lunes, mayo 30, 2011

Opiniones contundentes II. Carme Chacón, la revolucionaria


Compungida, una de las ministras más valoradas del actual gobierno y que detenta carteras desde julio de 2007, da una rueda de prensa: el motivo es anunciar que no va a hacer lo que nunca anunció que iba a hacer, presentarse a las primarias del PSOE. Su descontento es evidente. El discurso deja claras varias cosas: sabe que el país tiene problemas serios, sabe que su partido tiene problemas serios, cree tener soluciones... pero por lealtad a su partido y para no "perjudicarle" prefiere no aportarlas y quedarse a la sombra.

Ojo a esta última justificación: por lealtad a su partido y no perjudicarle. Es decir, la ministra Chacón cree que los ciudadanos necesitan una serie de medidas, que ella puede dárselas pero a la hora de decidir entre esos ciudadanos y su partido, elige, sin dudarlo, siempre primero, su partido. Una ministra.

Que la noticia pasara desapercibida entre los activistas del 15-M es una muestra más de su ensimismamiento. El propio gobierno, en voz de una de sus ministras, reconocía que, efectivamente, no representaba a los ciudadanos sino a su partido. Sin más. Si la brutalidad policial de Barcelona daba un empuje primario, sentimental, iracundo, al movimiento, las palabras de Chacón deberían haberle dado toda la legitimidad intelectual y política. Todos deberíamos haber tomado las calles con carteles de Chacón por el enorme favor que nos hizo.

Sin embargo, en Sol no se habló nada de eso. En Sol siguen con asambleas de cuatro horas en las que las comisiones y los grupos de trabajo se suceden, se multiplican y todo se convierte en una burocracia aún peor que la del sistema que dicen criticar. El mejor ejemplo fue el pasado viernes: ya saben que yo simpatizo con la crítica ciudadana a los abusos de los políticos y el sistema financiero y me he involucrado mucho personalmente en este movimiento. Sigo creyendo que es el símbolo de algo e intento averiguar el símbolo de qué, sin glorificarlo ni despreciarlo sin más.

Bien, el viernes fuimos convocados a las 7 para protestar contra los abusos policiales de Barcelona. Aquello fue precioso por diversas razones: de entrada, hermanaba Madrid y Barcelona, cosa que políticos de ambas ciudades se han empeñado en evitar a toda costa; nos juntaba a muchos de los desencantados con la deriva de Sol pero aún alertas ante los abusos gratuitos y, por último, recuperaba esa espontaneidad y transversalidad de los primeros días: volvían las pancartas ingeniosas y espontáneas, las canciones inteligentes y un cierto humor dentro del enfado para demostrar que no, que no vamos a dejar de vigilarles sin caer en su provocación.

¿Qué hicieron los organizadores de Sol? A las 10 disipar la protesta y empezar una maratoniana asamblea imposible de seguir, agotadora, y que congeló por completo el ánimo de todos los miles de personas que habíamos ido a protestar civilizadamente. Nos quitaron, a nosotros también, nuestro espacio, a cambio de su ensimismamiento.

Parece mentira que Sol haya mordido un anzuelo tan obvio. Al nacer, como movimiento espontáneo e incontrolable, que además influyó en las elecciones de manera notable, aunque no decisiva, desde el "establishment" se criticó: "No aportan soluciones". ¡Por supuesto que no! Asumir que son las asambleas de Sol las que tienen que dar las soluciones es asumir que estamos en una democracia participativa asamblearia, cosa que, como todos sabemos, ni es real ni probablemente deseable.

Pero cayeron. Desde entonces, en lugar de criticar a los políticos y vigilar sus abusos, Sol se dedicó a la metafísica del "¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?" Aceptó por completo tener el balón en su tejado, despejado desde los responsables reales de tomar esas soluciones y se ensimismó en propuestas y contrapropuestas, organización y división de comisiones, grupos de trabajos, convirtió el campamento espontáneo en un monstruo parecido a un parque temático rancio.

Entiendan que para mí es terrible, porque yo dejo de creer en Sol pero sigo creyendo en el 15-M como movimiento de denuncia y protesta pacífica ante los abusos y la mediocridad de los políticos. El descontento y la desesperación son tan grandes que este mismo domingo, en la plaza, había miles de personas participando en la Asamblea. Asamblea que, por supuesto, duró horas y horas, y en la que fue casi imposible encontrar un consenso, porque cada uno miraba su propio culo y decía "hasta que no me den la razón, yo no me muevo de aquí".

Hubiera sido mucho más fácil: acaba con talleres y comisiones de espiritualidad, trasládalas donde quieras, pero deja espacio para la gente. No te olvides tú también de la gente. Convoca a todos y pon el discurso de Chacón del jueves, aquel en el que venía a gritar a voces "Que no, que no, que no os represento". Eso hubiera sido mucho más útil y mucho más inteligente. Incluso, si me apuran, más revolucionario.