sábado, abril 17, 2010

Doctor CD



Era la prehistoria de la piratería. Tiendas distribuidas por la zona de Noviciado, junto a los infames Cines Luna, que vendían CDs sorprendentemente baratos, fueran de importación, fueran regrabados, fueran copias promocionales que aparecían subitamente en las estanterías. Había muchos sitios así, no sé si queda alguno. Nosotros íbamos casi siempre al Doctor CD. Primero, al Doctor CD y luego a la FNAC. La ruta de la Gran Vía que a veces podía acabar en Madrid Rock, claro, mirando posters mientras un vigilante de seguridad nos observaba desde una distancia prudencial.

Acababan de abrir la FNAC, la cosa estaba muy reciente. Recuerdo una vez que pitó mi bolsa y uno de los gorilas me empezó a preguntar dónde había sacado esos díscos: el primero de Hole, descatalogado, y un concierto en directo de Elastica, grabado de una cadena de radio británica.

Doctor CD era eso: grandes éxitos de los Pixies a base de maquetas y Caras B, los tropecientos "Outcesticides" de Nirvana, cada uno con sus rarezas -yo me compré dos, creo-, las novedades que aún no estaban ni en Radio 3. Ahí escuchamos por primera vez el "Supervixen", de Garbage. Ahí escuchamos por primera vez "This is a call", de los Foo Fighters. Me compré una edición japonesa de Blur, una mezcla de directos y actuaciones en radios locales.

Creo que ahí compramos también "The bends", de Radiohead. Recuerdo la hostia que supuso escuchar por primera vez "Planet Telex" ese viento helado y el sintetizador anunciando una tristeza infinita: "You can crush it but it´s always here, you can crush it but it´s always near... chasing you home... saying Everyone is broken, everything is broken". En casa de Javi, los tres nos mirábamos extasiados, sorprendidos, como si alguien por fin nos entendiera.

Nosotros no teníamos conciencia de estar haciendo algo ilegal, es decir, no teníamos el gusto adolescente de hacer algo porque era ilegal. Simplemente, los discos eran raros y sorprendentemente baratos. Todo, entonces, tenía un punto sórdido y no solo las putas de la calle Ballesta o las peleas en la calle Desengaño.

Los domingos quedábamos en Puerta de Toledo y comprábamos cazadoras de ante.