domingo, junio 24, 2007

Tranvía a la Malvarrosa

Rectificación: al final sí hubo paella en la Malvarrosa. Fue justo después del excelente pase de Madrid en Corto. No quiero hacer patrioterismo, pero en mi opinión fue el mejor de todos y, de hecho, los mejores cortos de los demás pases también estaban patrocinados por la CAM.

A destacar, "El hombre feliz" y "Equipajes", dos clásicos de los festivales. Si alguien tiene tiempo que los busque en Youtube. Yo sigo en un cibercafé con algo más de diez minutos de crédito y no me puedo poner tan exquisito.

Paella en la Malvarrosa, colocado en una esquina junto a un montón de extraños con los que uno hace por comunicarse, hablar, compartir chistes, anécdotas... mientras los compradores -ese oscuro objeto de deseo- se quedan todos juntos bebiendo vino en la mesa de al lado. Pequeño fiasco.

Era una jornada de despedidas, ya quedó dicho. Despedidas y bienvenidas, en parte. Me refiero a Nacho Vegas, que por fin apareció en mi radio de visión, con su timidez habitual y una mirada de reconocimiento incierto. Hace ya dos años de la entrevista y el libro de Bret Easton Ellis. Nosotros, los de entonces, no somos los mismos.

Finales de la Copa del Rey, actrices húngaras, tequilas con limón, aguas de Valencia, locales de conciertos, canciones de iPod, copas que se quedan colgadas a la entrada como si fueran una cazadora, visitas fugaces de tintes orientales... Un adiós a lo grande, tan a lo grande que dan ganas de que sea un "hasta luego".

Es curioso que, después de todo, y gracias sobre todo a ti, claro, Valencia se haya convertido de repente en una ciudad apetecible. A una edad en la que uno cree que conoce todos los dulces.