sábado, enero 31, 2009

La muerte de Pirulo

Para mí, Pirulo era una especie de fantasma. Algo así: un trasgo, un duende, alguien que habitaba en aquel parque y que podía conseguir cosas prodigiosas y a la vez daba el miedo de lo desconocido. Pirulo y sus cromos. Seamos sinceros: a determinada edad los cromos lo son todo. Yo hice la colección hasta de los Pequeñecos. Sile, nole. Terminología madrileña.

El Retiro era aquel lago enorme, algún paseo esporádico en barca y los guiñoles de la vereda. En ocasiones, era Faemino y Cansado.

Yo iba más al Parque de Berlín, cuando ni siquiera tenían aquellos trozos de piedra metidos en la fuente.

Así que Pirulo como referencia casi legendaria. Incomprobable. ¿Dónde cambiaba cromos Pirulo en el Retiro? Nunca lo supe. Nunca cambié ni uno solo con él. Ni para el Mundial de México 86 ni para el de Italia 90. Ni para la colección de marcas, la de los Gremlins o cualquiera de las muchas ligas de fútbol de los ochenta.

Y ahora va y se muere, como siempre hacen los demás. En una residencia de ancianos. Y yo lo siento de una manera muy lejana, como cuando tiran una tienda del barrio, de esas que venden pan, leche y flashes helados, y ponen en su lugar un banco. O una inmobiliaria. Algo así. No sé explicarlo.

El punto de inflexión de Emite Poqito


Sé de primera mano que Julia tiene amigos, pero dudo que tenga 200. Y aunque tuviera 200, es complicado pensar que todos se pusieran de acuerdo para ir ayer al concierto de Clamores, así que hay que suponer que si la sala estaba prácticamente llena es porque Emite Poqito, después de unos años de continua pero tranquila lucha, ha conseguido consolidarse.

El grupo -ahora es un grupo, con su bajista, su batería, su percusionista y su guitarrista, aparte de la cantante/teclista- presentaba en Madrid su primera maqueta, producida por Pancho Varona, Antonio García de Diego y José Antonio Romero y eligió un sitio poco agradecido. La Sala Clamores gana mucho en los conciertos tranquilos y pierde en los concurridos. Hay un serio problema de sonido o de acústica y desde luego de visibilidad.

Es una sala hecha para que la gente se siente a escuchar jazz y no para conciertos de pop, por mucho que se empeñen.

Julia empezó brava, saliendo ella sola al teclado para tocar una de las nuevas - la composición recordaba misteriosamente a "Yo sabré tu nombre un día"- y luego ir presentando a la banda. Es mucha tela, Julia, allí arriba. Esto no quiere decir que no sea tela aquí abajo, pero allí arriba, con esa voz, con esa elegancia, con la sonrisa de niña que va a cumplir 30 años algún día de mayo, con el talento que se le escapa por todos lados... pues eso, que es mucha tela. Desde el principio te engancha. El truco es sencillo: melodías pegadizas, buenos arreglos y un tono de voz cautivador.

Como grupo, Emite Poqito sonó muy bien. Sorprendentemente bien para su primera actuación. Por supuesto, ellos sabrán en qué tienen que mejorar, pero las canciones suenan distintas con ellos y Julia pasa de ser una cantautora a ser la cantante de un grupo pop-rock-jazz y lo que les venga en gana. Determinadas canciones, como "El niño perdido", que a voz y teclado no dicen demasiado, ganan enjundia con una banda al completo tocando, aportando un punto casi jazz, casi bossanova.

La primera parte del concierto estuvo llena de nuevas canciones, prácticamente todas al piano y todas guarras: no sé qué de unas lolitas y no sé qué de un conejo. Julia se guardó los grandes éxitos para el final exceptuando "Permanentado" -que ahora suena aún mejor y que  a mí y a la Chica Portada nos recuerda a Vetusta Morla: "aproveche esta oportunidad"- y el clásico "No me quiero enamorar del mal" en versión reducida: voz y teclado, más Alberto -soberbio, de nuevo- con el acompañamiento de guitarra.

Tras el descanso, el tono del concierto se elevó. El del concierto y el de la gente de atrás que no se callaba. Vaya manera de hablar, señores. Llegó la magnética "Ayer perdí", la hipnótica "Mi fórmula secreta", la sencilla pero efectiva "Antes", ese temazo que sigue siendo "Dame" -"aquí me desperté y aquí voy a dormir", excelente declaración de intenciones- y mi favorita, "Un disparo" -"diste en el blanco una vez: estoy resintiéndome... estoy resistiéndome"-. Cerró con "La nariz" e incluso se permitió un par de bises, algo que no siempre hace. Estaba brillante y eufórica.

El asunto está en ver hacia dónde tira ahora EP. Julia tiene sus compromisos con Mamut y Subterfuge, y una vida que atender, como todos los demás, así que no será fácil verles demasiado a menudo. Aún hay mucho trabajo que hacer, eso está claro: tienen unas diez canciones soberbias y un público entregado, pero quedan cosas. Pulir las nuevas canciones, de entrada. Borrar definitivamente algunas del repertorio, ayer inusualmente largo por necesidades del guión.

Puede que Emite Poqito pierda magia al añadir miembros. Algunos pensarán eso. Puede, incluso, que en ocasiones sea verdad, pero en reglas generales, sale ganando. Hay mucha más variedad y muchas más posibilidades. La magia quedará para momentos especiales, como debe ser. Hacer de la magia una forma de vida es no saber en qué consiste la magia.

viernes, enero 30, 2009

Nadal-Federer (episodio VII)


No creo que nunca, en la historia, dos jugadores se hayan enfrentado siete veces en la final de un Grand Slam. Seguro que nunca lo han hecho en las tres superficies: hierba, tierra y cemento. Es muy complicado, imposible, encontrar adjetivos para calificar lo que Nadal y Federer llevan haciendo en los últimos cuatro años -cinco con este-. Bastaría con imaginar lo que habría sido de cada uno sin el otro: sin la presencia de Nadal, Federer habría ganado 17 Grand Slams ya, incluyendo 6 Wimbledons y 3 Roland Garros. Sin la presencia de Federer, Nadal llevaría, a los 22 años, 4 Roland Garros, 3 Wimbledons y tres años y medio como número uno.

Impresionante.

He comentado varias veces que el record personal en sus enfrentamientos (12-6 para Nadal) es significativo pero no del todo justo: casi todos los enfrentamientos se han producido en tierra batida. Fuera de la tierra, el balance es de 5-3 para Federer, con un exiguo 3-2 en pista dura. Eso sí, el suizo se llevó los dos últimos enfrentamientos, ambos en semifinales del Masters de Shanghai y con cierta facilidad.

Es difícil pensar que Federer no es favorito en la final. Lo sería aunque Nadal hubiera jugado un partido fácil y rápido ante Verdasco y desde luego lo es después de las cinco horas y cuarto de maratón físico a 30 grados en pleno verano australiano. Federer ha ganado ocho Grand Slams en pista dura y Nadal está ante su primera final. Federer tiene la motivación y la rabia del trono perdido y Nadal sabe que ha cumplido más que de sobra metiéndose en la final cuando todos los medios -incomprensiblemente- le descartaban desde el principio.

Puede que sea un nuevo espectáculo, de los de 9-7 en el quinto set o puede que sea un paseo para Federer, si las piernas de Rafa no funcionan. Puede que sea Roger el que se derrumbe mentalmente ante su bestia negra, pero no es probable. Hay que contemplar cualquier escenario.

Lo siento mucho por Verdasco. Yo vi en directo hace cinco años a Verdasco en el Masters Series de Madrid y escribí maravillas sobre él. Recuerdo que titulé aquella crónica: "Verdasco, Rascón y otros tipos del montón" y le calificaba como la gran esperanza del tenis español allá por 2004. No sé por qué demonios ha tardado tanto en explotar. Lo siento por él, digo. No niego que mi federerismo y la lógica tendencia a animar al débil me invitaban a ir con el madrileño, pero lo cierto es que un Nadal-Federer en la final de un Grand Slam es mucha tela.

Su primer encuentro después del calificado como "mejor partido de la historia". Su séptima final de Grand Slam. Disfruten, porque pasarán años hasta ver algo parecido.

El zapato de Hache

Tal y como se leyó en la tertulia de la Asociación Acubo. Yo soy demasiado tímido como para escucharme a mí mismo trastabillarme, así que les dejo a ustedes los juicios...

Cuando éramos reyes

No es que tenga insomnio, es que he tenido una maravillosa visita esta tarde que me ha hecho retrasar todos los planes, así que aquí estoy a las 2 de la mañana delante aún del ordenador y consciente de que mañana a las 9 volveré a estar traduciendo y peleándome con alguna DAT y ese tipo de cosas.

Y como a estas horas la atención siempre se dispersa, veo vídeos de Maradona en Youtube y acabo llegando a este momento cumbre de mi adolescencia, con Benito Floro gritando aquello de "con el pito nos los follamos..." en un descanso de un partido en Lleida, cuando yo tenía 17 años y justo había dejado de ser madridista para unirme a la rebelión contra el Imperio.

Un momento de nostalgia:

miércoles, enero 28, 2009

De La Riviera a Vistalegre


Está claro que algo pasa con La Riviera. Aparte de que está cerrada, quiero decir. Están moviendo todos los conciertos al Palacio de Vistalegre y eso es una pequeña tragedia: por lo que me contó la Chica Portada cuando fue a ver a Iván Ferreiro, lo que hacen es cerrar las gradas y dejar sólo a la gente en la pista. Eso hacen 2000-3000 personas de pie, más o menos las que cabían en el recinto previsto.

Pero, todas esas gradas vacías... No sé, no es mi idea de un concierto. Ni idea de cómo será la acústica con tanto hueco, pero no puede ser muy buena. El patetismo de mirar hacia arriba y no ver más que oscuridad... No me hace gracia, vamos.

El caso es que si La Riviera no cumpliera ninguno de los requisitos no habrían esperado tanto a anunciar los cambios. Kaiser Chiefs toca este fin de semana y sólo unos días antes han tenido que reconocer que no, que no será en La Riviera. Es decir, han esperado hasta el último momento. Tenían esperanzas. Algo se está moviendo ahí dentro, entre ayuntamiento y empresarios. Quizás incluso alguien lo esté grabando. De momento, el cambio no parece demasiado halagüeño para los aficionados de la música.

Muchas bandas podían tocar en La Riviera por cuestión de aforo; muy pocas podrán hacerlo en Vistalegre y que salga rentable alquilar toda la plaza...

martes, enero 27, 2009

La FNAC me cuida


Como he preparado para mañana una actividad con "Lola" de los Kinks esperando que le guste a los chavales, busco el CD que me grabó Dani Alone pero no lo encuentro. No encontrar algo en mi casa es relativamente sencillo y no implica que ese algo haya desaparecido, pero aun así decido que es mejor comprar un original, uno de esos discos de grandes éxitos o algo así, como el que tenía en mi antigua casa y ahora tengo en Moralzarzal -llegará el día en que tenga decenas de discos de los Kinks, es decir, el mismo disco repetido decenas de veces en distintas casas- en vez de volverme loco buscando entre papeles y manuales de usuario.

Me voy a la FNAC. Así doy un paseo. Sí, con la botella de agua, claro. Voy a comprar sólo el disco de los Kinks y a volverme. Eso es todo. ¿Cuánto puede costarme? 8-9 euros, quizás. Esos discos suelen estar en oferta. Lo compro y me vuelvo, prometido. Beber, pasear y ser austero.

Lo que pasa es que en el camino me acuerdo del disco de Nacho Vegas que escuché en su MySpace pero no llegué a comprar nunca. Estaría bien tenerlo. Recuerdo que me gustaron algunas canciones. Dos discos, aunque uno sea novedad, no deberían de costar más de 20-25 euros. Es asumible. Dos discos. Ya está. Dos discos y quizás un libro. El libro ese de "El Secreto", sobre la ley de la atracción y tal, de lo que tanto me hablaban Santi y David. Quizás el libro lo explique mejor que ellos, quizás lo explique peor, pero tengo curiosidad. Vale, es un best-seller y eso aumenta el precio, pero no deja de ser un librito con unos cuantos consejos de autoayuda. Eso no hace daño a ningún bolsillo. Y quizás me enseñe la manera de forrarme en el futuro atrayendo más dinero y poder y mujeres y esas cosas.

Dos discos y un libro. Punto. Como mucho, tres discos, si encuentro el último de Sidonie, que tiene ya como dos años pero para mí sigue siendo "el último de Sidonie".

Así que, bueno, entro por Preciados en vez de por Carmen, guardo la botella y apago el iPod -curiosamente, suena "Un día en el mundo"-. Subo dos plantas y voy a nacional y efectivamente está el disco de Nacho Vegas, pero no el de Sidonie. La ficha de Sidonie está ahí... pero sin discos. Algo habitual en la FNAC, por otro lado. El problema es que al lado de Nacho Vegas está Nudozurdo. Cosas de la N. Yo no sabía quién era Nudozurdo hasta que pillé en un bar la revista "Arto!" y le ponían junto a Russian Red y Vetusta Morla como los tres mejores del año. De hecho, a él le ponían el primero.

Eso son palabras mayores. No puedo dejarlo así, sin más. Si no está Sidonie, bueno, pues Nudozurdo. Claro que la cosa no acaba ahí, porque mientras buscaba a Sidonie -cosas de la S- me he encontrado a Salieri. Y puede que Salieri tampoco sea un grupo demasiado conocido, pero la cantante y compositora es Diana P. y resulta que Diana P. ha sido compañera mía -y mi jefa- en los talleres de escritura durante años y años y me hace una gracia tremenda tener ahí su disco y no puedo evitar querer escucharlo y como yo no me descargo música por Internet, mitad por cuestiones éticas, mitad por comodidad, pues si lo quiero escuchar voy a tener que comprármelo.

Y por ahí voy, con mis tres discos: Nacho, Salieri y Nudozurdo, cuando encuentro en un estante, de pasada, como esperándome, el segundo de Vanexxa. A mí, Vanexxa me gusta mucho. El primer disco, al menos, me gustó mucho y me quedé con ganas de descubrir cómo continuaba la cosa. Al fin y al cabo fue una de mis entrevistadas, ¿cómo voy a dejar ahí su disco, sin más, tirado? La batalla contra el consumismo ya está perdida y además, ¿no dijo ayer el presidente que había que consumir y tener confianza? Yo tengo confianza y consumo. Menudo soy yo. Si lo dice el presidente será por algo.

Lo que no sé es dónde estará "El Secreto". Debería de estar en alguna de las secciones más comerciales, porque sus ventas están a la altura de Zafón, Punset o el omnipresente Stieg Larsson. Paso los ojos por un montón de libros de esos enormes con inscripciones en la portada y nombres crípticos y llego a la sección de bolsillo. Siete euros el libro. No son mucho siete euros, ¿no? Y el último de Cormac McCarthy tiene que estar bien. Si está la mitad de bien que "No es país para viejos" ya estaría muy bien. Lo cojo y cuando lo cojo veo que al lado -cosas de la M- está el de Ian McEwan. Siete euros también. No se puede rechazar a Ian McEwan por siete euros. Amis me mataría.

Afortunadamente, no hay nada de Carson McCullers ni de John McEnroe, así que sigo buscando por la cuarta planta hasta que encuentro. No es un libro muy grande. Si es un secreto no puede abultar mucho. Los secretos suelen ser sutiles, no escandalosos. Sin embargo, el precio es abusivo. Podría comprar la bibliografía de Carver en Anagrama con ese dinero. Pero lo compro. Hemos venido a jugar.

Algo culpable, empiezo a bajar plantas y llego otra vez a la segunda. Entonces me acuerdo del DVD de "Los Cronocrímenes" que anunciaba Nacho Vigalondo en su blog. Yo no entendí demasiado bien "Los Cronocrímenes". De hecho, me crucé varios emails con Nacho y noté que él se desesperaba ante mi falta de comprensión. Demasiadas pegas y poco entusiasmo. La versión en DVD incluye comentarios del director y un montaje cronológicamente lineal. Eso me vendrá bien, seguro. Pregunto a una de las encargadas y me dice que no lo tienen, que mire, pero que cree que no lo tienen.

Miro. Tienen una sección específica para cine español, sea lo que sea. Médem y López Vázquez. Español. Y punto. Efectivamente, el DVD no está. Es un alivio. Hubiera sido mucho gasto, creo. Es bueno que piensen por uno y le cuiden de vez en cuando. Igual lo tenían por ahí y lo escondieron al verme llegar con las manos llenas de cosas. Quizás pensaron que así tendría que volver otro día, sólo para comprar el DVD de Vigalondo y se frotaron las manos con la idea.

Es posible que sea así, después de todo. El DVD de verdad que me interesa.


¿Y el disco de los Kinks con "Lola"? No lo tenían. Tuve que irme a otra tienda.

La crisis (de Roger Federer)


Obviamente, el nivel de Federer el año pasado no estuvo a la altura de su juego de pasadas temporadas. Ni su juego ni sus resultados. Apenas logró ganar un Grand Slam, jugar la final de otros dos, se llevó otros tres torneos y acabó número dos del mundo a pesar de empezar la temporada con mononucleosis. Para él, un desastre. Para determinados críticos deportivos, el inicio de una decadencia inevitable.

Puede ser. Para empezar, yo siempre he visto con cierta preocupación la falta de autocrítica de Federer en todo esto: aunque a mí su temporada me parezca excelente, es cierto que en momentos puntuales ha decepcionado, especialmente en los Masters Series y en los Juegos Olímpicos, aunque ahí se llevó la medalla de oro en dobles, que algo es algo. En sus declaraciones sigue mostrando una cierta altivez y superioridad que curiosamente no mostraba cuando realmente era escandalosamente superior en la cancha.

Una cosa suele ir ligada a la otra.

El caso es que llega el nuevo año y todo el mundo habla de Murray, de Djokovic, de Nadal... La nueva generación ya está aquí preparada para el relevo. No será tan fácil. Cierto que Federer tuvo que sufrir cinco sets en octavos de final ante Berdych -exactamente lo mismo que pasó en el US Open del año pasado ante Igor Andreev y sólo perdió un set más en el resto del torneo-, pero su demostración en cuartos de final ante Del Potro -6/3, 6/0, 6/0- ha sido sin duda impresionante.

Roger está ya en semifinales y van 19 seguidas en Grand Slams. Para que se hagan una idea el mejor registro anterior lo tenía Ivan Lendl con 9. Rafa Nadal, si gana esta madrugada, llegará a las 5. Y me parece que ya tiene mérito... Si gana a Roddick, jugará su 18ª final en un grande. Si gana dos partidos, igualará a Sampras con 14 títulos y sólo 27 años. Desde mayo de 2004 sólo ha perdido con tres jugadores en los cuatro grandes: Marat Safin (semifinales de Australia 2005), Novak Djokovic (semifinales de Australia 2008) y Rafa Nadal (5 veces, incluyendo 3 finales de Roland Garros y la última de Wimbledon).

Puede que Roddick tenga un gran día y le derrote el jueves. Todo es posible. Entonces volveremos a oír que Federer está acabado. Cinco años sin perder antes de semifinales y el tipo está acabado. Curioso. Vaya crisis, la suya. Quién la quisiera como apogeo...

lunes, enero 26, 2009

Revolutionary Road

Esta crítica tiene su original en la página www.notodo.com, con foticos bonicas y mucha más información. La transcribo aquí por su interés y porque me pegué un madrugón de la leche para ir ahí a Paramount, al lado del tanatorio para poder verla :-) Gracias, de nuevo, a Nani y a David. Denle al enlace, por favor, que no les cuesta nada...

Aunque está basada en una novela de Richard Yates, Revolutionary Road muy bien podría ser la adaptación de uno de los clásicos relatos de John Cheever de los años 50: la historia de una familia de clase media con hijos, apariencia feliz, trabajos normales… que en realidad vive asfixiada por la mediocridad y la incapacidad para despegarse de ella. En realidad, toda la película se basa en la lucha del matrimonio Wheeler –Kate Winslet y Leonardo DiCaprio- por salir de ese anonimato, de esa intrascendencia vital de la generación del tupperware. A veces se acercan, a veces se alejan. Un excelente punto de partida.

La diferencia con Cheever, o incluso Carver, es que en sus relatos no había tiempo para la repetición ni el aburrimiento. Sam Mendes, que ya se interesó por el trasfondo opresivo de una familia aparentemente exitosa en American Beauty, nos aburre en determinados momentos con unos personajes demasiado estereotipados y la sensación de que la misma conversación se repite todo el rato. Sí, tienen problemas. Sí, les gustaría ser especiales. Sí, son “los Wheeler”, jóvenes, guapos y con talento y esa es una expectativa que no pueden soportar… pero no es necesario que nos lo repitan todo el rato.

La interpretación de los dos protagonistas es desigual. Kate Winslet –ganadora de un Globo de Oro por este papel- borda el personaje, confirmándose como la gran actriz británica de su generación. Sin embargo, Leonardo DiCaprio está francamente exagerado, como si en el empeño por demostrar que es un buen actor se le hubiera olvidado que efectivamente es un buen actor. Tiene su morbo ver a la pareja de Titanic después del sueño y el rapto amoroso. Lo que podría haber sido. Algo de juego hay ahí, en parte. Como el nombre de la calle en la que viven, el “Camino Revolucionario” en el que en realidad nada nuevo sucede y los vecinos pasan el rastrillo por el jardín antes de cenar en el porche.

El infierno imbécil, de Martin Amis


Desconozco si "El infierno imbécil" se llegó a publicar en España en su momento -los años 80- o si sólo ha empezado a estar disponible ahora que El Aleph ha decidido rescatarlo con 25-30 años de retraso. Tampoco sé si esa distancia temporal es buena o mala. Muchas de las claves de los artículos y las entrevistas tienen que ver con la inmediatez y la actualidad -nombres, fechas, eventos...- y eso se ha perdido, claro. Muchas cosas son imposibles de recordar a estas alturas, muchos personajes han desaparecido por completo de la memoria.


Muchos de los entrevistados -Capote, Mailer, Bellow, Reagan...- han muerto y otros son exageradamente ancianos -Hugh Heffner-. Otros, simplemente, están, como dirían los propios americanos past their prime, como Gore Vidal o Kurt Vonnegut. Afortunadamente, la psicosis del SIDA se ha mitigado y la homosexualidad ya no está penada en Occidente.

Sin embargo, "El infierno imbécil" sigue teniendo una fuerza tremenda y como esa fuerza, paradójicamente, se funda en la distancia entre entrevistador y entrevistado, entre crítico y obra, entre observador y personaje, los años no hacen merma sino al contrario. Más distancia igual a más contundencia.

No tengo claro si el libro es un excelente retrato de Estados Unidos en un momento muy determinado de su historia -los enloquecidos finales de los 70 y los principios de los 80- o si es un excelente retrato de Martin Amis. Probablemente ambas cosas. Yo cada vez tengo más claro que de mayor querría ser Amis. Lo triste del asunto es que el británico escribió todos estos artículos y semblanzas cuando tenía mi edad actual, lo que quiere decir que como mucho podré ser otro, pero Amis, ya no.

Es el libro que sólo podría hacer un inglés, con su uso de la ironía, con su devastadora capacidad de atestar sólo un golpe, pero certero, con su sensación de sentirse un alienígena dentro de esa sociedad enloquecida. Amis tiene muchas lecciones que dar a los que queremos ser periodistas y muchas más a los que quieren ser periodistas ingeniosos y destructivos. Hartos como estamos de "enfants terribles" que basan su crítica en la burla y el chiste para parecer "estupendos", se agradece revisar estos textos. Amis no tiene ninguna piedad con sus entrevistados. Ninguna. Sin embargo, no abusa del chiste fácil ni se pone demasiado serio ni asume protagonismo.

Simplemente, cuenta las cosas como las ve, de una manera tan elegante que ni siquiera te planteas no estar de acuerdo y que, si eres uno de los involucrados, tampoco tienes opción de enfadarte. Es un tipo valiente, además. Yo, por ejemplo, abuso de la entrevista complaciente, me cuesta hacer preguntas delicadas y evito enfrentarme a gente que ya sé de antemano que no me gusta. La curiosidad de Amis, sin embargo, no tiene límites: desde telepredicadores a magnates del porno, pasando por aspirantes a la presidencia, escritores beat, premios Nobel, directores estrella de Hollywood... Todo le merece una opinión y en todos los casos está justificada.

Ve cosas que los demás no veríamos, simplemente.

A Amis, como buen inglés, le disgusta de América su extravagancia. Le incomoda. Puede vivir con ello igual que un jubilado vive en Benidorm consciente de que ese mundo no es el suyo pero tiene que aprovecharlo de todas maneras. No le gusta la extravagancia del sexo, la fama, el poder fácil, los medios de comunicación... el éxito barato, tanto material como intelectual. El personaje al que más respeta es a Saul Bellow. A Mailer y Vidal, bueno, les reconoce méritos, pero su afán de protagonismo le resulta agobiante e innecesario. Una pérdida de energía. Burroughs es un mediocre y Didion tiene momentos. Vonnegut es un pirado agradable, pero pirado, como los Salinger, Pynchon y compañía que no llegan a tener capítulo propio pero merodean todo el rato por el libro.

Sólo le tolera la extravagancia a Truman Capote, quizás por su debilidad física. Parece que entendiera que la extravagancia de Capote tenía sentido desde su posición de inferioridad. Meterse en una pelea que vas a ganar es vulgar. Meterse en el circo de la fama y los medios de comunicación siendo homosexual, bajito y con esa vocecilla tiene algo de heroico para Amis.

Un  tipo exigente. Un ejemplo. Yo no digo que los críticos no deban ser duros con lo que critican. Pueden incluso ser crueles. Lo que no se puede permitir un crítico es no tener un criterio, no mostrarlo. No ser inteligente. Eso, nunca. Que lo que se lleve ahora mismo en España sea la crítica más cutre y casposa disfrazada siempre de chiste de guionista amargado hace que este libro sea más necesario que nunca. Más necesario, seguro, que hace 25 años, cuando se publicó en Estados Unidos.

domingo, enero 25, 2009

El increíble orgasmo de Álex Martínez


Puede que después de todo Kelly tuviera razón. Su análisis me parecía adecuado: los cantantes cambian cuando cambian sus vidas. Puede que la vida de Alex Martínez haya cambiado tanto en los últimos meses que ahora sea un músico completamente distinto. Honestamente, lo desconozco.

El caso es que la transformación ha sido escandalosa: de ser un autor tranquilo, concienzudo, aseado, con talento para la composición y el piano pero problemas para entusiasmar y entusiasmarse. Todo demasiado rígido. El típico caso de pianista que se mira las manos.

No sé qué importancia tuvo el hecho de que Álex decidiera tomar las riendas de todo: hacer el disco, producirlo con su amigo Manzanero y promocionarlo por su cuenta. Parece como si se hubiera liberado de un peso enorme y ahora volara alto, sin necesidad de pedir perdón por estar ahí.

Las canciones de "Orgasmos modernos" no sólo son mejores, son más atrevidas. Diría más: son más divertidas. Calidad + diversión = público en los conciertos. Ayer, por ejemplo, Barcelona 8 hasta la bandera. No es que sea el sitio más grande del mundo, pero sí habría unas 50 personas y todos nos sabíamos las canciones. Incluso los que entraban para ver qué tal acababan contagiándose de los estribillos -porque, sí, las canciones de Álex ahora tienen estribillos y pegadizos-.

Si a eso le añades una banda formada por Christian Chiloé y Mario Raya, más las intervenciones de Lucía Caramés, Manzanero y Jorge Velo pues miel sobre hojuelas. Las únicas pegas: un concierto anunciado a las 21,30 no puede empezar a las 22,45. Lo siento, pero no. Nos pongamos como nos pongamos. La canción que da nombre al disco, "Orgasmos modernos" debería tener más peso. Es una canción sobresaliente: intensa, comercial, eléctrica... No es mala idea acabar con la canción, pero tampoco sería mala idea convertirla en una especie de "himno", de manera que fuera una de las primeras en tocarse y además cerrara el concierto.

Eso lo tiene que decidir Álex.

Yo, a todo esto, me alegro mucho. Creo que todos nos alegramos mucho porque Álex es un tipo formidable, una de las mejores personas que andan por el circuito y un currante tremendo. Por supuesto, ser un tipo formidable no exige que se hable bien de él. No es razón suficiente, al menos en este blog. Otra cosa es que cuando se habla bien de él, el crítico sienta una especial satisfacción, claro. Aunque se perdiera los dos goles de Messi.

Foto sacada del Facebook de Antonio Mingarro.

Los records del Barcelona



Nos agobian con números por todos lados. Hay demasiados números alrededor del Barcelona y es probable que los propios jugadores acaben aturullándose en su intento por alcanzarlos todos. El objetivo, ahora, es el triplete. No sólo el triplete, es decir, ganar Champions, Copa y Liga, sino el triplete arrollador: ganar Champions, ganar Copa y ganar la Liga con el record de puntos, de goles y pasillo en el Bernabéu.

Como ha dicho Guardiola, esa exigencia es indignante. De hecho, lo más probable es que el Barcelona no lo consiga. No lo ha conseguido ningún equipo español en toda la historia, ¿por qué pensar que este va a ser el momento? De repente se te cruza un Inter a doble partido y te la juegan. El júrgol es asín.

Eso no quiere decir que no podamos disfrutar con lo que hay. Yo, al menos, disfruto mucho. Creo que he visto prácticamente todos los partidos del equipo este año y reconozco que nunca jamás vi a un equipo jugar así de bien. Nunca.

Dejando a un lado las eliminatorias, que son totalmente impredecibles, estos son algunos de los records que puede conseguir el Barcelona en Liga de seguir así:

- Goles a favor: lleva 63 en 20 partidos. La media les lleva a 117-118 goles. El mejor registro anterior está en 107.
- Goles en contra: lleva 14 en 20 partidos. Eso llevaría a 26-27. No creo que sea un record, pero eso nos lleva a...
- Diferencia de goal-average: Ahora mismo está en +49. Podría acabar en +90 o +95. Escandaloso.
- Puntos totales: 53 de momento. Rondando los 100-101 al final. Obviamente esto es imposible de conseguir. 90 ya sería el mejor registro en una liga de 20 equipos. Lo que sí podría conseguirse es:
- Victorias totales: obviamente nadie ha conseguido 30 victorias a final de temporada. El Barcelona lleva 17 y quedan 18 partidos. Tendría que ganar 13 más. No sólo eso: de conseguir 30 victorias en liga, al menos 13 serían fuera de casa. Otro récord.
- Goles por jugador.- No sólo Eto´o puede llegar a los 38 goles de Hugo Sánchez sino que Henry y Messi van camino de superar los 20 goles. Ningún equipo en la historia ha tenido a tres jugadores por encima de esa cifra. Tal y como están las cosas no es imposible que los tres superen los 25. Improbable, sí. Pero imposible...

Aun así, en términos ligueros, yo creo que lo que de verdad les importa a los jugadores es la diferencia con respecto al Real Madrid y ahí el número mágico es 16: 16 puntos a falta de cinco jornadas, cuando lleguen al Bernabéu. Pasillo. Me los imagino con el poster gigante del Marca del año pasado colgado en el vestuario para que nadie lo olvide.

¿El mejor equipo FIBA de la historia?


Estos escalafones históricos son absurdos, lo sé. Comparar la selección española de baloncesto de 2009 con la URSS de 1972 o la Yugoslavia de antes de la guerra es imposible. Sucede en todos los deportes: ¿quién fue mejor, Merckx o Armstrong? ¿Quién ganaría, Laver o Federer?

Lo cierto es que determinados hechos invitan a pensar que la selección que participó en los pasados Juegos Olímpicos es probablemente el mejor equipo europeo que haya existido jamás. El mejor equipo fuera de la NBA.

Por supuesto, ya he dicho, recuerdo la URSS de Sabonis, Kurtinaitis, Volkov, Valters, Tarakanov, Tikhonenko... o sobre todo la Yugoslavia de Petrovic, Kukoc, Radja, Divac, Cutura... He oído hablar maravillas de Belov o Korac o Dalipagic, Delibasic, Meneghin, etc. aunque apenas les vi jugar -sólo a este último y en su decadencia-. Ahora bien, ¿cuánto hubieran resistido esos jugadores ante un equipo con las mejores estrellas de la NBA? No digo un equipo NBA, ni siquiera digo un equipo que mezclara estrellas y ex-estrellas NBA como el dream team de Barcelona. Digo el mejor equipo posible de la NBA.

Creo que no aguantarían mucho. Probablemente perderían por 30-40 puntos de diferencia. Es lo que sucedía hasta hace bien poco.

El talento de la selección española se puede analizar desde dentro y desde fuera. Desde dentro, teniendo en cuenta la calidad de los jugadores: tenemos cuatro All-Stars por diversos méritos: Pau Gasol, Jorge Garbajosa, Juan Carlos Navarro y este año Rudy Fernández, con la probable incorporación de Marc Gasol, tenemos a uno de los cinco mejores bases de la liga, sin duda, José Manuel Calderón y hay otros dos bases que han pasado por allí con más pena que gloria pero que han llegado a ser titulares ocasionales de sus equipos, en ambos casos -Utah y Portland-, equipos competitivos y de alto nivel. Hablo, claro está, de Raúl López y Sergio Rodríguez.

Estos dos jugadores, de hecho, no tienen sitio ni siquiera en la propia selección nacional ahora mismo. Calderón y Ricky Rubio -probable número uno del draft en dos-tres años- no dejan hueco a nadie en la dirección del equipo.

Pero también se puede medir el talento "desde fuera", es decir, por comparación. España pudo ganar a Estados Unidos en los pasados Juegos Olímpicos. No era un partido cualquiera: era el partido que los estadounidenses llevaban esperando ocho años. Las condiciones no fueron las mejores: un arbitraje tendencioso y la baja por lesión de Calderón, unida a la pésima decisión de elegir a López como tercer base. Enfrente había un equipo con LeBron James, Kobe Bryant, Chris Paul, Dwight Howard... un equipo que hacía que Michael Redd pareciera un paquete. Los mejores jugadores de la liga. Algunos entre los mejores de la historia.

Y, pese a todo, España pudo ganar. No digo que estuviera muy cerca, no digo que lo mereciera. Estados Unidos siempre se mostró un punto superior porque es un punto superior, ¿hace falta que repita los nombres de aquel equipo? pero España fue una excelente mosca cojonera. En el último cuarto, a falta de unos 8 minutos, la diferencia era de apenas dos puntos. Dos puntos. Increíble.

España notará mucho la baja de Carlos Jiménez. Puede que Víctor Claver y Carlos Suárez tomen el relevo o puede que no. Será complicado. La media de edad del equipo se acerca a los 30 y el ciclo parece que acabará como tarde en Londres 2012. Las retiradas puntuales se multiplicarán por exigencias físicas. Pese a todo, uno se pone a jugar a seleccionador y encuentra algo parecido a Calderón, Rubio, Rodríguez; Fernández, Navarro, Claver, Mumbrú, Suárez; Felipe Reyes, Marc Gasol, Pau Gasol y Fran Vázquez, y se queda perplejo ante tanta calidad.

Luego piensa en los que están llamando a la puerta: Sada, Llull, Sonseca..., los que aún siguen haciendo méritos para ser seleccionados como los siempre cumplidores Berni Rodríguez y Carlos Cabezas o excelentes jugadores ya pasados de rosca, como Garbajosa, y no puede sino desear que llegue otro verano y volvamos a disfrutar. Porque esto, señores, no se va a repetir en mucho tiempo.

sábado, enero 24, 2009

Rafa Pons insiste



Cinco minutos después del final del concierto, Rafa Pons baja las escaleras del camerino, aún sudoroso, y empieza a saludar a la gente que está ahí esperando. Sería un día como otro cualquiera si Rafa no presentara disco. Quiero decir, tendría un grupo de gente -principalmente chicas- con ganas de charlar y hacerse una foto, pero eso no le retrasaría más de cinco-diez minutos. Sin embargo, hoy hay disco y hay compradores y hay firmas y poco a poco se empieza a montar una cola algo monstruosa de gente con el CD en la mano -algunos, incluso, dos- y un cierto aire a pescadería, a "¿quién es el último?".

Ha sido un buen concierto. Yo tengo criterios algo desunificados, podría ser árbitro de fútbol perfectamente. De hecho, muchas veces me siento como un árbitro de fútbol, pero eso no viene a cuenta ahora. El caso es que Luis Ramiro me gusta más en Galileo y Rafa Pons me gusta más en el Búho Real. Más íntimo y más intenso. Más gamberro. No sé si Galileo es un buen sitio para cantar "Malaputa". A mí no me convence. Como siempre, voy y vengo: de la mesa en segunda fila al escalón de la izquierda con Pancho a la barra con Irene, Pechi y Álex.

La voz no funcionaba, además. Problema de sonido, probablemente. Quedaba un poco engullida por el resto de la banda, especialmente al principio. Las canciones estaban allí: brillantes, con esas letras maravillosas pero la voz llegaba con dificultad. Se intuía, más bien. No es que importara, dejemos esto claro. Ha llegado un punto en el que la comunión entre Rafa y su público es tal que podría salir ahí, saludar, no cantar nada y aun así la gente enloquecería y haría el concierto con él.

En un momento dado hubo unas 15 personas sobre el escenario bailando, como si nadie quisiera perdérselo.

Había en torno a este concierto un claro aire de excepcionalidad, de momento único. Lo hay en todas las presentaciones, de acuerdo, pero aquí, además, flotaba la sensación de estar ante algo grande: el primer disco de Rafa fue un desperdicio y siento decirlo. Nunca tanto talento había sonado tan mal. Los conciertos, sin embargo, son otra cosa, y la gente esperaba esta relación disco-concierto con ansias y entusiasmo. Muchísimo entusiasmo.

Por supuesto, los músicos no eran ajenos a la atmósfera. Rafa estaba exultante. Reservó su "Voy persiguiendo a la luna, me cago en tu padre, no tengo ninguna razón para odiarte pero simplemente me acuerdo de ti" -la canción se llama así, y es un título tan universal que es imposible no cantarlo a gritos, suene el día que suene- para el final y se descontroló. Prolongó la canción cinco minutos, puede que más, descoordinó las intervenciones de Berenger y Noriega y acabó, él mismo, saltando entre las mesas con la gente, todos puestos en pie, cerca de la locura.

Lo confieso: me alegré por él. A veces, en el Búho, Rafa parece contenido y calculador, como si siempre supiera qué teclas exactas tocar. Aquí, no. No al final, al menos. Al final, Rafa estaba desbordado y el público estaba desbordado y los problemas de sonido no le importaban absolutamente a nadie. Rafa Pons insiste y tiene toda la lógica que lo haga.

Si yo fuera Arcadi Espada -o Martin Amis, últimamente siento unas ganas exageradas aunque creo que razonables de ser Martin Amis- probablemente me fijaría en algo más que en esto, algo tan obvio: la típica comunión artista-público tantas veces mencionada en mil artículos sobre conciertos, los saltos de Rafa, el sudor ya frío cuando 30 minutos después -y esto no es una aproximación- sigue firmando discos y sonriendo. 30 minutos sonriendo y pasando frío. Sin poder abrazar a la gente de su banda. Su gente. Su manager Rubén, su mujer, el largo etcétera.

La cola ya no es monstruosa, pero es. Muchos de los que salen llevan camisetas negras con eslogans rafaponsianos. Rubén y yo hablábamos sobre la viabilidad de gastarse 30 euros en dos Noches Sabineras -estén atentos a la programación de Galileo de febrero y sabrán de lo que les hablo- pero aquí hay gente dispuesta a comprar el pack entrada-disco-camiseta como si saliera de un concierto de Depeche Mode. Y eso, seguro, son más de 30 euros o son al menos 30 euros en el mejor de los casos.

El sudor se enfría en la cara de Rafa mientras firma el último autógrafo, la última dedicatoria: dedicar es un coñázo y eso lo digo yo. El número de ideas ingeniosas que a uno se le ocurren sobre su propia obra es muy limitado. Por suerte, a veces te dicen lo que tienes que escribir y tú vas y lo escribes. La última foto. 45 minutos después, Rafa consigue bajar el último escalón y pedirse una copa. Un tipo muy parecido al protagonista de "Contigo no, bicho" -incluso habla igual- anda por ahí y la gente le trata como si le conociera. Cómico, debe de ser.

Hablamos de post-conciertos pero no nos ponemos de acuerdo. Da igual. Lo importante era lo de antes. El único post-concierto que recuerdo con Rafa fue en Zaragoza y acabamos en un sitio absolutamente agobiante. Creo que ninguno de los dos lo disfrutamos. Rubén habla con él para hacer cuentas. Los camareros recomponen todo: hay otro pase ahora, a la 1,30. Pancho dijo, en un momento dado: "Me gustaría comprar Galileo". Pues sí, mucho mejor que Kaká, desde luego. Debe de ser un gustazo estar ahí, cada noche, y contagiarse de tanto entusiasmo. A veces, incluso, en doble sesión.

Foto robada vilmente del blog de Víctor Alfaro, y atribuídas a María, cosa que no dudo, por supuesto.

viernes, enero 23, 2009

El Madridgate

¿Alguien me explica lo del caso de "espionaje" de la Comunidad de Madrid? No consigo enterarme de nada. Hagan ustedes el blog de hoy por mí que ando un poco cansado y a ver si entre todos...

jueves, enero 22, 2009

Buscando un beso a medianoche


Atención: esta crítica incluye spoilers

Esta es la historia de un chico que necesita un milagro. Es escritor. Guionista, en concreto. Algo autocompasivo y autodestructivo. Pasa los días metido en una casa de Los Ángeles -él nació y creció en Austin, Texas-. Vive con un amigo de la infancia y la novia de éste. Está completamente bloqueado y perdido.

Es nochevieja.

El otro día alguien dijo que el dinero era el nuevo dios, pero el nuevo dios como mucho sería la belleza, o el amor, directamente, y si buscamos el dinero es solamente porque creemos que así nos van a querer más. Eso es todo. Así que en realidad el nuevo dios no es más que el viejo dios, el dios de siempre y cuando el chico va a pedir su milagro no pide dinero, ni contratos, ni ideas maravillosas para guiones brillantes. Pide una chica.

Pone un mensaje en un foro de Internet y espera.


Esta es la historia de una chica que quiere despedirse. Sobre todas las cosas. Y que sabe que una buena despedida te hace pasar a la historia. Dejar el mejor recuerdo, eso es todo lo que le preocupa. La chica es rubia, es guapa y es actriz y necesita sentirse especial. Nadie se siente especial en Los Ángeles siendo rubia, guapa y actriz. Pero Internet no es Los Ángeles y, ya quedó dicho, es Nochevieja: cada noche es la última, cada mañana, la primera.

Así que la chica llama al chico que busca el milagro y calcula el tiempo que necesita para despedirse de él. Pueden ser cinco minutos o pueden ser cinco horas. Puede ser una de esas anheladas despedidas históricas o una despedida rabiosa y rápida, de tiempo perdido. No lo sabe. Lo intuye, pero no lo sabe.

El chico y la chica pasan una de esas tardes-noches que sólo suceden en las películas. Necesitamos las películas para soñar con que eso nos puede pasar a nosotros y seguir vivos y esperando. El chico y la chica que se conocieron en Nochevieja por Internet pasean por Los Ángeles como si fuera una ciudad completamente ajena. Como dos recién llegados. Ella también es de Texas. Ella también está bloqueada, pero sabe que ha gastado todos los milagros y que a lo más que puede aspirar es a ser ella misma el milagro de otro.

Decide intentarlo. Los chicos hablan de todas las cosas de las que hablan los chicos de mis relatos. Sólo cambia el nombre de las calles. Sonríen y flirtean. El ex-novio llama cada diez minutos. Ella le llama "mi novio", pero luego rectifica, "mi ex novio". Él dice: "Estoy harto de oír ese teléfono sonar todo el rato". Y es sólo la primera cita. Ella se fue de casa cinco días atrás y no ha querido dar explicaciones a nadie, menos aún a su familia. El novio-ex novio llama compulsivamente y el novio-aún-no-novio se desespera: "Habla con él", dice.

Y ella habla con él y se despide.

Se acerca la medianoche. En Estados Unidos, hay que besarse en la medianoche de Nochevieja. Es su manera de recibir el año. Nosotros, mucho más vulgares, comemos uvas. Ellos, con su punto optimista y adolescente, cuentan el tiempo que falta, impacientes: diez, nueve, ocho, siete... y así hasta el cero y el beso y la promesa de un año nuevo que será mejor, claro que sí. Como todos.

Los chicos se besan y se abrazan. Se tumban en la cama pero no follan. Se abrazan más. Los besos no son apasionados: son suaves, en los labios. La mañana se acerca poco a poco y con ella los recuerdos. Los recuerdos son terribles, peores que los olvidos, desde luego. Se cuelan por cualquier lado: por las rendijas de una persiana, por el desagüe de un cuarto de baño, por el hueco entre el suelo y la puerta. Los recuerdos son cucarachas que nos esperan en los contestadores automáticos.

La chica sabe que la despedida se acerca. El chico sabe que el milagro ha sucedido. Deciden follar, como un acto desesperado, una especie de ritual. Ella coge un taxi, él le promete que la echará de menos todas las Nocheviejas. Ella se alegra porque eso exactamente era lo que pretendía cuando llamó a ese chico de Internet. Los espectadores nos miramos anonadados, porque queremos que sigan juntos, que vuelvan de una vez a esa cama a abrazarse, besarse, chuparse, correrse... Nos dan ganas de decirles: "Chicos, chicos... pensadlo bien, esto no va a volver a pasar, meteos ahí y dejad los bombardeos para más tarde".

Pero los dos ya saben que no va a volver a pasar, no necesitan a nadie que se lo explique. Uno puede pedir un milagro, pero pedir dos es una exageración. Una puede buscar una despedida, pero despedirse todo el rato es como no despedirse nunca. El taxi se va y él entra en casa. Su amigo le espera con su novia. Sonríen. Ha sido bonito, ¿no? Cantan una canción sobre aires de cambio. Eso es todo lo que queda: el cambio. El tullido volverá a andar, esa es la promesa. La chica no volverá. Nunca. Será un recuerdo.

Cada uno ha conseguido exactamente lo que quería. En sólo 24 horas. No creo que ninguno tengamos nada que reprocharles. Poco a poco salimos del cine, con una especie de sonrisa triste y melancólica, parafraseando a Peter Pan y pensando que el amor debe de ser una aventura maravillosa.

Christina Rosenvinge: La eterna adolescente

Víctor Alfaro me manda este maravilloso vídeo de los chicos de ADN.TV y lo primero que me llama la atención es que la entrevista está hecha en el mismo sitio donde yo le hice la mía hace tres años casi.. Puedo imaginar a Christina citando a los redactores y el cámara en el Delic. Adorable.

miércoles, enero 21, 2009

If you can hold on, hold on

¿Qué pasa por la cabeza de uno de estos chicos que van con la música puesta en el móvil a todo volumen? ¿A qué viene? ¿Y por qué se ha convertido en una moda? No sólo me tengo que ir a la otra punta del vagón cuando una señora llena de bolsas pone bachata para sí misma y los demás sino que en la otra punta hay un bakaladero con el pelo semi rapado -una mata de pelo en lo alto- que nos obsequia con las "canciones" de ese fin de semana de la Fabrik.

Tiene que ser un reto. No puede haber otra explicación. Aunque, ¿a quién está retando entonces la señora? Pero el chico lo hace para poder meterse en una pelea. Si no, no tiene lógica. La gente ya no sabe cómo pegarse y ha recurrido al móvil. Todos los móviles tienen cascos y es innecesario decir que la música se escucha mejor en los cascos que en el altavoz de un teléfono. Además, el chico sabe que nos está molestando. La señora también, pero el chico está buscando que alguien se lo diga, estoy convencido.

Está buscando que alguien le pida que baje el sonido del móvil o que lo apague para soltarle un insulto o algo del tipo "hago lo que me sale del..." y luego liarse a patadas o a puñetazos o lo que sea. Con un poco de suerte, la señora lo grabaría y lo podría emitir en Internet. El móvil es lo que tiene.

Dos paradas después se baja, en Coslada Central, pero yo no puedo evitar seguir dándole vueltas. ¿A quién hay que pedirle que se pare eso? ¿Llegará un momento en el que todos seremos como Radio Rachim en "Haz lo que debas" e iremos con nuestra música atronando a los demás. ¿Qué sentido tiene? A lo mejor yo soy un viejo treintañero reaccionario. Profesor, además. Represento todos los poderes tradicionales y están luchando contra mí. Llevo un libro de Martin Amis en la mano, además. La bachata y la Fabrik me están dedicadas, seguro.

El metro se para en cada estación unos dos minutos. Tengo prisa, para variar, y estoy francamente agotado, hasta el punto de dudar si alguna vez había estado tan agotado. Probablemente, sí. En Estadio Olímpico el tren del transbordo nos espera justo hasta que llegamos. Cuando en un andén se abren las puertas y salimos con los billetes en mano, en el otro se cierran y alguien se descojona en la cabina del conductor. Seguro. Otro reto, pienso, otra pelea.

Últimamente, tengo la sensación de que me estoy peleando con todo el mundo. Demasiada gente a la que llamar o escribir y recordarle cosas. Uno no puede ya ni confiar en El Corte Inglés, ¿a dónde vamos a llegar?

Cualquier día de estos aparecerá mi cadáver acuchillado bajo un banco de la estación de San Fernando de Henares. O al revés. Cualquier día aparecerá el cadáver de un bakaladero de Coslada mientras yo voy por Simancas escuchando los Killers en el MP3 de su móvil.

Either way, you catch flu... or you catch the city

Relatos en el Café Molière


Seamos sinceros: yo no sé nada de la Asociación Acubo. Es más, acabo de volver de su tertulia y sigo sin saberlo. Creo que son ex alumnos de una escuela de escritura creativa. Alumnos y ex alumnos, algo así.

Sí sé bastante de Clara Álvarez. Bastante quizás es una exageración porque Clara no es de esas personas que se dejan conocer fácilmente -aunque ella ahora probablemente pensará que sí, que sí se deja, porque siempre me lleva la contraria cuando hablo de ella- pero digamos que la conozco lo suficiente como para que, cuando manda un mensaje diciendo "necesitamos relatos" pues yo mande el mío y además lo lea y el entrañabilísimo Rubén -un tipo con suerte- lo grabe para su programa de radio (pronto, esperemos, el enlace).

Elegí un relato de una chica que tira zapatos por la ventana del taxi. Creo que gustó.

La cita fue en el café Molière, de Francisco Silvela, entre Diego de León y Manuel Becerra. El café Molière es un sitio de lo más acogedor, uno de esos sitios en los que nada más entrar ya sabes que te vas a pedir un descafeinado de sobre. Tiene mucho de malasañero, por así decirlo. Aparte de Clara y Rubén, estaba Antonio, otro de los autores, y Ana y Pablo que se encargaron de leer los textos. Ana hizo de Hache durante cinco minutos y fue una Hache formidable, exactamente la Hache que yo creé, nada que ver con la Hache que existe realmente.

Nadie podría hacer de la Hache que existe realmente y en parte en eso consiste el relato.

En fin, me lío: café Moliere, sonrisas de Clara, entusiasmo de Rubén, aplausos y tertulias tras cada relato, pausa de diez minutos, encuentros con antiguos opositores, una chica americana que escribe español con una sintaxis envidiable -no es que yo no escriba así de bien en inglés, es que probablemente no escriba así de bien ni en español- y unos padres que, también, definitivamente, son unos padres con suerte.

Eso y mucho frío afuera. Dicen que nevará. Imagínense que cortan todas las carreteras de acceso a San Fernando de Henares por el hielo. ¡Oh, eso sería terrible! (Y además, me temo, todavía quedaría el metro y la verdad es que allí me lo paso muy bien, ¿por qué desearle mal a nadie?)

martes, enero 20, 2009

Espías en la sombra


"Espías en la sombra" podría ser una excelente película bélica sobre la II Guerra Mundial. Tiene una buena trama, un buen desarrollo, giros sorprendentes, una clara división entre buenos y malos, crea las típicas dudas sobre cuestiones morales dentro de una guerra y mantiene un ritmo admirable.

Realmente, podría ser muy buena.

Pero el cine de género no acaba de convencer a determinados directores. Como si faltara algo. Como si ser director de cine "de verdad" consistiera en tener que enviar un mensaje más profundo que el entretenimiento sin más.

De entrada, el título. En España lo han "maquillado", no se sabe por qué. Han cambiado "Femmes à l´ombre" -"Mujeres a la sombra"- por "Espías a la sombra". Y tampoco es que las mujeres que aparecen sean precisamente espías. Son miembros de un comando especial cuya misión es eliminar a nazis en Francia justo antes del desembarco en Normandía.

Mujeres. Esa es la cuestión. Cuatro bellas mujeres, empezando por la soberbia Sophie Marceau -está sublime en la peli- que hacen las veces de trece rosas valientes y estoicas y que lo soportan todo, con frases del tipo "esto a un hombre no se lo haríais hacer". Bobadas. En una guerra, no hay hombres ni hay mujeres. En la propia película se ve. ¿A quién matan ese comando de mujeres? A hombres. Ninguno les grita "Eso a una mujer no se lo haríais".

Hay un punto ñoño y sensiblero que me amarga. Como si el director quisiera decirnos todo el rato "en el fondo, son mujeres, con sus embarazos, sus amores, su sensibilidad, tan inocentes...". Tonterías. Son personas en una guerra. Matan o mueren. Es así. Sophie Marceau lo ve así, porque el resto no puede hacer lo mismo. No me interesan sus dramas. No me interesa si Lee Marvin echa de menos a su esposa en Colorado. Es una película bélica. Centrémonos.

Pero no. El director se niega a hacer una película bélica, quiere hacer una película bélico-feminista: rescatar a todas las mujeres que sufrieron durante la II Guerra Mundial y mostrar su valor. Por supuesto que hubo mujeres valientes en la II Guerra Mundial. Y algún hombre. Y cobardes, muchos, de ambos sexos. Da la sensación de que desde 1936 a 1945, las mujeres o eran milicianas o de la resistencia. A mí me parece ridículo, pero ya lo he dicho varias veces: me educaron para no entender de hombres o mujeres sino de personas.

La película podría ser un excelente homenaje a todos los que sufrieron durante la ocupación nazi. Por ejemplo, el hermano de la protagonista, torturado hasta la muerte por no delatar a las chicas ni desvelar los planes de desembarco y que sólo cede por no ver sufrir a su hermana. Pero no. Eso ya se ha hecho, supongo que pensó el director. Mucho más poético dedicárselo a las mujeres, sin más. Tampoco me importaría si eso no obligara a meter subtramas y planos realmente innecesarios, si no afectara la historia principal.

Pero afecta. Y es una pena. Porque la historia es muy buena. Incluso a las 10 de la mañana. Muy visible, en cualquier caso. Un tiro al palo, por así decirlo.

domingo, enero 18, 2009

Mis primos en el I-Weekend

Que me roben las chicas, vale... ¡Ah, pero la fama...! ¡Eso sí que no lo puedo tolerar! (Mis primos son los que no tienen el micrófono en la mano).

Aprovecho para anunciar que con el dinero ganado han decidido montar una editorial para mis libros y comprar los Portland Trail Blazers. Probablemente, fichen también a Kaká del Milan.


Entrevista a los autores de la idea ganadora en iWeekend from agora news on Vimeo.

"Noviembre", de David Mamet (la crítica)


Lo que uno teme cuando entra a ver "Noviembre" -cuando se entera del argumento de "Noviembre", de hecho- es que la obra no sea más que una parodia sobre el mandato de George Bush. Estoy harto de George Bush y aunque sé que a Obama le van a dar palos también, entiendo que cierta corrección política impedirá que le tengamos hasta en la sopa en cada película y obra teatral que se escriba.

El presidente de los Estados Unidos está desahuciado en las encuestas, es un ignorante, su partido ha dejado de confiar en él y no deja de ser un pelele en manos de quiénes le rodean. Eso son tópicos, por supuesto, pero Mamet los maneja con inteligencia y diversión, hasta el punto de que uno acaba sintiendo cierta simpatía por el personaje -al fin y al cabo, el "Sueño Americano" es eso: cualquiera puede ser presidente y cuando dicen cualquiera se ha demostrado que es "cualquiera"-.

Alrededor de él y su despacho oval se desteje una maraña de influencias, corrupciones, traiciones, lobbies absurdos -la maravillosa Asociación del Pavo- que él va sorteando con la arrogancia del que no tiene nada que perder porque ya sabe que está perdido de antemano -"has roto el suelo", dice su asesor cuando hablan de las encuestas-. Sólo queda una semana para la elección presidencial y un poco más para el Día de Acción de Gracias.

Surge ahí la figura de la asesora. Honestamente, me gusta más el personaje real de la asesora que el personaje que pinta la promoción de la película. La asesora no es más inteligente que el presidente y desde luego no lo maneja. No más que los demás. En ocasiones, incluso, el pelele es ella. No es más que una "fontanera", capaz de convencer a cualquiera con sus discursos de las memeces que su jefe le obliga a escribir. Aparte de eso, es lesbiana y revolucionaria. Mamet utiliza toda su retranca para dibujar a este personaje: es bienintencionado, desde luego, pero está en las nubes. Lo quiere todo y lo quiere ya y en realidad no sabe lo que quiere. No es una fría estratega.

Se supone que hay un discurso importantísimo que hará cambiar el curso de la campaña y que sólo puede escribir ella. Bien, seamos sinceros, eso no se entiende. Es un acto de fe y yo de fe ando justo. Aparte de los problemas "culturales" que plantea la obra al espectador español medio -el que no sabe exactamente qué es el Día de Acción de Gracias-, lo cierto es que el segundo acto de la obra es más bien confuso en general. Demasiado disparatado. Divertido, de acuerdo, pero con un punto exagerado que roza un esperpento algo burdo y previsible.

De repente, todo el mundo enloquece, y que todo el mundo enloquezca durante cinco minutos es divertido, que lo haga durante media hora acaba resultando pesado. El final es dudoso, sólo diré eso.

Con todo, es lo que decíamos: al menos la obra no es otro panfleto anti-Bush, ni siquiera un panfleto anti-americano. A veces uno querría pensar que el uso de tópicos para llegar a la farsa en realidad es una manera de criticar todas las películas, todas las obras de teatro "serias" que se hacen utilizando esos tópicos. Una vuelta de tuerca más. Santiago Ramos está excelente -no se esperaba menos- en su papel protagonista y el resto del elenco no decepciona. A veces se pasa de socarrón y prepotente y tiene ese punto entrañable de Paco Martínez Soria, así, con la voz medio ronca, la frase irónica y la sonrisa del paleto que en realidad es el único honesto allí en medio.

Sí, esto es una maldad, pero no creo que fuera el único que se dio cuenta. En cualquier caso, la obra es divertida, inteligente y merece la pena verse. No sucede muy a menudo.

viernes, enero 16, 2009

El escritor

El escritor revisa el artículo y descubre que ha repetido la palabra "muerte" en dos frases consecutivas y decide que tiene que cambiarlo. Queda fatal. En concreto, ha escrito: "...incluso la muerte como telón de fondo: el libro se publicó el mismo año de la muerte del autor en...". A veces, escribe tan rápido que le pasan esas cosas: sintaxis equivocada, palabras repetidas, conceptos poco claros...

Quizás, si de verdad pretende ser un escritor, debería tomarse más tiempo. Todo lo que ha leído sobre escritores apunta en esa dirección: la importancia de la palabra precisa, del adjetivo exacto, de la frase con sentido. ¿Cómo va a encontrar todo eso escribiendo en media hora, deprisa, deprisa, entre una cosa y otra? Es imposible. Históricamente imposible, al menos. Su literatura tiene que ser forzosamente apresurada y pobre y sin recursos. No los está buscando, ¿cómo va a encontrarlos?

Pero, bueno, el escritor ha pasado por cosas peores. Aunque muchos digan lo contrario, hay cosas mucho peores que ser escritor, en general, y equivocarse una vez, repetir una palabra aunque tenga connotaciones distintas -no es lo mismo, la muerte como concepto, como "telón de fondo", ha escrito, un tópico periodístico de los que no evita, que la muerte real de un hombre real, en este caso de...- no es tan grave. No puede ser tan grave. Basta con editar de nuevo y buscar un sinónimo.

Así que mueve el cursor hacia la palabra y la borra y piensa en cómo rellenar el hueco. Su primer impulso es poner "deceso", pero tiene un problema: él sabe que existe la palabra "deceso", pero no la ha utilizado nunca. No sabe si un escritor debe utilizar palabras que la gente no utiliza o si es todo lo contrario, si un escritor debe rescatar las palabras que la gente ya no utiliza. "Deceso" parece un término jurídico, forzado. La reseña tiene el habitual tono periodístico fluido, con puntos incluso de humor. ¿Se justifica la palabra "deceso" ahí?

Cree que no. Le suena ampuloso y detesta sentirse ampuloso.

Pero luego piensa que quizás sea necesario -para ser un escritor "de verdad", quiere decir- utilizar términos ampulosos. No basta con saber que existe la palabra "deceso", igual que existe la palabra "quedamente", también hay que demostrar a los demás que sabes que existen. Escribir, en muchos casos, es una demostración. Aquí estoy yo.

Lo que pasa es que no, no puede. El uso. El contraste. ¿Se iría al otro lado y pondría "la palmó"? No, seguro que no. ¿Cuántas veces oye a lo largo del año que alguien "la ha palmado"? Muchas veces. En el tono informal de la reseña quedaría incluso aceptable, pero, ¿qué escritor digno de ese título diría algo así: "la palmó"? Es vulgar. No se puede escribir que alguien la palmó, salvo que seas un personaje de José Ángel Mañas o quieras parecerlo. No se puede. El escritor se niega. Mucho menos a decir que .... la palmó. La gente así no la palma. Tampoco decesa, de acuerdo, pero "palmarla" es exagerado.

El escritor duda incluso de que exista el verbo "decesar". No debe de existir. Se lo ha inventado. Intenta mostrar tanto vocabulario que se lo inventa. No es ya que luche con armas que no son suyas, es que intenta luchar con armas que no se han fabricado. Lo mira en Internet: no, "decesar" no existe. Era de prever. Sin embargo, "deceso" tiene que venir de algún lado. Es la acción de... ¿de qué? No tiene ni idea. Le fastidia no tener ni idea. Debería saber estas cosas. Tendría que saber estas cosas.

Pero no las sabe. Quizás algún día las aprenda y pueda llamarse escritor de verdad. Quizás para cuando las aprenda ya no quiera escribir más. Saberlo todo tiene que ser aburridísimo y te tiene que quitar por completo las ganas de contarlo a los demás. Uno cuenta cosas sueltas. Ahí está el entusiasmo: cuanto menos sabe uno, más importante le parece. El día que lo sepa todo, que tenga todo el vocabulario, la gramática, la maldita sintaxis metidos en la cabeza, ese día dejará de escribir.

Lo tiene decidido.

Eso sí, el hueco sigue ahí. Llegará un día en el que sólo se utilicen la mitad de las palabras y no nos dé miedo repetirlas. Es como la típica frase de los traductores: "enchufe el enchufe en el enchufe". "Habló de la muerte antes de su muerte". Y no será tan terrible. Piensa un poco y recurre a lo fácil, como siempre. No piensa en la palabra "adecuada" y el sustantivo "preciso" -o quizá sí, ¿qué lleva haciendo todo este tiempo, si no?- sino que piensa en lo que antes le saque de esa pantalla y le lleve a otra. Literatura de Super Nintendo.

"Fallecimiento", elige. Y lo escribe. Y eso no quiere decir que no siga dándole vueltas un buen rato. Y, una vez más, no sabe si es bueno o malo.

Tres rosas amarillas


Miguel Gila metía a menudo el siguiente gag en sus monólogos. Abría un periódico cualquiera y leía la noticia: "En Nueva York muere un hombre atropellado cada tres minutos", se quitaba la boina, pensaba y al final concluía: "Anda que... también... pobre hombre".

Con los relatos de Raymond Carver sucede algo parecido. No es sólo la repetición del sufrimiento y el dolor y la nostalgia y el desgarro vivido desde la anécdota de la casa adosada con jardín, del dormitorio insomne. Es la sensación de que cada personaje protagonista es siempre el mismo personaje protagonista: mismo tono, misma distancia, mismos remordimientos, misma neurosis.

"Tres rosas amarillas" es un libro insólito en determinados sentidos. Por ejemplo, el título. Es el mismo que el del último de los relatos y en realidad ese relato, según todos los académicos, no debería estar ahí: es la recreación de los últimos días de Anton Chejov en un balneario alemán, muriéndose de tuberculosis. Dicen los cánones que los libros de relatos tienen que formar una unidad y si esa unidad se rompe por algún lado en "Tres rosas amarillas" es precisamente por el final.

A mí, lo de los cánones me parece una chorrada y yo creo que los libros de relatos, cuanto menos unitarios, mejor, para eso están las novelas.

En cualquier caso, hasta llegar allí, el libro es una sucesión de matrimonios fracasados y matrimonios a punto de fracasar. Scott Fitzgerald dijo que las vidas americanas no tenían segundo acto y aquí estamos ante una sucesión de segundos actos, con la madurez e incluso la muerte como telón de fondo: el libro se publicó el mismo año del fallecimiento del autor en 1988. Todos los personajes de los relatos de Carver tienen un ex marido o una ex mujer y en la mayoría de los casos, los/las siguen queriendo. Como se quiere el recuerdo de uno mismo cuando fue joven. La nostalgia de las fotos de las nocheviejas pasadas.

Casi todos ellos han rehecho su vida. Es una manera de hablar. Las vidas de los personajes de Carver, por supuesto, está de todo menos hecha, más bien zurcida, como mucho. A trozos que se pueden soltar en cualquier momento. Y se sueltan. ¿Cómo? Con anécdotas. De repente, sucede algo que hace pensar. Ese "algo", por supuesto, es banal. Los relatos de Carver no son de una imaginación prodigiosa, son de una narración prodigiosa, pero si destacan por algo es por su normalidad, por su mediocridad.

Incluso los títulos. Para Carver, basta con meter a un hombre y una mujer en un dormitorio para tener un relato de 25 páginas, de repente el hombre baja a la cocina, hierve un huevo y la cáscara se va despegando y entonces decide acabar con todo o se da cuenta de que, con él o sin él, todo está acabado. Luego, el autor titula: "La cáscara se va despegando" y se queda tan ancho. Nadie titula como los estadounidenses porque nadie tiene tanta falta de pudor a la hora de hacerlo. Uno se encuentra con cosas como "¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (Would you please be quiet, please?)" y se sorprende del valor de elegir un título así.

Y luego intenta imitarlo, por supuesto.

Hay escritores que te invitan a escribir. Eso no sé si es bueno o es malo. Hay escritores que te deprimen, como Cortázar, o Calvino, por citar a dos que a mí me deprimen muchísimo -quizás Fresán esté en esa lista- porque sabes que nunca llegarás a su dominio del estilo, de la sintaxis, de la imaginación... sin embargo Carver me empuja siempre hacia el ordenador. Leo la mediocridad y me veo obligado a re-escribirla. Desde que leyera "¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?" con su portada azul de Anagrama en una habitación abuhardillada de un hotel de Londres (verano de 1996).

Ya digo, no sé si eso es bueno.

Supongo que a él le daría igual. Y a sus personajes, ni te digo.

jueves, enero 15, 2009

Primer día en San Fernando


Recuerdo las otras primeras veces. En Parla, por ejemplo. Recuerdo que no estaba nervioso. Pedro me preguntó si estaba nervioso, pero yo no estaba nervioso. No sé por qué. Debería haberlo estado. Recuerdo oír el silencio cuando me di la vuelta para escribir en la pizarra. Podía oír cómo me escuchaban, fue algo asombroso. Yo estuve un año intentando enseñar Historia a niños que habían nacido en 1986 y tenían 14 años. Yo estaba acostumbrado al griterío y el parloteo y la lucha constante y hasta había llegado a considerarlo algo natural.

Pero, de repente, Parla. Aquello fue tremendo.

Recuerdo San Blas, claro. Cierta tensión. Llegar en mitad de un curso -quien dice "en mitad" dice "al mes", quizás sea hasta peor- es una condena. Es como coger un equipo a mitad de temporada. Hay una dinámica de trabajo, unos usos, unas reglas... y el que no está dentro eres tú. Y se supone que tú eres el líder.

Recuerdo que me equivoqué de CD y acabé cantando "Something Stupid" con Amanda. Los dos desafinamos.

El primer día en San Fernando ha tenido la novedad del horario. Dar clase a las 9,30 de la mañana me resulta extraño, pero hasta cierto punto agradable. Todos estamos más atentos, más tranquilos, no hemos tenido tiempo de cabrearnos, aburrirnos, cansarnos... Estamos a lo que estamos, a los estereotipos y las presentaciones y los grupos pequeños. Todo bien y en orden.

¿Qué recordaré de la primera mañana? Ni idea. La calma, quizá. El cielo blanco tras la ventana. El hielo en las calles -aunque comparado con el miércoles, aquello no era nada-. Una vaga sensación de estar de paso, como si eso me fuera a permitir quedarme más tiempo. Quién sabe. Rosa dice que soy muy joven y puede que sea cierto.

The Killers- Day and age


El siguiente texto se puede visitar en su lugar original, es decir, este.

Pero, por su interés, lo reproduzco aquí, que para eso lo he escrito yo:

Cuando The Killers publicaron en 2006 su segundo disco, todos sentimos una especie de escalofrío. El tecno-pop fresco de Mr. Brightside o Somebody told me había dado paso a un sonido más denso, barroco, casi mesiánico, con Read my Mind o Sam's Town –canción que daba nombre al álbum- como buenos ejemplos. Había un exceso de gravedad, de incomodidad. Como si quisieran demostrarle algo a alguien y no supieran el qué. Los giros de voz de Brandon Flowers invitaban a la exageración; cada canción parecía querer pasar a la posteridad.

Afortunadamente, Day & Age (Universal, 2008) supone una especie de vuelta a los orígenes que ya se anunciaba en el recopilatorio de rarezas Sawdust. Probablemente, el disco no tenga canciones tan brillantes como el magnífico Hot Fuss pero en su conjunto funciona: es fácil de escuchar, agradable, recupera cierto optimismo y cierta sencillez que parecían olvidados y aunque es obvio el gusto de Flowers por complicar la composición y abusar en ocasiones del teclado con tintes demasiado ochenteros, lo cierto es que el disco reúne unas cuantas buenas canciones. Eso sí, la elección del single, Human, resulta dudosa. Da una imagen equivocada del tono musical. Spaceman es mucho mejor canción y el tema de apertura del álbum, ese Losing Touch que incluye hasta trompetas, llena el reproductor de alegría y buenas sensaciones. Aparte, hay tres joyas que probablemente no tengan un gran éxito comercial pero se agradecen mucho en una escucha casera: This Is Your Life, I can´t Stay y The World We Live In

El problema es saber si lo que atrae de The Killers es su vena más pop o su vena más tecno-gótica. Es curioso que en España hayan vendido más entradas para sus conciertos a 40 euros la unidad que discos a 15 euros. La gente no quiere escuchar a The Killers en casa sino en masa. Y para eso hacen falta himnos. Bueno, que no se preocupen. También los hay. Pero no tantos. Y nosotros al menos lo agradecemos.


Y eso es todo lo que tengo que decir, pero aprovechen y denle al enlace, porque ahí tendrán muchas más cosas que ver y así me hacen un favor a mí.

miércoles, enero 14, 2009

Lo que me escama de Lance Armstrong


Yo soy de los que me creo las cosas al revés. Un eterno conspiranoico. Si alguien está callado, me da miedo. Algo oculta. Si alguien se pasa el día fardando... mmm... mala cosa. Todo eso me recuerda a mi prima Irene con tres años paseando de la mano de T. y diciendo, mientras se acercaba a un pueblo en fiestas, aquello de "no me dan miedo los cohetes", y luego luchaba por no echarse a llorar.

Lo que decimos para impresionar a los demás o para creérnoslo nosotros mismos: véase Mohammed Ali en "Cuando éramos reyes".

Cuando oigo a Lance Armstrong insistir en lo bien que va, lo ambicioso que es, cómo va a sorprender a todo el mundo... Cuando le oigo decir chorradas como "estoy mejor que cuando gané el Tour", cosa imposible de saber en enero en cualquier caso y altamente improbable después de tres años retirado, hay algo que me escama: tiendo a pensar que no está tan bien, que necesita esa ventaja psicológica para que le crean y creérselo él mismo.

Recuerdo a Stephen Roche -como pueden ver, este post son todo recuerdos- diciendo aquello de "Visentini habla mucho pero pedalea poco". Bueno, es imposible que ustedes entiendan la metáfora pero, digamos que Visentini era un corredor italiano que fardaba mucho y Roche era un pequeñín irlandés que hablaba más bien poco pero acabó ganando el Giro de aquel año.

¿Puede ser ese el caso de Armstrong y Contador? No sé. Nadie vuelve casi a los 40 tras tres años de parón y es mejor que antes. Ni Michael Jordan. Eso lo dice todo. Andar presumiendo de eso es una excelente manera de que los demás pensemos en sus carencias.

martes, enero 13, 2009

Noviembre, de David Mamet


Notodo.com tiene la política desde su fundación de no especificar quién es el autor de cada uno de los reportajes. No tengo problema en ello, a veces puede incluso ser una bendición: uno se ahorra seudónimos cuando tiene que hacer una crítica que sabe que no va a gustar. De todas maneras, por si acaso, iré colgando aquí lo que vaya publicando en la revista. De entrada: "Noviembre", de David Mamet, en el Teatro Bellas Artes.

Xoel López en Lluvia de Estrellas

La Chica Portada sale con estas en el Facebook y yo cojo y se lo copio con todo el morro para mis queridos lectores. Qué jóvenes éramos, madre.

lunes, enero 12, 2009

La madre coraje y los bomberos toreros


Una madre tiene una hija con un problema de crecimiento. Eso hace que en plena infancia siga llevando ropa de bebé y que su expectativa de estatura en la madurez apenas supere el metro. La madre se preocupa por la hija. No sólo por los problemas que su enfermedad le causa en el día a día sino por cómo ven los demás esa enfermedad.

Los niños son crueles y los adultos son niños un poco creciditos.

La madre decide entonces "limpiar" la imagen de las personas con problemas de crecimiento. Recurre a la prensa y a la administración para ello. Exige que se acaben los espectáculos que incluyan a "enanos", por ejemplo, el famoso bombero-torero. Son espectáculos denigrantes que atentan contra la dignidad de los que participan en ellos. La prensa acoge la iniciativa con entusiasmo populista y califica a la madre de "madre coraje", siguiendo los pasos de Brecht que ya se han convertido en un tópico más del periodismo.

Yo lo leo en tres sitios distintos y me pongo a pensar. En efecto, creo que los espectáculos tipo "bombero torero" son denigrantes. No iría nunca a ver uno. Luego pienso si prohibiría sin más todas las cosas que mi sensibilidad considera crueles o hirientes. ¿Prohibir? Lo menos posible. ¿Cómo puedo impedir yo que la gente se ría de los bajitos, o de los gordos, o de los mancos, cojos...? ¿Lo prohibo por ley y punto?

Vayámonos al caso contrario: una modelo. O peor aún, una actriz porno. La gente ve películas porno para pajearse. Las chicas que salen en esas películas suelen tener un cuerpo de escándalo. Nadie las obliga a participar en esas películas -en el mejor de los casos, a veces sí las obligan- pero el caso es que participan porque pueden ganar un dinero aprovechando su cuerpo. ¿Es algo digno? Alguien puede pensar que no. Si ya los concursos de belleza suelen ser motivo de controversia, imagínense lo que es poner a alguien ahí sólo para que un montón de tipos -y alguna tipa, por supuesto- puedan pajearse a gusto.

La gente se pajea con las modelos y se ríe de los enanos. La gente es terrible. ¿Deberíamos prohibir eso también? Quiero decir, si no hay bombero torero... ¿debería haber pases de modelos o concursos o...? Quizás tampoco. Quizás mi hija sea tan guapa que no quiero que la gente la mire y piense en ella desnuda. No lo tolero. Quiero que no suceda. Punto.

Por supuesto, la madre coraje en cuestión tiene todo el derecho del mundo a sentirse herida por el uso graciosete de quien tiene un defecto físico, pero no sé si debería prohibir a los que libremente deciden ejercer esos trabajos -series, películas, espectáculos en general: circo, toros...- que lo sigan haciendo. Ya digo: a mí no me hace ni puta gracia. Yo no iría a verlo. ¿Dejaría a toda esa gente en el paro? No. ¿Les buscaría un trabajo alternativo? No veo por qué. Uno puede ser bajo y desempeñar prácticamente cualquier trabajo de manera solvente sin necesidad de ayuda legal. Con la misma efectividad que un tipo alto. Habrá cosas que a uno le sean más sencillas y cosas que le resultarán más sencillas al otro, pero a nivel intelectual...

Si alguien decide ser Bombero Torero, me parece bien. Si alguien quiere ir a reírse del enanito, me parece bien. Yo no lo haría, simplemente, pero creo que hay que acostumbrarse a vivir con un mundo detestable.

Messi y Robben


Pensaba escribir este post enfurecido por la comparación recurrente en Marca y As entre Leo Messi y Arjen Robben. Pensaba indignarme con la diferencia de talento entre ambos jugadores, los distintos recursos que ambos poseen y analizar el palmarés de cada uno -Messi ha ganado una Copa de Europa, Robben, aún no, aunque ganó un par de ligas en Inglaterra y la última en España-.

Pero he leído el chat de Santiago Segurola y la cuestión ha quedado bastante clara: Messi juega en otra liga. Me alegra que se asuma y se establezca así, porque comparar cuatro años como uno de los mejores jugadores del mundo con dos meses de gran fútbol es un poco absurdo.

Así que voy a hacer todo lo contrario de lo que tenía pensado: voy a elogiar a Robben. Lo digo porque los palos le van a caer dentro de nada. No se le puede comparar a Messi. Ahora mismo, nadie puede compararse a Messi, e intentar obligar a alguien, sea quien sea, a seguir ese ritmo sólo va a llevar a la frustración, de la frustración a la rabia y de la rabia, obviamente, al menosprecio. En cuanto el Madrid pierda dos partidos y Robben no tenga su día -pasará- todos sus palmeros se sentirán traicionados y atacarán a degüello.

Será injusto, pero será.

Conviene dejar claro, entonces, que Robben es un excelente extremo. Poco más. Un tipo rápido, con desborde y regate. Como debe ser. Obtuso en todo lo demás: mal pasador, mal lector del juego, excesivamente individualista, pero con una calidad técnica para el desborde y la conducción en velocidad realmente prodigiosa.

¿Pudo Robben ser Messi? Pudo serlo. Hace cuatro años, cuando tenía la edad que Messi tiene ahora, iba para mejor jugador del mundo. Recién fichado por el Chelsea y debutante en la selección holandesa, Robben era un escándalo de jugador: ya por entonces era rápido, con desborde, y un zapatazo a pie cambiado que sentenciaba partidos. Sin embargo, las lesiones... Hablar de las limitaciones físicas de Robben en el último año y medio es anecdótico. El holandés tampoco pudo jugar con una mínima regularidad en Inglaterra.

¿Cómo se pueden desarrollar las cualidades que le faltan, las que tienen que ver con el entendimiento del juego, de los compañeros, del rival... sin jugar partidos? Imposible.

Eso sí, Robben tiene aún 24 años. El margen de mejora está ahí. Si alcanzara esa regularidad, acabaría entendiendo el juego: cuándo calmar, cuándo encarar, cuándo caer a banda, cuándo recibir atrás, cuándo pasar, cuándo disparar... ahora mismo eso para él es una incógnita. Hace lo que sabe hacer: coger la bola, regatear, acelerar, dejar atrás al rival y en el último momento decidir: la paso atrás o tiro a puerta. Generalmente, lo segundo.

No es poco. Es mucho más que lo que la mayoría de vulgares extremos ha hecho en los últimos años. Pero es menos que lo que hace Messi, que controla todo el partido en su cabeza durante los 90 minutos. Si la prensa y el público no se conforman con el Robben que tienen y quieren que se convierta en otro jugador, la cosa va a acabar mal. Será injusto, insisto, pero será.

domingo, enero 11, 2009

Perro Flaco en Costello


Me gusta Perro Flaco. Es decir, me gusta David Negrín. Desde que le escuché por primera vez en una fiesta de Central Musical. Vale que su tono es demasiado Tequila-Los Rodríguez, con un tono Alejo Stivel en la voz -él es canario, pero el acento parece argentino- y toques de Andrés Calamaro y Ariel Rot en la composición.

Después de decir esto, sorprenderá que piense que me parece distinto. Es distinto a lo que se oye normalmente en el circuito de salas en vivo. A lo que yo oigo al menos. Y me gustaría oír más cosas así, desde luego.

Perro Flaco apuesta por una música contundente, muy rock and roll. De hecho, abusa de la palabra en cuestión en las letras, algo que me molesta, pero tiene intuiciones prodigiosas y ese punto cínico-irónico-destructivo-vacilón que han heredado los Pereza y que Negrín maneja con habilidad. Junto a él una prodigiosa banda de músicos entre los que destaca -aunque sólo sea por la putada que le hicieron ayer, que le robaron guitarra y ampli- César Valencia, el gran secundario del circuito musical alternativo.

Mientras, nosotros, los del Mojito -Vázquez, Marazu, Ager y Ortiz- en nuestro rincón, soltando barbaridades y tirando cervezas sobre los abrigos. Anne, encantadora, sirviendo copas y sonrisas en la barra y Nuria -espero que sea Nuria, tengo una memoria pésima para caras y nombres- hablando de cosas que ciertamente me interesan. Exaltación de la amistad.

A veces me hacen sentir mayor y a veces me hacen sentir muy joven, pero son una gente prodigiosa. En todos los sentidos.

¿"Primera plana" es un "homenaje al periodismo"?



El periódico "El Mundo" muestra hoy en su portada hasta qué punto dos colectivos profesionales pueden tener imágenes distorsionadas de sí mismos.

Para empezar, una noticia sobre los controladores aéreos: "Advierten los controladores: ´Somos el único colectivo que puede derrocar un Gobierno´. Hombre, hombre... Efectivamente, la noticia no es que sean capaces de derrocar un gobierno- una huelga de controladores no sumiría al país en mayor caos que una huelga de médicos, basureros, enfermeros, cámaras de televisión, delanteros centro...- sino el hecho de que los controladores se crean capaces de hacerlo y alardeen públicamente de ello.

Noto cierta ironía en el periódico: una especie de "mira estos con qué salen".

Un poco más arriba, en la misma portada, se anuncia el regalo de una película de Billy Wilder, "Primera plana". En dicha película se caracteriza -exageradamente- a los periodistas como miserables capaces de cualquier cosa con tal de conseguir sus egoístas propósitos, aunque ello cueste la vida propia, la de los demás, la renuncia a la felicidad... Una perversión de valores que sólo gente cercana a la demencia podría entender.

Lo curioso es que el periódico califica esa exageración paródica como "homenaje del cine al periodismo". Curioso, insisto. El periodismo se ve homenajeado por todos lados, no entiende otra razón. Probablemente, cuando los directores se reúnen, en voz baja, se dicen: "Somos los únicos capaces de..."

No sólo eso, el periodismo regala el homenaje a los lectores. Se homenajea a sí mismo. No se besa porque no se llega, es el colmo.

.Y lo peor es que ahí no noto ninguna ironía sino puro y duro ensimismamiento.

sábado, enero 10, 2009

Lantana bajo cero


No sé por dónde empezar. Probaré con la anécdota personal facilona, como todo mal periodista:

Conocí a Lantana después de un concierto de Dani Flaco en el Búho Real. Ella estaba con Conchita y compartíamos mesa y de repente nos pusimos a hablar sin más, no sé de qué, y me enteré de que ella se llamaba Alba, que en realidad era actriz pero cantaba, que había puesto música a AzulOscuroCasiNegro, que había estado nominada al Goya... Yo no sabía nada de eso y tampoco sé hasta qué punto la decepcioné. Por otro lado, también era cierto que ella no sabía nada de mí ni de mis libros y que, además, Darío había quitado a Hache del estante, así que no pude enseñar nada...

No, no me gusta. Mundo de fardones... Probaré con el clásico comienzo melancólico de puesta en situación.

Es viernes por la noche en Tribunal y las calles están vacías. No queda nieve, sólo regueros de agua. Los bares agonizan. El frío quema la piel y la garganta. Nadie se pelea por entrar en el SpeakEasy. Diríamos que es Año Nuevo, o algo peor. El hombre del Bocata VIP me reconoce y me ofrece patatas, me deja comérmelas dentro. No hablamos. Es un hombre simpático que no habla. Igual que yo. Leo el periódico y soplo el cucurucho, eso es todo.

A las 10, más o menos, entro en el Búho Real. Medio lleno. Está bien. Viendo lo que hay fuera, está bien. Compro mi entrada, saludo a Toñín, miro a ver si conozco a alguien más y pronto me doy cuenta de que soy tan desastre que aunque conociera a alguien más probablemente no lo distinguiría. Fisonomista de mierda. Voy cambiando de ubicaciones conforme el sitio se va llenando. Los más fieles están al lado de los lavabos y yo me quedo allí, apoyado contra la pared, sin ver a Lantana, sólo escuchándola y frente al público.

Me encanta ver al público en los conciertos. Cómo sonríen. Es un gusto verles sonreír y aplaudir y dejarse llevar como si realmente lo necesitaran.

Lantana tiene canciones preciosas, impresionantes. No es precisamente mi estilo -suponiendo que yo tenga estilo, que está por ver- pero reconozco el talento. Una canción parece llamarse "Melancolía" y me encanta. Tiene un acento dulce de algún lado que puede ser Andalucía o las Canarias y resulta ser Málaga. Coquetea con estilos que podrían ser realmente fabulosos con banda. Tiene un excelente gusto para la armonía. El Búho empieza a llenarse y resulta que todo el mundo se sabe las canciones y si no se las saben -algunas son nuevas- se las aprenden en el momento y al segundo estribillo ya están todos de nuevo.

Me siento como si me hubiera colado en una ceremonia privada. Una boda ortodoxa o algo así, sin hermanas solteras que se acerquen a ofrecerme canapés chipriotas. No espero a que acabe el concierto porque casi nunca lo hago. Puede que sea un error, pero estar solo contra la pared tiene su tiempo limitado. Fuera, en la calle Regueros, la respiración es vaho y el tipo del Bocata VIP saluda con la mano. Un poco más adelante, un grupo de chicos insultantemente jóvenes se tiran bolas de nieve.

viernes, enero 09, 2009

Lo que une a Dani Flaco y Vetusta Morla


Manolo viene a ver a Dani porque nunca le ha visto en directo. Ha mezclado su anterior disco, que yo sepa, y quizás el primero, pero nunca ha estado en un concierto suyo. Manolo es dueño de Sonobox, un estudio de La Latina que puede pasar a la pequeña historia de la música española: en ese estudio grabó Vetusta Morla su primer disco. No sólo eso. Ante la incapacidad de conseguir una compañía que comprara el resultado, Sonobox decidió autoconvertirse en discográfica y co-editó, junto a los propios vetustos, el disco, con los efectos ya conocidos.

Sin embargo, es Manolo el que me da las gracias a mí, por haber apoyado a los chicos. A mí, como si ellos no supieran arreglárselas solos. Como si hubiera hecho falta mi reseña en un medio de Internet para que ahora llenen salas en toda España. "Ya, bueno", admite, "pero en aquel momento hacía falta gente como tú".

"En aquel momento". Por ejemplo, cuando Dani Flaco no llenaba el Búho Real. ¿Se acuerdan? Cuando le conocí y acababa de publicar su primer disco y él seguía siendo cuatro días mayor que yo, sólo que los dos teníamos 28 años por entonces. Cuando empezó a venir al Búho y conseguíamos mesa sin problemas.

Ahora no. Afortunadamente, no. El Búho está tan lleno que me dan ganas de llorar, porque a veces soy tremendamente emotivo. No es que se hayan agotado las entradas, pero hay más de 70 personas y eso que ahí fuera estamos bajo cero. Las costumbres no cambian, eso sí: antes del concierto, bocatas en el bar de la esquina con Pablo y conmigo. Hoy, de invitados, Rubén Mata, que ha venido a ver el mundillo madrileño -y creo que con lo que ha visto tiene para un buen tiempo- y Conchita, que no encuentra título para su nuevo disco que saldrá próximamente.

A mí me gusta "Mudanzas", pero reconozco que "Conchita Mudanzas" no suena demasiado bien. Le damos vueltas pero no llegamos a ningún lado.

Vamos al Búho y encontramos un taburete al lado de la máquina de dardos, justo en una esquina. Se ve bien. Dani dice que está con la voz fastidiada, pero no se le nota. El concierto sale perfecto y la gente se sabe las canciones, incluso los que parecen salidos de un concierto de Rafa Pons.

Es divertido. Le piden fotos y sonríe. Es una estrella. A veces las fotos se las piden a Pablo o a Conchita. Llegará un día en el que a mí me pidan fotos, también, supongo. Tiene toda la pinta de que vamos todos hacia arriba y que va a ser difícil pararnos. Nos quedamos un rato. Un buen rato. Llega César Valencia, su compañero de piso, y Rubén se pone a imitar a Dani Alves. Luego aparece Hanna. Un personaje, Hanna.

Conchita va a sacar al perro y nosotros nos vamos a Libertad, pero no nos dejan entrar. Es muy tarde y olemos a competencia. Volvemos los pasos y acabamos en el Lady Pepa. Obviamente, no vamos a besar a nadie, así que podemos compartir bocadillo de chorizo.  Nos reímos mucho de nada. Somos chicos y es tarde. Las tres y media o así.. Aún no ha empezado a nevar, pero el frío es calificado, con razón, de "inhumano".

Hablamos de vernos en marzo en Madrid, en Barcelona, donde sea... A mí me parece bien. Cada mes que pasa somos un poco más guapos.