sábado, febrero 27, 2010

Jackass y los Juegos Olímpicos de Invierno


Noticia del Marca en su edición de Internet:

Amelie Kober, embarazada, se retira por precaución tras una caída en el Gigante de Snowboard

Yo sé que los Juegos Olímpicos de Invierno son algo más que esta sucesión de noticias de accidentes y contusiones y ejemplos imposibles mitad sacados de "Humor amarillo" y de "Jackass", el mítico programa de John Knoxville en la MTV. Lo sé pero tampoco me pidan que les explique por qué, más allá de algunos indicios como que en EEUU se suspendan todas las series -incluida "Perdidos"- solo para no tener que competir con los Juegos.

Por lo demás, y quitando algunas cosas digamos que normales como determinadas modalidades de esquí o patinaje, no veo muchas razones para llamar a esto deporte. Quizá, competición, pero no deporte. Tirarse con un casco boca abajo por un tubo de hielo a 150 kilómetros por hora puede resultar muy televisivo, pero, con todos mis respetos, es poco más que una idiotez. Pegarse de leches con un palo tras una galleta resbaladiza, lo mismo. Y lo del curling... si eso no es petanca, que baje dios y lo vea.

En fin, parece que los Juegos de Vancouver se acaban y, ya digo, deben de tener su importancia que nosotros no entendemos simplemente porque no ganamos y nos quedamos con las embarazadas del snowboard. Al fin y al cabo, se celebran cada cuatro años y cuestan una pasta. Lo raro es que aquí no digan aquello de "No intenten hacer esto en casa". El otro día vi algo parecido a esquí, pero en una pendiente imposible y con la nieve amontonada. Había que ver quién bajaba más rápido, claro.

Mis tobillos sufrieron por los de todos los participantes. Lo más divertido es que Cataluña y Aragón andan peleándose por ver quién envía candidatura para albergar esta historia. Lo que les gusta algunos una buena pelea...

viernes, febrero 26, 2010

An Education

Reseña de la película para la página Notodo.com. Aquí podréis encontrar el artículo original con un montón de foticos que estas propias manos han pasado por el Photoshop :-)


El gusto de los británicos por la nostalgia es exagerado. La nostalgia victoriana, la nostalgia pop o incluso, en este caso, la nostalgia de la insulsa postguerra. Principios de los años 60, colegios privados, chicas con uniforme y canciones francesas. Antes de los Kinks, los Beatles y los Rolling Stones. Si a eso le unimos a Nick Hornby –otro excelente nostálgico- como guionista, el producto tiene que ser como poco interesante. Y desde luego An Education es una película interesante, sobre todo en lo que tiene de reflejo de una época. Una época tediosa, muerta y aburrida, tal y como la define la joven protagonista durante buena parte de la película. Un tiempo sin esperanzas, una calma que parece eterna antes de la tempestad de Liverpool.

En parte, es la historia de una tregua. Una tregua dentro de ese aburrimiento constante y por momentos snob de niña pija con aspiraciones vagas. De repente, la brillante estudiante que va a ir a Oxford descubre a un buscavidas –un buscavidas con clase, recuerden que esto es Inglaterra- rodeado de una elegante panda de amigos de guante blanco y se enamora perdidamente de todo lo que llene el vacío. Incluyendo al buscavidas, claro. El problema de la película son sus dicotomías morales. “La educación” frente a “la diversión” y el inevitable triunfo de una sobre otra. Oxford frente a los hipódromos y los clubes de jazz. Los atardeceres junto al Sena frente a la lluvia gris sobre las afueras de Londres. Puede que no fuera la intención de Hornby ni de Lone Scherfig plantear un dilema moral, una elección. Puede que sólo pretendieran mostrar dos modelos: la educación como sistema y la educación como aprendizaje vital y dejarlo ahí, pero el caso es que cuando las cosas se complican con gravedad británica es difícil encontrar una salida y la película acaba coqueteando con la moralina a base de eventos improbables y a una velocidad extenuante.

La gran actuación de Carey Mulligan –nominada al Oscar con toda justicia- solventa algunos de estos problemas y en cualquier caso siempre tenemos esas gabardinas y ese acento tan inconfundible y la sensación de que ser joven es algo maravilloso. A veces cruel, pero maravilloso. Si nos dejamos llevar, eso debería ser suficiente, y en parte es una película sobre las ventajas (y consecuencias) de dejarse llevar, así que aprovechemos ahora que no mira nadie.

Aquellos maravillosos 90: "Self-esteem"



Y entonces llegó el power pop con sus melodías alegres, sus sonidos adolescentes de California, sus patines, sus tablas de surf y un sugerente canto a la vida y el amor. Todo precioso, ¿verdad?

Pues no.

Green Day cantaba "I went to a whore, who said my life´s a bore" y Offspring repetía "I may be dumb but I´m not a dweeb, I´m just a sucker with no self-esteem". La alegría de la huerta, vamos. A mí no me gustaba Green Day y lo tomaba como algo personal, quiero decir, puede que no existiera en ningún momento una guerra declarada entre fans de Green Day y fans de Offspring pero, para mí -y eso bastaba- la guerra estaba ahí, latente, cada vez que los nuevos amigos de la Chica Langosta hablaban de "Dookie" o "Insomniac".

Al final, este blog va a limitarse a ser una nota al pie de la vida de la Chica Langosta.

Offspring era un grupo muy “Clerks”, ahora que lo pienso. Más que Green Day, desde luego, que eran decididamente tristes y con esto no quiero decir que "Clerks" no tuviera un punto triste, pero al menos esa tristeza se reconocía y hasta cierto punto se celebraba. ¿Sabes dónde bailaba yo Offspring? En Pachá. Sí, en Pachá, calle Larra con Barceló. Paseábamos nuestra falta de autoestima y nuestras gafas de bakaladero -eins, zwei, polizei-, por Pachá, por Ku, por Archie´s, por Green, por Joy... dondequiera que nos dejaran entrar y desahogarnos. Necesitábamos desahogarnos y luego volver a Malasaña. Un juego de excentricidades: nosotros les mirábamos raro a ellos y sus polos de Ralph Lauren y ellos nos miraban raro a nosotros cuando sonaba la media hora final de Rage Against the Machine, "In bloom", Offspring, Green Day, Radiohead y finalmente Sheryl Crow. All I wanna do is have some fun.

Sí, eso era todo. Nuestra vida era un aburrimiento sin putas y éramos capaces de arrastrarnos por cualquier chica que nos dedicara dos sonrisas, pero el fin de semana había que divertirse y botar y saltar y si hacía falta Scatman pues Scatman y si hacía falta Pearl Jam pues Pearl Jam. Arriba y abajo es siempre mejor que la tristeza, recuerda. La canción con la que nos recibían, a eso de las 9, pase de tarde-noche, era siempre, todos los días, "Loser", de Beck. No creo que a ninguno se nos haya olvidado.

Condicionamientos.

Después, ya sin adrenalina, torcíamos en la calle Madera y nos metíamos en el Arpa a oír a cuatro músicos bajo el ingenioso nombre de "El cuarto inglés". Hacían versiones, siempre las mismas. Daba igual. Si las canciones de Pachá o de Joy o de Ku eran las mismas, ¿por qué no íbamos a poder aceptar la sucesión acústica de Creedence Clearwater Revivals y UB40s?

Los acampados psicodepresivos, ese era nuestro apodo. Y nos lo pusimos nosotros mismos, no te lo pierdas. Échale la culpa a Beck, si quieres.

Éramos listos y guapos y terriblemente simpáticos pero nadie nos lo había explicado. Al revés. Cuando nos mirábamos reflejados en los espejos del cuarto de baño, cuando los chicos alegres -siempre los ha habido- comprobaban la dilatación de sus pupilas y reían sin ningún sentido ni freno, nosotros sólo veíamos una panda de mamones.

Sin ninguna autoestima.

A veces pienso si, en el fondo, el resto de nuestra vida no se habrá convertido en una venganza. The more you suffer, the more it shows you really care.

jueves, febrero 25, 2010

Lo mejor de nuestra vida



Este no es un post estrictamente noventero ni generacional, así que va aquí. Tan solo un par de apuntes que separan a "Lo mejor de nuestra vida" de Antonio Vega de ser una obra maestra:

- La canción no es rencorosa. Claramente, con ese principio, debería serlo. Es decir, en el fondo, esa canción debería haberla escrito Lichis.

- El uso de la palabra "superamistad" no está justificado bajo ningún pretexto.

Por lo demás, sin objeciones, al contrario.

Esta mañana le pregunté a una chica si quería que tomáramos un café y me miró como si le hubiera preguntado si quería que asesináramos juntos al presidente del gobierno.

Iba a escribir hoy sobre políticos del PP divertidos: por ejemplo, el tal Uriarte de Nuevas Generaciones, miembro de la Comisión de Seguridad Vial y conductor borracho en funciones -o al revés- y Francisco Camps, probablemente uno de los casos más flagrantes de corrupción política descarada que se conocen en los últimos años (y no es por falta de competencia, interna y externa). Lo impresionante es que le siguen votando. "Será un corrupto, pero es nuestro corrupto", me parece oírles. Nos hemos convertido en los padres de nuestros gobernantes.

Al final, me he decantado por Antonio Vega porque me parecía absurdo indignarme con dos políticos, sean del partido que sea. En el fondo, la política de este país se ha reducido a un constante estado de indignación de todos contra todos. Y luego en Europa, como pasa con nuestros equipos de fútbol, acabamos rozando el ridículo.

Por cierto, la chica dijo sí.

Nunca te fíes de una cara, en definitiva.

miércoles, febrero 24, 2010

John Cobra y Anasagasti


¿Cuánto tiempo tarda uno en darse cuenta de que está ante un desequilibrado? Quizás es que yo sea muy listo, pero no debería ser tan difícil. Lo ves en YouTube o te lo encuentras con su mujer y dices: "Este tío va a montar un pollo". Aun así, corres el riesgo, claro. No sé qué pensar sobre TVE y su espectáculo eurovisivo. No voy a negar que fue divertido y a la vez patético. Algo muy propio de este país, mezclar las palabras "espectáculo", "divertido" y "patético".

Me pregunto si eso existía antes de Telecinco, pero supongo que sí.

Yo soy un moralista de embudo: inflexible en algunas cosas y tremendamente permisible en otras. Por ejemplo, no soy de los que se indigna porque un tipo como John Cobra utilice una cadena pública para lanzar su carrera y forrarse por ahí a base de insultos y toquiteos. Si lo pienso bien, quizá debería indignarme, pero no lo consigo. Me da pena, eso sí. Pero no voy a salir a la calle con una cacerola, tranquilos.

La retroalimentación del patetismo es un problema: todos los pirados quieren salir en la tele y toda tele necesita su cupo de pirados que despierte a la audiencia. Eso lo dice todo sobre la audiencia, pero ese sería un debate demasiado complejo. Dicen que si nos educaran bien -estilo Generación Ni-Ni- y nos pusieran documentales todas las noches adoraríamos los documentales y no necesitaríamos el morbo ni el patetismo. Puede ser, pero de momento yo estoy aquí escribiendo sobre John Cobra y no sobre el Canal Historia. Y usted está leyéndolo, le recuerdo.

Hablaba de retroalimentación: ¿Hasta qué punto a TVE le compensa hacer el ridículo más espantoso? TVE se pasea últimamente con ese digno aire "yo-no-soy-Telecinco" y una programación llena de series, películas, concursos light, consultorios de próstatas e informativos sobrios. A mí me gusta. No la veo, pero me gusta la idea. Como me pasa con el Canal Historia. Tal y como yo lo imagino, en TVE estarán tirándose de los pelos por mucha audiencia que hayan conseguido. A partir de ahora, según dicen, la audiencia se la llevará "Sálvame".

En definitiva, que algunas reacciones se pueden prever y otras no. Si yo hubiera visto cinco segundos a John Cobra hubiera dicho inmediatamente: "Chicos, falso directo, cueste lo que cueste". Y luego, montaje, claro. Creo que cinco segundos deben de ser suficientes, puede que me equivoque.

Otra cosa es que estés vendido. Por ejemplo, el Rey en Bilbao y el himno reducido y la necesidad de aparentar que no pasa nada. Lo cual es verdad, por otro lado: no pasa nada. Anasagasti, ese hombre que se ha ganado la vida -muy bien ganada y con mucho esfuerzo, sin duda- en servir al Estado del que ahora despotrica en casi todas sus instituciones se pregunta en su blog -no "se pregunta", le pregunta al Rey, por si quiere contestarle en los comentarios- por qué este tipo de cosas, los silbidos generalizados, los insultos, la humillación al himno, la quema de banderas... cada vez se repiten más.

Se olvida de la respuesta más obvia: este país cada vez es más libre. Cualquiera puede ir a un acto público y abuchear hasta al Rey. O llamarle embustero a Zapatero. Lo más que puede pasarle es que le enseñen un dedo. Supongo que esta respuesta decepcionaría mucho a Anasagasti, empeñado en convencernos -¿convencerse?- de que, desde que él no manda, esto es una dictadura inaceptable. Sin embargo, es así. Nos pongamos como nos pongamos, esto no es Irán. Sigan con su melancolía.

martes, febrero 23, 2010

Aquellos maravillosos 90: "Lo peor de todo"

Supongo que saben que esto también está en mi nuevo blog, pero por si acaso se lo dejo aquí:



Yo no leía mucho. Leer era un incordio porque equivalía a reconocer que había otra gente que sabía más que yo y no estaba dispuesto a tolerar que nadie me sacara de mi arrogante burbuja adolescente. Si leí "El guardián entre el centeno" fue por el empeño de la Chica Langosta. No recuerdo mucho más en aquellos años, algunas imágenes de Pedro Páramo, quizás. Poemas de Pablo Neruda. Lo típico, qué voy a contarles.

Un día, poco antes de unas vacaciones de verano -probablemente, las de 1995-, A. me regaló un libro que se llamaba "Lo peor de todo". "El protagonista me recuerda a ti", dijo, y sonrió. A mí me alegró muchísmo porque al fin y al cabo era un regalo y nada me hacía más ilusión en el mundo que imaginar a A. recordándome, pensando en mí durante casi doscientas páginas, pongamos tres tardes. Cuatro, si hacía mucho calor. El protagonista resultó ser un inmaduro psicópata capaz de arruinarle la vida a todo el mundo y encerrado en su mundo de recuerdos absurdos. Algo parecido a un autista, pero encima un autista llorón.

En la contraportada decía "Por fin, una novela sobre una juventud que no es la del 68". Obviamente, el libro se había publicado antes que "Historias del Kronen" y he de reconocer aquí una primera imprecisión: aparte de sudamericanos más o menos románticos y misteriosos, también había leído a Mañas. No sólo eso, me había gustado. ¿Cómo que "me había gustado"? Me encantó. A mí y a mi grupo de amigos no cocainómanos, no conductores suicidas, no follarines compulsivos. Nosotros, los moralistas, los que nos reuníamos en la parte de abajo del Jazz Madrid y compartíamos penumbra, humo y lo que nosotros llamábamos "existencialismo", algo que en realidad era poco más que aburrimiento.

Poco antes de acabar COU, mi mejor amigo y yo nos reunimos para escribir el guión de una película. Sí, éramos entrañables. Como no sabíamos dónde se escribían esas cosas, eligimos un Wendy en la calle Francisco Silvela, justo al salir del metro de Diego de León. Planificamos la primera escena y la última. El resto tendría que ser una especie de improvisación constante sobre nuestros problemas y nuestros dramas pijo-grunges.

Volvamos al libro: "Lo peor de todo" no tenía nada que ver con "Historias del Kronen", desde luego. Una juventud que no era la del 68 y tampoco era la de Alameda de Osuna. Sin banda sonora de Australian Blonde y con esas maravillosas llamadas de "VÁYASE USTED A TOMAR POR CULO". Una cosa distinta y rara. Luego Benjamín Prado intentó hacer lo mismo pero no lo consiguió. Le pasa a menudo.

Lo que no recuerdo es si me gustó o no. Creo que no. No solo por el hecho de que A. me estuviera llamando psicópata niñato egomaniaco, que tampoco ayudó en absoluto, sino porque demasiadas cosas se me escapaban. Me sentía más cómodo en la literatura de GPS: "Cogo la M-30, me salgo en la tercera desviación, paso por Pío XII, en trescientos metros tuerzo a la derecha...". Sí recuerdo que me encantó "Héroes", solo un año después. No sé qué me llamó a leer "Héroes" si no me había gustado "Lo peor de todo", probablemente la exagerada campaña de promoción que Plaza y Janés hizo de "Caídos del cielo". Loriga iba por delante, como siempre, y yo intentaba ponerme al día en Santander y Malpica.

Me quedé fascinado. Leía diez páginas y tenía que volver atrás. ¿Qué demonios era eso? ¿Traducciones de letras de rock? ¿Cuentos? ¿Un amago de novela? Me daba igual: me encantaba. Toda aquella estética. Por las tardes recitaba: "Arriba y abajo es mejor que la tristeza" y por las noches, en el Desert, me emborrachaba e imitaba a Michi Panero en "El desencanto". Siempre digo que entonces decidí ser escritor pero puede que eso también sea estética y lo diga porque queda bien decir esas cosas. "Héroes" era un poco de todo, pero solo años más tarde nos dimos cuenta de que era un blog. Un blog precioso y sin sentido, como todo blog que se precie.

Todos aquellos pobres chicos -Maestre, Etxebarría, Mañas, Prado...- esforzándose por ser brillantes y Loriga con esa suficiencia irritante. Tuvo que ser desolador para él entrar en todas esas comparaciones. Mis propias comparaciones, claro: Loriga y Bret Easton Ellis, por ejemplo. El Kronen y "Menos que cero". La literatura en dos dimensiones, todo en el mismo plano. Desde el punto de vista del adolescente, la única frase válida era: "La literatura soy yo".

lunes, febrero 22, 2010

Visita a "Sé lo que hicisteis..."



Las Tablas tiene un punto barcelonés. Extrarradio. Esplugues de Llobregat, por ejemplo, solo que en vez de tram baix -¿se escribirá así?- hay Metro Ligero, con sus raíles marcados y sus semáforos en rojo. Un lugar extraño, por lo demás. Montañas al fondo y viento de cara, cuestas y edificios gigantes que hay que rodear. Algo más que un polígono, algo menos que una ciudad industrial. Indefinible.

Llegar a Globomedia no es fácil. Si alguien llega a este post buscando una manera de llegar a Globomedia le diría que no fuera en Metro. O que de hacerlo, que extreme las precauciones. Hache y yo, chicos muy poco precavidos, tuvimos que volver tras nuestros pasos al menos cuatro veces y les aseguro que a la tercera uno ya se desespera. Lluvia y frío. En un descampado, Miqui Nadal, Paula Prendes, Berta Collado y Dani Mateo hacen un sketch sobre el ejército español y su arma más poderosa: el flamenco.

Me doy cuenta en seguida de lo que he envejecido, y sé que esto le va a fastidiar a Ana Boyero, pero qué le vamos a hacer: señores, he envejecido. Falta esa pizca de entusiasmo de cuando uno se colaba en los platós de Smonka o de Noche Sin Tregua, esas ganas de trastear, de conocer gente, de cotillear... Lo primero que me llama la atención del plató de SLQH es que es muy grande. A Hache le llama la atención que es muy pequeño. Lo segundo, constatar que el programa se graba en directo. Excepto los sketches, claro. El resto, todo, absolutamente todo en riguroso directo. Sorprendente. Pausas para publicidad y la tentación de mirar a Patricia Conde en la pantalla en vez de ahí, en carne y hueso, desde nuestras localidades de público invitado.

Hay algo irreal todo el rato en esto. El hecho de haberlo visto tantas veces, supongo. Ahí está Ángel Martín, pero no deja de hacer de Ángel Martín, así que no hay diferencia. Está Paula Prendes, sí, pero trabajando. Como diría Kant, no hay diferencia entre la Paula Prendes real y la Paula Prendes imaginada. En una de las pausas, Óscar, viejo amigo de mi hermano de la universidad me lleva donde está Dani vestido de traje y corbata para la sección "Está pasando...". Me da la sensación de que Dani está un poco infrautilizado en este programa. Incluso Ángel Martín cada vez sale menos.

El programa dura más y sus dos mejores cómicos aparecen menos. Contradictorio.

Charlamos rápidamente. Como digo, la gente ahí está trabajando y no es que se respire una especial tensión ni un rigor extremo -al contrario, una señora salida de un grupo de Facebook está a punto de cruzar por delante del croma en directo mientras Miqui Nadal se disfrazaba de algo, no recuerdo el qué- pero yo detesto molestar y mucho más molestar a gente que trabaja. Ni siquiera el regidor es pesado. Al contrario. Gonzalo, el mismo Gonzalo de la tele, nos dice cuando aplaudir y cuando reírnos, pero sin malas caras y sin demasiado esfuerzo: normalmente, la gente ya se ríe y aplaude cuando debe.

Las secciones van pasando. El programa se hace largo. Se nos hace largo a nosotros y mucho más a ellos, con ese ritmo frenético. Patricia Conde aguanta lo que le echen. La gente va y viene y ella sigue ahí, sentada en su silla, sonriendo o haciéndose la tonta o simplemente introduciendo vídeos. Dos horas de directo con una naturalidad aplastante.

Cuando acaba todo, subimos a ver a Dani a la redacción. Otra visita breve. Hablamos del Barcelona y de Periodistas FC y de una posible entrevista con Ángel Martín, que me mira con desconfianza, dice algo así como "¿entrevista para dónde? A ver si vas a ser luego el típico tío que tiene un blog que solo lo leen dos personas". Es una buena definición. La próxima vez que alguien me pregunte qué hago o a qué me dedico contestaré: "Soy el típico tío que tiene un blog que solo lo leen dos personas". Será mentira, claro, pero ¿qué no lo es?

Hache y yo nos morimos de hambre. Yo nunca pensé que Hache estaría cerca algún día de cumplir los 26 años y seguiríamos juntos mirando torres faraónicas confundirse con el gris del cielo. Tirándole los trastos en los McDonald´s del barrio de Fuencarral mientras comemos dos menús -uno normal, otro grande- una ración de aros de cebolla y otra de McNuggets de pollo. Los niños corren detrás de las niñas, como debe ser. De repente, ya no estamos en Barcelona, sino en Estados Unidos. En cualquier área de servicio de Estados Unidos viajando de una punta a la otra del país.

El otro día, alguien se sorprendía de que la gente tuviera celos de Hache. Honestamente, no veo la sorpresa por ningún lado.

domingo, febrero 21, 2010

El Barcelona arrasa al Real Madrid en la final de la Copa del Rey


No puedo decir que siempre haya sido un entusiasta de Xavi Pascual, el entrenador del Barcelona desde hace dos años. Desde luego, representa una política de club: cuando el equipo iba a la deriva, Laporta confió en él y le dejó tiempo para crear un proyecto. Era Messina o él y se quedó él, por las razones que fueran. Messina se fue al Madrid y de momento tiene mucho que demostrar, a tenor de lo visto hoy en Bilbao y hace unos meses en Vistalegre.

La superioridad táctica del Barça ha sido inmensa en ambos partidos. No estamos hablando de actuaciones individuales maravillosas o triples descomunales, sino de trabajo, esfuerzo, defensas mil veces practicadas y sensatez en el ataque. El Madrid sólo aguantó lo que le aguantaron las ganas y la motivación de una final, pero eso no iba a bastar después de jugar tres partidos en tres días. Ün ritmo que ni la NBA permite. Estaba claro que haría falta algo más: acierto y recursos tácticos, pero no hubo nada de eso.

Pascual ha creado un equipo rocoso, no demasiado espectacular pero sencillamente insuperable. Es difícil encontrar una plantilla mejor confeccionada: un base puro como Rubio, otro defensor como Sada y un tirador como Lakovic; dos escoltas tiradores en Basile y Navarro, junto a dos aleros aguerridos y penetradores como Mickeal y Grimau. Por dentro, dos artistas de la técnica -Lorbek y Morris- junto a dos intimidadores de primera: Vázquez y N´Dong. Eso sin contar ni a Trías, que es un jugador soberbio ni a Barton, lesionado desde principio de temporada.

A veces, el juego de Pascual me desespera. Sobre todo cuando confía en exceso en Lakovic y regula tanto los minutos de Ricky o cuando comete errores de principiante como tiempos muertos mal pedidos o cambios insólitos. Tiene lógica porque en parte es un principiante: el año pasado fue el entrenador más joven en ganar una ACB y en cualquier caso su futuro tiene una pinta descomunal: este año el Barcelona es serio candidato para ganar el triplete. En todo el año ha perdido tres partidos: dos en el último segundo y el otro en la prórroga.

Del otro lado queda el Madrid. Todo el dinero que se ha gastado este año el Madrid en Messina, Lavrinovic, Kaukenas, Hansen, Vidal, Garbajosa, Velickovic, Tomic, Prigioni y Jaric. Diez fichajes, así, como quien no quiere la cosa. Y dicen que buscan un alero. Es cierto que a un equipo completamente nuevo hay que darle un margen para funcionar, pero todo esto para acabar perdiendo por 20 puntos de diferencia en la final y tener un pie fuera de la Euroliga en octavos... pues tiene mala pinta. Tampoco podemos hablar de futuro: menos Tomic y Velickovic, el resto del equipo llega o supera los 30 años.

La dirección de Messina viene siendo caótica y aquí también lo ha sido. Se cabrea con un jugador y ese jugador deja de existir. De repente, Vidal, Tomic y Bullock han dejado de formar parte de la rotación. Velickovic, candidato a MVP en noviembre-diciembre, es ahora un suplente de Garbajosa, completamente desquiciado. Habrá razones para todo eso, por supuesto, pero ver la cara de Bullock, un histórico del equipo, con el chándal puesto y los pantalones cortos, brazos en los bolsillos y subiendo a recoger la medallita de turno daba un poco de pena. Entiendo que está lesionado, porque si no, es hasta cruel: cero minutos en una final que, en rigor, solo duró un cuarto.

Por cierto, esperpéntico protocolo en Bilbao: el Rey y la Reina abucheados tremendamente y el himno nacional durando apenas diez segundos. Lo de los abucheos es inevitable y forma parte de la libertad de expresión. Pero si pones el himno, no lo puedes quitar a los cuatro acordes solo para evitar la pitada. Lo pones, pitan y a otra cosa. Y si no, pues no lo pones.

sábado, febrero 20, 2010

El doble pibón


En el metro de Sol, a las seis y media de la mañana, Fer Cabezas y yo vemos a una señora pasar dentro de un vagón de metro que cruza la estación sin pararse mientras pita, como en las películas. Nos inquieta. Estamos sentados en un banco y verborreamos. Hablamos de deporte, como siempre que queremos hablar de la vida y de algunos de nuestros éxitos y fracasos. Las derrotas se soportan mejor si se comparan con las de Cadel Evans, por ejemplo, no parecen tan graves.

Recordamos momentos de una noche mejorable: la fiesta Vetusta Morla vs Love of Lesbian acabó en un triste 1-0, es decir, una canción de Vetusta Morla y cero de Love of Lesbian. Sálvese quien pueda. En nuestro speaker´s corner del Sideral veíamos a los chicos indies quemar vasos y a las chicas indies berrear todas las canciones, incluso las primeras de Offspring. Cuando ibas al baño, te cerraban todos los huecos con un doble pibón en el centro del campo.

Las cosas deberían ser fáciles y bonitas y todas las chicas pasearían sus actos de habla performativos con una sonrisa en la boca.

Pero no es así. Hay algo parecido a hostilidad, que probablemente no sea hostilidad sino simplemente tedio. Un tedio no esperado que se prolonga temazo a temazo, porque los temazos acaban aburriendo como las tortillas de patatas. Hablamos de clínicas, hospitales y operaciones. Hablamos de Copas, fichajes y sistemas. Hablamos de mujeres que se nos escaparon de entre los dedos y de otras a las que dejamos escapar sin razón aparente.

Intentamos caer a la banda, un poco como Kaká, a ver si ahí, de palomeros encontramos más huecos, pero la primera patada va al tobillo. Toda gran estrella tiene que acostumbrarse a las patadas al tobillo, así que sonrío y me alejo y no ando revolcándome por el suelo porque para qué. Jugar fuera de casa es lo que tiene. Las bellezas son lánguidas, pálidas y es como si estuvieran cansadas de esperar algo. O de encontrarlo. Cada movimiento parece suponer un esfuerzo increíble, una existencia al borde de la anemia.

Recuerdo una noche en sitios improbables de Moncloa, con chicas que pagaban taxis y copas y lo que fuera con tal de continuar el juego. Recuerdo cuando jugábamos sin porterías.

En la estación, los trenes siguen pasando sin parar. César Sánchez se coloca frente a nosotros. Ella también está aburrida. "Somos dos tipos muy divertidos", le digo a Fer, "el problema es que nadie nos entiende, pero nosotros somos muy graciosos". Fer se ríe, como siempre. Fer sí me entiende, claro. Fer sabe lo que es perder una final y lo que es perder una primera ronda. Fer es del Atleti. Si un tipo del Atleti y otro del Racing no pueden entenderse, ¿quién va a poder?

Anticipamos nuestros estados del Facebook. Estoy convencido de que Hache podría sacarle mucha punta a eso: dos chicos que vuelven a casa y anticipan sus estados de Facebook. No sólo es que vayan a sentarse en la silla frente al ordenador a las siete de la mañana en vez de dormir, es que casi les va la vida en ello. Estética. "Hache siempre ha sido la que más talento ha tenido de todos nosotros", dije en medio de la fiesta cuando hablábamos de un equipo fugaz y de celos imaginarios o reales.

Intrahistorias.

Sonó "Luces de neón" y yo mataba por escuchar otra vez "Paper planes". De repente, me di cuenta de que todo eso, absolutamente todo eso ya lo había contado antes en demasiados sitios. Que, por supuesto, no me iba a impedir volver a contarlo, pero que habíamos entrado en algo parecido a un bucle: a un tren dando vueltas por túneles inmensos con una señora dentro.

viernes, febrero 19, 2010

Aquellos maravillosos 90: "El día de la bestia"



No sólo Kieslowski. Al principio, Kieslowski, claro, pero porque al principio no tienes ni puta idea y te pasas las tardes en el Alphaville o el Renoir viendo películas bosnias y las noches intentando apoyar la cabeza en el hombro de la Chica Langosta mientras veis "Maridos y mujeres" en la fila tres, con la cámara moviéndose todo el rato.

La Chica Langosta y mi torpeza de aspirante a cultureta, mi tendencia ya adolescente a hablar antes de moverme.

- ¿Te importa si apoyo la cabeza...?
- No, mejor no la apoyes.

Recuerdos de un underachiever.

En fin, que por un momento, "Azul", "Blanco" y "Rojo" y lo que hiciera falta. Argentinos: Darío Grandinetti recitando a Benedetti y Federico Luppi, enfadado, como siempre. Fotogramas y Dirigido Por. Luego eso cambió. Yo diría que de repente, porque las fechas casi coinciden. Cambió y empezamos a ir al cine para divertirnos y no para presumir. Recuerdo "Pulp Fiction" en varios cines, versión original y doblada, la música del principio envolviéndote por completo mientras las letras se agrandaban en un naranja amarillento -¿o era un amarillo anaranjado?-. Tarantino. De repente, nos hicimos de Tarantino como nos habíamos hecho del Estudiantes o habíamos decidido odiar al Madrid o soñábamos con votar a Izquierda Unida. Con las vísceras.

Tarantino y sus bandas sonoras. Eran tiempos de bandas sonoras, claro. La voz inquietante del locutor de "Reservoir dogs", la promesa de Neil Diamond pasada por el balbuceo de Urge Overkil, "Girl, you´ll be a woman, soon. Soon, you´ll need a man" (y, al respecto, esto). El gamberrismo pre-power pop de "Clerks", y podríamos hablar mucho de "Clerks" y de "Mallrats" y de peinados noventeros y más camisas de leñador, claro. Blanco y negro y Cines Princesa, justo cuando abrieron los Cines Princesa.

Los primeros chistes sobre Bob el Silencioso, los únicos que realmente merecieron la pena, probablemente.

Pero todo esto nos lleva a otro lado. Nos lleva a una madrugada alcoholizada viendo "Acción mutante" en VHS y a varias tardes de primavera repasando casi plano por plano "El día de la bestia". No habíamos visto nunca una película española así. Nunca. Santiago Segura antes de convertirse en Santiago Segura. Las torres KIO convertidas en templo del demonio. Ahora nos hemos acostumbrado tanto a las torres KIO que trasladamos el debate a los cuatro monstruos de la Ciudad Deportiva, pero hay que recordar que a principios de los 90, las torres KIO no le gustaban a nadie. Eran feas y estaban torcidas y siempre nos quedó la sensación de que se habían quedado sin terminar.

"El día de la bestia", estéticamente, salvó a las Torres KIO y yo me puse a pensar en novelas donde apareciera el luminoso de Schweppes en lo alto del Hotel Capitol. Aquello era otro Madrid. Nuestro Madrid. Nuestro cine. ¡Si hasta empezamos a ver los Goya! Luego, Amenábar y Medem. O a la vez, no lo recuerdo. Diferencias mínimas, en cualquier caso. No abusemos, de momento: "Tesis" y "Tierra" tendrán que aparecer aquí, pero aparecerán más tarde.

miércoles, febrero 17, 2010

Reencuentro con Julián López


Hace cuatro años, más o menos, hice un reportaje sobre "La Hora Chanante". Por supuesto, yo entonces no sabía que el programa se iba a acabar y que TVE iba a comprar los derechos. Era un joven periodista fascinado por Joaquín Reyes y los suyos y quería estar ahí. Ya saben mi obsesión por "estar ahí". Compartimos un sketch de Nacho Vigalondo, una grabación de "Smonka", una entrevista en un Alcampo, una mezcla de sonido del Doctor Arce, un día entero en una fundición de Alcobendas y finalmente una fiestaca chanante. Una fiesta de celebración que resultó ser de despedida.

Supongo que en estos años me habré encontrado con Julián de manera más o menos fugaz. Desde luego, en Málaga, con "Pagafantas", pero hasta esta tarde no he podido volver a charlar con él. Me gusta su perfil bajo y su naturalidad. No es todavía tan mediático como Ernesto o Joaquín y tiene un punto de sentido común, educación y cordura que no se ve mucho en este mundo del espectáculo. Cuando le conocí era un chico divertido que se reía con sus amigos pero en realidad quería seguir haciendo música, ahora es un actor hecho y derecho, próximo co-protagonista de "Que se mueran los feos".

Julián es tímido y alocado a la vez. Una especie de Vicentín. Recuerdo cuando le fastidiaba que la gente le parara por la cara para vacilarle con el personaje. No es que le fastidiara, eso es decir mucho, pero no lo llevaba bien. Ahora le paran más y debería sentirse más incómodo, pero lo lleva como puede. No es Hugo Silva. Él ha trabajado con Hugo Silva y sabe lo que significa ser Hugo Silva. No se lo recomendamos a nadie.

En fin, Julián López de promoción junto a Marian y a mí en la cafetería del Hotel de Las Artes, en la Gran Vía, un sitio fashion lleno de Macs y sonidos envolventes. Un verdadero placer volver a encontrarme con él, reírnos juntos y charlar un buen rato. Sabes que estás ante un tío honesto y lo valoras. También sabes que es probable que en cuatro años no le vuelvas a ver, pero que en el fondo da igual, nos seguiremos acordando el uno del otro.

martes, febrero 16, 2010

No sólo el Madrid pierde en Lyon


Algo falla cuando un equipo se gasta 300 millones de euros y pierde contra el cuarto de la liga francesa. No sólo pierde sino que es claramente superado durante 70 minutos y solo tiene un último ataque desesperado en los veinte finales. No hay que hacer un drama de un 1-0 pero sí de la incapacidad del Madrid para jugar a algo y crear peligro frente a un rival claramente inferior.

Supongo que los medios acribillarán a Pellegrini. Los medios son así: primero te piden que quites a Raúl, cuando le quitas te piden que metas a Kaká, Benzemá y Cristiano Ronaldo juntos, cuando se dan cuenta de que eso no funciona te reprochan que no juegue más Higuaín y cuando Higuaín ya es titular indiscutible, resulta que sin Guti y Granero no hay equipo. Lo del chileno es una auténtica heroicidad.

Puede que Pellegrini no tuviera su mejor día en Lyon. El equipo fue terriblemente plano y no supo encontrar la manera de desbordar la defensa francesa. Sin embargo, sería injusto que los jugadores se fueran de rositas. En especial, Cristiano Ronaldo, que para eso es la estrella. Cristiano es un excelente jugador con todo lo necesario para triunfar: buen disparo, regate, velocidad, carácter, remate desde cualquier posición... le falta entender que además necesita a sus compañeros. Es lo que le diferencia de Messi.

En Lyon, Cristiano no existió. Estuvo a punto de marcar un par de goles porque es muy bueno individualmente, pero no ayudó en nada al juego de su equipo. Tampoco lo hizo Higuaín. Ni Benzemá, claro, que ni está ni se le espera. Al Madrid lo mantuvo a flote un magnífico Xabi Alonso -de los mejores partidos que le he visto nunca- con la ayuda final de Kaká, que al menos se echó el equipo a las espaldas, cayó a banda e intentó desbordar con mayor o menor éxito. Eso es justificar una inversión.

Por supuesto, Cristiano podrá justificar la suya con el tiempo, pero algunos detalles empiezan a mosquear: su tendencia a desaparecer en determinados partidos importantes. Fue clave para que el Manchester United llegara a dos finales de la Champions, pero una la ganó pese a dos fallos suyos en penalties contra Barcelona y Chelsea y en la segunda, sencillamente, volvió a desaparecer. Con Portugal, ni siquiera marcó un gol en toda la fase de clasificación para el próximo Mundial y el equipo acabó arrollando a Bosnia con su estrella lesionada. Es joven y triunfará. El gran problema al que se enfrenta ahora mismo es a su incapacidad para la autocrítica y la falta de comprensión de que esto es un juego de equipo y que no consiste en pillar un balón a cuarenta metros, conducirlo durante veinte y tirar un zurriagazo a ver si cuela.

Aunque a menudo cuele.

A veces, uno ve a Rooney y empieza a pensar si el Madrid no se llevó al jugador equivocado.

En fin, esto no pretendía ser un palo al Madrid solamente. También es un palo para la liga española, cuyo papel en Europa empieza a ser testimonial. El año pasado solo el Barcelona pasó de octavos en la Champions y absolutamente nadie pasó de los dieciseisavos -¡dieciseisavos!- de la antigua UEFA. Este año, el Atleti salvó la tercera plaza de su grupo sin ganar un solo partido y empatado a puntos con el Apoel Nicosia. Hablamos del finalista de la Copa del Rey.

En la Europa League, tanto Athletic como Villarreal y Valencia pasaron por los pelos la liguilla previa.

Que el Madrid, un equipo que se está co-paseando en la liga española con 53 puntos en 22 partidos, no sea capaz de empatar siquiera con el cuarto de la liga francesa, es un desastre y un síntoma muy grave. En los últimos cinco años sólo han existido el Barcelona y el Sevilla, con dos Champions y dos Copas de la UEFA respectivamente. Veamos si este año llegamos siquiera a eso. Este resultado da mucho que pensar.

lunes, febrero 15, 2010

Conclusiones sobre la gala de los Premios Goya 2010


Yo creo que cuando Álex de la Iglesia dijo aquello de "somos artistas pero ante todo somos trabajadores" quería decir algo parecido a "está muy bien lo que hacemos pero también es importante que los demás vayan a verlo". Desde luego, el cine español en los últimos años ha conseguido dar un decisivo paso adelante en taquillas y sobre todo en distribución. ¿Todo el cine español? No, claro. Demasiadas buenas películas se quedan sin estrenar siquiera o apenas aguantan una o dos semanas en cartel antes de la retirada y la venta a una televisión de TDT.

También es cierto que las hay muy malas que duran demasiado tiempo, para compensar.

Desde luego, el propio Álex se lo tomó en serio en su primera gala como presidente de la Academia de Cine: propuso a Buenafuente, dio con los guionistas ideales, reunió a todas las estrellas, consiguió patrocinador, TVE le evitó los anuncios... todo ello derivó en un éxito rotundo, la gala más vista de la historia, con más de cuatro millones y medio de espectadores. Menos quejas y más espectáculo. Menos lloriqueos y reivindicaciones y más mostrar lo que se ha hecho, que la gente se entere. Durante tres horas al año tienes la posibilidad de llegar a toda España en prime time y demostrar lo que has hecho. Por una vez, bien aprovechado.

Buenafuente estuvo formidable, mejor que la mejor Sardá, y eso ya es decir. La presencia de Javier Bardem y Penélope Cruz, no como estrellones, sino como dos actores más que reparten premios y aceptan bromas, ayudó, por supuesto. Almodóvar fue el broche final, con un trato más que justo: la gente le aplaudió en pie por lo que significa en la historia del cine español, pero no votó a su última película porque no les gustó. Algunos ven una contradicción en eso, pero yo no.

Por supuesto, esto no hubiera servido de nada sin una cierta expectación previa. El cine español ha conseguido crear esa expectación después de años de vacío. Sea por la influencia de la televisión o por los premios en el extranjero, la gente empieza a admirar a actores y actrices, conocer a directores, apoyar a una u otra película. Buenas películas que además se venden bien. Arte y trabajo. La gente quería saber si ganaba "Celda 211" o "Ágora" o "El secreto de sus ojos", si el Goya a director novel iba para Cobeaga, Planell o Mar Coll, si el chiquito de Pagafantas se llevaba el premio a mejor actor revelación o si se lo llevaba el de "Yo, también".

Expectación cumplida. Trabajo que ya queda hecho para el año que viene, porque la gente, como se ha demostrado, no olvida. Si les tratas mal, no vuelven. Si les tratas bien, ahí estarán esperando.

En cuanto a los premios en sí, diremos que bastante previsibles. Los importantes para "Celda 211" y los que tienen que ver con arte, vestuario, efectos especiales, etc. para la superproducción "Agora". Me chirriaron algunas cosas: por ejemplo, el Goya a Marta Etura. No es que Marta Etura no sea una actriz maravillosa, que lo es y lo ha demostrado mil veces, pero no en "Celda 211". No es culpa suya, de hecho si algo se le puede reprochar a la película -junto a "Tres días con la familia", la mejor del año- es el desaprovechamiento que se hace de esa actriz.

Tampoco me cuadró el premio a Alberto Ammann. No me gustó demasiado en la película y tampoco en la entrega. Hay algo que me desconcierta en su modo de hablar: ese empeño en tapar el acento argentino, de manera que a veces lo consigue y a veces no. No pasa nada por hablar con acento argentino, también puede haber funcionarios de prisiones argentinos. Su actuación merecía una nominación probablemente pero el Goya quizá debería haber ido para Gorka Otxoa o el propio Pablo Pineda, ya galardonado en San Sebastián.

El resto, ya digo, en orden. Yo le hubiera dado un Goya a David Pinillos, otro a Óscar de Julián y un tercero a Esteban Crespo, para eso son amigos. "Dime que yo" es un buen corto pero no es ni de lejos el mejor del año en España. Sobre "Flores de Ruanda" no puedo decir nada malo: el tema no me interesa demasiado, pero su director es un tipo sensacional que felicitó además en el escenario a Román y a Debla. A estos Román y Debla. Qué recuerdos.

sábado, febrero 13, 2010

Periodistas Fútbol Club


Pocos programas me han hecho despertarme de la siesta durante dos semanas seguidas y tragarme un anuncio tan intragable como el del politono del "bebetón sin afición". Es curioso que apenas tres días después de quedar con Dani Mateo en pasarme a verles al estudio resulte que La Sexta decida suprimir "Periodistas F.C." de manera fulminante, se supone que por razones de poca audiencia.

Son tiempos de prisas, claro está. Tiempos de fusiones y competición publicitaria. Ahora bien, la franja de las 17,30-18,00 tampoco es que te vaya a sacar de pobre, ahí tenías al bebetón y al fin y al cabo solo han sido tres semanas de emisión. Vale que la media no llegaba ni al 4% pero era un buen programa, se ceñía a la línea de humor ingenioso y chicas guapas de la cadena y tenía posibilidades de futuro.

Yo soy un tipo de lo más normal y con unos gustos muy básicos, tiendo a pensar que lo que me gusta a mí necesariamente le acabará gustando a un número aceptable de personas. No digo a todo el mundo, claro, pero sí a un número aceptable.

La combinación Dani Mateo-Ricardo Castella-Paula Prendes funcionaba muy bien y el periodismo deportivo es tan patético que daba para un programa y para más. No sé qué es lo que de repente se ha hecho insostenible. Sé que Dani seguirá en SLQH y que Paula Prendes se irá también al programa-buque de La Sexta. Sin duda ha sido la gran revelación de la temporada, sobre todo teniendo en cuenta lo sosísima que les ha salido Cristina Pedroche. No sé qué pasará con Ricardo Castella pero espero que le consigan reubicar pronto en algún sitio a la altura de su talento.

Es una pena que este chico no acabe de cuajar en televisión con lo bueno que es.

En fin, yo creo que en todo ese universo de "Punto pelota", "El marcador", "Carrusel deportivo", etc. había un auténtico filón, y como seguidor asiduo de ese filón insisto en que "Periodistas Fútbol Club" lo hizo bastante bien. Con fallos, claro, pero es que estaban empezando.

Otra cosa que se queda a medias, esto empieza a convertirse en una triste tradición.

viernes, febrero 12, 2010

Aquellos maravillosos 90: "Informer"


Y luego pasaron unos años muy raros, bastante indefinibles. Años de películas de Hollywood. "Singles". El empeño de la industria en llegar tarde siempre. 1993, 1994, 1995... los años posteriores al "Nevermind". Cualquier grupo cuyo cantante tuviera pinta de vagabundo en la estación de autobuses de Portland o Seattle tenía su opción. En Cuenca pasábamos todo el rato el vídeo de 4 Non Blondes, cuando iba a casa de A. murmuraba "Two princes", de Spin Doctors.

Todo era muy de palo. Terriblemente de palo, fingido, hueco. Vídeos con pantalones rotos y sonrisas. Si te vas a poner una camisa a cuadros por lo menos hazme el favor de no sonreir. Un producto para adolescentes pijos.

Lo que pasa es que yo era un adolescente pijo y lo compraba todo. Compraba Soundgarden y Manic Street Preachers pero también mediaba entre Gallagher y Albarn e incluso coqueteaba con el rap, con la idea del rap que había en España: Will Smith, Vanilla Ice, MC Hammer y Snow. Madre mía, vaya cuarteto de madres. ¡Y qué trajes! Pantalones holgados, camisas holgadas, colgantes y pendientes, la sensación de que el armario se les ha caído encima y les ha dejado así.

Si no recuerdo mal, 1993 fue el año de "Informer" igual que 1990 había sido el año de "U Can´t touch this" y "Ice, ice baby". One-hit wonders. Puede que esas canciones se limitaran a llevar a cabo una especie de transición. No íbamos a pasar directamente a 2Pac Shakur o Notorious B.I.G., quiero decir, antes del original necesitábamos algo así como una copia endulcorada. Un "qué pasa, Jazzz" echando las manos y las cabezas para atrás. Raperos gafotas.

"Informer" hablaba de un chico blanco al que le meten en la cárcel porque un chivato le ha denunciado. El chico blanco intenta hacer de chico negro y habla de la injusticia, de que él nunca estuvo ahí y de que en realidad le han detenido por ser rapero. Bad boy, bad boy, what you gonna do? En un momento dado, dice "la gente cree que vengo de Jamaica". Venga, hombre, mírate la cara, la que está en la portada del disco: NADIE puede creer que vienes de Jamaica. Y si no vienes de Jamaica, ¿qué? Tú mantienes tu acento medio-reggae incomprensible y yo, madrileño, sigo bailándolo en las fiestas de San Mateo.

Después de "Saturday night". Antes de "Macarena".

Siempre podremos decir que no tuvimos la culpa, aunque en realidad tampoco hicimos nada por evitarlo. Salvo los pantalones, siempre nos negamos a ponernos esos pantalones.

jueves, febrero 11, 2010

El informe Pimpollo



A mí me gustaría decir que "El informe Pimpollo" es uno de los secretos mejor guardados del espectáculo madrileño. Me gustaría decirlo por hacerme el guay, simplemente. El caso es que de secreto no tiene nada: ayer, en el Barbú, la gente se amontonaba de pie para oír a Manuel Burque y Eva Redondo entre copas y música ambiente. No sé cuánta gente podría haber pero la cosa estaría cercana a los 75-100.

En el café Barbú. Si han estado pueden hacerse a la idea.

"El informe Pimpollo" es un nuevo ejemplo de lo mucho que se puede hacer con muy poco. Con casi nada. Eva y Burque y un chico cambiando canciones entre sketch y sketch.

Ah, y una mesa.

En realidad, todo se reduce a eso: el chico y la chica van alternando papeles y situaciones desconcertantes: entrevistas de trabajo, castings, flirteos, citas a ciegas, reencuentros, atracos... cada dos minutos, cambian de piel sin cambiar de escenario y tienen que volver a mezclar improvisación con guión en una circunstancia completamente distinta y con el público apenas a un metro.

Lo hacen de maravilla. Algunos gags son mejores que otros, por supuesto, solo faltaría que todos los sketches fueran fantásticos...eso ni los Monty Python -una referencia inevitable aunque también recurrente- pero los dos están impecables todo el rato. Probablemente, sin ellos, sin su comunicación, su química, su capacidad para la comedia sin caer en lo fácil, en lo estrambótico, en lo exagerado, sus guiones serían peores. Había momentos que uno creía estar ante alguno de los mejores números de Tip y Coll, pioneros del humor absurdo en nuestro país.

Creo sinceramente que como obra de teatro funciona mucho mejor que como serie de televisión, por eso les ahorro los vídeos de YouTube y sus prescindibles risas enlatadas.

En fin, ya conocen mi debilidad por Burque, un tipo que a veces me recuerda a Ricardo Castella y a veces al mismísimo Raúl Arévalo. Añadan ahora mi debilidad por Eva Redondo y eso ya me convertirá en un hombre realmente débil. Algo parecido a un hombre. Un hombre que se ríe y que se pregunta hasta dónde van a llegar estos dos sin ánimo de regalarle los oídos a nadie, sólo porque se lo pregunta de verdad y no encuentra respuesta.

miércoles, febrero 10, 2010

Cortos con Eñe


El entusiasmo de José Luis Mora es enternecedor. Desde el principio, cuando colgaba mensajes en el Facebook con entrevistas a actrices y reseñas de cortometrajes, hasta ahora, que la Escalera de Jacob se llena cada martes para sus pases estilo Cortogenia pero en versión DVD. Lo que está claro es que "Cortos con eñe" llena un hueco muy necesario: la gente quiere ver cortos. No digo toda la humanidad pero sí suficientes como para pagar 3 euros y medio e irse a Lavapiés a las ocho de la tarde de un martes de invierno.

Y lo mejor de todo es que no era tan difícil: bastaba con ponerse en contacto con directores y productores, pedir copias y proyectarlas en una pantalla. Por supuesto, la calidad no es la misma que la del Capitol, pero ayuda a saber qué se está haciendo por ahí.

Este martes, con la gratísima compañía de Teresa Soria Ruano -a la que conocí, como no, por un cortometraje- pude volver a ver "Los planetas", de José Carlos Ruiz; "55", de Darío Paso; y "Quid pro quo" de los inefables Manuel Burque y Fran Araújo, dos clásicos de este blog. Aparte, proyectaron el primer proyecto de Leticia Dolera, protagonizado por Manuela Vellés -"Lo siento, te quiero"- y "Hermanas", de los hermanos Prada, con sensaciones, lógicamente, encontradas.

No me gusta todo lo que veo pero me gusta casi todo lo que se hace con entusiasmo -excepto, quizás, quemar vagabundos, eso no me gusta nada- así que no voy a ponerme aquí de criticón. Si tengo que criticar a alguien que sea a Stephen Frears, al resto dejémosles crecer.

En fin, que José Luis Mora no sólo ha conseguido proyecciones y llenos sino que también ha conseguido algo parecido a un "ambiente". Los cortos tienen representación -la mayoría- y después hay grupillos y tertulias y todos sabemos que nada le gusta a un español más que una tertulia. Ahora solo queda que consiga por fin rodar su propio corto y presentarlo en su propio festival. Sería la guinda al pastel.

lunes, febrero 08, 2010

Álvaro Vázquez en Barcelona, 8


Álvaro Vázquez tiene un punto irreal, de personaje de una novela. Mi novela, por ejemplo. Hay en él un toque marcadamente estético, una especie de pose canalla que recuerda al primer Sabina, al de "Malas compañías", "Juez y parte", etc. Lo sabe y le gusta. Lo alimenta. Eso no es todo: además, lo hace bien.

La pena con Vázquez es que no se prodigue más, que dé conciertos tan de vez en cuando: hablamos de un tío que pasa por completo de las servidumbres del circuito, que tiene claro que va a su bola y que disfruta con lo que hace sin necesidad de dar una lección a muchas de las mediocridades que hay por ahí sueltas. Un tipo que hace música por que le gusta y punto, sin mayores pretensiones.

Pasa de Sabina a Chaouen y de Chaouen a Lichis con una facilidad asombrosa. Tiene voz para eso y para más. Sus canciones, la mayoría al menos, no son aburridas ni simples. Gasta mala hostia y luego se pone tierno. Juega. Todo el rato. Con la seguridad del que no parece importarle si pierde o no. Con Vázquez, las cosas claras y el chocolate espeso. Su concierto de ayer en Barcelona, 8 fue menos exitoso en cuanto a público de lo que él pensaba y mucho más de lo que pensábamos los demás: domingo, relativo frío, diez de la noche...

Pero Vázquez, ya digo, hace sus cuentas en su mundo y luego ya se va adaptando.

A pesar de que el concierto se podría considerar una especie de oportunidad, no sé bien de qué, por aquello de que era en un sitio conocido y que toca más bien poco, a Álvaro no le importó sacar a sus amigos para que se lucieran: Pablo Ager tocó su última canción -"siempre digo que es la última y luego voy y hago otra, que se jodan", dijo Pablo y fue el mejor chiste de la noche- y yo desafiné "Carne de canción" de La Cabra Mecánica.

Seguro que a Lucía le pareció un auténtico desastre, pero esta vez sonrió y dijo lo contrario. Sonreír y decir lo contrario de lo que uno piensa es algo tremendamente minusvalorado y que habría que hacer más a menudo. La honestidad mata.

En lo que a mí respecta, ya saben, haciendo historia: puedo decir que he cantado en Galileo, en El Trece, en Barcelona 8, en el Astrolabi y en un sitio llamado La Leyenda. Eso sin saber tocar la guitarra ni haber compuesto una canción en mi vida. Un ejemplo de autosuperación. O vayan a saber de qué. Justo antes de todo ese "por no despertar solo otra mañana" monté un corto maravilloso -cada día más maravilloso- y me uní a un grupo musical llamado Mandanga. Con percusionistas, rastas y perroflautas.

Ah, y con Pablito, claro. Todo con la esperanza de que algún día una chica pueda decir "Tía, me he tirado al de Mandanga", que queda mucho mejor que decir "Tía, me he tirado a Guille Ortiz". Al menos, a mí me suena mejor, pero ya saben cómo funciona mi autoestima... Con autoestima no haría falta historia.

Con autoestima igual yo era Álvaro Vázquez y él escribiría sobre mí

Entrevista a Emite Poqito



Segunda entrega de las colaboraciones en Freek! de este mes. Con ustedes, Emite Poqito:

JOL OF FEIM > Emite Poqito
Fecha: 4 de Febrero de 2010 / Autor: Guillermo Ortiz

No es la típica chica mona con guitarra y voz aterciopelada cantando en inglés. Emite Poqito, o Julia Molano, como prefiráis, va del pop al jazz y del piano al bajo pasando a la vez por Beck o PJ Harvey.

¿Emite Poqito o Emite Poquito?

Emite Poqito, mucho más japonés. Hay que salvaguardar las raíces.

¿A qué se debe esa extravagancia?

Poquito era demasiado explícito, y Pokito, como solían escribírmelo, poco elegante. Poqito me gusta más, aunque los correctores tipográficos que hacen las cartelerías y las programaciones no me lo perdonen nunca.

¿Es otra chica folk o podemos respirar tranquilos?

El folk ha ampliado mucho sus límites, así que podríamos decir que sí y aun así seguir respirando. De todos modos creo que Emite Poqito está dentro de un pop de amplio espectro, como los antibióticos, y en cualquier caso me encanta esta sobreabundancia de chicas folk de los últimos tiempos.

"Lo difícil no es llegar sino mantenerse", dicen. O sea que llegar es fácil...

¡Ja ja! Pues que me digan cómo. Yo debo ser muy torpe, porque la meta se aleja siempre un poco más. ¿Llegar adónde? Supongo que lo que todos buscamos es que se llenen los conciertos de gente a la que le gusta escucharte. Casi nada.

Tengo una discográfica modesta pero competente, convénzame de que tengo que editar su disco.

El disco está hecho, a mí me encantan los escenarios, y creo que hay un público de lo más heterogéneo que lo está esperando: de los sabineros a los de Radio3.

Estudió Filosofía y trabaja en una editorial, ¿cómo es posible que no se le llenen los conciertos de gafapastas?

Como todo el mundo sabe, muchos gafapastas se disfrazan por las noches y se quitan las gafas. Yo misma soy una de ellos. Pero sinceramente creo que a los auténticos gafapastas no les gusta EP. Mi sonido es poco indie (sea lo que sea eso), aunque logísticamente, como suele decir Alber, mi guitarrista, somos más indies que el viento, ¡ja ja!

Como los niños, ¿a quién quiere más: a Mamut o a Emite Poqito?

Querer querer, a Emite Poqito, que es donde me vuelco y puedo decidirlo todo. Pero por eso mismo con Mamut puedo despreocuparme más y dedicarme sólo a cantar y bailar, que me divierte mucho.

"No me quiero enamorar del mal", dice. ¿Esa canción la entendemos los hombres?

¡Ja ja! Pero bueno... Conozco a muchos que se enganchan siempre de la que no quiere saber nada de ellos...¡¡el mismísimo mal!! Pero en sentido amplio, creo que cualquiera que se enamora lo hace del mal, porque desde ese momento está expuesto y es más vulnerable.

Regáleme una fórmula secreta para acabar esta entrevista.

Si la tuviera no la regalaría, la vendería carísima.

domingo, febrero 07, 2010

Entrevista a We Are Standard


Por un momento, pensé que la crisis había arramplado también con la revista "Freek!". Hubiera sido un absoluto desastre. Puestos a trabajar gratis, mejor trabajar donde uno se sabe querido. Todo se ha limitado a un descanso navideño y ya están dando guerra otra vez. Cuelgo aquí la entrevista que hice al grupo vasco We Are Standard. Mañana, colgaré la de Emite Poqito. Mientras no tenga ideas propias es la mejor manera de ir pasando los días.

WE ARE STANDARD > SE ACABARON LAS CHORRADAS Fecha: 4 de Febrero de 2010 / Autor: Guillermo Ortiz

Tras consagrarse internacionalmente con su segundo disco, grabado en Londres y publicado por Mushroom Pillow, y pasarse el verano de festivales, los chicos de Getxo hacen resumen de su trayectoria mientras preparan su mini-gira invernal.

En la Wikipedia, biblia de todo entrevistador moderno, se os define como "grupo de punk-funk/dance-rock", ¿se puede ser todo eso a la vez?

¿Por qué no? Nos gusta todo lo fino, de todas las épocas y todos los estilos. No estamos cerrados a nada realmente, sólo buscamos el buen rollo.
¿Qué importancia tiene el FIB Heineken en vuestra carrera?

Pues la verdad es que ha sido importante por varios motivos. Primero veíamos a nuestros grupos favoritos tocar, luego ganamos el concurso del Proyecto Demo y tocamos allí nuestro 5º concierto, lo cual ya nos dio bastante prensa y algunos fans... Y por último, hemos tocado este verano en el escenario grande a las 2:30 A.M. con todo el mundo patas arriba. Este último bolo nos ha dado muy buenas críticas de prensa y de público. Nos ha ayudado a seguir creciendo.

"Somos We Are Standard y se acabaron las chorradas", ¿siempre os presentáis así o sólo cuando tocáis después de Oasis?

Sólo después de Oasis y grupos coñazo del estilo.

Un amigo mío dice que vais de sobrados, yo digo que es que sois muy buenos, ¿vosotros qué decís?

Que a tu amigo le falta un poco de humor... Todas esas coñas y provocaciones son para meter a la gente en el concierto, no nos gusta dejar a la gente indiferente. No podemos gustar a todos, así que mejor despejar esas dudas desde el principio.

¿Cuánto hay de The Happy Mondays y otros grupos británicos de los 80 en vuestra música?

Hay mucho de los Mondays, pero también de The Clash, Primal Scream o Joy Division. Hay muchos grupos y como te he dicho, nos gusta todo lo fino. La comparación que más gracia nos hizo fue una chica que decía que éramos los Clash pijos... Mola. (Risas).

Si la música no sirve para bailar, ¿para qué sirve?

Para todo lo demás. Para vivir.

Contadnos algo de la escena dance del País Vasco, para los que no sepan que hay algo más que Fito Cabrales y Álex Ubago.

No creemos que exista una escena dance. Están Delorean que lo hacen de puta madre y son buenos amigos, pero además de eso y Olimpic, poco más hay. No tenemos mucho contacto con otros grupos de por aquí, somos un poco autistas, no necesitamos de una escena.

¿Cuál es el concierto más impresionante que habéis dado?

Hay muchos, pero el último que hemos hecho en el FIB Heineken fue mundial. Había como 30.000 personas y bailaron y botaron desde el primer acorde hasta el último. Ha sido un concierto muy importante para el grupo.

¿Qué opináis de otros fenómenos que salen de pequeñas compañías como Vetusta Morla, Lori Meyers o las omnipresentes chicas folk?

Que están muy bien. Todo lo que sea presentar una propuesta y defenderla dignamente nos parece perfecto. Y lo de Vetusta, pues lo que te da es confianza para seguir sabiendo que se puede hacer, que puedes llegar hasta lo más alto saliendo de un sello pequeño haciendo las cosas bien.
Típica pregunta para acabar cualquier cuestionario: ¿Londres o Getxo?

¡Getxo! Londres está muy bien para muchas cosas, pero es una ciudad dura y cara. Está bien para pasar una temporada, pero en Getxo y Bilbao vivimos como Dios.

viernes, febrero 05, 2010

De amor y política

Hache dijo algo parecido a "cuando uno pierde la militancia política, pierde su capacidad de enamorarse" y yo desde entonces no he dejado de darle vueltas a la frase, aun habiendo constatado mi incapacidad de enamorarme tanto antes como después de la pérdida de militancia perdida o, aún peor, dejando de lado el hecho de que mi concepto adolescente del amor estaba vinculado sin más al idealismo y al sufrimiento. A no conseguir nunca lo que buscaba. A no mirar, por si acaso. A vivir en un mundo maravilloso y fantástico que dolía cada vez que se chocaba con la realidad.

Sí, quizás eso tenga algo de militancia política. La capacidad de comprometerse con una idea irreal y luchar contra todas las injusticias es la condición de posibilidad de comprometerte con alguien irreal y luchar contra la tremenda injusticia de que esa persona no te quiera o simplemente no sea como nosotros nos hemos empeñado en que sea. Matilde Urbach.

Uno tiene la esperanza de que con los años la cosa cambie y, efectivamente, deje de enamorarse de manera agónica, es decir, concebida como una forma de hacer daño gratuito a un montón de gente y especialmente a uno mismo, y pase a querer, que sin duda es otra cosa pero no tiene por qué ser peor, porque, de entrada, para querer a alguien hay que mirar y ver a ese alguien, oírle y escucharle, y aceptar la gravedad con todo su peso. Hay gente que a eso le llama conformarse y prefieren gritar que otro amor es posible, pero sin duda hay en eso un prurito pancartero y estético, es decir, político.

De repente, uno pasa de preguntarse si realmente estaba enamorado de sus parejas a preocuparse de si ellas se sentían queridas. Una especie de giro copernicano. Nos hacemos mayores y conservadores pero eso no tiene por qué ser malo, insisto. Supongo que tarde o temprano se pasará esa necesidad de marcar la vida de alguien, de que te recuerde como su gran amor perdido, de que no te olvide nunca, de que cuente su pasado empezando por ti. De que sufra por ti, en una palabra.

Supongo que a partir de la pérdida de compromiso político o aquello que tendemos a llamar madurez, el sufrimiento empieza a ser una responsabilidad demasiado grande y simplemente tendemos a prescindir de él.

Desde luego no a glorificarlo.

Lo supongo, es decir, en realidad no tengo ni puta idea.

jueves, febrero 04, 2010

Aquellos maravillosos 90: Smells like teen spirit



Se subía a la cabeza, como la cerveza de Palito Ortega. Era inevitable. No sólo la tristeza sino la ironía. Es muy fácil quedarse con los posters de Kurt Cobain y con su cara de ángel derrotado y su innegable tendencia al victimismo, pero había algo irónico y juguetón en las chicas moviendo sus pompones en aquel gimnasio de instituto de Aberdeen, Seattle, Washington. Las reinas de la promoción. Todo adolescente en cualquier país quiere ser el rey o la reina de su promoción. Incluso Carrie, ¿por qué no yo?

Yo canturreaba “Here we are now, entertain us” en el patio mientras todos los pijos madrileños sacábamos nuestras camisas de leñador canadiense, rasgábamos los vaqueros y nos dejábamos barba -¡barba!- de tres días. “Aquí estamos”, les decía. “Aquí estamos”. De repente, el adolescente se da cuenta de que el mundo le pertenece, sin límites, sin matices. Noches de borrachera y llanto. De gloria y rabia.

El chico no llama. La chica se ha ido con el malote del barrio.

La adolescencia es un eterno “nosotros” frente a “ellos” y ese “nosotros” podía ser cualquier cosa. A mí me gustaría haber compartido toda esa mística de rabia e inconformismo y “oh, dios mío, no hay empatía, lo mejor que puedo hacer es buscar una buena escopeta”. A mí me hubiera encantado, en serio, me hubiera sentido completo y comprometido, pero sencillamente no fue posible. Mis sufrimientos eran sufrimientos de la calle Serrano. Mi adolescencia era la de un chico triste que gritaba entre pinos “My girl, my girl, don´t lie to me”. En mi vida no había coches pero sobraban chicas.

Y en medio de todo eso, Nirvana. O Soundgarden. O Sonic Youth. Nosotros, en definitiva. Todo el mundo sabe que en la vida, durante muchos años, uno no elige sino que le eligen. Lo sabe desde el primer día que baja al parque y dos capitanes deciden los equipos y le dejan para el final. A mí me hubiera gustado ser un perdedor social y revolucionario, pero solo pude ser un perdedor estético. La peor clase de perdedor.

“Smells like teen spirit” era nuestro himno porque no entendíamos nada pero ese tipo de la mirada desencajada se parecía a nosotros. Ese tipo se reía de las animadoras pero quería animadoras, podíamos verlo en su sonrisa. Ese tipo era una excusa perfecta para perderse en algo parecido a una marea. Para pertenecer. Aquí estamos, entretenednos. A mí, en la adolescencia, todo el mundo me dejó bien claro que el mundo estaba podrido y que no quedaban esperanzas. Desde Ray Loriga hasta Thom Yorke. ¡A ver si es que Kurt Cobain va a tener la culpa de todo, ahora!
A mí lo del “mundo podrido” me daba igual, podía soportar el olor. Lo de las esperanzas sí que me fastidió bastante. A nuestra generación se nos puede exigir muchas cosas, pero ser feliz no es una de ellas.

Encima ser feliz, sólo faltaría eso. Haberlo dicho antes.

miércoles, febrero 03, 2010

Nostalgia de Factual



Yo era crítico con Factual. Tengo una exagerada tendencia a la crítica en general y al proyecto de Arcadi Espada le exigía la perfección absoluta. Si titulaban "Al menos veinte ayuntamientos del PSOE apoyarán el referéndum sobre la independencia de Cataluña" yo me revolvía contra el titular y ese "al menos" que me recordaba a "Todo a cien y más". Imprecisión. Las imprecisiones de Factual fueron muchas, en el fondo y en la forma. De entrada, a mí no me ha pagado nadie todavía. Muchas veces, mi nombre o mi columna salían mal editadas o no salían directamente.

Pero ahora que no está Factual, vaya si lo echo de menos. Algunos periódicos digitales son como las lavadoras o las uretras, que no los aprecias de verdad hasta que te fallan. Factual era un proyecto precioso, de una calidad impresionante: sus blogs casi disparatados, su línea editorial esquizofrénica, su regusto en las formas, su capacidad para hablar de resfriados, villancicos y tabletas de Apple como si nada. El cuidado en cada una de las palabras. La simple imagen en la pantalla del ordenador dejando claro que eso era algo distinto.

Puede que en Factual no estuviéramos los mejores periodistas del mundo, pero lo intentábamos. El intento por superarse en cada crónica, aunque fuera la previsión del tiempo, era enternecedora. Nos obligaban a ser los mejores. Sin más indicaciones, es cierto, pero la exigencia estaba ahí. No nos obligaban a mentir ni a manipular ni a tener visitas ni a resultar graciosos ni a generar polémicas. Factual obviaba su contexto digital y pedía excelencia.

¿Qué queda de eso? Un periódico más. Sin ninguna pinta de que vaya a ir a ningún lado bueno. Un periódico que empieza por el "yo". Es curioso, porque Arcadi nunca utilizó la frase "mi periódico" para hablar de su periódico, un periódico marcadamente de autor, pero al nuevo director la frase no se le cae de la boca. Quizás el nuevo director haga un excelente trabajo, de momento ni siquiera se ha presentado a sus lectores.

Si es que quedan lectores.

Solo les ha devuelto el dinero. Como si todo se pudiera medir de esa manera: moviendo el dinero de un lado a otro.

No, señores; no era esto, no era esto.

De parranda en Haiti


Definitivamente, hemos visto demasiadas películas de Vietnam. Nos gustan los francotiradores torturados por su pasado. La tragedia en su esplendor. Napalm y sudor frío por las noches y gritos de terror en una apacible urbanización de Kansas.

Nuestro desprecio por la tragedia real es insultante. Nuestro desprecio por la realidad, en general, no deja de preocuparme.

Vivimos demasiado bien.

Hace poco aparecieron en Facebook varias fotos como la que pueden ver arriba: son médicos cooperantes que están destinados en Haiti y que se están tomando una copa. Falta contexto, claro, y para eso tenemos los periódicos y la mala conciencia: "Ellos de parranda mientras los demás se mueren". No, claro, de parranda solo podemos estar usted y yo aquí en Madrid cuando no estamos zapeando entre bebé en ruinas y anciana mutilada, pero ellos no. Ellos tienen que ir a Haiti, salvar cientos de vida, ver el desastre, sentirlo, ser conscientes de su propia impotencia, convivir con el dolor y por las noches, dormir y no roncar.

¡No se van de copas, los muy frescos! Si supiéramos algo de tragedias de verdad, intuiríamos en qué situaciones una copa está más justificada que nunca, hasta el punto de que sin esa copa, sin esa relajación, sin ese atisbo de la comodidad perdida en sacrificio de los otros, la única solución sería subirse al monte con un cinturón de balas sobre el hombro y amenazar a esos malditos charlies.

Y fuera de la prensa, los gobiernos investigan.

Gobiernos y prensa, digo, como si fueran cosas distintas.