viernes, julio 03, 2009

Pagafantas: la crítica

Aquí, el enlace a Notodo.com -esto va por rachas, ahora mismo media portada es mía, todo un honor-. Aquí la transcripción para los fieles de este blog:

Borja Cobeaga define su película como un “drama social” y lo hace completamente serio, como si estuviera denunciando una realidad hasta ahora soterrada por la vergüenza y la ignominia. El drama del mejor amigo de la chica guapa. Pagafantas es una película tremendamente cruel. Muy divertida, pero cruel. Real como la vida misma, pero, por eso mismo, cruel.

Chema, un veinteañero de Bilbao que acaba de dejar una larga relación en busca de aventuras, encuentra casualmente a Claudia, una argentina sin papeles que le cambiará la vida por completo. Él la sonríe y ella le sonríe a él y juegan con las palabras y todo va bien desde el principio. ¿Amor a primera vista? No, amigos. Se masca la tragedia. La chica le empieza a llamar Chemita, le usa para sus experimentos de peluquería, le emborracha, incluso le propone dormir juntos abrazados porque se siente sola.

La mirada de Gorka Otxoa al infinito techo de la habitación de Sabrina Garciarena, “la mirada del lémur”, según Cobeaga, lo que en otros ambientes se conoce simplemente como “comer techo” merece pasar a la historia de la comedia contemporánea española.

El mérito de Pagafantas es la naturalidad con la que se cuenta todo. Sin estridencias: te enamoras de una chica preciosa y viene Ernesto Sevilla y te la levanta. Lo haces todo por ella, esperas el momento de debilidad… y ella se va a vivir con Michel Brown. Las cosas son así y así las cuenta Cobeaga, apoyado en un elenco formidable que mezcla lo mejor de la comedia de los 80. Espectaculares Mánver y Ladoire con algunos de los actores más famosos de la televisión de los últimos años: aparte de Gorka Otxoa, Michel Brown o la propia Sabrina Garciarena, Julián López hace su debut como actor con solvencia y lo mismo puede decirse de Ernesto Sevilla, aunque lo suyo es más un cameo que otra cosa.

Por supuesto, en la vida pueden pasarte cosas peores. Pasan todo el rato. Ahí tienen el cine social para demostrarlo. Pero el dramatismo, el ridículo y la humillación de una buena cobra a las tres de la mañana en una discoteca no habían encontrado hasta ahora su justo lugar en las pantallas. Una película que incluye la expresión “el abrazo del koala” no puede ser una mala película.