en ocasiones nos está generando deudas que pagamos con la pérdida o recorte de otros servicios. El precio del billete no es sino un “repago”, una manera necesaria de conseguir financiación extra para que las arcas públicas, las de todos, no sufran más daños.

Cuando el billete sencillo subió un 50% su precio en 2011, la defensa de la Consejería de Transportes fue que nadie lo utilizaba, que la mayoría de los viajeros tenían un “metrobus” de diez viajes o un abono transportes que cubría todos sus desplazamientos durante el mes en vigor. El Consejero en cuestión no sabía lo que era un “metrobus” pero, en fin, todos tenemos claro cómo se llega a determinados puestos en determinadas administraciones. Lo siguiente que supimos, a los pocos meses, fue que subían un 40% el precio del citado “metrobus” . La respuesta, entonces, en un nuevo ejercicio de malabarismo político, fue la siguiente: “Ojo, que el precio del billete sencillo no lo hemos tocado”. La burla se completó con unos carteles repartidos por todas las estaciones, que decía “Metro de Madrid: menos es más”, cosa que probablemente fuera cierta en algún momento pero que ahora mismo es bastante indefendible: en un país con cinco millones de parados y un sueldo medio que apenas supera los 1000 euros, el precio del Metro en Madrid resulta bastante caro. No el más caro del mundo, de acuerdo, pero lo suficiente como para que la propaganda resulte casi insultante.

Las cosas han ido empeorando y no sé decir por qué ya que no me lo han explicado. Ni a mí ni a nadie. Sabemos que hay huelgas constantes con servicios mínimos y también sabemos que la intención de Metro es reducir los servicios posteriores a las diez de la noche e incluso cerrar las estaciones a partir de las doce, algo que ya sucede en Barcelona desde hace años. El problema es que desde antes del verano es evidente para cualquiera que viaje en Metro que el tiempo de espera en los vagones ha subido de una manera escandalosa, es decir, que el número de convoyes operativos ha bajado. ¿Se trata de una huelga encubierta?, ¿se trata de un nuevo recorte silencioso? Ni idea.

Es intolerable que el madrileño pague con sus impuestos el servicio de metro, lo vuelva a pagar a un precio considerable cuando utiliza el servicio y que encima el trato sea cada vez peor. Si no se quiere aceptar que los ciudadanos deben recibir un trato ejemplar de organismos públicos sufragados por sus impuestos, que por lo menos nos podamos acoger a la clásica divisa de “El cliente siempre tiene razón” y que nos traten como tales, como clientes y no como ovejas hacinadas en trenes que a veces demoran su llegada hasta diez minutos a media tarde sin explicación alguna.

En sí, no es algo demasiado escandaloso, lo que me preocupa es que refleja una vez más cómo los dirigentes políticos han acabado creyendo que lo público en realidad es algo suyo que nos ceden o nos prestan o nos alquilan a tal o cual precio y aún tenemos que dar las gracias. No es así, y si hay un problema, el que sea, lo mismo es que se informe, aunque estemos en lo de siempre: si el periodismo no plantea preguntas, es difícil que el poder facilite respuestas.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"

sábado, octubre 20, 2012

Irene Lozano, Lichis y Martin Luther King


El camarero le dice "ésta va de mi parte, por todo lo que me has hecho bailar durante años" y Lichis guarda las monedas en el bolsillo y sonríe algo forzado, justo un par de minutos después de reconocer que le agrada que la gente ya no le reconozca por la calle, solo de manera muy puntual, algún chaval que se acerca y le dice "eh, Lichis, muy bien ahí, me encanta lo que haces". Al desmentido del camarero se une un grupo de treintañeros que está en la barra. "El otro día te vi y dije: este tío canta en algún lado", dice el más lanzado de los padres, "¿tú eres cantante, no?". Lichis responde "Lo que queda", muestra cierta simpatía y se despide con un "hasta luego, familia" mientras me hace un gesto para que salgamos por la puerta.

Son las dos de la tarde en Rivas Vaciamadrid y Lichis, que nació en Barcelona y se crió en Aluche hasta que sus padres se mudaron a Rivas a mediados de los 80, es una pequeña leyenda local. El chico del barrio. El héroe de la clase trabajadora. Me acompaña hasta la estación de metro mientras hablamos de hip hop y la narrativa. En lo esencial, Lichis, es decir, Miguel Ángel Hernando, y yo somos iguales, los accidentes son los que nos diferencian. Él también alude a la narrativa persona-personaje, "Miguel-Lichis" como yo insistía en su momento en la "estúpida narrativa Guille Ortiz" que esconde al Guille de verdad, el torpe que va al supermercado y vuelve con cualquier otra cosa y escribe esto porque su novia le ha echado de la cocina de pura inutilidad.

Si hay que querer a alguien, hay que querer al segundo, aunque cueste. Querer a un personaje es algo relativamente sencillo. Ya se lo explicaba Timothy Hutton a Natalie Portman.

Es la mañana soleada de un sábado que empezó con lluvia. El día anterior, concierto de Jorge Marazu en el nuevo Búho Real de Rash. Lleno hasta la bandera y nervios lógicos de Jorgito, que disimula mal y hace bien porque no hay nada más forzado que un tímido queriendo parecer una estrella de rock. Mejor un tímido que intenta parecerlo pero no lo consiga y se limita a sonreír y mostrar el entusiasmo del adolescente que siempre será. Empieza con "La bien pagá", una canción que yo escuchaba de manera obsesiva en mi propia adolescencia, hace ya casi 20 años, en la versión de Miguel de Molina, que ni siquiera sé si es la original. Luego llegan "Las otras" y "La suela del zapato" y el final, lógicamente, es "Miedo", y pienso en felicitarle pero ha sido un día largo, así que me voy con Sofía a tomar la última botella de agua y coger un taxi a casa.

Un día que empezó a las 11 de la mañana en el Congreso de los Diputados. Leviatán por dentro, las entrañas. Entrevista con Irene Lozano, 40 minutos que se hacen cortos entre comisión y comisión. Semántica, comunicación, periodismo, propaganda. Ortega y Hannah Arendt. Sospechosos habituales. Lola graba una parte y hace fotos en medio de un pasillo por el que diputados anónimos pasean sin terminar de salir nunca de plano. El sueño del viernes mañana, el recuerdo de las cinco horas dormidas, solo cinco porque el día anterior acabé a las cuatro de la madrugada tras hablar de Martin Luther King y la lucha por los derechos civiles en la COPE.

En medio, un artículo para El Imparcial sobre el Metro de Madrid.

La idea no era hacer esto. Supongo que a veces me siento orgulloso y a veces, culpable. La idea era hacer pocas cosas pero bien hechas y no esta acumulación grotesca que hace que no solo llegue tarde a todos lados sino que entregue artículos llenos de erratas que por otro lado nadie corrige. Saltar de Perico y Roche a ingles elemental, de inglés elemental al Congreso de los Diputados, del Congreso de los Diputados a dirigir una revista digital y de ahí a entrevistar a un cantante que ni es maldito ni es canalla. No, no era la idea. Prefiero pensar que todo esto es un aprendizaje. Laura, una de las protagonistas -quizá la gran protagonista, porque eso no se mide por apariciones- de mi primera novela, dice en un momento dado: "A mí es muy fácil tocarme... pero hundirme es complicadísimo". Quiero pensar que esa es mi táctica y mi estrategia. Vivir eternamente tocado para saber hasta dónde me llevarán los botes salvavidas. Vivir siempre fuera de la zona de comfort, en todos los sentidos. Vivir hacia adelante, siempre, buscando una felicidad que nunca sabría reconocer, supongo.

Una vida vertical, vertiginosa, cuando yo soñaba con algo horizontal, tranquilo, de tortilla de patatas y cena con los amigos de la Chica Diploma.

viernes, octubre 19, 2012

Gay Talese- Vida de un escritor. Cuando el periodismo no era el Huffington Post



Lo primero que habría que aclarar sobre Vida de un escritor, de Gay Talese, aunque me consta que es algo que mucha gente ha aclarado ya y que esta reseña llega con un retraso imperdonable, es que no se trata en absoluto de una autobiografía. Las razones por las que la editorial ha decidido vender así el libro las desconozco, y, por tanto, tampoco sé hasta qué punto el marketing equívoco ha podido ahuyentar a posibles lectores más interesados en las peripecias laborales de Talese que en las personales.

En realidad, Vida de un escritor es la crónica de un libro imposible. La colección de libros en los que Talese se embarcó desde que firmó con su editor un contrato con jugoso anticipo para publicar su nueva obra en 1992 hasta la verdadera publicación de la misma en 2005. Sí, el hilo conductor es el propio autor y hay referencias inevitables a su vida conyugal, sus padres, viajes de joven a Italia para conocer la tierra de sus antepasados y las distintas razones personales que le hicieron comenzar distintas investigaciones y artículos… Ahora bien, lo que queda, lo realmente interesante, son las investigaciones en sí mismas: la historia de la familia Ochs, fundadora del New York Times, la sucesión de restaurantes que pasaron por el extraño local situado en el 206 Este de la calle 63 de Manhattan, las entrañas del muy mediático caso John-Lorena Bobbitt, la lucha por los derechos civiles centrada en el pueblo de Selma, Alabama, y las figuras opuestas del alcalde blanco y el abogado negro… y sobre todo, la historia de Liu Ying, jugadora de fútbol femenino de la selección de China, que falló un penalti durante la tanda decisiva de la final del Mundial de 1999, celebrado en Estados Unidos y que acabaron ganando las anfitrionas.


Ese es el punto de partida del libro: su bloqueo como escritor en una absurda tarde de fin de semana, con su compañero de tenis lesionado y Talese zapeando entre el partido de sus adorados Yankees y la final de fútbol, un deporte que nunca le había gustado como, sorprendentemente, no le había gustado nunca a su padre, italiano de pura cepa. A partir de la historia de esta perdedora, de la pobre Liu Ying que tenía que volver a China a dar explicaciones a sus 1.300 millones de compatriotas y al gobierno comunista, posiblemente indignados por su manera de tirar un lanzamiento tan decisivo, Talese enlaza historias de manera aparentemente casual, como si estuviera divagando y una cosa llevara a la otra sin aparente esfuerzo.

He de reconocer que al principio esa manera de narrar resulta difícil de seguir. Demasiadas digresiones de manera constante, como si no se acabara de centrar en una sola historia. Obviamente, ese es el propósito del libro, que más que un libro es un abanico. Sin embargo, no quita para que, junto a una lamentable traducción al castellano, inaceptable en una gran editorial como Alfaguara, el texto en ocasiones se haga espeso y confuso.

Lo bueno de Vida de un escritor es que, pese a la traducción, siempre hay una manera de rastrear la historia y engancharse a ella. A veces lo interesante está en los propios protagonistas y a veces reside en el enfoque de Talese. Tranquiliza ver a alguien tan seguro de sí mismo, tan capaz de buscarse la vida en cualquier lugar del mundo y da cierta envidia leer los recuerdos de aquellos tiempos en los que un buen reportaje merecía el traslado del cronista en avión, su alojamiento en buenos hoteles, la compañía de una fotógrafa con gastos pagados y todo ese largo etcétera previo a esta lastimosa era del Huffington Post y el todo gratis.

Entre la envidia y la tranquilidad queda Gay Talese y su facilidad para estar y no estar. Toco y me voy. El narrador está presente en cada una de las 600 páginas del libro y por momentos consigue que a uno se le olvide. Ese es su mérito y por eso el libro debe ser recomendado. Eso sí, autobiografía, lo que se dice autobiografía, esperen la justa.

Reseña publicada originalmente en la revista Sigueleyendo

miércoles, octubre 17, 2012

Los Juegos Olímpicos y la II Guerra Mundial



Berlín, 1936: apoteosis internacional de la estética nazi cortesía del Ministro de Propaganda Joseph Goebbels y la siempre dispuesta Leni Riefensthal, cuyo “Olimpia” ha pasado a los anales de los documentales político-deportivos de todos los tiempos. La importancia de los Juegos para los alemanes iba más allá de la simple difusión de su proyecto totalitario. Parte de su ensoñación era emparentarse directamente con los antiguos griegos, recoger el testigo de su legado ario y civilizatorio –no es casualidad que aquel año fuera el primero en que la antorcha olímpica viajara desde Grecia hasta Berlín- e imponer un reino de los mil años como el que Alejandro habría construido si la sífilis y sus herederos no lo hubieran destrozado todo en apenas lustros.

Los grandes imperios acaban así, en lustros, y ellos deberían haberlo sabido.

Junto a la publicidad y la cultura estaba el culto al cuerpo, algo muy griego también, por supuesto. La imagen del deportista alemán ejemplificada en Luz Long: joven, fuerte, blanco, ojos claros… candidato a cantar “Tomorrow belongs to me” en la terraza de cualquier cervecería berlinesa. La lucha de Long contra Jesse Owens, negro, ascensorista, un ser inferior bajo cualquier estándar nazi –y no solo nazi, él mismo denunció su situación racial en Estados Unidos y declaró mil veces que cuatro medallas de oro ante Adolf Hitler no habían cambiado su condición de paria- quedó recogida en el citado documental de Riefensthal y es uno de los grandes momentos del olimpismo.

Un estadio lleno presidido por su “führer” animando a Long y vertiendo su odio contra Owens mientras el atleta alemán aconsejaba a su rival y le felicitaba deportivamente después del triunfo, delante de toda la masa enfurecida. Owens y Long fueron amigos durante años.

Lo curioso de aquellos Juegos es que no había pretensión inicial alguna de que se convirtieran en una apología del nazismo. Por supuesto, tras la aprobación de las Leyes de Nüremberg en 1933, el alejamiento de los judíos de la vida pública alemana, su persecución sistemática y la recomendación más o menos encubierta de que no se incluyeran atletas judíos en las selecciones de cada país, el boicot era una posibilidad más que recomendable. No se hizo, salvo honrosas excepciones. La palabra de moda era “apaciguamiento” y las potencias occidentales no dudaron en enviar su remesa de jovencitos al rey Minos para que se los comiera su fiera favorita.

Sí, el boicot hubiera sido lo deseable, pero cuando el COI eligió Berlín como sede, en una reunión de 1931 presidida por el belga Henri de Baillet-Latour en Barcelona, apenas once días después de la proclamación de la II República española y en un contexto de depresión económica brutal, la intención de los olimpistas era dar su apoyo a la República de Weimar, ese invento que los vencedores impusieron a los alemanes tras su victoria en la I Guerra Mundial con el fin de evitar la aparición de un nuevo caudillo, káiser o canciller enloquecido que se llevara la Línea Maginot por delante en un ataque de orgullo.

Weimar ya agonizaba porque en realidad la propia existencia de Weimar era un artificio sin apenas apoyo dentro de una sociedad que jamás había vivido bajo algo parecido a un régimen democrático. Las desproporcionadas deudas que Alemania contrajo con sus vencedores más una inflación que sumió al país en la pobreza ya durante los años 20 había provocado el auge de todo tipo de movimientos radicales. En 1931, el marxismo, que ya tuviera su momento de gloria en la “revolución espartaquista” de Rosa Luxemburgo y Karl Liebnecht a finales de 1918, seguía siendo una alternativa popular entre los alemanes descontentos con el nuevo régimen. Frente a ellos, se enzarzaban en combates callejeros las Juventudes Nacional-Socialistas, grupos armados, sospechosamente bien organizados y financiados, que poco a poco iban aumentando su presencia desde Baviera al resto del país.

Los Juegos podían ser una manera de normalizar la situación y así lo entendió el COI, otorgando su organización a Berlín frente a Barcelona, la gran perdedora. Las otras ciudades candidatas, hasta diez, incluyendo otras tres alemanas –Colonia, Frankfurt y Nüremberg, que ya hubiera sido rizar el rizo- no obtuvieron un solo voto.

Puedes leer el resto del artículo, con las votaciones para los Juegos de 1940 y 1944 y sus sucesivos disparates de manera gratuita en la revista Unfollow Magazine.

lunes, octubre 15, 2012

ESTO es UNFOLLOW


La idea de hacer una revista cultural nace en el Café del Ruiz, una tarde en la que Ana Boyero consumía un gin tonic tras otro mientras Elena Sansigre y yo apurábamos nuestros miserables descafeinados. Que Ana y yo íbamos a trabajar juntos en un proyecto de altos vuelos estaba claro desde que nos conocimos, un día que me llegó un mensaje por Facebook de alguien que decía: "¿Tú eres el Guillermo Ortiz que ha entrevistado a Nacho Vegas. Si es así, enhorabuena. Si no, reconocerás que tienes un nombre demasiado común".

Ana siempre ha sido así y es lo que me gusta de ella.

Supongo que yo tenía que cumplir 35 años y ella 28 para lanzarnos a la aventura con un cierto bagaje detrás. Ninguno de los dos somos cobardes pero tampoco queremos ser Felix Baumgartner, así que trabajamos mucho, especialmente en el Triskel, surgieron inconvenientes, aún hay cosas que mejorar... pero podemos presumir ya de tener nuestro número cero online.


Tenemos un poquito de todo, como en botica. El número cero sale con:
 
 
- Reportaje desde Londres sobre cómo lo "cool" puede dañar un barrio de clase baja: http://unfollowmagazine.com/2012/10/comida-organica-el-lujo-de-las-clases-medias/
 
- Análisis del "low cost", las consecuencias de comprar barato y los riesgos que eso provoca: http://unfollowmagazine.com/2012/10/know-cost-comprar-un-mundo-mejor/
 
- Monográfico sobre la II Guerra Mundial y los Juegos Olímpicos, desde Berlín 1936 a los fallidos Juegos de Tokio y Helsinki 1940 y Londres 1944: http://unfollowmagazine.com/2012/10/los-juegos-olimpicos-de-la-ii-guerra-mundial-2/
 
- El relato inédito del siempre genial Andrés Barba: http://unfollowmagazine.com/2012/10/colegio-2/
 
- Un cortometraje exclusivo sobre un tipo que es como Baumgartner pero al revés: http://unfollowmagazine.com/2012/10/javier-2/
 
 
- Un vídeorreportaje de Ana Boyero con Pablo Ientile de protagonista y sus increíbles viajes por Asia rotulador en mano: http://unfollowmagazine.com/2012/10/pasaporte-y-rotuladores/
 
Vamos a estar un tiempo con estos contenidos porque queremos que se lean con calma y atencion. No tenemos prisa. Poco a poco iremos cambiando y añadiendo cosas, así que si queréis estar al tanto, os aconsejo que nos sigáis en www.facebook.com/unfollowmagazine o en https://twitter.com/UnfollowMag si tenéis Twitter.
 
Os dejo con nuestra explicación de "¿Qué es Unfollow?" para que nos conozcáis un poco mejor. Agradecemos cualquier forma de difusión, y si trabajas para un medio de comunicación y te interesa entrevistarnos puedes contactar con Ana Boyero -anaboyero@gmail.com .- o conmigo -guille@margencero.com-
 
UNFOLLOW es una revista digital con contenidos periodísticos (reportajes, entrevistas) y culturales (cortometrajes, relatos).
 
Esta revista la dirigimos y la pagamos Ana Boyero y Guillermo Ortiz. Por el momento todo sale de nuestro bolsillo, pero confiamos en conseguir dinero con el tiempo para que la revista se autofinancie y para poder subirle el sueldo a los colaboradores de UNFOLLOW.
 
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Si eres periodista y quieres formar parte de nuestro equipo (o simplemente quieres informarte sobre nuestras condiciones), mándanos un email a: info@unfollowmagazine.com Aunque en un principio solo estamos interesados en reportajes, toda la información extra que nos puedas adjuntar nos ayudará en el proceso de selección (artículos, blogs o CV). No aceptamos reportajes gratis.
 

domingo, octubre 14, 2012

El club del desengaño



Pancho menciona "Zumo de neón" en su libro y yo lo que recuerdo es una noche en una sala VIP de una discoteca de Leganés, con otros dos adolescentes, gritando a todo trapo aquello de "El club del desengaño, de madrugada está superpoblado". Aquella era nuestra madrugada y nuestro desengaño porque al adolescente todo en el mundo le pertenece. Bruno y Juan Ramón estaban enamorados de dos chicas de nuestra clase y yo de una tercera. De los tres, el único que no había conseguido nada con su objeto de desengaño era yo, cosa que por un lado era triste pero por otro lado mi desengaño -al no haber engaño anterior- logicamente era mucho menor.

Dos de las tres están casadas y tienen hijos. La tercera vive en Zurich. A mí me encantaría vivir en Zurich. O en Fribourg. O en Basilea.

Mis recuerdos sabineros son sobre todo recuerdos de infancia: una noche en el Parque de Berlin, fiestas de otoño en el Barrio de Prosperidad, Joaquín dedicandome "La tercera guerra mundial" porque era una época en la que yo solo tenía siete años y por las noches soñaba con inmensos hongos radioactivos. La época de Reagan y Andropov, de Reagan y Chernienko. Sesiones de grabación en el cuarto de mi tío en casa de la abuela: un montón de niños gritando "cuernos, cuernos, cuernos" como un coro extraño. Mi rebeldía habitual, o más que rebeldía mi afán por ser el especialito. Mi tío quería voces de niño y yo tenía once años y quería pertenecer prematuramente a la preadolescencia. Al final pusieron a unos cuantos treintañeros, que probablemente sea la edad más infantil de la vida de un hombre.

Más cosas: estudios de grabación. "La canción de las noches perdidas". No entendía "La canción de las noches perdidas" y mi tío y mi madre estaban empeñados en que algún día la entendería e incluso me podría gustar. Tenían razón. Solo tres años más tarde todas las noches eran noches langosta, noches de discoteca de Leganés y un concierto tras un cristal. Estuve con mi hermano cuando grabaron "Esta noche contigo" y algo de "El rockandroll de los idiotas". A Pancho le parecía que "Es mentira" podría tener un aire brit-pop, algo estilo Blur. A su mujer y probablemente a él le encantaban Blur y Oasis. Hablamos de jugar un partido de fútbol: fans de Blur contra fans de Oasis, pero los de Oasis éramos pocos y además también adorábamos a Blur, así que aquello iba a parecer un Alemania-Austria de 1982.

Después, poco mas. Una habitación de un hotel de Santander viendo la final de los Juegos Olímpicos entre Argentina y Nigeria. El "Piojo" López incapaz de pasar de la medalla de plata, junto a los Almeyda, Crespo y compañía. Yo ahí ya era casi un post-adolescente pero aun así un desconocido para Ariel Rot o Andrés Calamaro, que se desesperaban y que luego teloneaban a Joaquín en la Plaza de Toros o en La Magdalena, no lo recuerdo. Lo último, quizás, aquel año 2006 y los backstage de Salamanca y Sant Feliu de Guixols, con la Chica Enigma.

En el último concierto de Sabina no vi a Sabina pero acabé en el Toni 2 con su hija y los de Pereza, que supongo que tiene más sentido generacional, o eso cree uno hasta que sigue leyendo el libro y descubre que mi tío ya acababa hace 30 años sus noches en el "Lady Pepa", con lo que especial, lo que se dice especial, lo justo, por mucho que luego me duche y en el iPad suene "El joven aprendiz de pintor" y me parezca una excelente declaración de principios.

sábado, octubre 13, 2012

El dopaje en el ciclismo español más allá de Lance Armstrong



Como probablemente sabrán, la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos ha publicado recientemente su pliego razonado contra Lance Armstrong en el que basará su petición a la UCI para que desposea al americano de sus siete Tours y de cualquier victoria que haya conseguido como profesional entre 1997 y 2011, año de su retirada. El tratamiento de la noticia ha sido equívoco, como es habitual, demasiado suave en mi opinión. Efectivamente, la USADA —que hace poco más que confirmar con más testimonios cruzados y pruebas en forma de pagos en cuenta lo que Tyler Hamilton ya contaba en su reciente libro “La carrera secreta”- acusa a Lance Armstrong porque era el objeto de acusación, pero considerar que esto solo afecta al tejano es un error enorme.

Todo el proceso, todas las confesiones apuntan mucho más allá. “La organización de dopaje masivo más importante de la historia del deporte” no es solo un tío tomando EPO y dándosela a Livingstone, Hincapié, Leipheimer o el citado Hamilton. Es la organización de un equipo, el US Postal, con dos médicos españoles —Celaya y luego Del Moral- un preparador físico —Pepe Martí- y un director deportivo que estuvo en la ONCE, Johan Bruyneel, y que no tenía problema a la hora de aplicar en su equipo lo que Michele Ferrari diseñara en su laboratorio italiano.

Contar todo eso y no mencionar a un solo ciclista español, como viene haciendo la prensa patria, es un ejercicio de malabarismo realmente entrañable. Dentro del núcleo duro del US Postal y posteriormente el Discovery Channel encontramos a algunos de los corredores más importantes de principios de siglo: Roberto Heras, que ganó dos Vueltas a España con el equipo de Armstrong y le quitaron una tercera… por dar positivo; Manolo Beltrán, que dio positivo también por EPO en 2008, en la primera etapa del Tour de Francia. ¡La primera etapa!; Isidro Noval y José Luis Rubiera, que nunca dieron positivo a lo largo de su extensa carrera pero que, en el caso de Rubiera, se insinúa por parte de Hamilton que tomaba EPO regularmente como todo el “Equipo A” que tenía que guiar a Lance por los Pirineos y los Alpes.

La presunción de inocencia hay que respetarla, por supuesto, pero, ¿de verdad no merece la pena hacer una investigación similar en España? Algo que vaya más allá de la Operación Puerto, que probablemente quede en nada al no ser el dopaje delito en nuestro país. Heras y Rubiera venían del Kelme de Eufemiano Fuentes, Hamilton se fue al Phonak de Álvaro Pino, justo cuando decidió contactar con Fuentes para organizar sus rutinas de dopaje reconocido… Es más, y esto es entrar en terrenos pantanosos: con Fuentes también trabajaba Alejandro Valverde, sancionado por dos años por encontrar sangre con su ADN en la nevera de Eufemiano y según la USADA se considera probado que las siglas A.C. corresponden a Alberto Contador, también positivo en 2010 por clembuterol en el Tour de Francia, justo después de la jornada de descanso, donde, según Hamilton, los equipos aprovechaban para realizar las autotransfusiones de sangre previamente congelada.

Todo esto hay que investigarlo y probarlo, pero… ¿Por qué nadie lo intenta? Sí, estuvo aquella cosa de Manzano, un pobre hombre, un jornalero que se cargó su carrera por cargar contra la omertá, pero quizás algún periodista experto querría atar algunos cabos: Contador empezó su carrera en la ONCE, con Manolo Saiz, detenido en su momento junto a Fuentes, siguió en el Discovery Channel, que mantenía la estructura —y entendemos, aunque no podemos asegurarlo, los métodos- del US Postal y prosiguió en el Astaná, directamente junto a Bruyneel y Armstrong. Un Armstrong que, a sus 38 años, y después de cuatro años sin disputar la carrera, acabó tercero como si nada. Al año siguiente, Contador da positivo, aún en el Astaná, dirigido en la sombra y ahora ya desde el coche, por Alexander Vinokourov, otro hombre suspendido por dopaje.

¿No hay nada que contar ahí? Cuando vemos que Contador y Valverde se disputan la Vuelta a España y ambos se reivindican como víctimas de la paranoia extranjera y el manido “odio a los triunfos españoles”, ¿no hay nada que nos pueda hacer sospechar, aunque solo sea eso? No sé, por ejemplo, que Pepe Martí, el mismo que está encausado como pieza clave del engranaje de doping masivo de Armstrong, fuera el preparador personal de Contador en toda su etapa en Astaná y posteriormente lo fuera a ser en Saxo Bank, ¿no invita a pensar nada raro?

Si Armstrong era un matón que imponía el dopaje a sus compañeros y sabemos que en 2009 pagaba aún a Michele Ferrari por su “asesoramiento” mientras Bruyneel dirigía el equipo en el que corrían Contador y él —junto a Klöden o Leipheimer, reconocidos dopados en su carrera ciclista-, ¿cómo podemos saber que esa misma ley del más fuerte no se impuso ese año en todo el equipo? Investigar todo eso es necesario. Primero, porque puede resultar que nuestros ídolos, nuestras estrellas multiganadoras de Tours, Giros y Vueltas, efectivamente, como claman una y otra vez, siempre hayan estado limpios. Segundo, porque si no lo estaban y ganaban entonces, queda raro que cuando vuelven de la nada, dos años después, sigan ganando.

Pensar que todos los ciclistas se dopan es absurdo. Pensar que los ganadores no lo hacen empieza a parecer complicado. Que se investigue. En serio. En España están pasando cosas demasiado raras como para que luego vayamos a hacer el ridículo cada cuatro años pidiendo Juegos Olímpicos. Empecemos de cero, pero empecemos cuanto antes. Con nombres y apellidos, por favor. Que la omertà del pelotón no pase a las redacciones.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"

viernes, octubre 12, 2012

La avioneta de Mathias Rust


El día empieza en Pradillo, a escasos metros de la casa donde me crié durante treinta años, metro de Alfonso XIII lleno de sudamericanos con carritos de niño y caras de estar perdidos. Al final de la cuesta está mi padre en el previo de su segundo matrimonio, con Mercedes. Jose y yo seremos los testigos. Es una boda muy española: el enlace no está apuntado en la lista de recepción pese a tener una autorización firmada y la única solución que se le ocurre al guardia es que pasemos los primeros y ya está. Cuando pasamos, sala número dos, la secretaria nos repite que nosotros no somos nosotros y cuando lo aclaramos, DNI mediante, nos aclara que mi padre no es mi padre, que según la partida de nacimiento mi padre no se llama como mi padre y que debería cambiarlo en los demás papeles oficiales aunque por esta vez vale.

Con 58 años, como para cambiar nombres estamos.

La ceremonia es corta y directa. Dos años desde mi anterior boda civil, en Castelldefels, la misma emoción cuando los novios dicen "Sí, quiero", porque es algo emocionante, qué le vamos a hacer. Los besos y los abrazos y la terraza del Luman. El recuerdo de las mañanas y tardes pasadas corriendo en el parque aledaño detrás de un balón, esquivando perros y motos, pidiendo vasos de agua fría en todos los bares con la pelota bajo el brazo, huyendo de los malotes. Barrio de Prosperidad. La Chica Diploma se mete mucho conmigo porque soy un niño del Barrio de Salamanca pero eso no es cierto, yo crecí entre López de Hoyos y Clara del Rey y jugaba al baloncesto en las canchas de Puerto Rico y el Auditorio.

Comida en Tres Mares, clase de Elemental A con caras de susto -voy un poco acelerado pero cómo culparme- y merienda-cena familiar con culminación en el José Alfredo, ese lugar donde todo está más o menos tranquilo hasta que llega gente gritando y abrazándose y entonces te das cuenta de que ya ha acabado el Microteatro y están ahí los actores. Una cosa bien jodida ser actor en estos tiempos. Bien jodida. Conversaciones de series y obras de teatro. Hace dos o tres años, en Cortogenia, el presentador imitaba una charla entre dos actores que se encontraban en las escalinatas del Capitol. Uno preguntaba: "¿En qué andas?", el otro respondía: "Pues muy bien, acabo de hacer un par de cortos y estamos juntándonos unos amigos para hacer una obra de teatro... ¿y tú?", "Pues yo en el paro también, estamos igual".

Y eso era hace dos o tres años, imaginen ahora.

En fin, JB con Coca Cola y rumbo a la Cadena COPE donde Mónica, Mariano, Elena, Vitorio y Lartáun ya están preparados para empezar el programa. Acabo el libro de Talese y me entra un cansancio terrible, desaconsejable a estas horas. Cuando entro en el estudio Encarna Sánchez no estoy del todo ubicado y creo que se nota. Luego me dicen que no, pero yo creo que sí. Para salir de dudas pueden escuchar el programa en este enlace. Me anima la idea de abrir la sección con el himno soviético en la COPE. A partir de ahí todo gira en torno a ciertas digresiones sobre Mathias Rust, su avioneta, 1987, los extraterrestres de Voronezh y cartografía aérea.

Cuando acabo no me puedo ir. Será que me siento culpable, que creo que no he estado a la altura, así que me quedo por ahí mirando en el ordenador, rebuscando entre Bob Dylan y Rod Stewart para encontrar respuesta al desafío de Lartaun. No avanzo nada. Será necesario volver a casa, despertar a la Chica Diploma de su sueño en el sofá, coger el iPad e investigar casi hasta las cinco de la mañana para averiguar el nombre. El nombre de esa chica de la que yo también estuve enamorado en su día.

miércoles, octubre 10, 2012

La venganza fría de Johan Cruyff


El 7 de noviembre de 1978, meses después de cumplir los 31 años, Johan Cruyff fue la estrella del partido homenaje que el Ajax de Amsterdam organizó para celebrar una carrera que parecía tocar a su fin y, de paso, agradecer todos los servicios prestados, incluidas las tres Copas de Europa de principios de década. Cruyff estaba por entonces semi-retirado después de cinco temporadas de altibajos en el FC Barcelona, con recuerdos imborrables como el 0-5 en el Bernabéu y detalles de niño caprichoso en forma de numerosas faltas de disciplina y enfrentamientos constantes con los distintos entrenadores. En total, su lustro como jugador emblema del Barça se había resuelto con una liga, una copa y un buen montón de fracasos europeos. Mucho ruido y pocas nueces.
 
Aquel encuentro tenía algo de despedida, por supuesto, de fin de ciclo. Nada que el Bayern de Munich ayudara a rebajar, pues ganó por un contundente 8-1, dejando claro que los tiempos felices en Amsterdam habían acabado y que los alemanes son malos invitados para este tipo de celebraciones emotivas.

En busca del dinero que Europa no le ofrecía, Cruyff decidió alargar su carrera unos meses en Estados Unidos, fichando por el multimillonario Los Angeles Aztecs pese a las insistentes ofertas de los dueños del New York Cosmos, equipo que había acogido a Pelé en su momento y que tenía a Franz Beckenbauer como máxima estrella. Puede que Cruyff no quisiera compartir estrellato o puede que a la familia le gustaran más los focos de Beverly Hills que los de Times Square, el caso es que Johan cogió las maletas y se plantó en Los Angeles para jugar hasta final de temporada, consiguiendo el título de mejor jugador de la liga… pero perdiendo la competición ante el Cosmos y su Kaiser.

Al año siguiente, el holandés cambió de aires y se fue a Washington para jugar con los Diplomats, un equipo completamente desconocido. Estados Unidos era por entonces lo que Qatar puede ser ahora pero a lo grande: cada franquicia buscaba el nombre mágico con el que llenar estadios y convencer a los aficionados de que una quinta gran liga era posible. Su etapa en los Diplomats pasó sin pena ni gloria, hasta el punto de que, cuando acabó la temporada americana, en marzo, Cruyff se largó al Levante durante cuatro meses. El equipo valenciano le ofrecía la posibilidad de volver a vestir de blaugrana en la liga española… y un salario de diez millones de pesetas al mes, que por entonces era una auténtica barbaridad.

Lo que llevó al presidente del Levante, entonces en Segunda División, a hacer una oferta así, lo podemos imaginar: sacudirse la imagen de club marginado en Valencia y a la vez colocar al club en el escaparate del mundo entero. Es complicado pensar que Cruyff aceptara por algo más que el dinero. Jugó diez partidos, marcó dos goles y volvió a su anodina trayectoria como jugador estrella de un equipo vulgar en Washington.

Después de meses valorando la retirada, con 34 años ya cumplidos, Cruyff decidió volver al Ajax. Pocos jugadores pueden permitirse volver al equipo que ya les ha hecho un homenaje de despedida. Michael Jordan, Magic Johnson… y Johan Cruyff. El “14” llegaba como gran capitán, referente de la afición y estrella del pasado, pero su trayectoria como jugador en activo no invitaba a ningún optimismo. Pese a todo, el Ajax ganó la liga en la temporada 1981/82 y volvería a repetir en la 1982/83, con Cruyff peleándose con todo lo que se le pusiera por delante, junta directiva incluida.

Sumido en algo parecido a una depresión o la simple angustia de ver el final cada vez más cerca, Cruyff pidió la renovación por una temporada más en la primavera de 1983, a los 36 años. El presidente del Ajax en aquel momento, Tom Harmsen, no solo no accedió sino que humilló al jugador con unas declaraciones impropias: “Cruyff no tiene nivel para la primera división holandesa”. Aquello era una exageración imperdonable, Cruyff no dominaba la liga, en parte por su habitual indolencia, pero venía de ayudar a ganar dos ligas y una Copa de Holanda y había vuelto a maravillar al mundo con el famoso “penalti indirecto”, el pase en corto a Jesper Olsen que culminaría el propio Cruyff para deleite de todos los espectadores.

La opción más sensata era retirarse, pero Cruyff no iba a retirarse humillado, eso lo tenía claro. Un hombre de sangre caliente como él no se iba a quedar en casa mientras un millonario le llamaba inútil. Recibió una interesante oferta del Paris Saint Germain para jugar junto a Janvion, Rocheteau o Luis Fernández, pero sus planes eran otros.

De Amsterdam se fue a Rotterdam y negoció su fichaje por el Feyenoord. Era algo impensable, casi más impensable que lo del Levante, porque Feyenoord y Ajax eran enemigos hasta el punto de matarse en los partidos. No podría haber nada más doloroso para el aficionado del Ajax que la marcha de su ídolo al máximo rival, algo así como si Xavi decidiera fichar por el Real Madrid para acabar su carrera. Muchos lo verían como una traición, para Cruyff era simplemente una venganza. Una fría y cruel venganza.

El Feyenoord llevaba nueve años sin ganar la liga, eclipsado por el Ajax pero también por equipos inferiores como el PSV Eindhoven o incluso el AZ Alkmaar. En sus filas contaba con un mediocampista agresivo, con facilidad para el gol, llamado Ruud Gullit y recién fichado del Go Ahead Eagles. La hinchada no sabía muy bien qué hacer, la verdad. La llegada de Cruyff a Rotterdam fue una conmoción en toda Holanda… pero especialmente en su ciudad de destino. Cuando te has pasado la vida insultando y abucheando a un tío, ¿qué demonios haces si ese tío juega para tu equipo?

Fue una temporada muy extraña. Para empezar, el Feyenoord cayó 8-2 ante el Ajax, con triplete de Marco Van Basten, lo que se vio como un palo definitivo para el orgullo de Cruyff. Inmutable, nada más acabar el partido, “El Flaco” declaró: “No importa, de todas maneras vamos a ganar la liga”. El campeonato se convirtió en una lucha entre Cruyff y los dos grandes equipos del momento: PSV y Ajax. Comandados desde el banquillo por This Librejts, los de Rotterdam encadenaron una racha de resultados positivos que les colocarían como líderes al final de la primera vuelta mientras el Ajax empezaba a desinflarse.

Cruyff jugaba desatado, como si no hubiera un mañana. El destino quiso que en octavos de final de la Copa de Holanda el rival volviera a ser el Ajax. Por entonces, la Copa se jugaba a un solo partido, sorteando el campo, y a Cruyff no le quedó más remedio que volver a Amsterdam a vengar aquel 8-2 y volver a enfrentarse a la reacción encontrada de los seguidores rojiblancos, que dudaban, como los del Feyenoord, si silbarle o aplaudirle. El partido acabó 2-2 y se tuvo que repetir, esta vez en Rotterdam. Con 1-1 en el marcador, el Feyenoord logró adelantarse en la prórroga y llevarse la eliminatoria. Su camino hasta la final tampoco fue fácil pero una vez ahí se llevó el título ante el Fortuna Sittard con un solitario gol de Peter Houtman en el minuto 72 de partido.

No sería el único título para Cruyff aquel año. Apoyado en una excelente actuación en su propio estadio, donde acabó invicto y logró 14 de 17 victorias, el Feyenoord se llevó el campeonato de manera relativamente cómoda, con cinco puntos sobre el PSV y seis sobre el humillado Ajax, coronándose campeón tras un contundente 0-5 en el campo del Willem II. El premio al mejor jugador de la competición fue para Johan Cruyff, el mismo que según Harmsen no tenía nivel ni para participar en esa liga. La guinda del pastel fue el partido de vuelta contra el Ajax en Rotterdam, una goleada por 4-1 en la que Cruyff participó con un gol y Gullit con otro.

En el total de la temporada, Cruyff y los suyos solo perderían dos partidos —el de Amsterdam y en Groningen, el único partido que se perdió Johan en toda la liga— y acabarían cerca de los 100 goles en apenas 34 jornadas. Para un equipo que venía de casi una década en blanco no estaba nada mal. El 13 de mayo de 1984, Johan Cruyff acababa su carrera como profesional con una victoria ante el PEC Zwolle, anotando uno de los goles de su equipo, el undécimo en su cuenta particular en la liga, tras aprovecharse de un mal despeje del portero, en un movimiento marca de la casa: regate arrastrando la pelota y suave resolución.

Cumplida su revancha con creces, ahora sí, “El Flaco” decidió retirarse, siete años después de su partido de despedida. “Los últimos partidos han ido muy bien y mucha gente pensó que seguiría un año más pero tengo 37 años y me es imposible jugar como quiero, al nivel que quiero. Durante demasiados partidos he estado demasiado cansado”. A los pocos meses ya estaba de vuelta como director deportivo del Ajax, y poco después sustituiría a Leo Beenhakker en el banquillo.

El Feyenoord tardó otros nueve años en ganar una liga. 

Artículo publicado originalmente en la revista JotDown dentro de la sección "El último baile"

martes, octubre 09, 2012

El liberalismo ante la brutalidad policial



Como, gracias al juez Pedraz, seguimos con la vista puesta atrás en la astracanada del pasado 25 de septiembre alrededor del Congreso de los Diputados, permítanme que insista en el lado que no se juzga en esta cuestión pero sí aparece de alguna manera en el acto: la mala praxis de las fuerzas de seguridad del estado a la hora de mantener el orden y reprimir los excesos de los manifestantes. Pedraz apunta a errores clamorosos a la hora de tramitar las detenciones y la puesta a disposición judicial, lo que culmina una actuación que cualquiera pudo ver que no tenía sentido ni proporcionalidad alguna.

Lo que me preocupa es la posición de determinados liberales al respecto. Todo ese punto de “que les arreen bien fuerte que se lo merecen, algo habrán hecho”. La disputa entre individuo y estado se va acoplando a las distintas situaciones históricas según determinadas reglas sociales. Las reglas sociales, el pacto social si se quiere, no es ningún juego de mesa. Respetarlo es importantísimo porque como ya nos mostró Martin Niemöller, al Estado le cuesta mucho parar una vez que empieza a reprimir derechos.

Se empieza modulando la posibilidad de manifestarse y se acaba en cualquier otra cosa. No vale consolarse con “bueno, pero eso es un problema de los otros” porque allí donde haya un derecho individual cercenado por el Estado debería haber un liberal de pro defendiendo ese derecho, aunque su uso le parezca disparatado, como yo mismo expresé la semana pasada. Coincidir en las reivindicaciones -o no- es indiferente a la hora de defender la posibilidad misma de esas reivindicaciones y, lo que es más importante, la tolerancia cero con aquellos que atacan indiscriminadamente a ciudadanos que están ejerciendo su derecho legal, por mucho que otros manifestantes estén cometiendo delitos en ese momento, en ese lugar.

Escuchar a determinados miembros del PP, como por ejemplo el muy liberal Ignacio González, hablar de más leyes, más restricciones, más policía estatal y menos capacidad de intervención individual en la vida política y social me parece un disparate que no se compensa con el hecho de que treinta tíos intenten saltarse un cordón policial situado a 100 metros del Congreso. Un delito por el que serán juzgados sus responsables, sea ante Pedraz o ante quien sea.ç

Insisto en que todo esto me parece que forma parte de un lema tipo “El Estado, solo para que me proteja”, pero la Historia nos dice que eso es complicado, que el liberalismo surgió precisamente para oponerse a las imposiciones del Estado y a su frecuente represión desproporcionada. No es tan complicado pedir explicaciones e investigar a quien cometió excesos en nombre del Leviatán y desde luego creo que se podrían hacer cosas más inteligentes que condecorar a sus mandos.

Claro que a lo mejor algunos han aprendido un liberalismo consistente en controlar televisiones públicas hasta asfixiarlas, llamar cada día a medios de comunicación privados para felicitar o amonestar su línea editorial y colocar a los subordinados en los consejos de administración de las Cajas públicas. Alguno incluso se ofreció a dirigir esa Caja con el único mérito de ser un gran vasallo de su señora y tuvo que tumbarle un presidente del FMI, si no, aún estaría ahí, en vez de preocupándose por cuántas manifestaciones impiden el comercio en Madrid.

En democracia, el equilibrio entre los derechos lo decide en parte el Estado mediante la Delegación del Gobierno, pero sobre todo, no lo olvidemos, lo decide la ley, que protege al individuo frente a los abusos. Pijos ácratas incluidos. Artículo publicado originalmente en el diario "El Imparcial" dentro de la sección "La zona sucia"

lunes, octubre 08, 2012

Sondeos elecciones vascas y gallegas


Que se acerca un otoño calentito en lo electoral y lo social es algo que está muy claro. El País saca hoy una reveladora encuesta por la cual, PP y PSOE sacarían entre los dos el 53% de los votos. Hace cuatro años sumaban el 85%. UPyD e IU, juntos, estarían a punto de sacar más votos que el PSOE, aunque por la ley electoral y la división en circunscripciones, es probable que luego el PSOE les doble en escaños. En cualquier caso, habrá que esperar a ver si los ciudadanos son tan valientes votando como contestando encuestas y si al final no hay la típica movilización del PSOE para que no gane el PP y del PP para que no gane el PSOE, que es como funciona normalmente este país, es decir, a la inversa.

Tendremos elecciones en Galicia, País Vasco y Cataluña. Las catalanas aún no están convocadas oficialmente así que aún no hay sondeos fiables al respecto. En cuanto a Galicia y el País Vasco, el CIS publicó el pasado viernes un par de encuestas cuyos resultados paso a desgranar aquí:

GALICIA

PP 38 (44,1%)
PSdeG 23-24 (28,2%)
BNG 12-13 (15,6%)
EU-ANOVA 1 (4,6%)

Es curioso que tres años después y en medio del presunto descalabro de los dos grandes partidos estatales, en Galicia las cosas sigan tan paradas. Los resultados podrían ser clavados salvo por una pérdida de escaño del PSdeG a favor de la llamada "Syriza gallega" de Beiras. Eso es todo. Los dos grandes partidos se reparten el 72,3% de los votos y las nuevas alternativas no cuajan, hasta el punto de que en el momento de mayor desgaste, Feijóo podría repetir mayoría absoluta. UPyD, a quien no le perdonan todavía la frase de Rosa Díez sacada brutalmente de contexto, apenas llega al 1% del voto total, lo que debería calificarse de fracaso si finalmente ese fuera el resultado. No hay datos del partido de Mario Conde, y no cabe atribuirle más importancia que la de llevarse unos cuantos votos de centro-derecha y hacer que el PP pierda la posibilidad de gobierno. Escenario interesante.

PAÍS VASCO

PNV 27 (36,2%)
BILDU-EH 21-22 (25,1%)
PSE-EE 14 (17,2%)
PP 9-10 (10,7%)
IU-EB 3 (4,2%)

Esta encuesta es sorprendente por muchas cuestiones. La principal es que Bildu gana en Álava, que es algo impensable en cualquier otro momento. Queda claro que el llamado "proceso de paz" va a acabar en una "reconciliación" consistente en apoyar masivamente a los que defendían a los pistoleros y culpar de todo a los que ponían los muertos. Es curioso que Laura Mintegi, de Bildu, sea la segunda candidata más valorada, con Íñigo Urkullu, rozando el aprobado del 5 mientras Basagoiti y Gorka Maneiro (PP y UPyD respectivamente) apenas llegan al 2,57 y al 2,49 respectivamente. La sociedad vasca tiene un problema muy serio que va más allá de quién vote a Bildu o no, pero no es tarea de este artículo analizar algo tan complejo.

Choca también que los partidos nacionalistas-independentistas sumen el 61,3% de los votos mientras que a la pregunta directa: "¿Se considera usted un nacionalista vasco?" el 43,1% responde que sí... mientras el 50,5% contesta que no. En definitiva, es una encuesta algo bipolar y difícil de analizar. Sí cabría mencionar que aquí sí que se constata la caída libre de PSOE y PP pero curiosamente UPyD no rebaña nada como tampoco lo hace apenas IU-EB. Me resulta extraño que se den las dos cosas: si de verdad el 50,5% de los encuestados no se consideran nacionalistas, choca que solo el 32,1% vote a partidos no nacionalistas -34,1% si incluimos el escaso 2% que la encuesta otorga a UPyD, sin representación parlamentaria-. Algo tendrá que cambiar en las cabezas de los no nacionalistas si de verdad lo son y es algo tan sencillo como acercarse al colegio electoral y votar en consecuencia.