viernes, octubre 17, 2008

Todos en 112


Sólo que, cuando pregunto por segunda vez, la dueña me dice que la inquilina de arriba ya no tiene contrato, que sólo la han dejado ir esa mañana "para que recogiera sus cosas" y, por tanto, legalmente, la propietaria única de ese piso vuelve a ser ella y puedo entrar tranquilamente con las llaves sin necesidad de orden judicial ni historias, así que, bueno, cojo las llaves, subo, me dispongo a abrir, pero la cerradura no cede, y como la chica estaba loca de atar, pienso que igual ha forzado la puerta, o vete a saber qué cabronada ha dejado suelta por ahí -¿un montón de ratas sueltas?, ¿un ejército de cucarachas en un cubo colgado del quicio de alguna puerta?- y decido volver a llamar al 112.

Me coge la misma chica y me vuelve a explicar, gritando casi, indignada, cansada, como si ella no tuviera otra cosa mejor que hacer que solucionar una emergencia en el teléfono de emergencias, que vaya a la comisaría y ponga una denuncia, que sin orden judicial no se puede entrar en ningún piso. Yo le explico que tengo la autorización de la propietaria, que, de hecho, tengo la llave que me ha dado la propietaria, pero que necesito que venga la policía o los bomberos o quién sea, para abrir, porque yo no lo consigo.

Suspira. Me repite: "¿No le he dado ya el teléfono de la comisaría? Por favor, llame a la comisaría". Así que le cuelgo en mitad de una frase, compruebo que el techo del cuarto de baño sigue goteando y la mancha de humedad vuelve a cubrir parte de la pared del dormitorio y llamo a la comisaría, donde un chico bastante amable me dice que ellos no pueden hacer nada, porque no controlan las patrullas y están hasta arriba, pero que eso me lo pueden arreglar los de la Policía Municipal o en el 112.

Le explico que la Policía Municipal me ha dicho que llame al 112 y que el 112 me ha dicho que le llame a él, y él, después de pensarlo un rato dice: "Pues entonces llama a la Policía Nacional, al 091".

Por supuesto, la Policía Nacional me deriva a la Municipal y... pero, a base de insistir, consigo que el tipo me escuche al menos. Le digo: "Miren, esto es una emergencia. El piso de arriba se está inundando y no puedo entrar a cerrar el grifo y tengo el cuarto de baño lleno de agua y no consigo que nadie venga a solucionar esto". Se calla. Suspira también. Dice: "¿Pero hay riesgo de derrumbamiento?" y entonces yo contesto: "Pues eso no lo sé porque no conozco el edificio, pero desde luego no me gustaría esperar a comprobarlo" y entonces, resignado, dice que, bueno, que van para allá, que les espere.

Cuando llegan, el techo vuelve a estar empapado y el suelo lleno de cubos para que caiga el agua. Los trozos de pintura van cayendo sobre el lavabo y el retrete. No es algo tan surrealista como lo de la semana pasada -entonces, en idénticas circunstancias, uno de los policías me preguntó si me gustaba el pressing catch y acabamos hablando de la WWE Magazine y los eventos de Valencia y Torrevieja...- pero sí hay ciertos momentos cómicos. De entrada, descubrimos que, si la llave no gira, no es por ningún plan malvado, sino porque es otra llave, de otro piso. Luego, cuando entramos, la casa está llena de comida y bebida tirada por todos lados, bolsas vacías y llenas sobre los sofás y la mesa, pero al menos no hay ropa y aunque los tipos flipan -porque flipan- yo estoy más o menos tranquilo, porque no es lo mismo verlo a la luz del día y sin ropa tirada por el suelo que a las doce de la noche y el suelo totalmente empapado.

Cortan el grifo y se van. Hablo con la dueña. Le digo que por favor cambie la cerradura y ella me da las gracias desde su trabajo y me pide mil disculpas. "No importa", digo. Y sigo traduciendo, porque quiero acabar pronto esta mañana, que mi madre acaba de salir del hospital, vamos a comer juntos y luego tengo unos 50 alumnos esperándome en Parla.