lunes, octubre 11, 2010

Amador

Fernando León de Aranoa tiene una trayectoria detrás con la que se ha ganado el debate. Esta es mi reseña para Notodo.com de su última película, "Amador":


Fernando León de Aranoa nos enseñó en Familia que las convenciones sociales son poco más que una farsa; en Barrio, las miserias de la clase media-baja y sus nulas expectativas de futuro. Los lunes al sol mostraba la miseria del parado y su desdén ante el resto de una sociedad que le miraba con desprecio y superioridad. Princesas nos retrataba el mundo de las prostitutas y su incapacidad para huir del círculo vicioso... ahora tenemos Amador, donde aparte de la inmigración, se nos habla del derecho a decidir de la mujer y de la posibilidad de que dentro de cada cementerio siga habiendo flores -aun muertas- con su olor dulce y sereno, sea natural o de bote.

Dicho todo esto, es obvio que estamos ante el rey del cine social: un rey con talento para contar sus historias y conmover al público. Se aprecia, eso sí, una progresiva pérdida del sentido del humor, como si la tristeza hubiera empañado por completo su mirada: todo con un punto agrio, resignado, defensivo. Siempre los demás tienen la culpa de algo, en esta película, incluso Dios debería estar avergonzado. No sabríamos definir esta mirada como negativa o positiva, es decir, no nos gustaría quedarnos sin más en lo negativo. León de Aranoa deja en Amador (como en sus demás obras) diálogos potentes, una realización impecable y, sobre todo, la posibilidad de ver de cerca el drama ajeno por mucho que nos moleste. Es un cine que pretende abrir los ojos y a veces lo consigue y a veces, no. En cualquier caso, es probable que alguien tenga que hacerlo. La comparación con Ken Loach resulta inevitable.

Amador parte de un principio bastante potente -la relación entre una inmigrante embarazada y el anciano moribundo al que está cuidando para poder mantener a su futuro hijo-, un discurso más resignado que revolucionario y una esperanza final, que obviamente no te vamos a contar. Ahí entra lo positivo: queremos pensar los chicos de Barrio crecerán -al menos dos- y a lo mejor acabarán en el Caribe de vacaciones, las putas puede que lleguen a ser princesas e incluso Bardem puede que deje de refunfuñar algún día y encuentre un trabajo o incluso un concurso de televisión a su altura. En este caso, destaca la ternura absoluta con la que el director trata a su protagonista, Marcela, interpretada de manera terriblemente honesta pero algo irregular por Magaly Solier, y a casi todo su entorno. Incluso a la familia de clase media-alta que abandona a su padre para vigilar las obras de su segunda residencia. Sí, estamos siendo irónicos.

Amador va a ser una película de debates, de filias y fobias, te recomendamos que no te la pierdas para saber de qué lado situarte. A lo mejor, te encanta; a lo mejor, no te gusta nada. El cine social es lo que tiene, pero merece la pena arriesgar.