jueves, noviembre 15, 2007

El Código Sabina


"El Código Sabina" me causa cierta perplejidad. Dejémoslo ahí. Por lo que veo en su página web, muy currada, por cierto, han sacado todos los diálogos de canciones de Sabina. Eso lo mezclan con trozos de Krahe y algún verso suelto de mi madre y lo ambientan en la Posada del Fracaso, calle Melancolía, número siete.

No niego el mérito ni el esfuerzo, pero el resultado es dudoso. Juntar un montón de grandes frases no te garantiza una gran conversación. Los diálogos son repetitivos y demasiado densos. La acción, nula. Como musical, deja todo que desear, sólo Cecilia Murillo -habitual de los karaoke y top colcha- canta realmente bien, el resto se esfuerza y hasta ahí puedo leer.

Me disgusta hablar mal de algo que está hecho con tanto trabajo y cariño, porque eso sí que se nota, pero el resultado es pésimo, la verdad. Muy larga, muy aburrida, sin ningún tipo de interés. Los actores, en líneas generales, están bien. Los personajes son los que fallan. No sé qué tiene Pancho Varona de Max Estrella, supongo que ahí hay alguna especie de broma privada, pero aún no sé si pretende ser una burla o un elogio.

El propio personaje "Joaquín Sabina" es plano y, de hecho, desde su entrada en escena la obra baja.

Por otro lado, la sala era un desastre. Desde la esquina en la que estábamos colocados no se veía un cuarto del escenario. No sé si era un problema de la decoración -la acción nos la tapaba un falso muro con la chapa "Calle Melancolía"- o si es que ahí había ya una columna y total decidieron aprovechar, pero en un teatro tan pequeño, que no haya visibilidad...

Supongo que la obra pretende ser una muestra de intenciones, en plan, "esto es una prueba de lo que podríamos hacer en un gran musical si nos dieran el dinero", por eso lo cobran a un precio medio entre teatro alternativo y musical de la Gran Vía: 25 euros la entrada más barata. A mí, al menos, me parece un dineral y quizás deberían replantearse la cuestión.

Por otro lado, desconozco si han conseguido la cesión de los derechos de las canciones. Lo dudo, pero como espectador reconozco que es una cuestión prescindible. Lo que no es prescindible es que las destrocen. "El Código Sabina" tiene un doble problema: sólo puede ser apreciada por fans del ubetense que valoren y reconozcan el trabajo de excavación que muestran los diálogos. Por otro lado, a poco que esos fans sean exigentes, quedarán defraudados por el intento.

Pongámoslo en que es una noble iniciativa. Algo cara y torpe, pero noble.