domingo, febrero 08, 2009

Mi vida virtual

El entrañabilísimo guevofrito apelaba hace poco a mi "vida caótica". Nada más lejos de la realidad. Mi vida es de todo menos caótica: es perfectamente ordenada, hasta un punto obsesivo y enfermizo: levantarse a las 9, traducir a las 10, corregir a las 11,30, preparar las clases a las 12,15, leer de 12, 15 a 13,10, hacer la compra... y así sucesivamente.

Cuando alguien me propone algo tengo que decir aquello de "espera que miro la agenda". Y se supone que soy un bohemio...

Es una vida algo solitaria además. Me acostumbro a ir sólo a los conciertos y al cine y a pasear con el iPod Fuencarral arriba y abajo. El otro día conocí a mi primera vecina y llevo cinco meses viviendo aquí. Los dos conocíamos nuestros nombres por mediación de Pedro, pero ni siquiera me había molestado en bajar dos pisos.

Los camareros de la Petisqueira me saludan cuando entro y me despiden cuando salgo y en medio hacen la pregunta habitual: "¿Lo de siempre?" Sí. Aparte de solitario y ordenado soy tremendamente previsible. Leo el Marca y bebo zumo de naranja. Cada día, tomo dos litros de agua. Preparo exámenes que no sé ni si tendré que corregir, porque todo esto es un poco precario. La crisis me toca de refilón, pero me toca, claro. Neo2 anuncia recortes, Tendencias no contesta...

Cuando llega el fin de semana -especialmente si el jueves he estado hasta las cinco de la mañana en el Honky Tonk recuperando complicidades- me encierro en casa y sólo hago dos salidas: una compra descomunal de sábado por la mañana y una comida por Sol el domingo por la tarde. Me virtualizo: veo deporte por Internet de manera masiva y baso mis relaciones personales en el Facebook y el Messenger. Eso es todo lo que la gente sabe de mí y viceversa.

Yo sé que quien lea este blog no tendrá esa imagen de mí, porque aquí sólo aparece lo que se hace y no lo que se evita. O las horas corrigiendo frases de relatos que no acaban de cuadrar. O cuando hace frío y hay que encender el calefactor o cuando me doy cuenta de que me he dejado el hornillo eléctrico encendido después de freír el filete.

A veces tengo miedo de parecer presuntuoso, pero yo diría que es todo lo contrario. Soy terriblemente tímido y estoy demasiado ocupado. Si fuera caótico, todo sería diferente. Ahora, soy responsable. Algún día, pronto, espero, las cosas volverán a dejar de tener sentido y estaré menos aquí y más allí fuera. Créanme.

P.D. Por cierto, el libro de relatos "La Crisis" se acerca a su fase final. Sólo queda un relato por corregir y luego ya se buscará editorial, imprenta y es probable que salga en primavera. Todo el mundo que lo ha leído -es decir, mi madre y yo- está de acuerdo en que es lo mejor que he escrito nunca.