martes, octubre 03, 2006

Nihil hominem a me alienum puto

La ventaja de Internet está en su inmediatez, eso es obvio. En ese sentido, sí, los periódicos llegan tarde. ¿Dónde me deja a mí todo eso? En un cómodo tercer lugar, empanado, falto de reflejos, al rebufo de lo que digan Internet y los periódicos.

Aún así, creo que hay que comentar el caso Kampusch desde la perspectiva de Telecinco, por mucho que se haya hablado del tema.

Las cadenas hacen bien en dejar claro que no son más que el reflejo de sus espectadores. Es una buena defensa y difícilmente rebatible. Acaba siempre en el cuento del huevo y la gallina. En el fondo es una cuestión profesional e individual, no habría que dejar la ética en manos de los otros. Todo programa, al final, consiste en un grupo de productores, redactores, cámaras, presentadores... seres humanos con sus propios valores.

Parte de mi desprecio inevitable hacia el periodismo es su empeño en hablar como los Soprano: "Sólo hacemos nuestro trabajo". Matar no es trabajar igual que perseguir gente no es trabajar o destrozar vidas ajenas no es trabajar. Si el periodismo se ha arrogado esos objetivos laborales, es normal que se desprecie al periodismo.

El problema, sin embargo, es el periodista, el hombre o mujer con cinco años de facultad -o menos años o sin facultad- que acepta convertirse en sicario y, con toda naturalidad, persigue por la calle a una chica secuestrada y violada repetidas veces y amenaza con denunciar a su padre por defenderla.

Todos los problemas, lo queramos o no, se pueden reducir a un hombre o una mujer o un grupo limitado de hombres y mujeres. Los periodistas se sienten cómodos cuando se habla del "periodismo", algún día deberían mirarse en el espejo.

Como dijo Unamuno, no es la humanidad, son los hombres.