domingo, octubre 02, 2011

Romper un silencio así ya tiene perdón



Pero yo no quería ser inteligente, ni listo, ni cínico, ni pedante, ni interesante, ni encantador, ni necesitaba a nadie que me enseñara nada. No es que me pareciera mal, simplemente no lo necesitaba, me bastaba con que estuviera ahí y me sonriera, eso era todo. Si se fijan, en todas mis historias, relatos, novelas, guiones, los chicos y las chicas se sonríen y hay en esa sonrisa más decadencia y fracaso que en una película de Sofia Coppola.

En fin, que yo no quería más, yo quería menos, pero nadie se daba cuenta. Yo soñaba con llegar a casa con una chica perfectamente normal y abrazarnos mientras oíamos entero un disco de Standstill. Cualquiera, aunque preferiblemente, "Vivalaguerra", porque me es el más cercano.

Hace años, la canción obsesiva era "Love will tear us apart", la inocente ironía de enamorarse escuchando "Love will tear us apart", a ser posible en versión de José González.

Pero no, la narrativa iba por otro lado, y la narrativa tenía que haber salido de algún sitio y ese sitio probablemente fuera yo y solo me quedaba el recurso de sentirme culpable sin saber demasiado bien por qué, más allá de la evidencia del camino a casa y las escaleras y la cama vacía.