sábado, mayo 14, 2011

Mourinho, el odio y la central lechera


Como es mi cumpleaños me voy a permitir el lujo de escribir algo sobre Mourinho, ahora que la temporada, al menos para el Real Madrid, ya ha acabado.

Lo primero, aclarar que esto no es una cuestión de Madrid contra Barcelona, es una cuestión de fanáticos contra fanáticos, punto. Uno se cree que el Marca o el As son tebeos hasta que lee El Mundo Deportivo o el Sport. No, la prensa de Cataluña no es mejor que la prensa de Madrid. Sin duda, se creen mejores, pero no lo son, ni en sectarismo ni en demagogia ni en ordeñar las ubres de la vaca. Además, como en toda generalidad, hay periodistas que se salen de la norma, y cuya profesionalidad no depende del lugar de nacimiento ni del de trabajo.

Quizá conviene aclarar que lo que llamamos "prensa de Madrid", lo que yo mismo puedo llegar a llamar "prensa de Madrid" es una mezcla de opiniones de catalanes (Pedrerol, Guasch), gallegos (Siro López, Paco Buyo), argentinos (Gatti), manchegos (Roncero), navarros (Inda) y madrileños, por supuesto (Relaño), es decir, esto no es una cuestión de cuna: trabajar en Madrid o trabajar en Barcelona, nacer en Madrid o nacer en Barcelona, no te hace más listo o más tonto, simplemente es una cuestión de profesionalidad en el trabajo y en todas partes cuecen habas, que se dice.



Aclarado esto, llega Mourinho. ¿Qué ha hecho exactamente Mourinho para aumentar la crispación? Nada. No ha inventado nada, al menos. Se ha limitado a recoger lo que los más fanáticos pensaban e institucionalizarlo. Para ello, necesitaba una limpia interior, por supuesto: desplazó a Valdano públicamente, puso a la afición en el dilema "o la directiva que no me da lo que quiero o yo" y se hizo con buena parte del madridismo repitiendo lo que ya llevábamos años oyendo: al Barcelona le ayudan los árbitros, lo hacen intencionalmente por orden de Villar, esa orden de Villar se extiende a la UEFA por su poder, y, por lo tanto, si el Madrid no gana en realidad es porque no le dejan, todo el mundo le odia gratuitamente y se opone, etcétera.

Aunque ganara dos ligas antes de ayer, como quien dice, o tres Copas de Europa casi seguidas, la última hace menos de diez años.

Esos son argumentos de forofo que está bien que tengan los aficionados porque es lógico aferrarse a excusas ante la derrota -recuerden "Asterix en los Juegos Olímpicos": los jabalíes estaban en mal estado, la pista estaba mal cuidada..."-. El salto del aficionado al periodista ya fue grave y se limitó a recoger una tradición que había arraigado en Barcelona, precisamente. El análisis del juego se convirtió en análisis de la pasión. Todo el mundo escribe desde la camiseta y sin argumentar. El que ha tenido más éxito, curiosamente, ha sido Alfredo Relaño, periodista de una calidad contrastada, excelente analista, que al tomar el mando del As se dedicó a incorporar a una serie de fanáticos alejados de la tradición elegante del grupo PRISA en deportes que él mismo había empezado y dio a conocer el término "villarato", que de manera totalmente alucinada todavía defiende intelectualmente a estas alturas en este enlace.

Este hombre, insisto, armó la redacción de deportes de El País y de Canal Plus. Sus delirios resultan difíciles de digerir.

En fin, el villarato se extendió rápidamente a Marca, con Inda. Hasta hace bien poco, tanto As como sobre todo Marca, tendiendo hacia el Madrid procuraban tener una línea de respeto hacia los demás clubs y una cierta elegancia, hasta el punto de que cada edición local animaba más o menos a su equipo y los triunfos del Barcelona en el pasado han ocupado portadas, cosa que no se podría ni imaginar al revés. Con Inda y Relaño se acabó eso, puede que antes. Empezó el odio. El odio al Barcelona en toda su extensión, la misma extensión con la que desde ahí se odiaba al Madrid.

Mourinho se limitó a estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Inda y Relaño estaban vendiendo millones de periódicos con su "indignaos" continuo, sus rearbitrajes de cada falta, cada saque de banda y su teoría de que las ligas solo son limpias cuando las gana el Madrid. ¿Qué hizo? Seguir la corriente, ya digo. Institucionalizar el discurso. Ahora, en vez de que Roncero salga a decir que el Barça gana por culpa de Villar, saldría él o saldría Karanka.

En apenas nueve meses, Mourinho o su "estrategia de comunicación" como él la define, ha achacado los distintos triunfos del Barcelona a que los demás equipos le dejaban ganar, los árbitros les favorecían, la RFEF les favorecía, la UEFA les favorecía, la publicidad de UNICEF les favorecía, las televisiones les ponían los partidos más tarde, el hermano de Guardiola trapicheaba en los fichajes, sus jugadores eran unos tramposos, unos dopados o unos racistas y su entrenador tenía una maquiavélica táctica de juego sucio constante. Insisto, eso estaba antes, pero lo decía Roncero. O Roberto Gómez. O José Vicente Hernáez.

El asunto era que el odio hacia Barcelona, hacia el Barcelona, hacia cada jugador de ese equipo o su entrenador, lo que fuera, ocultara todo lo demás. Y dirigiendo el odio, Mourinho, por supuesto. La masa enfurecida encontraba su referente.

Con el portugués hemos conseguido acabar por completo con las charlas de fútbol, táctica, técnica, diversión. Mourinho, un hombre permanentemente indignado y capaz de asegurar en 2007 que "Cristiano Ronaldo es el mayor tramposo del mundo" y en 2010 que es "el jugador más noble del mundo" según juegue contra él o con él, sin importarle la verdad lo más mínimo, ha conseguido acabar con toda la armonía del fútbol español el mismo año que llegábamos a lo más alto: el Campeonato del Mundo. Las consecuencias son imprevisibles.

¿Qué ha ganado en todo esto el Madrid? Una Copa del Rey. ¿La podría haber ganado sin Mourinho? Perfectamente. ¿Se ha gastado 400 millones en dos años para ganar una Copa del Rey? No, pero, ¿a quién le importa? En nueve meses no hay más razones para el optimismo pero sí hay más razones para el odio. Pan y circo. ¿Innovaciones tácticas? Pepe por delante de los centrocampistas y Cristiano de delantero centro a pescar alguna. Mourinho es un gran entrenador y lo sabemos por sus resultados, pero no ha tenido un gran año. Nadie le pedirá cuentas. Cuando a él mismo se le preguntó por su grado de responsabilidad lo dejó claro: "Ninguna".

La última ha sido la de Busquets y Marcelo. Aquí tienen el vídeo, si quieren recrearse. Las imágenes están captadas por Real Madrid TV y presentadas ante la UEFA como prueba de que los jugadores del Barcelona son unos deportistas deplorables. Si ven las imágenes doscientas veces podrán creer lo que quieran: que le llama "mono", "loco", "bobo", "tonto", que le dice que tiene "morro" -como alega Busquets- o que, directamente, ni siquiera habla con Marcelo, porque el plano se cierra en Marcelo pero no sabemos quién hay detrás.

Yo no sé lo que le dijo Busquets a Marcelo. Intuyo que nada bonito. No tengo a Busquets por el jugador más deportivo del mundo. Sólo sé que Real Madrid TV dice que dijo esa palabra, porque esa palabra es la única de todas las posibles que cuesta cinco partidos de sanción. La conclusión de Karanka en rueda de prensa, cuando ya al Madrid esto ni le va ni le viene, todo con tal de conseguir que el odiado enemigo se quede sin un jugador -un jugador campeón del mundo con nuestro país, insisto- para la final de Wembley, es que "la UEFA no puede mirar a otro lado, con ALGO TAN EVIDENTE".

Vuelvan a ver el vídeo. ¿Es evidente? De verdad, ¿alguien me puede decir que la palabra para definir ese movimiento de labios parcial con una mano que tapa y una cabeza en medio es "evidente"? Qué más da. Algo queda. Ya digo: Mourinho y el Madrid han conseguido divulgar la teoría de un Barcelona tramposo, hipócrita, dopado y racista. Así se les perdonan todos sus desmanes tácticos o sus errores en los fichajes o que sean incapaces de ganar, con el mejor equipo que el dinero puede comprar, a un equipo que tiene en Milito y Bojan a dos de sus mejores suplentes.

Ahora, ya saben, ódienme a mí también. Asocien: es del Barcelona, es malvado, nos odia, se está inventando todo... pero no es eso, simplemente no es eso. Es algo más sencillo. Un juego. En el que a veces se gana y a veces se pierde y en el que al contrario se le respeta en la victoria y se le felicita en la derrota. Un juego, señores. Punto. Un divertimento, una afición. Un pique.

Si quieren al Madrid, si les gusta el fútbol, aléjense todo lo que puedan de ese hombre, porque el Madrid no ha sido nunca lo que representa ese hombre, sino un club luchador, responsable, orgulloso y al que los demás equipos le daban igual. O eso o pongan a Roncero a entrenar, les saldría por mucho menos de 15 millones al año.