miércoles, abril 23, 2008

Conexión Zero

Llega un momento en el que las cosas cambian. En el que parece que no somos Pablo y yo los que no pintamos nada en Pachá sino que son los demás los que no pintan nada. Es justo el momento en el que los chicos bailan sobre el escenario y un tipo hace el ruido de las bases de hip-hop con la boca. Antes y después de que Nacho Canut pinchara Blur, Astrud y La Casa Azul.

Quizás eran ellos los que no pintaban nada con su glamour y éramos nosotros los que nos enterábamos de algo con nuestros movimientos de manos y pies, al ritmo de una música fingida, al ritmo del entusiasmo de los chicos y chicas -de nuestra edad, o de la edad de Pablo, más bien- que sonríen y dan palmas.

La fiesta de presentación de Conexión Zero ha sido un exitazo. Lo que no entiendo es lo del photocall, pero bueno. "Arte urbano" y "photocall" me resultan algo contradictorios, pero ahí estaba la prensa y supongo que Coca-Cola no patrocina nada que no quiera promocionar. Copas gratis y ropero gratis. Mucha niña mona pero ninguna sola.

Momentos de observador, de francotirador, incluso. En lo alto de unas escaleras mirando el petardeo. Unos raperos se quedan a su rollo en la esquina. El presentador de Club Disney de hace diez años liga con una chica terriblemente guapa. Pablo se come todo lo que le llega. Es un devorador de bandejas. Yo no. Yo soy un exquisito de la comida, como todo el mundo sabe e intento captar la esencia de algo, sin saber el qué.

En eso consiste ser escritor, me temo. O periodista, llámenlo como quieran...

Quizás la fiesta prometía ser otra cosa: menos fiesta y más espectáculo, pero, miren, la fiesta estuvo muy bien, muy divertida, y el espectáculo fue sensacional, cortesía de Dani Pannullo. Una gozada, estar ahí.

Ya lo he dicho otras veces: Madrid, entre semana, tiene un aire mágico de noche. Los martes más que nunca -probablemente, sean el día más improbable-.