jueves, enero 20, 2011

La generación JASP



Un entrenador holandés de muy mala leche obligaba a Iván de la Peña a entrenar duro y recoger todos los balones del campo. El entrenador era Cruyff, por cierto, y el año, 1996, el primero del cántabro en el primer equipo del Barça. Por supuesto, De la Peña lo hacía todo bien y demostraba que estaba muy por encima de las expectativas. Después se iba con su Renault Clio tan contento: un coche modesto, pero con todas las prestaciones necesarias. Joven, becario, canterano... aunque sobradamente preparado.

Luego estaba el anuncio del empleado pasota pero tremendamente brillante. Podría ser Guti pero era un ejecutivo. Su jefe le echaba la bronca por inconsistente y poco aplicado. Él sonreía. El encargado se cabreaba aún más y acababa citando a Kant como gran autoridad. El jovencillo respondía el golpe con elegancia: "La cita es muy buena, pero no es de Kant, es de Séneca".

Aquellos éramos nosotros. Los nacidos en los 70.

La generación JASP venía a continuar de alguna manera a la generación X de Douglas Coupland y degeneró en lo que se ha venido a llamar Generación Ni-Ni. Éramos jóvenes, desde luego, De la Peña, por ejemplo, nació en 1976, y estábamos bastante preparados. No solo eso: íbamos de preparados. Los setenteros hemos sido siempre unos arrogantes tremendos y la vida nos lo ha devuelto a base de hostias: al chico de Séneca probablemente le echaron de su compañía o le hicieron un contrato por horas en una ETT -los setenteros descubrimos las ETTs, recuerden-, al canterano le condenaron al banquillo y tuvo que emigrar a Italia donde a su vez le echaron.

Nos doraban la píldora de nuestro talento y esperaban que con eso y un Renault nos comiéramos el mundo. Lo peor es que nos lo creímos.

Los JASP somos una generación perdida, por completo. Perdida entre las expectativas y la realidad: somos los becarios precarios, los tiempoparciales, los que se quedaron sin ayuda de alquiler, los que se han quedado sin subsidio de desempleo. Desde siempre hemos percibido esa sensación de "estos chicos ya se apañarán, son muy listos". Crecimos en democracia y libertad, con un acceso a la cultura sin precedentes. Ni siquiera tuvimos que sufrir la LOGSE ni pelearnos por la LODE. Fuimos los niños mimados del sistema hasta que cumplimos los 30 y entonces nos empezaron a tratar a patadas.

No quiero resultar demasiado autocomplaciente. Probablemente, no estemos tan bien preparados. Sabemos colocar las comas y los acentos, pero eso no quiere decir nada. Nos defendemos bien en el Trivial. Creíamos que esto iba a ser un paseo triunfal con chicas tirándonos rosas desde los portales. Obviamente, no ha sido así. Del trabajo precario hemos pasado al paro absoluto. Quien no ha sido teleoperador ha sido camarero. O lo sigue siendo.

No es tan grave. Si no nos hubieran dicho en nuestra edad más influenciable que éramos la leche ahora no nos sentiríamos menospreciados. Nos lo dijeron e, insisto, nos lo creímos como tontos. Vaya preparación de mierda. Generación de psicoterapias y reducción de becas. Esos somos nosotros. No quiero decir que los que vengan detrás lo vayan a tener más fácil, simplemente quiero decir que los que vienen detrás son más jóvenes y todavía pueden mantener la esperanza.

Y además desde que se matricularon en la ESO les dijeron que eran tontos, así, sin más. Ellos al menos pueden dar la sorpresa. Nosotros tendremos la palabra "fracaso" marcada siempre a fuego en la frente.

Nuestro himno generacional lo compuso Australian Blonde, a quién intentábamos engañar.