sábado, abril 09, 2011

Contacto con tacto





El objetivo es que todas las chicas quieran acostarse contigo y que todos los chicos quieran que seas su mejor amigo. A mí no me hubiera importado ser el mejor amigo de Bertín Osborne, desde luego, aunque ya soy bastante amigo de Patricio Barandiarán y no sé si ya sería todo un poco demasiado. El caso es que el cantante-showman copaba todo el programa con una personalidad arrolladora, una sonrisa constante de hombre desfasado, repatingado en su sillón y con pinta de ir con un pedo sublime.

"Contacto con tacto" pretendía ser un programa de "busco pareja" pero se fue de las manos. Se convirtió en un desmadre nocturno, casi de madrugada, en el que Osborne coqueteaba abiertamente con las chicas mientras guiñaba ojos cómplices a los concursantes, como diciendo: "Tranquilos, que lo hago por vosotros". Solo que uno sabe que un tipo como Bertín Osborne, con una hembra de por medio, nunca va a hacer nada por ti.



El método era sencillo: una mezcla entre el rollo clásico "Amor a primera vista" de cita a ciegas y el tronismo actual de sucesión de encuentros en busca del amor definitivo. En aquel programa (1992-94), dos chicos o dos chicas tenían que quedar con tres chicas (o tres chicos) y luego contaban su historia en titulares. Se la contaban a Bertín y el juego era adivinar quién había dicho cada cosa y ahondar en el conocimiento mutuo, por supuesto.

Bertín pasaba de todo. No le podía importar menos. Parecía que se iba a poner a cantar una ranchera en cualquier momento. Efectivamente, era nuestro ídolo. Aparecía por ahí cualquier pibón con actitud o cualquier macarrilla de barrio y se los llevaba por delante. En "El Informal" se agotaron a imitarle porque era una caricatura, pero una caricatura divertida, empezando por lo ridículo del título.



Fue su gran momento de gloria y el paso a Antena 3 para presentar todo tipo de formatos le tiró para abajo. Antena 3 era demasiado mojigata por entonces. Bertín Osborne solo recuperó parte de encanto cuando se dedicó a pasarse por el plató de "Tómbola" semana sí, semana no, a no contar nada pero seguir sonriendo, ir pasado y quedarse con todo el mundo. Si no es un tipo tremendamente listo, a mí siempre me lo ha parecido.

Y, cojones, sí, me caía bien, ya lo he dicho. Me hubiera montado en su limusina rodeados de supermodelos mientras preparábamos una fiesta en Miami Beach. Y que digan lo que digan los demás.