miércoles, marzo 24, 2010

La agresión a Berzosa y la misión de la Universidad


El rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, se sorprende e indigna de la actitud de algunos de sus estudiantes matriculados. Realmente, es para indignarse: parte de la manifestación en protesta por algo convocada por algún alguien acabó en la agresión, zarandeo y escupitajo masivo al rector en cuestión. No creo que haya nada defendible en ello por mucho que los instigadores de la cosa hagan un inusual acto de contricción y digan cosas tan bonitas como "sólo fueron unos 30 estudiantes de los 350 que se manifestaban ayer los violentos, y que éstos no representan a la mayoría".

¡30 estudiantes! Me acuerdo cuando los actos aislados eran cosa de uno, dos o tres vándalos. Ahora "las minorías" se miden porcentualmente. Apenas un 10% de los convocados defienden el escupitajo y el zarandeo como modo de protesta.

No voy a entrar en el rollo cebolleta de decir que los jóvenes de ahora han perdido la cabeza y que en mis tiempos, bla, bla, bla... En mis tiempos también creíamos que todo se nos estaba permitido y éramos unos niños mimados y si había que insultar y tirar huevos y escupir a alguien por causas como, por ejemplo, que la calefacción estaba demasiado alta, lo hacíamos. Basta con ver "Desmadre a la americana" para comprobar que el trato a la autoridad universitaria nunca ha sido ejemplar.

Lo que me sorprende es la sorpresa de Berzosa. ¿En qué clase de burbuja vivía? Las universidades de todo el país se han convertido en las últimas décadas en semilleros del odio. Odio alentado por determinadas asociaciones y por determinados complacientes profesores que ven en el apoyo de la muchachada una plácida manera de ocultar sus carencias académicas. La universidad ya no tiene nada que ver con respeto ni con saber ni con pluralidad de ideas. Puede que a alguien le interese eso, pero básicamente es doctrina, doctrina y doctrina. Luego llega Ibarretxe y le llaman fascista, llega Rosa Díez y hay que suspender el acto "porque no se puede garantizar su seguridad", llega Aznar y acaba levantando el dedo y en mis tiempos llegaba Felipe González y de "asesino" la cosa no bajaba.

En fin, que a la universidad ya no se va a escuchar ni mucho menos a aprender. Se va a hablar, gritar y soltar adrenalina. A demostrar. ¿Qué me van a enseñar si ya tengo 18 años? Que me escuchen ellos a mí ahora. Por supuesto, eso ha sido tolerado y agitado por los Berzosa de turno. Ahora que estamos de aniversario les recomiendo que echen un vistazo a este post sobre las últimas elecciones a rector en la propia Complutense y la maravillosa invitación a la "calimochada-concierto" entendido como acto electoral.

Berzosa, a lo Martin Niemöller, se sorprende de que ahora vayan a por él y anuncia expulsiones. No las anunció antes. Antes hacía campaña por Zapatero -era miembro de la Plataforma de Apoyo a Zapatero famosa- y pedía talante y debate. Hasta que le escupen a uno, claro. Más gracia aún me hace la reacción de los estudiantes: piden perdón. Perdón al profe. Ay, si es que son como niños... Al menos, John Belushi ante ese tipo de amenazas tenía clara la solución: hacer otra fiesta-toga.