miércoles, junio 30, 2010

Jernigan, de David Gates


Transcribo a continuación mi reseña de la brillantísima "Jernigan", de David Gates, que se publica hoy mismo en Culturamas:

La figura del anti-héroe puebla la literatura estadounidense casi desde sus comienzos, con mayor o menor éxito a la hora de no caer en tópicos. Hablamos de novelas imposibles de filmar: Moses Herzog, Ignatius J.Reilly, Harry “Rabbit” Angstrom… incluso la colección de perdedores, outsiders borrachos que componen ese hito generacional llamado “En el camino”, de Jack Kerouac. Hombres autodestructivos con ese punto estético complaciente, irónico, casi pedante en ocasiones.


Jernigan, de David Gates, es un ejemplo claro de esta tradición literaria. A los 40 años, viudo, con un hijo adolescente y envuelto en una espiral de alcohol, Peter Jernigan vive en una zona residencial de Nueva Jersey con una mujer a la que no quiere y un trabajo en el que nadie le quiere a él. Aun así, sigue ahí erguido, más chulo que un ocho. Hijo de un pintor beatnik y padre de un chico completamente infeliz enamorado de una suicida en potencia, todo alrededor de Jernigan es deprimente, esperpéntico, desolador.

Estados Unidos a finales de los 80. Tiempos de recesión. Es la economía, estúpidos.

No hay razones que expliquen que esta novela haya permanecido veinte años oculta para el lector español. Desde que en 1991 quedara finalista del Premio Pulitzer ninguna editorial se había ocupado de encargar una traducción y proceder a su distribución. Extraño y esperpéntico. Demos gracias a Libros del Asteroide una vez más, porque Jernigan –el personaje y el libro- no merecían este olvido.

Un hombre que se dispara a sí mismo por sentir algo y busca siempre un diálogo ingenioso, una cita de clásicos, un latinajo o incluso un poco de spanglish. Alguien que sabe que debería haber triunfado, pero en fin, sencillamente no fue posible, así que recreémonos en la mediocridad. Jernigan podría ser la historia de un genio en medio de mediocres igual que Ignatius J.Reilly estaba convencido de que su nula vida social respondía a una conjura de necios contra su talento.

No lo es. Jernigan acepta la derrota desde la página uno y no entra en si el mundo debería ser de una manera o de otra. Con una sonrisa cínica en la cara se limita a constatar: “La cagué” o a pronosticar: “La volveré a cagar”. Volviendo al símil cinematográfico, y aun insistiendo en que se trata de ese tipo de novelas inadaptables porque cualquier productor desecharía el guión al grito indignado de “¡Pero si aquí no pasa nada!”, sí encontramos un cierto paralelismo con El Nota, protagonista de “El gran Lebowski”, de los hermanos Coen.

Es ese tipo de suciedad brillante. Ese tipo de apestado consciente de su mal olor. Uno lee las 350 páginas de Jernigan imaginándose a Jeff Bridges perdido en una caravana en medio de un bosque invernal o acompañando a su hijastra al hospital por una sobredosis de ácido. No hay moral en Jernigan. Desde luego, no hay moralina. Sólo estética de perdedor. Un hombre que ve capítulos de Star Trek mientras su vida se derrumba.

Y él lo sabe. Si no lo supiera, no habría novela.

España 1- Portugal 0


El problema con los equipos que juegan con diez atrás, se olvidan del balón y solo buscan el contraataque, un rechace o un error del contrario es que cuando pierden 1-0 y se van a casa a octavos nadie se acuerda de ellos. Para tener alguna posibilidad de pasar a la gloria no solo tienen que ganar -es decir, que el contrario pierda- sino que además ese contrario tenga algún interés en jugar. Si nos acordamos dentro de años de que el Inter ganó esta Copa de Europa será siempre teniendo en cuenta que le ganó al maravilloso Barcelona en semifinales y probablemente hayamos olvidado el nombre de todos sus jugadores salvo quizá los de Milito y Sneijder.

El triunfo marca escuela, eso está claro. Por eso, en este Mundial, España se juega mucho, claro, pero el fútbol se juega más. Cuando hasta Brasil apuesta por la contundencia por encima de la magia y Holanda se dedica al contraataque, solo Alemania y España se perciben como marcadas apuestas por un fútbol combinativo y de ataque continuo. Por echarle huevos, en una frase. No incluyo a Argentina porque hasta ahora no me he enterado de a qué juega Argentina. Sé que le va bien y marca muchos goles, pero más allá de la contundencia y el talento de sus delanteros no sabría decir. De momento, le basta, nada que reprocharles.

Cuando España perdió ante Suiza el primer partido del Mundial, aquella mediocre y rácana Suiza que lleva ya una semana en su casa viendo los partidos por la tele, todo el mundo empezó a hablar de demasiado tiqui-taca, demasiado pase horizontal, demasiados mediocampistas, demasiado todo. Luego, ante Honduras, el discurso fue el contrario: nos hemos olvidado del balón, de la circulación, jugamos muy lentos... El peor partido, ante Chile, fue el más celebrado.

La gente olvida lo que es un Mundial porque sucede cada cuatro años, pero un Mundial es esto. Un Mundial es Paraguay-Japón, 0-0 y a los penaltis. Eso es un Mundial. Es diez portugueses presionando en su campo, agazapados para ver si Cristiano o Simao pillan una contra o a Casillas se le doblan las manos. Uno no gana un Mundial paseándose. España no ganó una Eurocopa paseándose, sino empatando a cero ante Italia y ganando por la mínima a Alemania. Sinceramente, no creo que nadie hubiera goleado hoy a Portugal jugando como ha jugado hoy Queiroz. Tampoco creo que le hubiera ganado a nadie. Fue todo previsible y lógico: 1-0 y a casa.

En fin, dos mediocres ya de vacaciones y nosotros en cuartos de final con la sensación de que aún tenemos algo más que dar. Se habla mucho de la maldición de los cuartos de final pero se obvia que no todos los Mundiales llegamos a esa fase. De hecho, hemos igualado la mejor clasificación en 60 años. ¿No querían resultados? Pues eso, la mejor clasificación en 60 años. Si ganamos conseguiremos la mejor de la historia moderna, porque lo de 1950 no solo era en blanco y negro sino que ni siquiera fue una semifinal.

¿Eso quiere decir que vamos a ganar? Miren, yo no sé cuándo un equipo va a ganar y cuándo no. Si alguien supiera eso, créanme que no habría casas de apuestas. Yo espero que España tenga el balón, se lo pase, busque velocidad con Villa y profundidad con Torres y agote al rival. Eso es lo que espero. Luego se puede tener acierto o no. Los tiros de Xabi Alonso pueden estrellare contra el larguero o entrar. Los rechaces de Puyol pueden irse fuera por un centímetro o dar al palo y colarse. Iniesta puede chutar una vez a puerta, como ante Chile, y colarla justo pegada al poste o puede mandarla al corner. Todo eso, el acierto, lo que marca la diferencia, es precisamente lo que hace este juego impredecible.

Pero a mí dame el 65% del balón y déjame tirar 15 veces. De verdad, déjame. Tú, mientras, sigue corriendo y espera a ver si me equivoco. Espera.

lunes, junio 28, 2010

La chica del tren

El título es sugerente, pero se trata de la reseña de la película de André Techiné. Aquí tienen el enlace original de Notodo.com, por si lo prefieren.

Siguiendo la línea de Villa Amalia, la recientemente estrenada película de Benoit Jacquot, nos encontramos con otra película francesa en la que la identidad, o más bien la crisis de identidad frente al entorno, ocupa el lugar principal en la trama. La chica del tren es la historia de una joven que no sabe quién es ni qué quiere ser. Tiene claro que quiere que la quieran, como todos, pero tampoco acaba de dar con la clave de su inconformismo vital. Un peligro público, en definitiva. Es la historia también de un montón de mentiras; todas las mentiras que a veces creemos que necesitamos para sentir el apoyo de los demás; todas las mentiras que los demás aceptan sin verificar y todas las mentiras en las que se basa la sociedad para mantener cierta cordura: la hipocresía familiar, la hipocresía política, la hipocresía de la prensa.

La crítica de André Téchiné -Los Juncos Salvajes, Los Ladrones- es sutil pero a la vez demoledora. No deja títere con cabeza. Adaptando un hecho real, que no te podemos desvelar sin contarte media película, nos muestra la enorme fragilidad de determinadas personas y lo volátil de la identidad cuando ésta depende de una tarjeta de visita. Quién eres, qué haces, qué pueden esperar los demás de ti. Jeanne, magistralmente interpretada por la prometedora Emilie Dequenne, se mueve en los angustiosos puntos intermedios de la post-adolescencia buscando el cariño que no encuentra en casa, donde su madre, Catherine Deneuve, parece más ocupada en darle libertad que en enseñarle qué demonios hacer con esa libertad. La libertad de no saber quién eres y tener que mentir para que te acepten.

Aparte de una historia contundente, Téchiné mantiene su facilidad de anteriores películas para colocar a los personajes por encima de todo, con sus conflictos y sus inseguridades, de manera que la empatía resulta inmediata: esa envidiable capacidad francesa para narrar el amor o su ausencia con sólo dos miradas y cuatro palabras. El amor, la mentira y los otros. Como ves, no es cuestión de inventar nada sino de acertar con la combinación correcta.

domingo, junio 27, 2010

Adiós a la Raza Becaria


Ella misma se llama "rancia becaria" y yo no quiero llevarle la contraria. No es una de esas chicas a las que les llevas la contraria así como así, desde luego. La conocí de casualidad. Ella me conoció a mí, más bien, ya saben, como aquella canción de los Beatles: "I once had a girl or should I say she once had me". Cenamos algo parecido a una milanesa en un restaurante italiano y nos fuimos a la fiesta de unos amigos suyos. Había nacido en 1984 y parecía tener una curiosidad asombrosa.

A ella -a Ana, llamemos a las cosas por su nombre- le habían gustado algunas de mis entrevistas pasadas, en especial las de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge. A mí me empezaron a gustar todas las suyas, porque en sus entrevistas se hablaba de los músicos o de los artistas y ella no aparecía más que como una voz que apuntaba pequeños detalles. Tenía capacidad de reacción y una facilidad asombrosa para salirse del plano. Mis entrevistas variaban en muchas cosas, incluido sobre todo el entrevistado, pero siempre se me veía a mí detrás de cada pregunta. Y si no se me veía, me metía yo sin venir a cuento en la foto.

Su primer mensaje por Facebook fue algo así como "¿Eres tú Guillermo Ortiz el que hace entrevistas?, porque perdona que te diga pero tu nombre es muy común". Y eso lo decía una Ana.

He estado tentado muchísimas veces de hacer un post sobre su talento y su capacidad para escribir maravillosamente bien y contar cosas con sentido y humildad. Si algo sobresale de Ana Boyero, de la Rancia Becaria, es su capacidad de esfuerzo y su tremenda constancia. Ella probablemente piense lo contrario: que no se esfuerza lo suficiente y que en el fondo es una inconstante que nunca acaba lo que empieza, capaz de irse a Londres y dejar un curro en La Sexta solo por su empeño absurdo en tener 25 años y vivir la vida. Yo pienso lo contrario, pienso que es constante incluso en su inconstancia y que nadie se toma la aventura tan en serio.

Hicimos un viaje juntos a Barcelona. Dos viajes, de hecho. El de ida y el de vuelta. Aquello fue raro pero bonito, porque hacía meses -¿años?- que no llegaba a una ciudad acompañado, que no bajaba del tren comentando qué bonito era todo y haciendo planes para la tarde o la noche. Los dos teníamos que trabajar, cada uno en lo nuestro. Al final ni nos vimos. Yo naufragué en un periódico imposible y a ella le salieron tres entrevistas maravillosas.

En fin, que Ana Boyero se nos va a Londres y se despide con otro post brillante, uno de esos posts que podría firmar yo perfectamente si tuviera su sentido de la ironía. Léanla ahora que aún están a tiempo y échenla de menos como nosotros, los que en algún momento nos acercamos a conocerla, la echaremos el próximo año.

viernes, junio 25, 2010

Siempre negatifo, nunca positifo



En un ataque de autocompasión adolescente, definí en un diario mi vida como "un eterno partido contra el Ajax". Me refería al Ajax de mediados de los 90, el de Van Gaal, lo más cercano al actual Barcelona de Guardiola, con su presión en todo el campo, su manejo constante del balón y la sensación de que el rival, ahí, no pintaba nada.

Me caía simpático Van Gaal y desde luego me alegré de que lo fichara el Barcelona. No podía saber que yo iba a ser el único. Van Gaal, un tipo serio y metódico, con un ego sobredimensionado, llegó a la mediterránea Barcelona y empezó a portarse como un turista cabreado. Todo le parecía mal. Todos eran unos incompetentes. Nadie le entendía. La prensa se cebó como se ceban los del pueblo con el turista atildado: que si la libreta que lleva siempre, que si solo ficha a sus amigos holandeses, que si mira qué aires se da... La campaña tuvo tanto éxito que a los meses todo el Camp Nou gritaba aquel mítico "Fora Van Gaal" pañuelos en mano. En su primera temporada ganó la liga y la copa pero eso no pareció importarle a nadie.

Los guiñoles de Canal Plus -y hablamos de una época en la que los guiñoles de Canal Plus eran una referencia bastante aproximada de la opinión pública- le representaron con una cara que era una pared de ladrillo, cerrado acento del norte y una libreta en la mano, con la que frecuentemente hablaba. La verdad es que el hombre daba pena. Recuerdo a unos chavales en un entrenamiento gritándole "hijo de puta" a los pocos días de que su madre muriera. Recuerdo también a Nicolás Casaus, estandarte del barcelonismo de aquella época a sus noventa años, pedirles "por caridad cristiana" que se callaran, que ya estaba bien.

Y sí, estaba bien. Van Gaal era un actor torpe, sin recursos. Su mejor momento fue en la rueda de prensa famosa en la que se puso a gritarle a un periodista aquello de "tú eres muy malo" y "tu interpretación es siempre negatifffa, nunca positifffa". La reducción de la frase a su esencia: "Simpre negatifo, nunca positifo" causó furor como en su momento los "cobarrdes" de Chiquito o las manchas de las picotas. Van Gaal se fue al tercer año, el único en el que no ganó nada. Creo que nunca superó ese fracaso. Probablemente, nunca entendió en qué había fracasado, era junto a Cruyff el entrenador que más títulos había dado al Barcelona en 30 años y eso que solo se quedó tres. Había hecho debutar a Xavi y a Puyol, entre otros.

Se dedicó a dar tumbos y acumular fracasos: todo hasta 2008 que su AZ Alkmaar, algo así como el Deportivo de la Coruña holandés ganó la liga de calle y se plantó en semifinales de la UEFA. Volver a los orígenes. Zu den selbste sachen. Para blindarse de cualquier crítica se declaró a sí mismo un perdedor y un esteta. Eso lo hacemos muchos. El Bayern de Munich lo fichó pese a todo porque sabía que un perdedor que se declara perdedor es un ganador en potencia. Un mentiroso. Ganaron liga y copa. Perdieron la final de la Champions en Madrid. Enfrente tenía a un ganador empeñado en declararse ganador en cada entrevista. Es decir, otro mentiroso.

jueves, junio 24, 2010

Ponga usted una tabla en su vida

Me he pasado cuatro semanas evaluando a gente. A veces es reconfortante y a veces es doloroso. Depende del resultado. A nadie le apetece decirle a alguien que no vale para algo, sea lo que sea. Es normal que algunos se lo tomen como algo personal y con "algo personal" no me refiero al clásico "el profesor me tiene manía" sino al "no sirvo ni para aprobar un examen de inglés". A mí no me gusta desatar cataclismos tan baratos, pero alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que dar la palmada en la espalda y decir "enhorabuena" al que se lo merece, también. Ese es mi trabajo. Palo y zanahoria.

Ayer acabé mi estancia en Tres Cantos y mañana tengo el primer examen de las Oposiciones. Eso quiere decir que en las próximas semanas el evaluado seré yo y a un montón de gente le dará mucha pena tener que decirme que no sirvo ni para dar clase de inglés o, al contrario, darme la palmadita y decirme "enhorabuena, eres uno de los nuestros". Sinceramente, la idea de ser evaluado, en este momento, no me es nada agradable. Pero si hay que pasar por ello, al menos que sea por escrito, no sé.


Lo de las evaluaciones, sin duda, es un tema. La burocracia de las evaluaciones. Las tablas de puntuación. Un punto, medio punto, cero puntos. ¿Se expresa con claridad en todas las ocasiones incluso utilizando estructuras complejas? Un punto, medio punto, cero puntos. Me hacía gracia la idea de ir con la tabla por la vida. Ahorraríamos mucho tiempo. Quedas con una chica y empiezas a hacer preguntas y coqueteas y al final de la noche el camarero te da una tabla y rellenas: "¿Contesta adecuadamente a todas las preguntas comprometidas sin que sea muy evidente que está fingiendo?" Medio punto. "Su registro corporal es el ajustado a la situación y el contexto". Mmmm... aquí le voy a dar un punto entero. Algo importante: "¿Huele bien incluso en situaciones que no son habituales, como después de salir de un bar lleno de humo?" Punto entero. "¿Le gusta Love of Lesbian?" Esto es un cero.

Sería mucho más fácil todo, ¿no? A partir de 15 hay segunda cita. Menos de 15, la cosa se queda ahí. En caso de duda, segunda corrección. O tercera. Salvo que en la vida, y no digo esto con ningún atisbo de nostalgia, no hay segundas correcciones. O no debería haberlas. Un quince es un quince es un quince. Y punto.

martes, junio 22, 2010

José Ángel Mañas- Ciudad Rayada

A mí me hacía gracia que saliera el Festimad. Que un proyecto de bakaladero pastillero traficante ni-ni enamorado de una niña de 14 años con ese punto de matón de discoteca se colara completamente borracho y drogado en Móstoles, en el que era el sagrado recinto de los indies más rockeros. El pop quedaba en Benicassim. La mayoría de expertos te dice lo contrario, que los libros no pueden contener referencias temporales muy precisas a eventos pasajeros. La razón está clara: cualquier chaval de 20 años que lea ahora "Ciudad rayada" no sabrá de qué demonios le está hablando Mañas.

Sin embargo a mí esas referencias generacionales me gustan y las utilizo y me gustaba leérselas a Mañas porque, sí, lo reconozco, yo fui un ávido lector de Mañas, al menos de sus cuatro primeros libros y lo disfruté como una post-adolescente atormentada disfruta de Lucía Etxebarría. Literatura de machitos pasotas y nihilistas. Lo que aspirábamos a ser con 20 años.

Mañas escribía peor de lo que él creía y mejor de lo que los críticos publicaban. No cayó bien en ningún momento. Tuvo un primer intento de literatura seria, con aquel "Soy un escritor frustrado" que quedó en el cajón y se acabó convirtiendo en su tercer libro publicado. Antes, el fenómeno Kronen y "Mensaka". Para mí, había una evolución en todo aquello: no me sentí nada representado por la gente del Kronen, un montón de topicazos resaltados aún más por la pésima adaptación al cine de Armendariz. Me gustaron más la estructura y los personajes de "Mensaka" y me pareció que volaba por fin sin clichés y velocidad punta en "Ciudad rayada".

Aquella, en parte, sí era mi ciudad. O podía serlo.

Fue el inicio del fin. A partir de ahí, Mañas repitió la misma fórmula: borrachera-sexo-borrachera-tráfico de drogas-borrachera-pelea-borrachera-desencanto en la siguiente novela y todo el mundo se levantó indignado como en un concierto de Berthe Trèpat y abandonó la sala. No puedo decir que no intentara imitarle en algún momento. No puedo negar que, en mis fantasías de crítico juvenil, le llegué a juntar con Loriga como si fueran la misma cosa. Y con Bret Easton Ellis. Leí "Historias del Kronen" antes de "Menos que cero" y por lo tanto tardé un par de años en darme cuenta del plagio. Y no porque no diera pistas con aquellos Patrickbeitman y sus Americansaico.

Planeamos el guión de una película que nunca llegamos a hacer: "Historias del Jazz". Era uno de nuestros bares, el Jazz Madrid, cerrado desde hace años. La primera escena era un anochecer y la última un amanecer de verano. Era una película muy triste y nada moral. De cámara en mano. 1995.

lunes, junio 21, 2010

Villa Amalia


El tema de nuestro tiempo es la desaparición. Alguien puede decir que el tema es la crisis, pero en el fondo estamos hablando de lo mismo: crisis exterior, crisis interior y desaparición como respuesta. La necesidad de dejar de ser quienes somos. La constatación de que ya no nos aguantamos más y que tenemos que huir cuanto antes de nosotros mismos. Una especie de turismo suicidófilo. En esa atmósfera se maneja Villa Amalia, la bellísima y contundente película de Benoit Jacquot que cuenta con una deslumbrante Isabelle Huppert como hilo conductor de toda la historia. Huppert consigue salir en todos los planos de la película y no desentonar nunca. Ann, una pianista de éxito de edad madura aunque indeterminada y con una relación sólida y estable, decide cambiar su vida por completo de la noche a la mañana. La excusa es que su pareja le es infiel. O al menos le ha sido infiel una vez y ella lo ha visto.

A partir de ese beso, el río se desboca. Ann abandona a Thomas, abandona el piano, abandona el piso, el país, el corte de pelo y se lanza a una aventura sin objeto. Una finalidad sin fin. Un mero huir y disfrutar de lo nuevo por el hecho de que es nuevo. Ann cruza la frontera y marcha a Alemania, luego a Suiza, luego acaba en Italia, en un paraíso natural llamado Villa Amalia. Nadie sabe quién es. Nadie la busca. El cielo, tal y como nos lo imaginamos ahora mismo es un sitio donde nadie te busca y nadie espera nada de ti. Donde todo es posible porque no hay prejuicios ni cargas. Un viaje en el que tu maleta se convierte en mochila y de mochila pasa a ser bolsa. Si eres italiano, probar a ser francés. Si eres francesa, cruzar los Alpes suizos y convertirte en italiana.

Dejar de ser, si se quiere, pero sin renunciar a existir. La fotografía de la película nos hace congraciarnos en ocasiones con el universo. Es imposible ser infeliz en determinados sitios. O eso queremos creer.

domingo, junio 20, 2010

Outlook Express


No recordaba que L. me llamaba "Gui". Hay un montón de cosas que no recordaba de L. y es cierto que el pasado conviene dejarlo atrás pero también es verdad que, para inventarte tú uno distinto, al menos atente al original porque normalmente resulta que no todo fue tan malo. Algunos rescates del Outlook Express, sobre todo dos frases: una de la Chica Langosta, "que sea ella la que te eche de menos". Me parece una frase descomunal. Me pregunto si siempre escuchaba a la Chica Langosta o me limitaba a mirarla embobado. O a intentar impresionarla. Vaya usted a saber.

La otra frase, de la propia L., también es devastadora. Contestaba uno de esos emails con mil preguntas personales en plan "¿Qué cambiarías de tu vida?" y ella contestaba "mi vida". Tenía 23 años. Me pregunto qué hace que una chica de 23 años quiera cambiar su vida. Problemas de niños ricos. Mis problemas. Volvamos a los diminutivos: la Chica Langosta me llamaba Guillermo. Me sigue llamando Guillermo, cuando coincidimos, que es casi nunca. Yo me enfadaba mucho porque "Guillermo" era demasiado serio. Yo no quería que ella me viera como un "Guillermo" sino como un "Guille". "Guille" era mucho más manejable.

Luego encontré "Gui". No conozco a nadie al que le llamen "Gui" pero a mí me lo han llamado L., Marta, Lara y la Pícara Valenciana al menos. Curiosamente, no se conocen entre sí y la verdad es que me gusta. Me parece quizá demasiado poco serio, pero no pasa nada. Otra frase, esta mía, anoche antes de acostarme: "Esa no es la relación que quiero tener, ese no es el tipo que quiero ser". Una frase gratuita, anticipatoria. Yo invento las frases y luego que la realidad haga lo que quiera. Mi curiosa manía de definirme por oposición: "All hail to the thief but I´m not".

Hace años presumía de que la gente no pudiera descifrarme -"figure me out" en mi pedante inglés-. Lo bueno es que ahora teng claro que yo tampoco puedo descifrarme y que eso no me hace más interesante, al contrario, me hace más humano. Más "Gui". Y me gusta.

sábado, junio 19, 2010

La exhibición de Pau Gasol


Algunos estamos acostumbrados a ver a Pau Gasol liderar un equipo, jugarse cada balón importante y encontrar maneras de destrozar a sus rivales. Gasol ha sido el líder del mejor equipo FIBA de la década junto a Argentina y no creo que eso le importe demasiado a la prensa deportiva americana, pero obviarlo por completo resulta incomprensible. Más incomprensible es que lo obvien su entrenador y sus compañeros. Durante el último cuarto del último partido de la final entre los Lakers y los Celtics, bastó con darle el balón a Pau para que pasara algo: asistencia, falta forzada, canasta, mejor circulación...

No es que esto vaya a bastar para cambiar la idea que los periodistas tienen de Gasol. Kobe Bryant declaró recientemente que era el jugador más infravalorado de la liga y si uno repasa las crónicas de Sports Illustrated cuesta encontrar alguna referencia al tipo que metió 9 puntos, cogió 6 rebotes, dio 2 asistencias y puso 1 tapón en los doce minutos finales. Eso, prácticamente, sin cometer ni un error.

Al menos parece que se quitará la etiqueta de "blando". Hasta la próxima. Si Glen Davis se sale un partido es que Gasol es blando, si Garnett hace un mate es que Gasol es blando, si Perkins le pone un tapón es que Gasol es blando. Bien, en esta serie, ante un equipo físico a más no poder, ha tenido que sostener él solo el juego interior de los Lakers. Sin noticias de Bynum ni de Odom. Ha sido Pau contra el mundo y ha ganado Pau. Lo del séptimo partido de verdad que fue una exhibición: 19 puntos, 18 rebotes, 4 asistencias, 2 tapones, ni se sabe cuántas faltas recibidas porque no las cuentan, pelea constante en defensa, consiguiendo mantener a Garnett en sus números...

Cuando las cosas iban mal, se dejó la piel por mantener al equipo vivo. Cuando empezaron a ir mejor directamente lo llevó a la victoria.

No quiero restarle méritos a Artest ni a Kobe Bryant. Artest estuvo sensacional en defensa y sus acciones esporádicas en ataque resultaron clave. Bryant jugó uno de los peores partidos de su carrera, con una pésima selección de tiro, acciones individuales y falta absoluta de sentido del equipo. La diferencia entre un gran jugador y Michael Jordan. Eso sí, en el último cuarto no se cansó de ir a por la canasta, sacar faltas, compensar sus carencias, rebotear todo lo que pudo... hasta el agotamiento literal.

En fin, Gasol, Artest, Bryant... y Phil Jackson. Es posible que si yo me hubiera pasado dieciocho años entrenando a los Bulls de Pippen y Jordan y a los Lakers de Shaq y Kobe ahora tuviera un anillo de campeón de la NBA. Con grandes jugadores todo es más fácil. Lo que es demencial es que Jackson haya ganado 11 anillos en sus 18 temporadas. Más otras dos finales que perdió. Eso solo lo puede hacer un genio. Y sí, he mencionado a Jordan y compañía, pero tampoco es que sea fácil ganar con los Stacey Kings, Scott Williams, Jud Buechlers, Bill Wenningtons, John Salleys, Brian Shaws, Jordan Farmars y DJ Mbengas de turno.

En el intervalo entre el tercer y el último cuarto, entrevistado por la televisión americana y preguntado por los problemas de ataque de su equipo, PJ se limitó a sonreir y decir: "Kobe está acaparando todo el juego". Y perdían. Hasta que decidieron dársela a Gasol, un tipo que ha ganado dos anillos de la NBA, ha sido Rookie del Año, tres veces All-Star, campeón del mundo, campeón de Europa, subcampeón olímpico, máximo anotador en Europeos, Mundiales y Olimpiadas, campeón de la ACB, de la Copa del Rey, de la Copa Korac... y que no tiene ningún problema en pelearse y sacrificarse.

Porque merece la pena, lo entiendan o no.

jueves, junio 17, 2010

Thank you, for the roses



Pasaba los veranos y algunas fiestas en Santander porque ahí vivía mi padre. Suspendí matemáticas dos años seguidos y eso me costó dos agostos encerrado en su casa, fabricando integrales como churros y alternando nubes y claros. Nuestra playa era El Puntal, en el barquito escuchaba Soundgarden, cuando volvía a casa preguntaba si había recibido alguna carta. Me volví un escritor compulsivo.

En el camino, es decir, en las seis o siete horas de autobús, depende de cuánta nieble hubiera sobre el Escudo, repasaba mentalmente mi relación con Matilde Urbach, como si me pusiera a mí mismo un documental para dormirme. Eso, y "Worst case scenario", de dEUS, una cinta que me había grabado mi hermano. En España casi nadie conocía a dEUS, aún no habían dado el salto. Si Simón tenía su disco era porque les había escuchado en Reading, creo. Era un disco de violines y dobles voces, que pasaba por diversos estilos realmente raros y resultaba excelente en el pop más saltarín -Suds and soda- y en la balada más triste, Hotellounge.

Do you see that man, in the left hand corner? Do you see that woman? Their love story is famous...

En las fiestas de Zabaleta gritábamos "Friday, friday" y nos disfrazábamos de brujas y vampiros. Se disfrazaban. Yo siempre fui un adolescente muy sobrio, a veces pienso que siempre he tenido 30 años; que siempre tendré 30 años. Coleccionamos conciertos: recuerdo el de presentación de su segundo disco en una sala que ya no debe de existir porque ni siquiera sé cómo se llamaba. Quedaba por Narváez o algo así. Antes les habíamos visto en El Sol.

El segundo disco era distinto del primero. Menos experimental, diría yo. Más pop, mucho más pop. Empezaba con un "ua-ua" que es una manera maravillosa de empezar cualquier cosa y casi una hora después terminaba con una canción rencorosa. Ya saben lo mío con las canciones rencorosas y si no lo saben, repasen. Rose said, quote, my time is coming at last... ugly things, through my mind they have passed. Una canción inquietante, desde luego, que va creciendo en intensidad y angustia, desde la línea de bajo del principio a un estallido de baterías y punteos coincidiendo con el coro final: Rosie don´t mind where she´s been, she´s been mine, she´s been blind all this time; she don´t mind, she´s been blind, she´s been mine, she says: "Thank you, for the roses, for the roses, for the roses".


Me gustaba la idea de una psicópata dando las gracias. Estética, de nuevo. Formalidad, poca, pero que dure. Me quedé con la frase hecha: "Gracias por las rosas", que venía a ser una especie de "gracias por nada" a mi modo de ver. El tercer disco me pilló en Toulouse, casi nadie lo escuchó; a mí me encantaba otra canción inquietante llamada "Sister Dew" y sobre todo una triste y bonita y nada pegajosa con cambio final a un riff compulsivo-obsesivo, "Instant Street", que a mí me recordaba a la Chica Langosta y a Nietzsche por partes iguales porque yo, señores, tuve una post-adolescencia muy difícil y por eso hay que quererme mucho. O no quererme en absoluto.

El caso es que yo compré el disco en la FNAC de Toulouse, escuché mil veces aquel this time I´ll go for instant street, this world is a soulless excuse for all abuse and parenthesis, y muchos años después encontré en Valencia a una chica que decía ser la fan número uno del grupo con una sonrisa improbable. Obviamente, no sabía de qué estaba hablando. De todas maneras, me enamoré de ella. Cuando se despertaba, me ponía canciones de Los Piratas.

miércoles, junio 16, 2010

Volveremos a ser valientes


No es la primera vez que veo perder a España. Reconózcanlo, a ustedes les pasa lo mismo. La hemos visto perder muchas veces y en distintas situaciones. Ahora podemos echarnos las manos a la cabeza y repetir que lo que hemos defendido hasta ahora -jugadores de calidad, toque, precisión, inteligencia...- no sirve ni para ganar a Suiza, que qué desastre de entrenador, que nos vamos para casa si seguimos así, que no hay manera, que siempre lo mismo...

Por supuesto, puede que nos vayamos a casa, pero insisto yo he visto a España irse a casa muchas veces. Merecida e inmerecidamente.

No voy a extenderme porque apenas pude seguir el partido a ratos, pero yo quiero un equipo que tenga un 66% de la posesión y tire 24 veces a puerta. Lo prefiero. Y sí, me gusta que jueguen el balón y no lo regalen, y me gusta que corran el riesgo, aunque les falte acierto. De verdad, si el resto de partidos del Mundial van a ser así, con el rival encerrado y nosotros tirando y creando oportunidades con mayor o menor acierto, lo firmo.

Hemos venido a eso, a mandar. El Barcelona de Guardiola, en su primer partido de liga, perdió 1-0 contra el Numancia. Todo el mundo dijo que ese juego no iba a ningún sitio. Ya lo ven. Lo peor que le puede pasar a España es que jugando así, es decir, jugando, la eliminen. Insisto: eso ya lo he visto antes. Cada cuatro años, para ser más exactos. También puede pasar que a la propuesta de juego se le añada el acierto. Nadie contaba con el acierto y el fútbol es un deporte de aciertos, más aún en un Mundial tan pobre como este, con diferencia el peor que he visto yo en mi vida. Al menos en Italia había menos equipos y menos partidos.

Así que, si de mí depende, volveremos a ser valientes y ganaremos un ratito hasta que bailen los de siempre. Se ponga la prensa como se ponga, que se pondrá pesadísima. Creo que es lo que mejor nos viene, de hecho. Recuerden el pasado Eurobasket y cómo acabó la cosa.

Pasar a la Historia


Cualquier futbolero al que le preguntaras antes de 2008, te diría que el fútbol tenía una deuda pendiente con Holanda y que los de España eran unos fracasados. Las dos selecciones tenían por entonces el mismo palmarés: una Eurocopa, pero la sensación de que Holanda había aportado algo nuevo al fútbol, al espectáculo del fútbol, estaba ahí, desde los tiempos del Ajax, de la Naranja Mecánica del 74 e incluso de su reflujo sin Cruyff en 1978, confetti, Videla, Kempes, Estadio Monumental.

La diferencia ahora no es que España haya ganado dos Eurocopas. La diferencia está en cómo las ganó. Vamos a dejar una cosa clara: pasar a la Historia no es sin más aparecer en un listado de la Wikipedia. Eso de que "nadie se acuerda de los perdedores" es mentira, los perdedores tienen su público. Yo recuerdo jugadores y selecciones impresionantes que a lo mejor se quedaron en cuartos de final mientras que he olvidado a finalistas o campeones.

Además, eso de "ganadores" y "perdedores" es una gilipollez como un piano. ¿Quién quiere perder? Yo no quiero perder, desde luego, ni en el fútbol ni en la vida. Pero no estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ganar. No. Recuerden que soy un esteta, eso debería haber quedado claro ya. A mí me gustaría haber amado a centenares de mujeres a las que nunca conquisté pero eso no quiere decir que no me conforme con haberlo intentado, con saber que esas mujeres -esos alumnos, esos jefes, esos lectores...- se acordarán de mí independientemente del resultado final.

En una frase, yo no soy Mourinho, o, parafraseando a Radiohead, "all hail to the thief... but I´m not".

Por eso yo no le pido a España que gane el Mundial, lo que no quiere decir que si la eliminan en algún momento no me vaya a cabrear como un mono, me quede mirando al televisor incrédulo y con las manos en la cara. Faltaría más. Pero pedirle a España que gane el Mundial supone, probablemente, pedirle que elimine a Portugal o Costa de Marfil en octavos, Italia en cuartos, Argentina o Alemania en semifinales y quizá Brasil en la final. Y recuerden que en eliminatoria directa lo de empatar no vale porque entonces nos vamos a los penalties y ya saben, cara o cruz, más con ese balón de por medio.

Lo que sí le pido es que haga ese esfuerzo por pasar a la Historia, que dentro de años la gente se acuerde de esa selección española de 2010, la de Xavi, Iniesta, Torres, Villa, Silva, ¿cómo se llamaba aquel lateral tan feo? Ah, sí, Sergio Ramos. La de Cesc, la de Piqué, el central que parecía un delantero, la de Xabi Alonso y Busquets, la del delantero este altísimo, Llorente, y el otro central de los pelos, Pujol o Puyol, o algo así. Joder, y Casillas, vaya porterazo.

Que lo recuerden y digan "joder, vaya equipazo, cómo jugaban". Y me da igual si luego dicen "pues perdió con la Inglaterra de Capello". Entiéndanlo, no es que me dé igual, pero perder o ganar es algo que uno no controla. Por más que uno se crea que sí, es imposible controlarlo.

martes, junio 15, 2010

Ataques de ansiedad

Les agobiaría innecesariamente contándoles todo lo que tengo que hacer hasta el 25 de junio, que se solapa, como es habitual, con lo que quiero hacer, y que, como caprichoso hijo único, acabaré haciendo, por supuesto.

Pero aseguro que a partir del 25 de junio, más o menos, pienso hacerme tremendamente feliz. Por lo menos durante el verano. Luego en septiembre todo esto empezará de nuevo, pero en julio y agosto voy a ser la persona más sonriente del mundo. Eso si consigo que Hacienda me diga de una vez exactamente qué le debo.

Qué coño, aunque no me lo diga.

If you can hold on, hold on.

lunes, junio 14, 2010

Barcelona confidencial

Estoy preparando un post sobre la estética. Algo que tiene un origen muy vago en un chico que canta a gritos "Domingo astromántico" en Nueva York, justo en la esquina de la 42 con Broadway, Times Square, neones gigantes anunciando el último combate de un filipino, una rubia auténtica presentando un programa de verano a las 9 de la mañana de un martes.

Algo sobre ese mismo chico mirando un vaso, hablándole a un vaso, el día de su cumpleaños mientras los demás siguen discutiendo sobre algo que de repente no tiene ningún sentido, toda la atención puesta en ese vaso, como intentando seducir a ese vaso, sonriéndole, girándolo, mientras "Audrey" de Los Piratas suena al volumen justo y yo te giro para verte y el humo te intoxica y sé que deseas hacerme cosas como nudos de cereza.

Y luego ese chico, en su pose de Serge Gainsbourg, o lo que sea (lo que sea) deja de pensar en el vaso y piensa en la chica, porque no hay chico sin chica, no en la estética, al menos, y se tiene que preguntar si pensar en la chica forma parte de la misma pose o no, porque las ciudades y los cristales no presentan grandes problemas pero a la gente se le debe un mínimo de respeto, o, mejor aún, un mínimo de constancia.

El chico se pregunta si eso, al fin y al cabo, no es ética y qué diferencia hay entre las dos cosas. Entre ética y estética, tendría que aclarar en ese post para que la gente no se perdiera. El chico lleva muchos años pensando en la diferencia entre ética y estética y ha escrito al menos dos libros sobre el tema porque todo es ficción y tiene la duda -no una duda alegre, sino más bien angustiosa, una duda de Jim Carrey en el Show de Truman- de si en el fondo no se pasará los veranos gritando canciones de Love of Lesbian en Times Square para poder diez meses después escribir en algún lado: "Yo cantaba a gritos "Domingo astromántico" en Nueva York, justo en la esquina de la 42 con Broadway, Times Square, neones gigantes anunciando el último combate de un filipino, una rubia auténtica presentando un programa de verano a las 9 de la mañana de un martes".

Cuidado con ese chico, en definitiva, porque ese chico, así planteada la cuestión, es un peligro.

O no tanto, porque tiene preguntas pero no tiene respuestas.

Antes pensaba que tenía respuestas pero ahora no, ahora sabe que preguntas como mucho y eso ya sería algo. Y algo es mucho mejor que la tristeza. Y la incertidumbre es una forma de esperanza. Vete a saber si después de siglos imitando lo que hacen nuestros padres ahora nos proponemos imitar las escenas que hemos visto en las películas. Padres hay dos y películas, millones, podemos acabar agotados...

En fin, todo esto es lo que estoy pensando para otro post, un post algo más elaborado y entretenido que este, que se va a limitar a felicitar a Sandro Rosell por su victoria en las elecciones del Barcelona y a recordar este maravilloso reportaje sobre el primer año de Laporta como presidente del club... con Rosell como vicepresidente. ¡Sandruscu, le decía!

domingo, junio 13, 2010

Emite Poqito en Galileo

Con Jose Romero, Paco Bastante y Sergio Castillo. Te hacemos sitio. Lunes 14 a las 21,30 horas (22,30 en Sudáfrica)


viernes, junio 11, 2010

Incomodidad en Sudáfrica


Se percibe en la prensa internacional una incomodidad manifiesta con respecto a Sudáfrica, su organización y sus delincuentes. Como si una vez que se hubieran acostumbrado a las faltas de organización del resto de continentes y a los asaltos del resto de bandas organizadas ahora tuvieran que empezar de cero. Y encima, con esas puñeteras vuvuzelas, o como se llamen. He pensado en recurrir al tópico de la arrogancia occidental, pero tampoco los chinos parecen muy contentos. De hecho, el único ministro que ha hablado sobre el tema ha sido el ministro de asuntos exteriores chino porque a los que han robado han sido compatriotas suyos.

Quizá, simplemente, los chinos ya estuvieran acostumbrados a sentirse incómodos. O, al revés, un chino puede sentirse cómodo a estas alturas en cualquier lugar. Su capacidad histórica de aislamiento.

El caso es que el Mundial de Sudáfrica molesta y los periódicos funcionan como aquellas guías de viajeros ingleses del siglo XIX en las que España estaba llena de bandoleros por las carreteras. Obsérvese la cantidad de bandoleros españoles que aparecen en las películas extranjeras y en las propias. Hay problemas de organización. Vaya novedad. Por supuesto que los habrá, prueba tú a organizar un Mundial, y en cualquier caso a saber quién lo está organizando porque esto, como el propio fútbol, no queda en manos solo de un Gobierno o de una Policía sino de poderes globalizados. Especialistas, en definitiva, sin importar de dónde vengan.

Temen por la seguridad. No seamos buenistas, tampoco: en Sudáfrica hay una alta tasa de criminalidad; muy alta, diría. No sé si mayor que en Río de Janeiro, lo dudo, pero puede que sí. De momento no les han colado una bomba en plena fiesta organizada como sucedió en Atlanta 1996. Si quieren seguridad y organización váyanse a Pekín o a Guantánamo, en la vida real pasan estas cosas: ningún estado puede controlar a todos sus ciudadanos y algunos ciudadanos -de acuerdo, los negros también- tienden a cometer delitos.

Todo el histerismo de esta semana parte de un prejuicio: el Mundial va a ser un caos porque lo organizan africanos. Ese prejuicio tampoco es un invento sin más. No voy a entrar en el rollo paternalista de "todos los negritos pasan hambre y frío": hace poco la selección de Togo fue tiroteada por unos paramilitares cuando viajaban rumbo a la Copa de África y la respuesta de la organización fue expulsarles del torneo y suspenderles dos años. Obviamente, África en muchos aspectos tiene un punto caótico y yo no puedo entrar en razones porque las desconozco. Otra cosa es pensar que todos los africanos son iguales o que, por estar en un continente, un país y sus habitantes tienen que comportarse de determinada manera. El empeño en mostrarnos a los sudafricanos -los sudafricanos negros- como una especie de salvajes con máquinas ululantes, pobres como ratas y dispuestos a robar al primer blanco que vean tiene un punto de "Tintín en el Congo" indudable.

Separemos los datos -Togo- de la fantasía. En Sudáfrica ha habido robos intolerables. A un periodista incluso le apuntaron con una pistola. No animo a alguien a que lo haga pero dudo que sea el primer periodista asaltado en un Mundial de fútbol. De lo que no nos hablan apenas es de la reacción: en 48 horas la policía había detenido a los asaltantes y recuperado incluso la muda sucia de Miguel Serrano. Obviamente, eso no es noticia, y si lo es, solo interesa resaltar una cosa: la eficacia policial, no la eficacia sudafricana. Sudafricanos, con vuvuzela y pistola. Policía universal.

En cualquier lugar del mundo puede ocurrir una desgracia. En Sudáfrica, también, así que no me sorprendería. Espero que no suceda. El mismo año pasado durante las dos semanas de la Copa Confederaciones no sucedió. La gente tiene una memoria de lo más vaga.

jueves, junio 10, 2010

Jurado en el Cortofunk


Ante el miedo de que se confunda este blog con un periódico deportivo, incluyo esta entrada sobre fiestas, glamour, premios, actrices pibones y esas cosas de las que se compone mi vida en un día normal. Un miércoles, por ejemplo.

El caso es que, como Clark Kent, andaba yo en mi papel de gafotas profesor en Tres Cantos, modosito ante la pantalla del ordenador en la previa de un maratón de exámenes orales cuando recibí un mensaje de Karola Sánchez proponiéndome ser jurado de la final del Cortofunk. Creo que aquí hay que aclarar algunas cosas:

- El Cortofunk es un festival de cortos que ha tenido lugar durante los últimos meses, cada miércoles, en el Star Studio de la Plaza del Carmen. "Do not disturb", nuestro corto, tuvo el honor de ser uno de los elegidos para participar, junto a otros 39.

- La final era una selección de siete cortos hecha por el público -nosotros somos más de la crítica, el público se nos ha dado siempre mal- entre los que había que elegir el ganador final de la primera edición del certamen.

- Karola Sánchez es una joven actriz que organiza el evento y ha conseguido llenar el sitio casi cada semana y además conseguir un listado final de lo más atractivo.

En fin, que después de la maratón y un aguacero espectacular, me planto en el Star Studio a ver cortos y deliberar, es decir, a seguir examinando. Yo pensé, por lo acelerado de su petición, que Karola no tenía a nadie más, como mucho a algún otro amigo del mundillo despistado. No era el caso. En el jurado éramos seis, entre ellos Sergio Pazos, un icono generacional por sus tiempos en "Caiga quien caiga" y, por qué no decirlo, en el muy noventero "Tuttifrutti".

Los tópicos dicen que en los jurados hay lobbies, intereses ocultos, peleas constantes y que todo eso lo maquillan luego con un "el nivel es tan alto que nos ha costado mucho elegir". Salvo que el jurado sea Joan Marsé, claro. En este caso, la mitad del tópico es cierta: no nos peleamos casi nada, nadie intentó imponer su opinión sobre los demás, todo acabó en un par de votaciones con un mismo ganador y desde luego el nivel de los cortos era muy alto, por encima de la media. El ganador fue "Las cinco muertes de Ibrahim Gonsález" pero bien pudo haber sido "Te quiero" o "Ritmosis" o "Made in Japan" o "El loco" o "Anorexia" o "Todo lo que sube".

A mí me parece impresionante que en Madrid pueda haber al menos tres festivales de cortos funcionando a la vez en una misma semana: martes, Cortos con Eñe; miércoles, Cortofunk; jueves, Barbú Short Film Festival, y en los tres haya gente con ganas de hacer cosas, haya público y haya buenos cortos. Estar ahí ya es un mérito enorme. Ganar, en estas condiciones, es una exigencia deprimente.

España en el Mundial 2010


No tengo la lista de todos los equipos que han jugado finales de Mundial. Desde 1970 me salen Italia, Francia, Alemania, Brasil, Argentina y Holanda. Seis selecciones en 40 años y diez mundiales. En la lista, se habrán dado cuenta, no está España. En torno al equipo hay un entusiasmo algo fingido: todo el mundo tiene que saber que en un Argentina-España, en un Italia-España, en un Alemania-España... los nuestros no van a ser los favoritos. No en un Mundial. Lo saben los periodistas de aquí y desde luego lo saben todos los jugadores que andan glosando el juego de la selección mientras sonríen para dentro. Ya les pillaremos.

¿Quiere esto decir que no puede ganar? No. Quiere decir que no se le puede exigir sin más que gane, simplemente. Este mismo razonamiento hubiera valido para Francia en 1998 y ganó el Mundial. O para Argentina en 1978. Cierto es que ambos jugaban en casa pero su historial en finales estaba reducido a cero también en lo que se considera el "fútbol moderno". Ni siquiera el título de la Eurocopa sirve como pretexto para el favoritismo. Repasemos la Historia otra vez: Grecia ganó en 2004 y no se clasificó siquiera para el Mundial de 2006. Francia ganó en 2000 y fue eliminada en primera ronda en 2002. Alemania ganó en 1996 y cayó en cuartos de final en 1998. Dinamarca ganó en 1992 y tampoco se clasificó en 1994. Holanda ganó la Eurocopa en 1988 y en el Mundial de Italia 90... cayó en octavos de final, sin ganar un solo partido. Era la Holanda del tiki-taka, la de Rijkaard, Gullit, Van Basten y medio PSV Eindhoven.

Los campeones de Europa, generalmente, no lo han hecho bien en los Mundiales siguientes, con la excepción de Alemania, capaz de ganar la Eurocopa de 1972 y posteriormente el Mundial de 1974.

Entonces, si España no es favorita, ¿quién es? Solo se me viene un nombre a la cabeza y es el de Brasil. Pentacampeones del Mundo, recientes ganadores de la Copa Confederaciones y con un equipo que aúna fantasía y mucho físico. ¿Creo yo que ganará Brasil? No. ¿Argentina? Sin juego de equipo, imposible. ¿Italia? Repetir título con una plantilla tan pobre sería un milagro. ¿Alemania? Imposible. ¿Francia? Sí, con hat-trick de Henry en la final, no te jode... ¿Algún equipo africano? Todavía no. Egipto podría haber hecho un gran papel pero no se clasificó. A Costa de Marfil y Camerún parece que todavía le pueden las ganas y la ansiedad.

Es decir, según mi pronóstico, el Mundial de 2010 no lo va a ganar nadie. Quedará vacío. Todos perderán contra todos y arderán en un anillo de fuego eterno. Pero el favorito es Brasil, no España.

A todo esto, ojalá ganemos, claro. No ya por patriotismo sino por estética.

miércoles, junio 09, 2010

PC Fútbol


Mi hermano y yo nos fuimos a Alcobendas o a San Sebastián de los Reyes, no recuerdo bien. Teníamos 17 ó 18 años y llevábamos esperando la salida del juego desde el verano. No nos merecíamos eso. No nos merecíamos un CD Rom en mal estado que el ordenador no podía ni leer. Fuimos a Dinamic y se lo explicamos a los señores que mandaban. Nos dieron uno nuevo y volvieron las palpitaciones, la ansiedad, el entusiasmo silencioso del niño pequeño.

Grunges de mierda.

No sé si era el PC Fútbol o el PC Calcio. Para ser honestos, mi hermano y yo jugábamos a los dos e incluso al PC Apertura, cuando lo sacaron. Era un juego modestísimo, todo basado en la táctica y con un simulador lamentable. El mérito consistía en fichar bien y barato y saber colocar a los jugadores en el campo. Era, además, bastante democrático, es decir, si te lo currabas lo suficiente podías ganar la liga con el Racing o el Athletic de Bilbao o hacer que el Hércules y el Udinese fueran los paradigmas del juego espectáculo.

Gracias a Dinamic nos aprendimos todos los jugadores de la liga y los extranjeros. Cuando un equipo fichaba a alguien nosotros ya sabíamos si iba a funcionar o no y en qué posición debería jugar. Lo mejor eran las pretemporadas, todo aquel movimiento de mercado, secretario técnico, ojeador de juveniles, intercambio de cromos. Pusimos nuestras propias reglas al capitalismo salvaje: limitamos los fichajes entre nuestros equipos para que el pez grande no se comiera al chico y hacíamos un draft manual al principio de temporada para que la cosa no se desequilibrara demasiado.

Cada año, más o menos, se colgaba el sistema y todo lo hecho no servía para nada.

Gané un montón de ligas con la Lazio -Marchegiani, Favalli, Nesta, Negro, Signori, Nedved, Protti, Casiraghi, Fuser...- y mi hermano se llevó alguna con el Parma. A mí se me daba mejor el fútbol y a él se le daba mejor el baloncesto -Lakers vs Celtics, reedición continua de los años 1988/89 en sucesivas temporadas hasta que apareció el NBA Live-. Llegó el momento en el que para evitar piques dejamos de jugar nuestros propios partidos. Nos sentábamos y los veíamos.

A nuestras novias eso les encantaba. Sabían que perdíamos media vida delante de un ordenador pero no sabían que la perdíamos mirando el ordenador, ni siquiera aporreando el teclado. Se quedaban ahí, entre la risa y el llanto, sin entender nada o sin querer entenderlo, que no es lo mismo.

Comentaban Michael Robinson y Carlos Martínez. Creo que hicieron una versión con Joaquín Ramos Marcos también, puede que me lo esté inventando. Nos sabíamos todas las frases hechas, por supuesto, y las aplicábamos a la vida real. Casi todo lo que sé de los hombres lo aprendí del fútbol, creo que esa frase es de Albert Camus, pero puede que también me la esté inventando, tengo un día de lo más imaginativo. Los lunes por la noche le pedía a mi madre que me grabara "Fiebre de fútbol" en VHS. Los martes recogía la cinta y me pasaba la tarde en casa estudiando los partidos del Piacenza y el Southampton de Matt Le Tissier.

Mi hermano no necesitaba vídeo. Tenía Canal Satélite Digital en su casa. Siempre se negó, eso sí, a utilizar la tarjeta pirata.

Un año sacaron la llamada "liga promanager", que consistía en coger un equipo en 2ªB y ascenderlo poco a poco o ir aceptando ofertas de equipos más importantes. Era un juego algo solitario y demasiado sencilla. Fui campeón de Europa con el Villarreal y el Leganés. Luego me di cuenta de que casi todos mis amigos también lo habían sido. El Madrid nunca llamó a mi puerta. Tampoco el Barcelona. Como mucho, el Rácing de Santander. Allá donde fuera, siempre me acompañaba Fernando Sales.

martes, junio 08, 2010

Nadal y la lucha por ser el mejor de la historia


Dice Andre Agassi que si Nadal gana el US Open estará a la altura de Federer en la lucha por ser el mejor de la historia. Como he leído las declaraciones en Marca supongo que hay una gran cantidad de texto y contexto perdidos en la traducción. Obviamente, si Nadal quiere aspirar a ser el mejor de todos los tiempos tiene que ganar los cuatro grandes, igual que Federer sabía que tenía que ganar Roland Garros como fuera y el año pasado, a base de esperar su oportunidad, lo consiguió.

Ahora mismo, si Nadal ganara el US Open, consiguiera su octavo Grand Slam y un triunfo al menos en todos los grandes, no sería el mejor de la historia, simplemente sería tan bueno como Agassi.

Hace seis meses, Nadal era un jugador acabado. No es que lo dijera la prensa española, es que los expertos extranjeros lo repetían continuamente. Aquello era una chorrada enorme. Todo el mundo sabe que no voy a subirme ahora al carro de Nadal pero un tío que está lesionado y juega las semifinales de Nueva York no es un tío que está acabado. Simplemente, está en rodaje. La exhibición de este año en tierra batida no tiene parangón: nadie, jamás, había ganado Montecarlo, Roma y Madrid (antes Hamburgo) el mismo año. Además, se lleva Roland Garros sin ceder un solo set y con la sensación de estar jugando a medio gas.

No tengo problema en concederle a Nadal el título a mejor jugador de tierra de la historia. No creo que sea cuestión mía, las cifras están ahí. Y lo que queda. Nadal tendrá lesiones y se perderá torneos importantes. Va con su estilo de juego. Ahora bien, en los que juegue, tendrá muchas oportunidades de ganar. Puede llevarse siete u ocho Roland Garros tranquilamente. Además, es un chico que me cae bien. Me parece humilde, trabajador y constante. No se rinde nunca y no le gustan las declaraciones altisonantes.

¿Por qué no quiero que gane entonces? Porque me aburre. Para mí, Nadal, salvando las distancias, es un mal necesario y admirable, como el Real Madrid o Mourinho. Admiro su tenacidad, reconozco sus méritos, espero sus triunfos y acepto su superioridad total en determinados aspectos. Ahora bien, me aburre. Bola liftada al revés. Bola liftada al revés. Bola liftada al revés. Yo no digo que eso sea fácil. Federer lo dijo hace unos meses y se equivocó. Jugar en tierra batida no es fácil, al contrario, hay que tener una mentalidad asombrosa y una resistencia física brutal. Ahora bien, que sea difícil no quiere decir que sea divertido. Demasiados partidos de Nadal consisten en un tío corriendo a dos metros de la línea de fondo devolviendo pelotas imposibles para luego jugársela a un ángulo o esperar a que su rival se canse de arriesgar.

Y si no, ya saben, bola liftada al...

Esto no quiere decir que Nadal sea un "pasabolas", como algunos le acusan. Un pasabolas no gana siete Grand Slams, tres Copa Davis y unos Juegos Olímpicos. Ni de coña. Es mucho más que eso: cada golpe tiene sentido y cada defensa es inteligente. Nadal sabe perfectamente lo que hace y se merece sus triunfos. Sus triunfos me aburren, simplemente, igual que me aburren los de Mourinho, pero eso es un problema personal que arreglaremos yo y mi psicóloga.

En cuanto a si es el mejor de la historia o va camino, puede que ahora los anti-federeristas se den cuenta de lo que hablan. Si ganar 7 Grand Slams es la hostia, imagínense ganar 16. Si ser número uno es algo dificilísimo, imagínense serlo 286 semanas, más de 200 consecutivas. Por más veces que el Atleti le gane al Barcelona en el Calderón eso no le convierte en mejor equipo que el Barcelona. Sé que Nadal se ha hinchado a ganar partidos a Federer en tierra batida, pero eso no le hace mejor jugador que Federer. Las cifras que cuentan, insisto, son esas: 16 a 7 en Grand Slams, 286 a 48 en semanas como número uno.

Nadal es ahora mismo junto a Induráin y Gasol el mejor deportista español de la historia. Está a un paso de entrar entre los diez mejores de la historia del tenis, lista que probablemente cierre en la actualidad el propio Andre Agassi. Las demás comparaciones, de momento, le vienen grandes, y ni siquiera él se atreve a hacerlas. No las hagamos los demás.

domingo, junio 06, 2010

Los mejores años de nuestra vida


En lo que fue de septiembre de 2007 a junio de 2008, murió mi abuela, tuve que abandonar la casa en la que me había criado, a un familiar muy cercano le diagnosticaron un cáncer, mi madre fue asaltada en plena calle, le robaron el bolso y se rompió el acetábulo, con lo que tuvo que estar dos meses en silla de ruedas. Una amiga -o algo más que eso- se intentó suicidar, yo dejé mi trabajo y mi novia y ni siquiera me puse a cobrar el paro. Vivía sin un duro, a lo detective salvaje, mandando y recibiendo transferencias de Valencia y Nueva York.

Publiqué un libro, sí, pero sobre aquello habría mucho que hablar.

Sin embargo, creo que fueron los mejores meses de mi vida. No sabría cómo explicar todo esto, supongo que la propia conciencia de que aquello era madurar y de que todas las desgracias no podrían conmigo. Bailábamos todo el rato. Íbamos a conciertos de cantautores. Hacíamos entrevistas y nos enamorábamos. Escribía mucho y viajaba a Barcelona. Todo lo que quedaba a los márgenes de los tanatorios y los cementerios. Estética.

Nos inventamos un equipo y lo llamamos Boston Celtics. Estábamos todos: Danny Ainge, Doc Rivers, Rajon Rondo, Ray Allen, Paul Pierce, Kevin Garnett, incluso Kendrick Perkins. Hicimos un All Star y celebramos un título de liga. Lo nuestro era impresionante. Nos sabíamos el playlist del Top of the Pops y del Honky, incluso del Independance o el Espiral Pop. No siempre éramos felices pero siempre lo parecíamos.

Luego, de repente, yo aprobé las oposiciones, la gente dejó de morirse y de enfermar, me mudé a un piso de lo más coqueto en Malasaña y justo cuando todo debería haber ido a mejor, se limitó a estancarse. Supongo que nos pasó como al Barcelona de Guardiola, que después del triplete, cualquier cosa sabe a poco. Nuestro lema, creo haberlo dicho aquí mil veces, pero no me importa decirlo una vez más, era "Sleeping is giving in". No nos metían en la cama ni a tiros.

Cuando todo acababa, comprábamos burritos en el 24 horas de Alonso Martínez o nos metíamos en el Babelia.

I´m only happy when it rains.

I´m only happy when it´s complicated.

El lema de arriba venía de una canción que podíamos llegar a escuchar tres veces por noche en tres sitios distintos. Una canción que todos nos sabíamos de memoria, claro. Se llamaba "Lies". Bueno, se llamaba "Rebellion" y entre paréntesis se añadía lo de "Lies". Quizá todo esto sea eso, una mentira. Quizá nunca fuimos tan buenos ni tan guapos y desde luego es muy probable que ahora no seamos ni malos ni feos sino simplemente acumulemos médicos propios y los médicos propios siempre son más fastidiosos que los ajenos.

He conocido a una chica con una vitalidad envidiable. Le perdono cualquier cosa a una chica de 21 años salvo que no tenga una vitalidad envidiable.

La canción era esta, a todo trapo, declaración de intenciones. Disco: "Funeral". Programa: "El show de David Letterman". Con ustedes, The Arcade Fire.


"Do not disturb" al alcance de todos

Bueno, pues por fin hemos subido "Do not disturb" a Internet, en concreto a Vimeo, que se ve bastante mejor que Youtube. Disfrútenlo, si quieren:

sábado, junio 05, 2010

Molim y Antonio Ferrer


Semana enloquecida. Demasiado enloquecida y bien harían todos mis médicos en reñirme: mi fisioterapeuta, mi naturópata, mi psiquiatra, mi psicóloga, mi acupuntor, mi masajista shiatsu, mi urólogo o incluso mi médico de cabecera, que para eso pasa consulta justo al lado del Búho Real. En fin, a ver si consigo acordarme... el lunes tenía fiesta en La Casa Encendida pero no fui. El martes hicimos el Fuera de Contexto. El miércoles... a ver, el miércoles fui a una fiesta de Mondadori en el Teatriz pero duré 40 minutos exactos. No conocía a nadie y tenía esa incómoda sensación de no querer conocer a nadie, más allá de los chicos de CulturaMas y Joaquín Reyes que pasaba por ahí.

Pronto, más noticias sobre Joaquín Reyes y su serie en Antena Neox. Seguiremos informando.

En fin, lejos, muy lejos de los ambientes literarios, que deberían ser mis ambientes. El deber. Jueves en el Barbú repasando la obra de Nacho Vigalondo, desde "Domingo" o "Una lección de cine" hasta "Marisa". Para saber cómo conocí a Nacho Vigalondo, pulse uno o diga "Vigalondo". Si quiere saber más sobre su obra, con enlaces incluidos y entrevista personalizada pulse dos o diga "Entrevistas". Nacho me saludó efusivamente al grito de "Bret Easton Ellis". Sospecho que ha olvidado mi nombre real.

Después de todo esto -y de los exámenes, y las correcciones, y los temas de las oposiciones en los vagones de Cercanías, incluso los partidos de finales de la NBA- el viernes me lanzo a un "doubleheader". Quizá no es la decisión más inteligente del mundo, pero la amistad está por encima de la salud, eso lo sabemos todos, y a las 10 ya pululaba por los alrededores del Café de La Palma, contando los números de las matrículas como hacía contigo, y esperando a que empezara el concierto de Molim, el grupo de mi gran amiga Marta Sánchez Pascual -pongo el segundo apellido porque si no la cosa llevaría a equívocos-. Si quieren saber la última vez que vi a Molim pulsen tres o digan "Molim". Bien alto. Grítenlo por la ventana para que pueda oírlo.

La mejora ha sido brutal. Molim suena mucho más natural, más suelto, más divertido. Siguen siendo indies, por supuesto, con ese gusto Belle and Sebastian y la parte que a mí menos me gusta de los Pixies, pero es que Marta y yo discutíamos sobre los Pixies mucho antes de que Molim existiera, así que no vamos a ponernos de acuerdo ahora. A ella le gusta "Gigantic" y a mí me gusta "Hey" y eso es todo.

El concierto acabó a las 11 y yo me fui al Búho Real. Cumpleaños y concierto de Antonio Ferrer. Antonio es el chico de Melilla que atiende la barra del Búho entre semana. De las mejores personas que pueblan la noche madrileña. Cuando alguno de estos eventos suicidas acaban, a las 12 o a la 1, yo me paso por el Búho solo para hablar con Antonio y poner las cosas en orden. Él está acostumbrado a hacer de psicólogo. No es su obligación, desde luego, pero tampoco la vive como una obligación y eso se agradece. En fin, tocaban Antonio y Mario. De Antonio me encantó su versión de "Quédate en Madrid" y su capacidad para cambiar el tono de voz. De Mario me gustó su rollo Iván Ferreiro, o lo que al menos a mí me pareció "rollo Iván Ferreiro". Una canción no hace verano.

El problema fue el calor. No sé cuánto calor podía hacer ahí dentro, así que me limité a quedarme afuera. A medio camino entre el Búho y el ambulatorio, ahí sentado y hablando por el móvil. Una noche preciosa. Luego volví y me quedé exactamente otros 40 minutos.

viernes, junio 04, 2010

Patricio B. "Me gustas"


Yo ya escribí en su momento sobre Patricio Barandiaran y su "Me gustas", pero alguien quitó el vídeo de YouTube en el que tocaba con Vega, así que aquella entrada se quedó en muy poco. Pues bien, "Me gustas" será el primer single ya anunciado de Patricio en su segundo disco, "El beso", con una importante discográfica detrás, un videoclip que supongo se estrenará en breve y una promoción que esperemos sea la adecuada.

Sé que mucha gente no soporta a Patricio y él lo sabe también. Vivimos con ello. Mucha gente no me soporta a mí y también lo sé. Para el resto, quede este enlace a su MySpace, donde está la canción ya tal y como aparecerá en el disco.

Veruca Salt


A mí me recordaban a los Pixies porque no había escuchado a las Amps. A la Chica Langosta le recordaban a las Amps y a los dos nos recordaban un poco a las Breeders: es decir, un bajo potente y canciones facilonas pop con algún solo de guitarra herencia del post-punk. Hacer de Kim Deal pero sin Kim Deal. El nombre era impronunciable, sacado de "Charlie y la fábrica de chocolate": Veruca Salt. Cuando le preguntabas a alguien si conocía a Veruca Salt, siempre entendía Luz Casal. Cómo culparles.

Estuvimos en un concierto en Aqualung. 1995, supongo, como casi todo en nuestras vidas. La cantante se tiró desde el escenario e hizo el clásico dejarse llevar a lo Michael Stipe en "Drive", mirando al techo, pasando de mano en mano hasta acabar volviendo allí arriba. Sinceramente, más de uno se puso las botas. Menuda era la cantante de Veruca Salt.

Su primer disco se llamaba "American thighs" y era impresionante. Sigue siendo impresionante. Lo tenía en una cinta, grabado. No recuerdo la cara B, es raro. Por ejemplo, recuerdo perfectamente que el "Suede" de Suede y el "Foo Fighters" de Foo Fighters estaban en una misma cassette, pero con Veruca Salt me pierdo. Puede que, precisamente, la otra cara fuera el "Automatic for the people". Tendría sentido.

A lo que íbamos, a mí al principio la que me gustaba se llamaba "25" y eso que por aquella época los 25 me resultaban lejanísimos, casi imposibles y sentía mucho más afinidad por los "21" de los Cranberries. La letra decía "You can bend me, shape me anyway you want to" o al menos eso entendía yo. La chica langosta entendía "You can´t bend me, shape me anyway you want to". En mi canción, la cantante se abandonaba. En su canción, la cantante se resistía. No creo en las casualidades.

Eso fue al principio, en cualquier caso. Luego "Wolf", "Seether" y sobre todo "Get it back", con su aire misterioso y una canción sobre persianas -"be my blind, be it all the time"-. Por mi cumpleaños, ya en 1996, los chicos me regalaron un EP con cuatro canciones, incluyendo "Shimmer like a girl", que, por supuesto, es una canción rencorosa e incluso violenta y desgarrada porque parecerse a los Pixies también implica eso.

Por entonces, yo estaba intentando seducir a una chica en pleno ataque de melancolía. Le escribía la letra de "Twinstar": "Breathing, when all I wanna do is drown, you keep on breathing, and I keep on sinking down". En la metáfora, la que se hundía era ella y el que se empeñaba en no ver lo que pasaba y seguir respirando como si nada era yo. You want to lift me up but you don´t know and you don´t see I´m stuck in my ways.

Seduje a la chica, aunque quede mal decirlo. A mí me suena mal. Lo contrario, decir "no conseguí seducir a la chica" me suena bien. Estéticamente, digo. Pero uno no puede perder siempre, eso lo saben hasta en Montecarlo. Seduje a la chica y Veruca Salt sacó un segundo disco llamado "Eight arms to hold you" que era el título que los Beatles le iban a dar a uno de sus discos y no recuerdo cuál. El disco tenía dos canciones impresionantes: "Volcano girls" y la citada "Shimmer like a girl". Un incio rockero y batallador. Chicks on speed. El resto defraudaba mucho, demasiado.

Supongo que sacaron más discos pero yo no me enteré. Igual, algún día, las invitan al Primavera Sound para tocar con Pavement.

jueves, junio 03, 2010

Primer Fuera de Contexto


Lo importante era demostrar que éramos capaces de hacer algo bueno y que le gustara a la gente y nos hiciera sentir cómodos. Piensen que el ciclo "Fuera de contexto" lo hemos sacado un poco de la nada, quiero decir, obviamente la mezcla de música y literatura ya estaba en las presentaciones de mis dos libros. Yo leía y Dani Flaco o Pancho Varona o Pablo Ager o Emite Poqito cantaban sus canciones. Me parecía una cosa que, como espectador, me podría atraer. Luego, sin duda, vino el festival Acróbatas y me ratificó en la idea.

Lo nuestro es mucho menos que Acróbatas, que es un proyecto enorme y precioso. Somos dos chicos llamando a amigos, intentando ensayar un ratillo dos días antes de la función, sujetando todos los platos con palillos chinos y organizando de mes en mes entre exámenes propios y ajenos e historias varias. Se corría el riesgo del fracaso, claro, y con "fracaso" no me refiero a "ha venido poca gente". No, me refiero a "esto es un coñazo", "no hay coordinación", "me aburro" o la posibilidad siempre presente de que me diera un ataque de pánico en pleno recital, hiperventilara y me desmayara en medio del escenario del Costello.

Una muerte como otra cualquiera.

El caso es que funcionó. Con unas 30 personas en el público, que a mí ya me parece mucho para un martes caluroso de junio, y sobre todo con muy buen rollo dentro del escenario entre nosotros, una indudable calidad en textos y canciones y el entusiasmo de los que vinieron a vernos. Eso invita a pensar que sí, que esto tiene su sitio en la noche madrileña y que irá asentándose, porque la idea es buena y nosotros sabemos llevarla a cabo. Podemos llevarla a cabo. Yes we can!

Leer poesía se me hizo rarísimo. Nunca he leído poesía en público. Ni en privado. Escribo de vez en cuando, pongo cosas en mi página web pero no se me ha ocurrido nunca recitárselas a mi novia, no sé cómo decirles. Me entienden, ¿no? No soy esa clase de chico y tampoco creo que pase nada. La parte de prosa actuada, mejor. Ya saben que yo soy un actor frustrado. Y un cantante frustrado. Así que actué y luego, muy brevemente, canté, y eso me dio a su vez un par de ideas muy buenas para eventos futuros...

Recuerden, si se lo perdieron, el 6 de julio repetimos. Misma hora, mismo sitio. No serán las mismas canciones ni los mismos textos. Ni siquiera nosotros, los de entonces, seremos los mismos.

Mamut

Reseña publicada en Notodo.com sobre la nueva película de Lukas Moodysson con un inconmensurable Gael García Bernal. Me encanta el adjetivo "inconmensurable", especialmente cuando no tiene sentido utilizarlo como es el caso, Gael García Bernal es perfectamente mesurable: es uno. Mi otro adjetivo favorito es "inmarsecible". En cuanto lo leo, paso la hoja. En fin, a lo que íbamos...



Cuando empiezas a ver Mamut piensas que es una película sobre niños. Niños filipinos que tienen lejos a su madre, cuidando de otros niños en Nueva York para conseguirles un mejor futuro. Esos mismos niños de Nueva York casi abandonados por sus padres, envueltos en jornadas laborales eternas. Niños de Tailandia que se venden al mejor postor y que hurgan entre la basura, roban bicicletas y tienen a su vez más niños, bebés que, por supuesto, tienen también lejos a... No hay mucho margen para la alegría en Mamut, desde luego. Juega con momentos de humor, con una fotografía descomunal y con cierta ironía nórdica, pero no da tregua. Todo lo que rodea a los protagonistas es desolador y cruel, aunque la mayoría de las veces ellos ni se dan cuenta.

Lo que pasa es que cuando sigues viendo la película, te das cuenta de que el tema no son los niños sino los juguetes. Juguetes de niño rico: Gael García Bernal, una especie de Peter Pan multimillonario gracias a Internet y los videojuegos, con su doble moral y su incapacidad para entender el mundo. Michelle Williams, con su idea de una niñera de quita y pon, según sus caprichos y los de su hija. Ahora te necesito, ahora no te necesito. El tedio del primer mundo reflejado en las plazas superpobladas y los vertederos del sudeste asiático. Tedio de niños ricos y aburridos. El otro lado de Lost in Translation. Sin duda, Mamut es una película incómoda porque lanza la tópica pregunta de "¿en qué nos estamos convirtiendo?" y el nos señala a Occidente, sea eso lo que sea. Es una pregunta tan tópica que hay que formularla y contestarla con cuidado. Un paso más allá y entramos en el cliché. Moodysson se apoya en unos excelentes actores -lo de García Bernal empieza a ser muy, muy serio- para añadir sutileza. Ahí de verdad que nadie parece darse cuenta de lo que está haciendo, hasta qué punto cada uno necesita a los demás y a su vez los utiliza. El egoísmo infantil llevado al límite.

El uso de la música en cada momento también es muy importante. Hay algo de estética de video-clip en la película que evita cualquier moralina barata. Desde luego, en Mamut hay un trasfondo moral y no te lo vamos a negar, pero no hay rastro de moralinas y eso se agradece mucho. En los títulos de crédito aparece la soberbia Destroy Everything You Touch, de Ladytron, y solo en esa canción ya están la película y la reseña.

miércoles, junio 02, 2010

El sexto Tour de Induráin



La portada del Marca decía "Abrígate, que hace frío" y ponía una foto de Induráin sujetando un maillot amarillo justo antes de la primera etapa de montaña del Tour de 1996. Efectivamente, hacía frío. En Francia. En Pamplona hacía un calor horroroso y los toros pisaban las cabezas de los corredores. Viajamos en un autobús de madrugada, canción va y canción viene, minis de calimocho y cerveza. Llegamos a las 6 aproximadamente y nos pusimos en la Plaza del Castillo, como si nada, sentados frente a unos cafés. A las 12 estábamos llenos de harina, huevo, sidra y no podíamos respirar.

El chupinazo.

Nos fuimos a lavar a las duchas de una piscina municipal. La ropa estaba perdida, pero bueno, aquello era San Fermín así que tampoco pedian etiqueta precisamente. En la hierba pusimos una radio y escuchábamos a José María García retransmitir la etapa. Llegaban a Les Arcs y a cinco kilómetros de meta, Induráin estaba en el grupo con los favoritos: Rominger, Olano, Riis, Ulrich, Leblanc, Berzin... El coche de Banesto le ofreció algo de comida pero él la rechazó. García, en uno de sus ataques de soberbia irónica, empezó con "este tío no necesita comer, es de otro planeta, que no le vengan con historias". Y todo el coro "jajaja, jijiji".

Cinco minutos después, Induráin se quedaba y se quedaba, desnutrido y congelado, arrastrándose en los últimos tres kilómetros de una ascensión inexistente hasta entonces, dejándose tres-cuatro minutos y medio Tour de Francia. Pamplona era de todo menos una fiesta. Caras largas.

Al día siguiente volvimos a Madrid. Había una cronoescalada e Induráin lo hizo moderadamente bien. No ganó, perdió algo de tiempo con Berzin y Riis, pero al menos no acusó el desfallecimiento. Era el más grande de las últimas dos décadas: no solo contaban los cinco Tours y los dos Giros y el record de la hora sino la exhibición del verano anterior en el Mundial de Colombia. Para mí ese fue el mejor momento de Induráin, cuando, escapado junto Gianetti, Olano y Pantani, y aun sabiendo que era el mejor de largo, dejó que su compatriota se escapara y se quedó ahí detrás, de pie, mirando a Pantani y a Gianetti con cara de "y vosotros dos, quietos, que si no voy yo y va a ser peor". Olano ganó el oro e Induráin se llevó la plata al sprint. Un año después, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, se invirtió el orden: Induráin ganó el oro contrarreloj y Olano quedó segundo.



Pero eso fue en agosto. En julio, Induráin se quedaba en cada ascensión y los comentaristas de Eurosport se lamentaban. Stephen Roche estaba emocionado. El gran campeón se retorcía en la bici a golpe de riñón y sus rivales, todos sus rivales, cuando pasaban a su lado, le daban una palmadita y le ofrecían la rueda para subir juntos. El hundimiento. Yo, por entonces, andaba en Londres, en el Hotel Orchard, uno de los cientos de bed and breakfasts de Sussex Gardens, con una recepcionista griega y camareras rusas. No quedaban habitaciones así que me quedé con el ático y paseaba con la Chica Langosta por los alrededores de Hyde Park como dos Martínez Sorias en la gran ciudad.

Dio mucho de sí el verano de 1996, si se piensa. Hoteles en Barajas y vuelos suicidas con Aerolíneas Argentinas.

En fin, lo dicho: Induráin acabó décimo ese Tour, creo. El famoso sexto Tour consecutivo. Eran los tiempos anteriores a Nadal, Alonso, Contador, Gasol, Xavi... y nunca habíamos visto algo parecido. Ganó los Juegos Olímpicos y corrió la Vuelta a España de septiembre obligado. Tan obligado que a media ronda cogió la bici y se bajó y para que nadie le dijera nada anunció su retirada. Tonterías, las justas. Yo, reivindicativo también, decidí cumplir 19 años.

P.D. Recuerdo que todas estas entradas las podéis encontrar recopiladas en un solo blog: Aquellos Maravillosos 90