lunes, octubre 04, 2010

Las bellezas pálidas


No sé si a ustedes les pasa: el sobrecogimiento ante la belleza. Un Stendhal tremendamente prosaico. Mis problemas con las chicas guapas. Todo lo que escribo de una manera o de otra, todo lo que vivo y recuerdo son daños colaterales de mis experiencias con las chicas guapas. Pienso en cualquiera de ellas -tengo mucha suerte, me rodeo de actrices y cantantes y chicas realmente preciosas, tanto que a veces me parece que yo mismo me envidiaría- y no puedo evitar irme hacia atrás: ¿Cuánto tiempo hace que eres preciosa?, ¿cuánto tiempo lleva la gente diciéndote que eres preciosa?, ¿qué me queda por decirte, entonces?

Yo he leído mucho sobre las inseguridades de las chicas guapas y supongo que existen. Mierda, que existen pero no sé cuáles son ni sé cómo jugar con ellas. Las chicas guapas, en general y con honrosas excepciones, aceptan ese tipo de chantaje sin problema: tú juegas con mis miedos, yo te doy mi corazón. Nunca he sabido cuáles son esos miedos. Nunca he sabido jugar. Nunca he coleccionado corazones, por tanto, y conviene decirlo bien alto: si yo pudiera elegir ser algo en la vida, de verdad, no sería escritor ni futbolista, sería mujeriego.

Uno se hace futbolista o escritor después, para acortar los plazos, pero no siempre funciona.

El caso es que me acordaba esta mañana de un libro que se llamaba "Cómo ligar con esa chica que te gusta y que no te hace caso". La chica, obviamente, era la Chica Langosta y yo tenía 16 años. No sé si el libro se llamaba así -he encontrado la foto de portada ahora y no pienso cambiar esta frase- pero la idea era esa. Me he acordado de una manera un poco proustiana, viendo un anuncio del VIPS en el metro. Se mencionaba el VIPS en ese libro como sitio madrileño de ligue. Nunca lo he visto demasiado claro. Podría mencionar el VIPS como lugar donde se deja una relación de cuatro años y donde se amenaza con dejar otra de tres meses, pero ligar, lo que se dice ligar...

De hecho, pensando, con el tiempo he llegado a conocer al autor de ese libro e incluso compartir presentación y mesa.

En fin, que me pierdo. La belleza eterna de las chicas guapas. La incomunicación. A mí, la belleza me gusta silente y atormentada. Una belleza pálida. Esto, a mi psicóloga no le hace ninguna gracia pero es así y seguro que a muchos de ustedes les pasa: una belleza que te dice "sálvame" pero que no te dice de qué y tampoco te dejaría acercarte nunca. O eso creemos. Creemos, insisto, en que no hay nada que se le pueda decir a esa chica que no lleve escuchando desde los 14 años, puede que antes. There is no power like their pretty power.

Puede que sea mentira, pero a ver quién se atreve a ponerle el cascabel al gato a estas alturas.