jueves, noviembre 22, 2007

La muerte de Fernando Fernán-Gómez


No tengo mucho que decir sobre la muerte de Fernán-Gómez. Es normal, pasa a menudo. Uno quiere escribir sobre algo pero no sabe qué decir. Además, no puede ser que haya escrito sobre la muerte de El fary y ahora me quede callado.

Tengo diversos recuerdos suyos, algo extraños. Por ejemplo, le recuerdo en blanco y negro, muy espigado, haciendo de galán en películas sudamericanas o españolas de los 50. Supongo que mi abuela o mi madre verían esas películas cuando yo estaba en casa y de ahí el recuerdo.

Luego le recuerdo como padre y abuelo de Galvanes en "El viaje a ninguna parte". Creo que se han hecho pocas películas mejores que "El viaje a ninguna parte". Por lo menos en los últimos 25 años. Tengo recuerdos suyos grotescos, como todos, por esa voluntad suya nunca bien aclarada de acudir a actos públicos con cara de no querer estar ahí.

Probablemente, podía haberlo evitado.

Había algo de genio en Fernán-Gómez y por supuesto de pretensión de genialidad. Yo puedo valorarlo como un soberbio actor y director. El resto de premios que recibió en su carrera creo que es bastante explícito de cómo lo valoraban los demás.

Me caía simpático. No sé por qué. No es que él se esforzara en absoluto, pero quizás fuera esa falta de esfuerzo lo que me enternecía. Era una mezcla de mi infancia en blanco y negro y el lento declinar de la vida. Otro compañero de viaje que se va, otro paisaje que se altera: Nueva York perdió las torres gemelas, Madrid ha perdido a Fernán-Gómez.

El cráter es semejante.