sábado, abril 25, 2009

Las castas del Liceo

Nos sentimos atraídos por los gorilas y no hay manera de resistir su encanto. El encanto de la especialidad, del divismo, del estúpido sentido de la fama. Son las seis de la mañana y estamos en el Liceo. Entrar ya era un símbolo de poder. Se creen ustedes que cualquiera entra estos días en el Liceo. No, señor. Entras si tienes acreditación y las chicas guapas se te ofrecen para "acompañarte" con tal de entrar ahí por si está...

¿Por si está quién, insisto? ¿Qué esperan que haya detrás de ese cordón rojo? ¿Un milagro?

No veo bien quiénes quedamos. La fiesta de Pagafantas se prolongó hasta las cinco, en un sitio más bien estrecho, todos juntos amagando karaokes y bebiendo copas a 5 euros. Borja Cobeaga, exultante, Óscar Ladoire se fue antes de que pudiera decirle que "A contratiempo" es una de mis películas favoritas de todos los tiempos y que la he visto cuatrocientas veces. Que la vi cuatrocientas veces cuando tenía 10 años, que es lo más friki de todo.

Nacho Vigalondo, Dani Sánchez-Arévalo, Álex de la Iglesia en animada conversación, algunas bellezas habituales y no tan habituales. La gente de prensa de Notrofilms encabezada por Lara y Sandra. Julián López y Ernesto Sevilla. ¿Quieren más nombres propios? ¿Y qué más dan los nombres propios? Yo me quedo con Irene y con Carlos. Con Tali y con César. El famoseo llega un punto en el que es insoportable incluso para los propios famosos, imaginen al resto. Los gritos, los chillidos, los grupos...

Lo dicho: estamos en el Liceo, en la planta de arriba. Están cerrando la de abajo. Hay otro de esos cordones rojos que separan los niños de los hombres. Las chicas guapas y los famosos pasan con una señal en el brazo. Marcados. El resto esperamos fuera. No sé de qué lado quiero estar. Del que me corresponda. Creo en el destino ciegamente. El destino en forma de gorila. Ahora mismo yo soy como una de las chicas que se ofrece a pasar contigo y que quizás le pagues una copa. Miro nostálgico toda la gente que pasa mientras yo me quedo en el salón no VIP con la gente no VIP.

La gente no VIP siempre es maravillosa.

Y, por supuesto, estamos fascinados y queremos entrar ahí. Ser uno de ellos. ¿Uno de quienes? Venía pensando en el paseo de la Plaza de la Merced al callejón del Liceo: la diferencia entre Mario Casas y yo es que yo no sabía quién era él antes de empezar el Festival y él no sabe quién soy yo después. Eso es todo. "Tengo muchos años para pelearme con un tipo de seguridad por un cordón". En los Festivales, ya saben, los cordones son importantísimos. La mística de los cordones.

Lara no va a hacer ningún esfuerzo por rebelarse. Yo, tampoco. El resto entra o intenta entrar de una manera religiosa, como si alguien les fuera a salvar en la sala VIP. Hugo Sila, quizás. Yo no lo creo. Yo sólo cruzaría un cordón rojo -sólo pasaría arrastrándome por debajo de una de las vallas de protección cuando el de seguridad no mira- si tú estuvieras al otro lado.

Lo demás no me interesa.