domingo, enero 28, 2007

Cómo ser George Orwell

En la historia de la literatura y la crítica del siglo XX, Eric Blair, conocido mundialmente como George Orwell, aparece como un puente tendido entre dos extremos; es decir, los habitantes de los dos lados están acostumbrados a pisotearlo.

La principal acusación que se lanza sobre Orwell es política: se duda de su objetividad y se le acusa de colaborar con el enemigo. Sin embargo, la lucha de Orwell por la objetividad en una época particularmente convulsa es encomiable. Basta con leer “Homenaje a Cataluña” o los recientemente publicados “Artículos y reseñas en el Observer” para encontrarse con la búsqueda constante de una racionalidad en medio del caos.

Es anti-comunista, se dice. Eso es mucho decir. Sin duda, era anti-partido comunista. Más que nada por la deriva estalinista que tomaron dichas organizaciones por toda Europa en el período de entreguerras. Él era trostkista. Un trostkista moderado, desde luego, con su punto de “common sense” británico, pero en lo esencial colectivista, socialista y medianamente revolucionario.

Insisto, todo lo revolucionario que puede ser un inglés.

En la Guerra Civil española combatió del bando de la República. Fue una experiencia desastrosa para Orwell, como podemos ver en “Homenaje a Cataluña”. Para él, la Guerra Civil española era como la Guerra de la Independencia griega para Lord Byron. Emocionado por la revuelta popular y campesina, comunal, encabezada por los libertarios de la FAI y los milicianos del POUM, Orwell acaba teniendo que cruzar la frontera a toda prisa para no acabar fusilado… por sus compañeros de armas.

La entrada en guerra de Italia y Alemania y el consiguiente dominio de la URSS sobre el bando republicano implicó una “limpieza” ideológica durísima en el frente gubernamental. Limpieza que, según el escritor inglés, tuvo mucho que ver con la pérdida de la guerra.

De hecho, Orwell nunca perdonó a su país ni a Francia que abandonaran a España a su suerte. Aparte de culpar a la URSS de los desmanes de 1936-7 en Barcelona, Orwell es muy consciente de que nada así hubiera pasado si Inglaterra hubiera apoyado desde el principio la legalidad republicana. El papel soviético hubiera sido mucho menos relevante.

Como se ve, hablamos aquí del Orwell ensayista. Para los que no disfruten del género y se alimenten sólo de ficción, nada mejor que recomendar “Rebelión en la granja” o “1984″. En lo básico, encontrarán las mismas ideas, expuestas de distinta forma.