jueves, octubre 29, 2009

La Cabra Mecánica se despide en Madrid


A veces, uno tenía esa sensación horrorosa de estar viviendo el último acto de algo. De algo hermoso, quiero decir. Ese punto de "vale, ¿y si es verdad que no vuelve a tocar como La Cabra Mecánica y por lo tanto no volvemos a oír todas estas canciones?" Supongo que Lichis no tiene un planteamiento tan excluyente, de manera que Miguelito podrá seguir cantando "Hotel Lichis" o "La canción de las plantas" y todos tan contentos.

En cualquier caso, lo que se avecina es algo nuevo y eso nos deja al borde del abismo.

Primero de los tres conciertos en Galileo. Despedida de Madrid por todo lo alto. Ayer, prensa e invitados, con lo bueno y lo malo. Lo bueno: concierto gratis. Lo malo: demasiada gente poco atenta, excepto los que estábamos ahí delante dándolo todo. Cuando los conciertos se convierten en eventos sociales lo mejor es salir de ahí en cuanto acaba el último bis.

Pero lo de en medio... en fin, ¿qué puedo decirles? Lichis combina cantidad y calidad, que es algo muy complicado. No es sólo que pueda hacer una canción genial sino que puede hacer 26 canciones geniales y además tocarlas todas seguidas una tras otra, sin desfallecer, partiéndose la camisa, con sus Pepo, Polaino y compañía marcando ritmo, nada de concesiones, nada de pausa. Música a todo trapo durante una hora y cuarenta y cinco minutos como si no fuera la última vez (o la antepenúltima vez). Ni un solo vistazo al pasado ni al futuro.

Fue hermoso. Hermoso y agotador, como todo lo hermoso. Fue "Felicidad" y a partir de ahí el derroche de talento, incluyendo la no demasiado habitual "Todo a cien", una de mis favoritas. Es poco lo que tengo pero todo te lo doy. Fueron dos bises, es decir, dos salidas y entradas. Fue "Calavera se mama" y fue "Knocking on Heaven´s door" para acabar. Yo era un fan más. Yo no era nadie en concreto. No ocupé mi sitio en mi mesa. Yo botaba cuando la falta de amor llenaba los bares.

La facilidad de Lichis para abrumarme. Su vitalidad contagiosa, ese tipo delgado, con el pelo revuelto y la camisa sudorosa, dejándose la piel y dedicando canciones al Alcorcón. Volveremos a ser valientes, sí. Lichis sin decir adiós. Tengo un miedo horrible a que Lichis diga adiós, por mucho que intenten convencerme. Sería como irse de casa, sin saber muy bien adónde. Necesario pero inquietante.

Hoy y mañana habrá más. Conforme avanza el día veo más claro que de alguna manera el viernes estaré ahí. Por si acaso. Por si es la última oportunidad de gritar "Qué te follen". ¿Se imaginan el desastre? Sí, creo que ahí estaré berreando y bailando, pasando del blues al pop y del pop a la rumba y de la rumba al rock. Soy un yonki, yonki y todos mis amigos tocan funky, funky. Pediremos canciones imposibles. Pediremos "Drip pop" y "Terribles ochenta". Pediremos "En brazos del enemigo" y "Fiesta rave".

La rabia y el orgullo.

Y por supuesto, la luna.