miércoles, junio 18, 2008

El caso Losantos-Gallardón

Como todos, me relamo al ver la polémica entre Losantos y Gallardón llevada a los tribunales. Morbo, llámenlo. Ahora bien, como trasunto de periodista me resulta un tema algo complicado de analizar.

Me parece, como dijo Urbaneja hace poco, que Losantos no hace periodismo, ni le interesa. Losantos pontifica. Al respecto, apuntar que no es el único. Tampoco es el único en insultar a los que no piensan como él, en ese sentido habría miles de casos para repasar en todos los medios de comunicación. En lo que sí es imbatible es en la cantidad e insistencia de sus insultos y en lo disparatado de sus objetivos. Losantos es un hombre que aparenta haber enloquecido, especialmente desde el 11-M y que ve conspiraciones por todos lados y que se las toma de manera personal y responde a zarpazos.

Dicen los que le conocen, tanto gente de izquierda como de derecha, que es un hombre tremendamente inteligente y culto. No lo pongo en duda. Pero es un hombre que ha perdido la cabeza por completo y su manera de hacer radio resulta detestable. No creo que Carlos Herrera sea menos contundente en sus críticas al Gobierno o a determinadas actuaciones de la oposición, sin recordarle ningún insulto al catalano-andaluz.

En definitiva, señores, a mí Losantos no me gusta. Tampoco me parece demasiado justo que se le acuse sólo a él de hacer mal periodismo o periodismo violento o crispador o lo que quieran, y llega un momento en el que me aburre que sea el "malo oficial" de determinada prensa. Pero no me gusta.

De ahí a que le condenen hay un paso. Que le condenen por esto, quiero decir. Interpretar unas declaraciones de un político en clave política, por muy brutal que sea esa interpretación no estoy convencido de que sea un delito. Es mal periodismo, de acuerdo, pero ¿delito? Tengo dudas. Si cada vez que un periodista malinterpretara a un político, este se querellara contra él, madre mía, la que se montaría en este país.

Decir que a Gallardón le daban igual los muertos del 11-M y que lo que quería era avanzar en su carrera política fue una barbaridad, seguro que tremendamente dolorosa para el alcalde. ¿Pero es una injuria o es una valoración política de unas declaraciones públicas? Por supuesto, luego está todo el deleite habitual en Losantos, llegando hasta el punto final de decir, ya condenado, que "si el honor del alcalde sale tan barato, seguiré haciendo lo mismo". Su abogado estará tirándose de los pelos...

Realmente, todo esto es un caso apasionante, desde el punto de vista jurídico y sociológico. ¿Cuáles son los límites de la opinión en el periodismo, especialmente en el periodismo político? Hasta ahora podríamos decir que estaban en el insulto o en la falsedad, pero llevarlo a la interpretación es peligroso. Lo dicho: ¿toda interpretación equivocada de un discurso público es motivo de querella?

La sentencia de la juez no es demasiado esclarecedora, viene a decir que se ha demostrado que Gallardón no quiso decir eso... porque sus compañeros de partido dicen que no quería decir eso. Imagínense que ahora cogieran Zapatero, Acebes, Zaplana, Pepe Blanco, etc. y empezaran a rebuscar en hemerotecas y archivos MP3 situaciones semejantes. No acabaríamos nunca.