miércoles, septiembre 17, 2008

Antonio Banderas en "The Other Man"


Antonio Banderas ha sido un actor irregular a lo largo de su carrera. Buena culpa de ello está su decisión de hacer algunas películas realmente horrorosas, especialmente en Holllywood. Apenas se le recuerdan buenos papeles, más allá de los que hiciera en los 80 con Almodóvar y otros grandes cineastas españoles de esa década. A partir de entonces, bueno... habrá quien le guste Spy Kids, supongo. A Robert Rodríguez, por ejemplo.

Ahora bien, Banderas es al cine español lo que Pau Gasol al baloncesto: el hombre que rompió barreras, logró premios, demostró que se podía triunfar allí viniendo de aquí. Para la industria española, Banderas lo es casi todo. Un líder. Y eso que aún no tiene ni 50 años. Además, es un tipo mediático, con una paciencia infinita para soportar a la prensa y no dejar de sonreír nunca. No le puede caer mal a nadie.

Cuenta la leyenda que, cuando Antonio Banderas era todavía José Antonio Banderas -finales de los 70, recién llegado a Madrid- mi madre se encargaba de despertarle para que fuera a castings. No piensen mal. Mi madre se limitaba a llamarle por teléfono aprovechando que ella era la única del grupo de amigos que andaba despierta a esas horas.

Para más detalles, consulten la biografía de Gloria Varona cuando salga publicada.

En cualquier caso, Banderas es, junto a Woody Allen y Javier Bardem la gran atracción del día en San Sebastián. Más que Woody Allen y Javier Bardem, de hecho. El Festival ha decidido abrir las sesiones con "The other man", protagonizada por Liam Neeson y Banderas, una película entretenida pero con unos bajones realmente difíciles de admitir.

De entrada, Neeson está espantoso. Toda la película en el mismo registro. Probablemente, la culpa no sea suya sino del personaje. Banderas hace de hispano-inglés residente en Roma. Una especie de pícaro. Lo borda, salvo por su manía de pronunciar determinadas frases de una manera tremendamente anti-natural, como si deletreara en vez de hablar. Supongo que sa-ben-de-lo-que-les-ha-blo-, ¿verdad? y con esa mirada intensa que no se quita desde el Zorro.

Hay que salvar eso y hay que salvar determinadas incongruencias de guión que desesperan a veces. Si uno tiene la suficiente paciencia, la película no está mal: triángulo amoroso. Una mujer y dos hombres. Una narración acertadamente caótica. Los celos. Lo de los celos es un tema interesante, siempre. Un tipo que quiere matar al amante de su mujer y casi acaba dándose cuenta de que él era el amante de su mujer. O no.

El caso es que Neeson descubre -de una manera harto inverosímil, pero en fin había que seguir con la película, venga- que su mujer se la pegaba con Banderas. Viéndoles a los dos en pantalla, parece lógico. Muerto de rabia y celos, rastrea e-mails, direcciones IP y acaba encontrando la dirección del amante. Va con la intención de matarlo y acaban jugando al ajedrez. No me gustan las películas en las que salen partidas de ajedrez porque estoy todo el rato fijándome en las fichas y no en los comentarios y además estoy harto de que siempre las conversaciones acaben con una media sonrisa irónica, autosuficiente y las palabras "jaque mate".

Pero que dos hombres que aman a una misma mujer, hasta el punto de que uno de ellos está dispuesto a matar al otro sin que el otro lo sepa -sin que el otro sepa siquiera que está jugando con el marido de su amante- se pongan a jugar al ajedrez, obviamente aporta tensión y muy mal hay que hacerlo para no aprovecharla.

Luego, la película se rompe. Se rompe con un flash-back, como suele pasar. Una vez que has conseguido reunir a protagonista y antagonista en torno a un tablero en un bar opresivo, no te vayas de ahí. Al espectador no le importa nada más. Sigue con ellos y a ver qué pasa. Si se matan o se van de copas juntos. Pero si se van de copas juntos, por favor, que no recuerden lo felices que eran con ella. Que se busquen a otra. Así avanza la vida: te dejan y te vas con otra. Una lección a aprender. Mentalidad Tiger Woods (sí, este es un chiste privado).

No ha sido mal comienzo, créanme. Los he visto peores. En una hora me voy a ver la nueva de Woody Allen. Les cuento entonces.