martes, febrero 24, 2009

La histeria con Tuenti y Facebook


El caso Marta. Lamento ser políticamente incorrecto porque entiendo que el sufrimiento de la propia chica y la familia tiene que ser tremendo. El sufrimiento, en general, la muerte... es algo tremendo, sin duda. Hoy daban la noticia en el Telediario de que un jurado popular había absuelto a un tipo que mató a puñaladas a dos hombres -la noticia decía "homosexuales", como si una cosa quitara la otra- y luego prendió fuego a la casa por "miedo incontrolable a que le violaran".

52 puñaladas, creo. Eso es miedo y lo demás son tonterías.

Absuelto.

Así podríamos seguir un buen rato, y no es de descartar que Zapatero se reúna con los padres de esos chicos para prometerles que harán lo posible. Como si dependiera de él. Como si "El Caso" no hubiera existido nunca, fuera una cosa moderna.

La histeria y el miedo. No sólo a la violación o al asesinato. Cadena perpetua, piden. "Para casos como el de mi hija". El padre se equivoca, aunque cualquier equivocación ahora es razonable, lo que no es razonable es que se publique a cuatro columnas. Ningún crimen será como el de su hija. Nunca. Mucho menos para él. Es un crimen irreparable. Punto.

Pero el terror al asesino no basta. Ni mucho menos. ¿Quién es el asesino al fin y al cabo? ¿Qué cara tiene? Nadie lo sabe. Obsesiónense con lo que tienen a mano: cierren Facebook y Tuenti. ¿Se han dado cuenta de lo que hacen los chavales ahí? Se pasan información y cuelgan fotos. ¡Cuelgan fotos! ¡Y cualquiera las puede ver! Intolerable. Fotos privadas, dicen, y para variar, Arcadi sale al quite con su habitual dosis de sentido común.

Rage against de machine. Ira contra lo que no se controla. Facebook y Tuenti no existen. Son redes de comunicación, no tienen vida propia. Facebook no cuelga fotos de nadie, hay gente que las cuelga. Gente. Como en la calle. Como el amigo que te saca una foto en un viaje y luego la va enseñando a sus otros amigos en medio de muchas otras: aquí, la Torre Eiffel; aquí, el parking donde estaba el bunker de Hitler. Eso tampoco es nuevo, aunque no hay que descartar que Zapatero prometa estudiar qué medidas va a tomar al respecto.

Las redes sociales por Internet no son más peligrosas que cualquier red social de la calle. Al contrario. Todos sabemos que la gran mayoría de los grandes asesinatos los cometen conocidos. Antes y después de Tuenti. En Internet, tú decides qué fotos subes, decides quién las puede ver y decides si quieres que aparezca tu nombre en las de los demás o no. Eso no sucede ni en la vida en papel y revelado. ¿Cómo le vas a pedir a un amigo que no diga cuando pasa la foto en el álbum: "Mira, ese es Guille"?

El mundo se ha hecho más pequeño, simplemente. Eso es cierto y a veces asusta. El otro día un grupo de atractivísimas jóvenes manifestaba en mi casa su miedo por los psicópatas de Internet, con sus extraños mensajes. Luego aseguraron querer pillar una caravana y parar en cada fiesta de pueblo del mes de julio. Un curioso cálculo de riesgos.

A mí los fantasmas no me dan miedo. Los muertos no me dan miedo, en general, o no tanto como los vivos. En esto me pasa igual: los ordenadores me pueden inquietar, pero al fin y al cabo lo que de verdad me asusta es la gente. Y la gente, está demostrado, es difícilmente legislable.