jueves, febrero 12, 2009

Inditex y el "despido barato"


Pensaba en literaturizar esto un poco, darle un aire así más abstracto, como si esto le pudiera pasar a cualquiera -cosa que probablemente sea verdad- pero no, voy a contar las cosas como son, como me apetece contarlas en definitiva.

Hay algo en la izquierda que me llamaba mucho la atención de joven. Algo inasible. El punto de dignidad que se le daba a todo. La dignidad. Morir de pie y no vivir de rodillas. Aquello era precioso: la libertad, la justicia. Yo, de joven, era de izquierdas, como todos ustedes.

Pero ese no es el caso. No quiero hablar de izquierdas ni de derechas, sino de la dignidad. Por ejemplo, el personaje aquel de Faulkner que no tiene un dólar, que le han robado sus tierras a base de decisiones corruptas y que además está condenado a pagar con su trabajo unas deudas. El ricachón le manda construir una empalizada de tantos kilómetros. Él sabe que es injusto pero también sabe que es lo que marca la ley y punto, no hay más que hablar. El tipo va cada mañana y se marcha cada noche. Un día el ricachón entiende que la lección está aprendida y decide liberarle de su compromiso. Él, sureño, yoknapatawphico, le dice que no, que hasta que no acabe con el último centímetro de empalizada no se va.

Cuestión de orgullo.

Lo mismo por lo que Javier Bardem va cumpliendo sus destinos en "No es país para viejos". No le queda más remedio. Si quiere mirarse al espejo cada mañana.

Pero, en fin, esto no es sobre Faulkner ni sobre el Che, que me lío. Es sobre la dignidad, decía. Bien, una chica trabaja en una tienda de ropa. La tienda pertenece a una gran cadena. Inditex. Es una tienda de ropa interior. Qué demonios, es un Oysho, digamos las cosas como son, ¿no habíamos quedado en eso?

Trabaja ahí. Trabaja mucho. Es un trabajo de mierda y ella lo sabe pero se come todos los marrones y hay una buena cantidad de marrones que una se puede comer en una tienda de ropa interior con miles de clientes al día: de repente entras a las 8 de la mañana, de repente sales a las 10 de la noche. De repente estás malo y las bajas no cuentan. O te hospitalizan. Pero en cuanto sales... o estás ahí o te vas a la calle.

Así que la chica está ahí. Y trabaja enferma. Y cuando realmente está enferma -y con realmente, créanme, quiero decir "realmente"- pues falta un par de días, va como puede entre mil presiones y se vuelve a poner enferma. Otros dos días.

A la chica le deben muchas horas. 50 horas. Eso es más de una semana de trabajo. Inditex no paga las horas extras. Las exige, pero no las paga. Se supone que las cambia por vacaciones, pero eso depende, porque a veces en los recuentos oficiales sospechosamente esas horas de más desaparecen o no han sido registrados o, en fin, ya saben...

El caso es que llega su período de vacaciones y le prometen que le darán una semana más. No es del todo cierto. Le dan un par de días más y luego ya verán. Ella hace sus planes. Necesita un descanso. Cualquier trabajador con 50 horas extras encima en seis meses necesita un descanso. Se va. Está contenta.

En esas, la jefa la llama. El mismo día que empieza las vacaciones. Le dice que tiene que ir. Ella tiene la maleta ya casi hecha, pero va. Tiene que ir, eso han dicho, ¿no? Pues va. Hasta la última puta empalizada. No hay viaje, hay trabajo, y cuando acaba el trabajo, hay despido. Así. Despedida. No vuelvas. ¿Por qué? Por ausencias injustificadas al puesto de trabajo.

Se refieren a los días de baja médica certificada. Por eso mismo, aunque la carta de despido refleja ese motivo, la propia empresa reconoce más abajo -el departamento de recursos humanos- que es improcedente y se le ofrece la mayor indemnización.

Es decir, dinero.

Pero no es dinero. Este no es un post acerca del dinero, sino de la dignidad. Despides a una chica de 22 años después de hacerle la vida imposible porque sí, porque te cae mal. Porque tú eres la jefa. Yo he tenido un montón de jefes mediocres, afortunadamente ya no los tengo. Yo me he ido de un montón de sitios antes de que esos mediocres me despidieran.

Siempre me he preguntado "y esta gente, ¿cómo se mira luego al espejo?" Quiero decir, todos hacemos cosas horribles, seguro, pero ¿con esta saña? Despides a la chica, con todo el morro, la dejas en la calle, y sonríes. ¿Eso es todo?

Me gustaría decirle un par de cosas. ¿A cuánta gente nos gustaría decirles un par de cosas? Algo así como "ella tiene 22 años, pero yo tengo 31 y te voy a hacer la vida imposible". Pero eso ya sí que es literaturizar. No sólo eso, probablemente sea delito. Salvo que encuentres vías legales de hacerle la vida imposible a alguien. Que las hay. Véase el ejemplo.

El despido barato no es una cuestión de dinero. El despido barato es que te llamen en medio de tu jornada laboral de la ETT para decirte que te pases un momento y no te dejen ni recoger las cosas. El despido barato es que vayas a trabajar el primer día de tus vacaciones y te despidan por faltar al trabajo, cuando has estado poniendo maniquíes con tu baja médica, tu dolor y tu sangre.

Eso es muy barato. Muchísimo. Y desde luego no es nada nuevo. Sólo me gustaría eso, que no les saliera tan barato. Que les costara un poquito más. Aunque sólo fuera por la mañana, cuando se miran al espejo. En el fondo, eso, este es un post sobre espejos, simplemente.