miércoles, junio 10, 2009

Mishima (entre otras cosas)


Si no hay festival, pues nos lo inventamos. Ayer, en los cines Renoir Princesa, a las doce de la mañana, para ver "Un novio para mi mujer", una comedia argentina francamente mejorable, más larga de lo que dice el metraje y que no levantó ni una carcajada entre los asistentes. Hoy, a las diez (¡a las diez!) en los Verdi para ver "Mishima", en versión 2009.

"Mishima" es una película que narra la vida y las obras del escritor y dramaturgo japonés del mismo nombre. Aunque uno podría esperar algo de entretenimiento con los nombres de George Lucas y Francis Coppola como productores, la verdad es que la peli de Paul Schrader es bastante infumable, y sé que los puristas me matarán por decir esto y defender a la vez "Te quiero, tío", pero uno es así y cada purista es muy libre de abrir un blog y decir lo que quiera.

De acuerdo en que el planteamiento es audaz: el día del suicidio de Mishima se va desgranando con tres flashbacks de por medio que se ocupan de una parte de su vida y además recrean una de sus obras. La impresión que tiene el espectador ignorante -como yo- es que Mishima da para mucho más que ese homenaje. Realmente, es un personaje muy ridículo. Un visionario aburrido, empeñado en llamar la atención sea como sea. Hay algo extraño en esa forma de contar su vida como algo sublime, como algo serio, como una obra de teatro con sentido... cuando precisamente su vida -que no su obra, la desconozco- es un conjunto de esperpentos.

Honestamente, me hubiera gustado una película con más mala leche y más ironía. Hablamos de un tipo que crea su propia guardia personal, asalta un cuartel con cinco pirados, intenta convencer a los militares para que el Japón capitalista vuelva a la senda imperial (en 1970, ojo) y como no lo consigue acaba haciéndose el hara-kiri, o, más bien, el seppuku. Yo creo que hay un punto cómico en todo eso.

También creo que Schrader no tiene ningún sentido del humor y cuando pretende tenerlo, queda muy en evidencia.

El caso es que salgo del cine completamente muerto de sueño. Quizás una película en japonés a las 10 de la mañana sea demasiado. Quizá todo sea demasiado: ha llegado el momento en el que un día que empieza con una película en japonés, sigue con horas de correcciones de exámenes, Correos, reparación de un ordenador -este-, cena con Georgina y Arturo y copas en "La parada de los monstruos" se ha convertido en un día normal, un día que, cuando uno echa la mirada hacia atrás y lo repasa no acaba de comprender por qué está tan cansado.

Como cuando Milhouse repasaba su primer amor y decía "Estábamos completamente enamorados, éramos como Romeo y Julieta... ¿cómo pudo acabar mal?". Pues eso.

Y paseo de vuelta a casa, viendo cosas que no son: carteles inquietantes de una chica en un banco, "Busco trabajo como interina", como si eso fuera tan fácil y lo regalaran, y que resulta ser "...como interna" o el de "Hay camareras dentro" a la puerta de un chino.

Mmm... camareras...

Y cuando uno decide entrar, resulta que lo único que encuentra son cámaras.