sábado, junio 11, 2011

Esta crisis sí la pagamos


Ejemplos prácticos de lo que es la crisis: un periodista trabaja durante años en una cadena de radio. Él está contento con esa emisora y la emisora está contenta con él. Tanto, que le ofrece tener un programa los domingos por la tarde, que no es un horario demasiado comercial para una cadena local, más cuando hay fútbol en las otras emisoras hasta las once, pero que al menos le permite tener un pequeño espacio para demostrar su valía como entrevistador y locutor.

El periodista es Víctor Alfaro, la cadena es Radio Sol XXI. Víctor lleva años con ese programa, dedicado a la música de autor pero no solo. Por ejemplo, a mí me ha llevado unas cinco o seis veces, para promocionar algún libro, hablar del Fuera de Contexto o simplemente dar mi opinión sobre algún poeta, algún músico nuevo. El cariño de Víctor por su trabajo es encomiable. Creo que nunca he visto a nadie trabajar tanto y con tanta intensidad sin perder nunca la sonrisa.

El programa de Víctor, "Al caer el sol", se ha acabado convirtiendo en una pequeña referencia para los seguidores de La Noche en Vivo de Madrid. Por ese programa ha pasado prácticamente todo el mundo, las fotos que cuelgan en el muro de entrada van desde Camela a Luis Ramiro. El problema es que, de repente, un día, a Víctor le piden ser comercial además de periodista. Lo hace bien porque sirve para esto, ya hemos dicho que su sonrisa va a todas partes y el entusiasmo detrás, sujetando las riendas, pero obviamente son actividades tan distintas que a uno le acaban aturdiendo.

Ser comercial en tiempos de crisis es agotador. Tan agotador que a Víctor le quita horas de radio y de sueño, es inevitable. Nadie quiere anunciarse, nadie tiene dinero. Si el dinero no llega, la cadena tiene que reducir costes, es decir, sueldos y personas. Ley de vida. De repente, Víctor no solo tiene que hacer un programa y locutar una radiofórmula por las mañanas sino que tiene que negociar lo que en el fondo es su propia subsistencia: si consigue anunciantes, la cadena seguirá funcionando con él dentro. Si no, acabará en la calle. Lo sabe, o al menos lo intuye.

Pasan los meses y a Víctor cada vez le cuesta más trabajo sacar un rato para su programa de los domingos. De vez en cuando, lo que hace, sin más, es emitir alguna entrevista pasada que todavía tiene una cierta vigencia. Los miércoles, en Libertad 8, organiza "un directo", pero incluso eso requiere de patrocinadores, tiempo y energías. Víctor podrá tener un entusiasmo ilimitado pero las energías, todos lo sabemos, sí que se acaban en un momento dado.

Y así hasta que el programa, después de siete años, cierra. Aquí lo explica él mismo. Por supuesto, él sigue en Radio Sol XXI porque nada hace pensar que la emisora tenga la culpa del caos y, en cualquier caso, su fidelidad es absoluta e inquebrantable. Para él es duro, estoy convencido, pero ahora mismo probablemente suponga un alivio más que cualquier otra cosa: una preocupación menos. Víctor acaba de casarse y tiene una hipoteca, no puede permitirse el lujo de quedarse en el paro.

Yo creo que hace bien, claro está. Lo primero es lo primero. La lástima es que sus oyentes nos quedemos sin su entusiasmo y su curiosidad. Esta crisis vaya que si la pagamos. No he hablado hasta ahora de la curiosidad de Víctor pero es su principal arma: saber escuchar, interesarse por lo que le cuentas, esté de acuerdo o no. Nuestras discusiones sobre política han sido intensas pero nunca he tenido la sensación de encontrarme ante un enemigo sino simplemente ante un amigo que tiene otras ideas sobre el mundo y la sociedad.

Desde aquí le agradezco a Víctor Alfaro su labor de años y años, su empeño en sacar del anonimato a pequeñas bandas, pequeños cantantes, que solo tenían ese espacio y ahora lo han perdido. Darle las gracias y darle un enorme abrazo e intentar convencerle de que cuando acabe todo esto, y entiéndase "todo esto" como "la crisis" o el nombre que adopte en cada momento, volverá y volverá a lo grande. Aunque solo sea por hacerme el favor de cumplir mi profecía. Esta profecía, en concreto.