lunes, septiembre 22, 2008

Los premios L´Oreal en el María Cristina

Manuela Velasco está preciosa y altísima, con un peinado recogido, vestido elegante y unos tacones espectaculares. Ha sido la entrega de los premios L´Oreal al "rostro más bonito del cine español". Normalmente daban un premio y punto, ahora lo hacen más emocionante, supongo que para que la prensa vaya: nominan a varios y luego anuncian el resultado.

Ella perdió. Ganó una Clara. O Blanca (la de la foto). Alguien que no conozco en absoluto. Bromea con que está indignada. Yo le sigo el juego: "Claro, ganar un Goya lo hace cualquiera, el sueño de toda actriz es llevarse el premio L´Oreal". Sonríe y la interrumpen. Luego intentamos quedar y la vuelven a interrumpir. Es una pequeña estrella.

Ha llegado el momento de cada festival en el que me siento desubicado, perdido, sin saber muy bien cuál es mi lugar: veo cosas espantosas como "Hunger" -una apología terrible del IRA en concreto y de cualquier terrorismo en general, no parece el mejor día para proyectar eso con cadáveres aún calientes y edificios derrumbados a apenas 200 kilómetros de aquí, pero ¿a quién le importa eso aquí? al fin y al cabo, el periódico oficial es el Gara...- y la gente aplaude en el Victoria Eugenia.

Salgo flipado de "Tony Manero" y el jurado joven la pone como la peor película de todo el Festival hasta ahora. Ay, las nuevas generaciones... En los cócteles, rechazo el vino y el champán y ni siquiera me atrevo a hablar con Javier Pereira, aunque lo quiero para mi corto con Jane.


15 películas hasta ahora. La pregunta que más se repite es: "¿qué tal el festival este año?" Pues miren, no lo sé. Igual que todos, me parece. Borja Crespo dice que es un festival más bien aburrido. Es verdad, pero él puede disfrutar de Donosti todo el año y los demás, no, y cualquier excusa es buena. Además, yo "el Festival" apenas si lo veo: veo mi propio festival, las películas que yo me programo. Por ejemplo, acabo de salir de ver "Casanova ´70" de Mastroianni. Ahora debería de ver la última de Jaime Rosales -todo el mundo hablará de ella mañana- pero tiene toda la pinta de que me quedaré tomando un café con Marián Álvarez.


Eso si no me voy a dormir directamente, que tampoco me vendría mal. El cansancio físico y el cansancio mental. Sentirse pequeñito conforme la barba crece sin orden ni concierto. Llegué malasañero y altivo y de repente vuelvo a estar un poco acobardado y huraño. Esperando que pase algo que no acaba de pasar nunca. Ni aquí ni allí.