sábado, diciembre 12, 2009

Nostalgias y despedidas


Desde que vivo en Tribunal, detesto salir. No sólo eso, detesto que la gente salga. Soy el Mr. Scrooge de Malasaña y convierto mi vuelta a casa en un continuo refunfuño y una recogida de cadáveres: niñas en tirantes y chicos vomitando en los bancos. Regueros de pis junto a mi portal.

Por el camino pienso que una cosa es lo que aquel psicólogo dijera y otra cosa es lo que yo recuerde que él dijo, pero no nos queda más remedio que quedarnos con mi versión y era algo parecido a "No se puede combatir un pensamiento negativo con uno positivo porque menos por más siempre es menos". Y a mí siempre me ha parecido una frase muy inteligente pero nunca he sabido muy bien qué quería decir.

No lo recuerdo, simplemente. Probablemente, él lo explicara.

Aventuremos hipótesis: si nos da por ponernos depres, tristes, pesados y encima intentamos arreglarlo lo normal es que nos sintamos más depres, tristes y pesados. Aparte de la ansiedad y la angustia de ser consciente de todo ello. Así que los pensamientos negativos se llevan hasta el final y cuando ya te dices a ti mismo: "¿Has acabado?" llega el pensamiento positivo, no exactamente como una respuesta sino como otra cosa nueva.

No sé si me entienden.

Supongo que el caso no es cambiar lo malo sino crear lo bueno.

Quizás no debería haber despedido a aquel psicólogo, pero lo hice. Daba unos consejos demasiado buenos. Tan buenos que me resultaban inaceptables. Uno tiene que saber cuándo trata con un paciente tauro, es parte de su trabajo.

Era Olavide cuatro años más tarde, qué curioso. Todo, cuatro años más tarde. Pronto empezaré un blog en Factual sobre la melancolía. Si me preguntan qué quiero hacer en mi vida diré "ser escritor"; si me obligan a reconocer qué quiero hacer en mi vida diré "ser un mujeriego"; si tuviera que decir qué es lo que mejor hago, no me quedaría más remedio que reconocer: "Ser un nostálgico". Un excelente nostálgico.