viernes, octubre 30, 2009

La inmensa torpeza del PP



A mí no me gusta caer en tópicos. No me gusta empezar con los rollos "los partidos de izquierda son así y los de derecha...". Yo creo en gente, con nombres y apellidos y momentos históricos y por supuesto que este PSOE me parece el menos válido de la historia democrática para gobernar, pero lo del PP roza lo cómico directamente. Ayer estaba viendo un documental de la HBO sobre las primarias entre Obama y Clinton y se da uno cuenta de que el nivel político, nos pongamos como nos pongamos y por muy anti-americanos que queramos ser no es el mismo, precisamente.

Ahora mismo, el PP está metido en dos follones considerables: la operación "Gurtel", que directamente tiene consecuencias penales y el reparto de poder en Cajamadrid, que está teniendo unas consecuencias políticas internas devastadoras. Aparte del análisis que se pueda hacer de ambas cuestiones, lo primero que llama la atención es la tenacidad con la que el propio PP se empeña en mantenerlas en candelero. Si en Valencia hay una trama de corrupción, pues tirémonos todos los trastos a la cabeza con un continuo: "Yo no he sido y si he sido, tú más", de manera que cada día los periódicos tengan una noticia que dar al respecto y la imagen del partido se vea aún más dañada.

Si en Madrid hay una evidente guerra interna, ¿por qué mantenerla oculta? No, hombre, que todos se enteren. De acuerdo que Manuel Cobo metió la pata acusando a Aguirre de utilizar métodos nazis, lo cual, sin duda, coincidiremos, es un exceso, pero, ¿cuál es la reacción inmediata? Manifiestos de alcaldes, declaraciones en prensa, presiones para forzar el cese del tal Cobo... Es decir, darle vueltas y vueltas a la madeja hasta el punto que el propio Comité de Garantías del partido tuvo que reconocer que las presiones eran "inadmisibles".

Permítanme que no sea objetivo aquí y que me dé el gusto de hablar sin saber, pero no me fío de Esperanza Aguirre. Es obvio que en Cajamadrid había un reparto de poder y es obvio que Aguirre no entiende el término "reparto". Ha ido arrinconando a todos sus oponentes políticos dentro de su partido y de su Comunidad y si se le escapó Génova fue por los pelos, pero desde luego Cajamadrid no se le iba a escapar. Lo que pasa es que como su afán de poder es tan torpe como el del resto de miembros de su partido, no se le ocurrió otra cosa que proponer a Ignacio González, su mano derecha. Así, con un par.

Por supuesto, el Ayuntamiento reaccionó. Sobrerreaccionó, de hecho. Y los lumbreras de la Comunidad, para evitar que nadie les acuse de ansiosos y prepotentes, pues reaccionan con ansia y prepotencia y obligan a todos los alcaldes aguirristas de Madrid -todos los alcaldes, en definitiva, porque el PP en Madrid, salvo la capital, es Aguirre- a firmar manifiestos y salir a los periódicos.

¿Cuál hubiera sido la reacción del PSOE en todo esto? Veamos: imaginen que se descubre la financiación ilegal de su partido o algo más simple, más local, subvenciones extrañas y tratos de favor sospechosos en Andalucía. Bueno, o se dice "que hable la Justicia" y cuando habla se dice que se equivocó, o si la cosa es muy evidente, se echa a dos o tres y a hablar de otra cosa. Imaginen ahora que un importante líder socialista -Rodríguez Ibarra, por ejemplo- pone a caer de un burro a otro importante líder socialista -no sé, Pasqual Maragall, se me ocurre-. ¿Qué pasa? Se apela a las distintas sensibilidades del PSOE, a cómo eso enriquece el debate y en la primera oportunidad ambos se dan un abrazo ante las cámaras.

Cada uno tendrá su opinión sobre qué partido es mejor y qué partido es peor, pero creo que todos tenemos bastante claro quién es el más torpe, con diferencia.