miércoles, octubre 28, 2009

Alcorcón 4-Real Madrid 0



Por supuesto, me muero de ganas de empezar a colgarme medallas y soltar el rollo de "ya dije yo en agosto que este equipo era un desastre y la planificación había dejado mucho que desear", pero sinceramente me parece pronto. Cuando un equipo está diseñado única y exclusivamente para ganar, hay que esperar a que pierda definitivamente para tumbarlo. Si no, pasa lo del año de Capello.

Eso sí, lo que quedó claro ayer es que al Real Madrid le pasa algo que escapa el análisis objetivo y que no tengo manera de saber qué es: perder en casa ante el envejecido Milan está mal, pero perder 4-0 contra el sexto de su grupo en 2ªB con un equipo lleno de posibles titulares es un desastre. Por mucho que en la vuelta acaben 6-1 es un desastre incomprensible.

La crítica objetiva, la que parte de lo que sí conocemos y se abstrae de las posibles confabulaciones de Guti o Raúl o Casillas o los sospechosos habituales que normalmente son los únicos que acaban jugando a algo cuando vienen mal dadas, tiene que empezar por el principio: por el segundo advenimiento de Florentino Pérez como Mesías del madridismo y la ingenua -por decir algo- adoración de todos los medios de comunicación sin excepción alguna.

De acuerdo, Calderón era un tramposo y un posible delincuente, pero en un momento se borró todo su legado que, en lo deportivo, no había sido tan ruinoso: dos ligas en dos años y medio, una plantilla interesante y conjurada, capaz de competir incluso en sus peores días... No había llegado a la "excelencia" prometida y probablemente ni se había acercado, pero un desastre, lo que se dice un desastre no había sido.

Para desastre lo que dejó Pérez, con sus cero títulos en 2004, 2005 y 2006, López Caro de entrenador, Benito Floro de director deportivo y Fernando Martín de heredero. Aquello sí que era para echarse a temblar. Y llega el mismo tipo tres años después y la gente llena estadios para ver desfilar a sus estrellas. Todo olvidado.

Solo que el equipo se hizo mal. Se hizo muy mal. Tiene tanta calidad y guarda tanta capacidad competitiva que desde luego yo no lo descartaría para nada, ni siquiera para la Copa del Rey, pero está mal hecho. Igual que la plantilla del Barcelona es corta, son cosas que caen por su propio peso. Florentino volvió a fichar a Balones de Oro sin importarle dónde jugaban, qué interesaba al equipo ni seguir ningún plan deportivo. De hecho, al entrenador se le fichó después y fue tal la imprevisión que llegó Pellegrini, la cuarta o quinta opción en la lista.

Daba igual. Pérez no cree en la táctica ni en el fútbol. Cree en las matemáticas, como buen empresario: 300 millones en fichajes = 2-3 títulos. Fichó por una millonada a tres jugadores muy parecidos tácticamente: Benzema, Cristiano Ronaldo y Kaká. Esto lo llevo diciendo desde julio, así que no se me puede tachar de oportunista. Los tres sólo se encuentran cómodos con el balón en el pie y arrancando en velocidad. Ahí son decisivos y pueden marcar diferencias, pero ¿qué es de la asociación con los demás, el juego por banda, la posesión del balón...? Es más, ¿cómo conseguimos el balón?

Pues que coja Lass y las robe todas. Como Makelele. Compárese ese método con el de Guardiola y verán.

Ahora resulta que toda la culpa es de Pellegrini y desde luego algo de culpa tendrá de este desastre, pero en rigor no le han dejado hacer nada. Ni desde arriba ni desde abajo. Presión del presidente, vicios de los jugadores, desprecio de grada y prensa... eso incluso cuando el equipo iba con seis victorias en seis partidos y 20 goles marcados. El Madrid es, ahora mismo, un equipo inentrenable: Kaká, CR9 y Benzema tienen que jugar por la inversión que han supuesto. Eso deja al equipo sin bandas. Si alguno de los tres se va al banquillo, Pellegrini es un irresponsable. Si los tres juegan y no hay extremos, Pellegrini no tiene ni idea de fútbol moderno.

Además, lo dicho, si opta por sacar a algo parecido a un extremo o a alguien que combine en ataque, resulta que Lass y Xabi Alonso quedan anclados en el medio del campo, vendidos ante cualquier rival. El equipo funciona al contraataque y funciona muy bien. Tiene pegada. La coge uno, se chupa a cuatro y mete gol. Esa es la idea del fútbol que tiene Florentino, pero no sabía que fuera la de Valdano. Un fútbol de PlayStation.

Hay en el madridismo una tendencia peligrosa a exaltar la cantidad de manera algo grosera: el mejor presidente es el que más dinero tiene; el mejor entrenador es el que más grita; el mejor jugador es el que más corre. Por eso los vítores a los Florentino, Capello y Lass Diarrá de turno. Un periódico llegó a calificar a este último de "mejor centrocampista del mundo". Si esa tendencia no se rompe, el club acabará mal. Eso sí es un problema y no lo de Alcorcón.