sábado, julio 30, 2011

¿Por qué me llamas a estas horas?


El momento en el que toda la banda para y luego retoma el ritmo con un tono muy bajo, dejando a Pucho, sin alardes, casi como una caricia, dejar claro que "aún quedan vicios por perfeccionar en los días raros" y si uno cambia la palabra "vicios" por cualquier otra cosa, la frase funciona igual, por el momento -a los tres minutos y medio de la canción- y por la propia idea de perfeccionar desde la calma, una idea sublime, lejana de los "ooooo" con los que acaba el tema.

Jorgito Marazu y yo comentando la jugada en una esquina del Búho Real. Los dos nos hemos vuelto unos obsesos de esa canción desde que volvimos de Benidorm. La propia idea de "los días raros" es lo que me fascina. ¿Qué mejor definición que la indefinición? Es la última noche de la temporada -en rigor, es la penúltima, pero se celebra como si fuera la última- y se ha organizado una especie de jam session con músicos invitados que suben y bajan del escenario.

Hay un punto de orgullo al ver que hasta cinco de ellos pasaron por el Fuera de Contexto. Menuda montamos con el Fuera de Contexto, es algo que con el tiempo se recordará con cariño o yo, al menos, lo recordaré con cariño y esa sensación de vivir por encima de mis posibilidades que me sucede a menudo. Saber que igual que ahora recuerdo los tiempos -los días raros- en los que Lichis me llamaba al móvil para salir y yo era incapaz ni de cogérselo de pura vergüenza, abrumado como estaba porque el que para mí era el mayor genio de la música española me estuviera llamando a mí. ¡A mí!, dentro de unos años diré que compartía confidencias y viajes enloquecidos con Jorge Marazu o con Laura de Pedro y nadie me creerá.

Los cafés con Cristina Gallego, Teresa Soria o Rut Santamaría, las noches con Patricio, Álex Martínez, Zahara o María Blanco y un enorme etcétera en el Costello. El silencio de aquellas noches de Costello, el respeto antes del respeto. Diré que no estuve el 15-M pero sí estuve el 17-M y me quedé hasta las cuatro de la madrugada y los jóvenes me mirarán como el gurú que no soy pero en el que inevitablemente me acabaré convirtiendo si sigo dejándome crecer el pelo y no afeitándome la barba.

Jabois dice que prefiere haber escrito que escribir. Sin duda alguna, yo prefiero haber vivido que vivir. Vivir me resulta algo angustioso, pero el recuerdo me calma. Un recuerdo de "All these things I´ve done". En el Búho sube Jorge, sube Mario, sube Antonio, sube Pablo y sube Perro Flaco. Hay algo tierno ahí que me hace pensar que son "mis niños". Se lo explicaba camino del Búho a Sofía Comas, la cantante de Tucan Morgan: cualquier cosa que hagáis, saber que os va bien, hace que a mí me vaya bien, que pueda sentirme orgulloso de vosotros.

De hecho, fue una situación incómoda: los dos cruzábamos el paso de Mejía Lequerica a Barceló por donde no debíamos, en direcciones contrarias. Ella me reconoció y yo a ella no. La chica me pareció tan guapa que me resultaba imposible haberla olvidado así que entendí desde un principio que ella se equivocaba, que saludaba y preguntaba a alguien que no era yo, y empecé a sentirme culpable y tuve que decirle la verdad: "Lo siento pero no te ubico", en la esperanza de que todo fuera un enorme malentendido y la chica preciosa se hubiera equivocado de chico despeinado.

No fue así. Aún quedan vicios por perfeccionar en los dias raros.

Nunca he tenido una gran memoria, lo he escrito mil veces.

De hecho, escribir mil veces algo ya es una señal de mi facilidad para el olvido.

La noche acabó con César Pop, Aaron Thomas, Álex Ferreira, Miki Ramírez, Rash y un chico de voz preciosa pero del que no recuerdo el nombre. La memoria, de nuevo. Gente que  me llama "Guille" y no me queda más remedio que asumir que Guille soy yo. Pronto me veré como el protagonista de "Memento" sacando una polaroid a cada persona que conozco y clavándola con chinchetas, desquiciado, en la habitación de un motel.

Porque entonces, a este paso, ya no tendré ni casa, y vivir como un detective salvaje, solo por una cuestión de estética, me resulta en ocasiones atractivo, incluso tentador.

Estoy a dos semanas de acabar mi segunda novela. Acabar el borrador, quiero decir. El movimiento se demuestra andando y quietecito nadie me va a decir lo guapo que soy. He conseguido colar dos frases improbables que probablemente tenga que eliminar tarde o temprano. Una dice "la fatigosa laxitud de la persecución" y alguien tendría que preguntarme: "¿Qué cojones quiere decir eso?" para que yo le contestara "No tengo ni puta idea". La otra frase, un guiño como otro cualquiera se limita a decir: "Mientras, el universo ronca", y quien lo pille, que lo pille.